Crónica de Miguel Ríos: La sinfonía del adiós

Impresiona que a punto de alcanzar los tres cuartos de siglo de vida, mantenga esa actitud tan vitalista, tan agradecida con su carrera y con los que le rodean, con un estado físico y vocal envidiable, y ese punto de socarronería y lucidez, contándonos anécdotas de un modo natural y espontáneo, e incitándonos a la sonrisa y a la reflexión. Y como ejemplo, el comentario que sus amigos entre risas le decían: "te retiras más que Antoñete".

Para esta ocasión íbamos a contar de nuevo con la Orquesta Sinfónica Universal Music, dirigida por el maestro Carlos Checa, que iban a ser los primeros en aparecer para interpretar una bella obertura que resume de forma instrumental una parte de las grandes canciones de Miguel Ríos.

Los siguientes en emerger iban a ser los componentes de Black Betty Boys, la banda de acompañamiento, con el guitarrista y productor José Norte a la cabeza, para aparecer Miguel en el escenario arrancando con "Memorias en la carretera".

La indispensable "Bienvenidos", con la que ha abierto infinidad de conciertos, fue la siguiente en llegar a nuestros oídos, ante la euforia de un público muy adulto, y donde apenas veíamos a las nuevas generaciones acercarse a conocer la figura de un músico trascendental en nuestro país, del que pocas ocasiones tendrán de ver más adelante.

Un repertorio inigualable se sucedía con "Directo al corazón" o "Boabdil el chico (se va al norte)", con la participación del primer invitado como era el guitarra Raúl Rodríguez, donde Miguel nos contaba sus viajes desde su Granada natal hacia el norte, con parada siempre en Madrid. "En la frontera", revelaba su lado más solidario, y para ello se hacía acompañar del guitarrista Osvi Grecco y la cantante Marcela Ferrari.

Tras recordarnos que había hecho "una sabinada" después de aplazar dos conciertos por indisposición, su lado más reivindicativo y de denuncia contra el maltrato surgió con "No estás sola".

El sonido durante toda la noche fue impecable y la orquesta empastó perfectamente con la voz de Miguel y con la música de Black Betty Boys, sonando cada instrumento con una increíble limpieza y nitidez.

Hubo un momento, después, para la balada más heavy de su carrera, "Reina de la noche", compuesta a medias con Salvador Domínguez, para el que tuvo unas bonitas palabras de recuerdo, y que contó con uno de nuestros guitarristas más brillantes y en plena carrera ascendente, como es Jorge Salán, que se lució con un fantástico riff.

Otro de nuestros grandes referentes en el mundo de la guitarra y muy reconocido internacionalmente, como es Javier Vargas, "que ha compartido escena con lo más granado del santoral del rock y del blues" tomó el relevo para incorporarse con el desgarrador "Un caballo llamado muerte".

Con "Todo a pulmón", que Miguel nos confesó que es la canción que mejor le retrata y que no ha escrito él (es obra del autor y cantante argentino Alejandro Lerner), consiguió poner a todo el palacio en pie con gritos de "bravo, bravo".

Tiempo después para la hermosa pieza que compusiera Víctor Manuel "El blues del autobús", que refleja la condición nómada de los músicos, y en la que se sumaron el guitarrista Antonio García de Diego, Carlos Narea y Tato Gómez.

El momento más divertido de la noche vino tras introducir una morcilla en el tema anterior, diciendo "necesito ir a orinar", en vez de "necesito telefonear". Nos comentó que la próstata le avisaba que tenía que ir a aliviarse, dejando para ello el escenario, mientras Luis Prado interpretaba "Estoy gordo", un relato sobre el declive humano, de su primer disco en solitario.

Volvió con las pilas puestas para otro de los temas más enérgicos y combativos como "Antinuclear", que contó con un soberbio arranque orquestal y unos magníficos arreglos, pidiendo después Miguel un fuerte aplauso para sus responsables.

Tras "El sueño espacial" y "El rock de una noche de verano", vino un medley con clásicos del rock and roll, en un homenaje a los pioneros como Bill Halley, Chuck Berry, Carl Perkins o Ray Charles, que volvió a poner al público en pie, para el que pidió Miguel que dieran las luces del Palacio de los Deportes.

Tras un pequeño descanso, Miguel volvió con una camiseta de su banda Black Betty Boys, para enfrentarse a "Los viejos rockeros nunca mueren", comentando con sorna que "vuelven hasta Ketama", y Scorpions añadiría yo.

Otro invitado con peso en la carrera de Miguel y pilar de la formación del "Rock & Ríos" fue el guitarrista John Parsons, que intervino en la extraordinaria balada "Santa Lucía".

Llegando al final, no podía faltar el emblemático "Himno de la alegría", en el que Miguel con la mano el bolsillo a lo Raphael y citando al poeta Schiller, nos recordaba que la libertad da dignidad al ser humano.

Como guinda final y tras dos horas y media de concierto, salieron todos los invitados para reinterpretar "Bienvenidos", pero ahora de forma conjunta y a modo de jam session, volviendo a juntar a una gran parte de los responsables de una de las piedras angulares del rock and roll en directo de este país, como es el "Rock & Ríos".

Si este ha sido el epílogo de nuestro rockero por excelencia en la capital, para nosotros ha sido una magnífica experiencia y, si hay una nueva oportunidad, volveremos a ser testigos para contarlo.

Set list:

-Obertura
-Memorias de la carretera
-Bienvenidos
-Directo al corazón
-Boabdil el chico (se va al norte)
-En la frontera
-El río
-No estás sola
-Reina de la noche
-Un caballo llamado muerte
-Todo a pulmón
-El blues del autobús
-Estoy gordo
-Antinuclear
-El sueño espacial
-Rock de una noche de verano
-Rock Medley

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-Los viejos rockeros nunca mueren
-Santa Lucía
-Vuelvo a Granada
-Himno de la alegría
-Bienvenidos

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