No hay paella sin arroz ni temporada de conciertos en La Traviesa de Torredembarra sin King Sapo. El garito con aire hippy que sobrevive desde 1978 entre edificios de pisos y apartamentos turísticos es parada habitual del cuarteto madrileño cada año. “Es nuestro sitio favorito del mundo para tocar. Jugamos en casa”, dijo el cantante, Jesús Trujillo, a una parroquia que va creciendo en cada actuación.
“Es un placer ver caras amigas y otras nuevas”, dijo sobre el escenario del patio exterior del local. Estamos en octubre, pero el calor era de agosto y encima era horario de vermut.
King Sapo acudió esta vez para presentar su disco ‘El Dios de América’ con el que ha dado un paso al frente y ha ganado notoriedad. Cada vez hay más súbditos de King Sapo, como se hacen llamar sus seguidores. El tema que da título al álbum estuvo nominado a mejor canción de rock en los pasados Premios de la Academia de la Música en España (se impuso Leiva con ‘Gigante’) y el undergound se les empieza ya a quedar pequeño. Es una banda perfectamente engrasada, de las de furgoneta y carretera, trabajo, dedicación y, sobre todo, mucha pasión por lo que hacen.
En La Traviesa volvieron a tender puentes entre el rock de los setenta y el de los noventa, con un repertorio equilibrado entre sus temas nuevos y los que ya se han consagrado como clásicos de la banda. Abrieron con “Hasta nunca”, tema en el que colabora Carlos Tarque, y siguieron con “Desorden”, “Fénix”, “Hombre humo” o “Alguien como tú”, mientras el sol caía a plomo, pero el público prefería estar pegado al escenario en lugar de buscar refugio en la sombra.
Para quien no haya estado nunca allí, es como un patio grande de una casa, con árboles, una barra de bar, mesas y sillas para tomar algo y una caseta donde se celebran los conciertos cuando hace frío o llueve. Un lugar con encanto.
La actuación empezó tarde por problemas técnicos y fue más breve de lo habitual, en una hora y cuarto aproximadamente se había ventilado trece temas. En un abrir y cerrar de ojos, como pasa cuando uno está a gusto y se lo pasa bien, habían defendido la inspiradora “Temporal”, “Afrodita”, “Libre” y las nuevas “Tren en una postal”, “El Dios de América” o la versión “Trouble so hard”.
Y hasta ahí… o eso pensaban ellos. “Nos vemos ahora con el merchandising”, dijo el guitarrista Andrés Duende. Los músicos saludaron a los asistentes, se despidieron y bajaron del escenario mientras sonaba ya música de fondo. Concierto finiquitado. Llegó entonces la revolución pacífica y amistosa de los presentes, que hasta agarraron el micrófono para pedir que volvieran tocar. Por presión popular, volvieron a coger los instrumentos.
“Retiro lo dicho anteriormente, sois unos cabrones”, bromeó Trujillo. La complicidad de King Sapo con el público de La Traviesa es tremenda. Es como ir a ver a unos amigos de toda la vida. Son unos tipos muy cercanos. Así que finalmente hubo bises: “Te sigo, te huelo” y otra vez “El Dios de América”. Larga vida al rey sapo.