Crónicas
Crónica de Hellfest 2018 (domingo 24 de junio)
«Domingo familiar y más calmado, dando tregua a aquellos que quieren disfrutar del espectáculo cerca del escenario»
24 junio 2018
Clisson, Francia
Texto: Irene Díaz. Fotos: Íñigo Malvido
Continuando con nuestra inquietante andanza por suelos franceses, acogemos esta tercera jornada infernal con cierta lasitud, menos aglomeraciones y lo que sería el día más caluroso del encuentro. La jornada de domingo promete, nivelazo de categoría con un broche de oro en manos de Iron Maiden. Mareas de camisetas con la peculiar y emblemática mascota Eddie inundan las carpas y explanadas del Hellfest dejando claro quiénes son los favoritos en esta jornada. Domingo familiar y más calmado, dando tregua a aquellos que quieren disfrutar del espectáculo cerca del escenario.
Llegando a pies del Main Stage y con un sol de justicia, empezamos la jornada con los británicos Feed the Rhino. Se nota la resaca del fin de semana, con un público más reducido pero, en un principio, igualmente entregado vitoreando al son de un estridente "We're Feed The fucking Rhino!" mientras el energético vocalista, Lee Tobin irrumpe en escena. Suena “Heedless” mientras Tobin recorre con energía el escenario. El riff de “The Caller of the Towns” se deja caer con buenas intenciones, pero no parece hacer mella, todavía, en la audiencia, que parece más bien abatida tras temas como el “The Burning Sons” y “Diary of Cards”. La banda de hardcore cierra con sus dos temas estrella, “Nerve of a Sinister Killer” y “New Wave” sin llegar a engatusar a la audiencia. Quizás por la letargia y el calor, los fans no han respondido como a Lee Tobin le hubiera gustado, quien parecía un tanto frustrado con la respuesta del público.
No podíamos dejar de lado la romepedora actuación de los nacionales Crisix. El escenario Altar vivió la devastadora experiencia del thrash metal agresivo de la banda catalana. “Xenomorph Blood”, de su reciente y magistral ‘Against the Odds’, sirvió para abrir boca y organizar un pogo que duró toda la actuación. “GMM (The Great Metal Motherfucker)” y “Agents of M.O.S.H.” hicieron levantar el polvo del suelo francés, pero el lucimiento de la banda llegó con un increíble medley que incluía fragmentos de temas como “(You Gotta) Fight For Your Right (To Party!)” de Beastie Boys, “Walk” de Pantera (como enésimo homenaje a Vinnie Paul durante el festival), “Killing In The Name” de Rage Against the Machine o “Hit The Lights” de Metallica. Para acabar el espectáculo, los componentes de Crisix bajaron a tocar entre el pogo del público. Una experiencia brutal.
Algunas de las bandas a destacar durante las primeras horas de la mañana de cierre de festival, fueron Primal Fear y Iced Earth quienes consiguieron dominar el calor y sí acertaron amenizando al público con sus temas más emblemáticos “Watching Me Over” y “Anthem”. Asking Alexandria en el escenario principal es testigo de las primeras bandadas de gente a pies del escenario dejando paso a los Killswitch Engage quien daría la nota pesada de principios de tarde. No así tan acertado en cuanto al rango vocal se refiere. El frontman, Jesse Leach, no vistió sus mejores galas en temas con más exigencia melódica como “My Curse”.
Y llega así la primera actuación esperada, los encomiables Accept que irrumpían en escena con un estridente “Die by the Sword” a manos del gran líder, Mark Tornillo, que con una energía implacable a sus mas de 60 primaveras, deja caer a la perfección cada nota con un característico tono grave. El poderoso y adictivo sonido auténtico de esta pista de alta energía, animó a los asistentes, mientras Wolf Hoffmann pedía más aplausos de los aficionados. Cada canción, pasando por “Princess of the Dawn”, “Pandemic” y la electrificante “Teutonic terror” se celebraba con una aceptación estruendosa, demostrando que la actuación de la banda estaba sin duda alguna a la altura. A pesar de tener una interacción mínima con la
multitud, sí rompieron más de una vez el ritmo para moverse de un lugar a otro del escenario. Christopher Williams se llenó de pura intensidad con un estruendoso doble bombo y golpes explosivos con temas como “Fast as a Shark” donde también disfrutamos del guitarrista principal, Wolf, tomando el centro del escenario con su actuación legendaria, en una plataforma que parecía estar reservada para él. El guitarrista Uwe Lulis definitivamente merece una mención, ya que, sin esfuerzo, jugó a las cuerdas en un solo memorable junto a Wolf. El momento más álgido llegaría con el cierre, “Balls to the Wall”, encargado de caldear la tarde, dejando claro que la banda está en plena forma y siguen haciendo excelente música.
Sin abandonar los pies de los Main Stage seguimos la jornada ahora con los abanderados del melodic death metal, la banda sueca Arch Enemy. Sus inicios se remontan a 1996, cuando el ex guitarrista de Carcass, Michael Amott, se asoció con otros tres músicos y lanzó el debut ‘Black Earth’. El verano pasado lanzaron su décimo álbum de estudio llamado 'Will to Power', que fue el primer álbum en presentar a la nueva cantante Alissa White-Gluz.
La banda irrumpía en escena acompañado por la canción introductoria “Set Flame to the Night”. Con “The World Is Yours" - el primer single de su último álbum – se desata el primer derroche de rangos vocales. Especialmente, la cantante, Alissa, que mostró una energía implacable mientras corría de un lado a otro en el escenario golpeándose la cabeza con su melena azul y rubia mientras interactuaba con los fans durante “War Eternal” y “My Apocalypse”.
Las canciones con cambios de velocidad, como “The Eagle Flies Alone”, mostraban todo el potencial musical de la banda, y el ritmo enviaba un flujo interminable de multitud de surfistas en dirección al escenario. Con este espectáculo perfectamente coreográfico y con Michael Amott siendo un "héroe del vibrato", Arch Enemy cerraría con las impresionantes “Nemesis” y “Enter The Machine”.
Con la misma fuerza y sin escatimar en sonido, nos esperaban Amorphis en el Altar. Los fineses tocaron varios temas de su nuevo álbum 'Under the Red Cloud' y fue magnífico. La voz de Tomi estaba a punto, derrochando precisión en temas como “The Bee”, “Sky Is Mine” y “Sacrifice”. Amorphis se paseó armoniosamente por el escenario y dejó que sus 25 años de experiencia en vivo hiciesen todo el trabajo. Al mismo tiempo tocaba Baroness en el Valley, quien dio una lección de ingenio lanzándose en acústico a última hora al perder a su batería, el cual abandonó el festival por motivos personales. A la misma hora, competían ambos con Megadeth en el main stage y es que, para bien o para mal, Hellfest continúa abanderando carteles diversos con la problemática de tener que elegir entre tanta banda buena.
El inconfundible Dave Mustaine y Megadeth, “got their groove back” (recuperaron su ritmo) como alguien diría en la zona de prensa. Y es que la banda americana tuvo cierto grado de apatía en los últimos años pero, sin duda alguna, está recibiendo excelentes críticas en esta última gira. Tras una breve espera y unos pequeños problemas técnicos, arrancaba el video de introducción que se emitió en la pantalla grande. Tras una explosión y parapetados de luces, la banda irrumpía con "Hangar 18". Uno de esos temas al más puro estilo maratón lírica, que si eres de los que conoce los solos no puedes evitar tararearlos. Pronto entraría el "Take no Prisoners", seguido por "Symphony of Destruction", que causaría un total desenfreno en las primeras filas. Mustaine, sobrio como le suele caracterizar, derrochó un carisma bien acogido entre la audiencia. Tras “Dystopia” Mustaine introduciría la nota más solemne con “My Last Words” dedicada a Vinnie Paul. Una de las notas sobresalientes fue el despliegue artístico y puesta en escena con luces, y pantallazos visuales eclécticos.
El bajo era un tanto pesado en casi todas las canciones, especialmente en temas como “Peace Sells”, creando una vibración constante de graves y eliminando las frecuencias más altas. El tema homónimo de 'Dystopia', álbum homónimo que llegaba en 2016, se mezcló bien con éxitos anteriores de finales de los 80 y principios de los 90, el gruñido distintivo y fruncido de Mustaine se fusionaba a la perfección con los coros de los fans. Tras varios pantallazos y un acercamiento de Mustaine al público llegaba la favorita de los seguidores, “A Tout Le Monde”, y qué mejor lugar que en la ciudad gala para recitar el famoso tema mientras cientos de personas se abrazaban. La banda cerraría con la habitual "Holy Wars... The Punishment Due". Sin duda alguna una gran actuación.
Momento perfecto para esperar y ver a la banda Alice in Chains, liderada por el originario de Seattle Jerry Cantrell, quien irrumpía en escena ante una comedida audiencia. Con "Bleed The Freak", uno de los cortes más profundos del ‘Facelift’, el que sería uno de los más reconocidos álbumes de la escena grunge de los 90. Luego se metieron en el lodo con "Check My Brain", el primer single de 2009, también conocido como el comienzo de la era de William DuVall, en el que la banda realizó un regreso masivo y sin precedentes después de la disolución a finales de los 90 y tras el trágico fallecimiento del carismático vocalista, Layne Staley allá por 2001. Mucho se ha dicho de la capacidad vocal de DuVall, que, aunque no al nivel del rango inconfundible de Staley, si ha conseguido ganarse adeptos y estar a la altura. Sorprendentemente, la banda decidió lanzarse con temas de la era Staley como "Down In A Hole" y "Nutshell". "Dam That River" invitaba a la audiencia a saltar, mientras que "We Die Young" y "Themes Bones" fueron dos temas que siempre había querido disfrutar en directo.
La banda está tan unida como siempre con la base estable del bajista Mike Inez y el batería Sean Kinney, que completan el sonido a la guitarra de Cantrell. “Nutshel” fue dedicada a Vinnie Paul, y "Heaven Beside You" y "Would?" fueron las más coreadas. Dicho esto, Cantrell adoptó un nivel de espontaneidad e improvisación tremendo en la canción que cierra el programa, "Rooster" – una enigmática y amarga balada dedicada a su padre quien lucho en Vietnam. Con el cierre de AIC, miles de fans irrumpieron en la explanada a pies del Mainstage, listos para disfrutar con Iron Maiden.
At the Gates y Kadavar lo tendrían difícil para competir con los legendarios británicos, que están en plena gira mundial de "Legacy Of The Beast" recibiendo excelentes críticas a lo largo de toda Europa. El concepto de esta gira se inspira en el juego dinámico y cómico que caracteriza a Maiden y una excelente escenografía de "mundos" diferentes pero entrelazados con un setlist que cubre una gran selección de material de los 80, con un puñado de sorpresas de álbumes posteriores para añadir diversidad. Tras “Doctor Doctor” como preludio, precedido también por el famoso discurso de Churchil, la banda irrumpía ante el aclamo de un abarrotado Hellfest, probablemente la actuación mas encumbrada de los tres días de festival. Y es que no cabía un alma en la explanada principal.
En el escenario, parapetados con un gigantesco Spitfire inflable, legendario avión de combate del ejército británico, y al ritmo del estallido vertiginoso de “Aces High”, Bruce Dickinson surgió de un salto a pies de la audiencia en el centro del escenario. El líder de la banda británica no dejaría de moverse y escenificar durante toda la actuación de esta noche dejando claro que todavía le queda mucho por dar. La energía y motivación de la banda es encomiable y, en armonía, la teatralidad de la escena y la calidad de la voz Bruce es inigualable.
La primera sorpresa de la noche llega de la mano de un “Where Eagles Dare”, un tema con el que la banda solía abrir los shows allá por 1983, un corte que no ha sido interpretado desde hace trece años. Tras “Two Minutes to Midnight” y un viaje al pasado con “Powerslave”, Bruce cambia de atuendo una vez más (primero con una capa al más puro estilo épico pasando por chaqueta militar y tejana). Cada uno de los miembros de la agrupación lleva su propio carismático show, por un lado Dave Murray y Adrian Smith lideran intercambiando una guerra apoteósica, mientras Janick Gers comedido pero llevando también una voz cantante, se deleita a un lado del escenario pierna en alto haciendo gala de su propia escenografía.
Ahora le tocaba el turno a los temas de mediados y finales de los noventa. Para sorpresa de los aficionados más asiduos, los británicos dejaron caer una impecable “The Clansman”, con una audiencia completamente volcada llegando así uno de los momentos álgidos de la actuación. Como no podía ser menos, sonaba “The Trooper”, el tema elegido por Eddie para darse un garbeo por el escenario y representar una elocuente batalla de espadas con Dickinson, quien con poco o mucho alarde de patriotismo alzaría la mano batiendo la bandera británica.
Tras una carrera por el escenario, Dickinson seguía impecable en sus tonos vocales sin escatimar en rangos y tonalidades. Con “Revelations” llegábamos a otra transformación y derroche escénico. El escenario se convirtió en un mausoleo con grandes vidrieras, Eddie al final del escenario y lámparas repletas de velas que bajaban con un toque eclesiástico.
Era la escenografía perfecta para introducir el “For the Greater Good of God”, que se metería en el bolsillo a todos los aficionados. “Fear of the Dark” y “The Number of the Beast” fueron el colofón de la noche. “Iron Maiden” cerraría el show principal con mucho desparpajo y sin perder un ápice de energía. Los bises, sin duda alguna, no defraudaron. Tres notas inigualables, “The Evil That Men Do”, “Halloweed Be Thy Name” y, para acabar, un incomparable y energético “Run to the Hills” creando un caos de emociones entre todos los asistentes. Imposible de mejorar. Tras más de 40 años, la banda de Dickinson sigue derrochando una calidad inmejorable. Está claro que en el Hellfest sabían que tenían asegurado un cierre de lujo con los Maiden.
Para cerrar la noche, aunque para muchos no era ya ni necesario tras la increíble actuación en el main stage, disfrutamos con la legendaria banda finlandesa de metal sinfónico Nightwish. Tras cinco minutos al coro de “Nightwish. Nightwish” la banda irrumpía en el escenario, en lo que sería una combinación de sus éxitos y su último trabajo, ‘Decades’. Cerraron con “Nemo”, “Slaying the Dreamer” y “Ghost Love Score”.
Comenzó así la desbandada de aficionados al finalizar el festival. Sin duda alguna, nos vamos con algunos sentimientos encontrados. Por un lado, la calidad del cartel ha sido encomiable, así como la eficacia en escena de muchas de las bandas. Sin embargo, el ya veterano festival francés se ha convertido en una gigantesca máquina del showbusiness, para bien y para mal, en el que es difícil de disfrutar como era en ediciones anteriores. Poca atención al contenido y mucha a las formas, atrayendo a fans y los que no son tan fans, creando un monstruo no apto para quienes buscan eventos más sosegados y sencillos. A pesar de los puntos flojos, ¡la experiencia ha sido inigualable!
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