Crónicas

Despistaos + Merino en Bilbao: Cuestión de física o química

«Sin dejarnos llevar por sectarismos, lo cierto es que fue un conciertazo que apelaría por igual a rockeros, poperos o simplemente fans de la buena música, que al fin y al cabo es la única que de verdad importa.»

4 febrero 2023

Kafe Antzokia, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Saber hacerse mayor es una cualidad indispensable tanto para una persona como para un grupo de música. Anda que no encontramos por ahí ejemplos de bandas que parece que no han asumido su edad escénica e intentan reverdecer laureles apelando a sus inicios y consiguiendo el mismo efecto que el de un anciano con una licra o el de un quinceañero con un traje. Juzguen ustedes cuál de los dos se les antoja más ridículo. Se admiten todo tipo de opiniones.

Despistaos

Que a los arriacenses Despistaos siempre les llamó el rollito comercial no es algo de ahora o de años recientes. A pesar de su marcada influencia del rock urbano, no tardaron en demostrar, a partir de versiones y colaboraciones especialmente, que su aspiración era conquistar grandes masas. No hay por qué avergonzarse de ello, pues tal debería ser el objetivo de cualquier combo y el que diga que no, miente. Otra cosa es vender hasta el alma para llegar a esa meta, pero cuando uno se mueve por lo que le pide el cuerpo en ese momento no cabría reproche alguno.

Tal vez haría más de una década que no coincidía con Dani Marco y compañía. Recuerdo que la última vez fue también en el bilbaíno Kafe Antzokia, acababan de pegar el pelotazo con la radiada sintonía de la serie ‘Física o química’ y el recinto estaba abarrotado de chicas en la flor de la vida, que se desgañitaban y cantaban todos los temas a grito pelado.

Teníamos curiosidad por saber si se repetiría la misma estampa y lo que nos encontramos fue un respetable también con clara mayoría femenina, pero con un carácter un poco mas intergeneracional, pues la horquilla de edad se movía entre los veinte y los treinta y tantos, con algún que otro fan del rock urbano que por lo menos estaba familiarizado con Rulo, Kutxi Romero y artistas similares. Nos congratuló comprobar que no éramos el único con ganas de escuchar rock.

Merino

A modo de entremés, abrieron la velada los madrileños Merino, fundados por la vocalista cuyo apellido coincide con el nombre del grupo y que facturaban un pop rock en el línea de Amaral u otros combos patrios al que le faltaba algo más de garra, según los gustos personales de un servidor. Lo que no se podía negar era la maravillosa voz de su frontwoman Sandra, que lo inundaba todo y brillaba en piezas como “Cerca del invierno”, que en estudio cuenta con la participación de Mikel Izal, ahí es nada. No constituyen una mala opción para esos remansos de paz que incluso poseen los aperturistas aficionados al punk o al heavy metal.

En esta vida en la mayoría de cosas es necesario alcanzar un consenso y parece que Despistaos querían reivindicar ese punto de encuentro desde el mismo inicio con “Ruido” entre fans del pop y del rock urbano, todo un temón. “Dibujando primaveras” me hizo acordarme de La Fuga o Marea por su letra poética, mientras que pisaron el acelerador pop punk con “Lo que hemos vivido”, con su aire a lo Sum 41 o Blink-182 en versión peninsular. Un comienzo muy prometedor, sí señor.

Despistaos

“Mientras bailas sola” aflojó ya el pistón, pero sin perder el componente rockero. Las gargantas se elevaron al máximo, por lo que tampoco se percibió una bajada de intensidad ni nada del estilo. “Lo contrario de ninguno” no era para agitar la cabellera, pero era un himno como un templo, de esas piezas en las que uno escuchaba a la peña cantar la letra a pleno pulmón y caía en la cuenta en el espectacular tirón que Dani y compañía todavía conservan hoy en día.

En teoría se trataba de una gira 20º aniversario y no tardaron en que quedara bien claro cuando el vocalista dijo: “¿Os apetece que viajemos unos cuantos años? Hay gente aquí que no había nacido todavía…”. No se estaba tirando un farol, pues a continuación sonó “Soportales”, testimonio de aquella época en la que Platero y Tú eran una de sus principales influencias. Ya solo por este instante mereció la pena acudir al concierto.

Despistaos

La concurrencia andaba desatada y no era extraño escuchar los típicos “lo lo lo lo”, que en este caso aludían a la canción “En la nevera”, pero todavía no tocaba. Volvieron a buscar ese denominador común entre rockeros y poperos con “Un miércoles cualquiera” y en una senda similar basculó “Desde que nos estamos dejando”, que podría apelar sin duda a fans de Bryan Adams o de La Trampa.

¡Os las sabéis todas!”, dijo el voceras a un emocionado respetable antes de evocar aquella crisis que sufrió el grupo hace unos años en la que estuvieron a punto de separarse, pero el guitarrista Krespo mantuvo el barco a flote. Una dura época que se reflejó en la letra de “Volveremos” y que en la actualidad adquiere un significado más luminoso, pues en 2016 Despistaos regresaron a los escenarios tras un descanso indefinido.

Despistaos

El ritmo rockabilly de “En la nevera” provocó bailoteos y que se elevara el inevitable “lo lo lo lo”, no cabía en la cabeza prescindir de semejante apelación a la fiesta. “Resucito” era otro corte de esos que bordeaba el hard rock y que volvía a justificar la visita al Antzoki. “Es importante” evocó la presencia de Fito en estudio, pero en las distancias cortas funcionó a pleno rendimiento.

Tuvimos que contener el vómito con el clásico momento de las linternas de los móviles en “Cuando lloras”, algún peaje había que pagar, vale. “Las cosas se me olvidan” parece Los Secretos, aunque esto no lo entendemos como algo negativo, sino positivo. Con esta pieza se emocionaría hasta Álvaro Urquijo. Pelos de punta.

Despistaos

El guitarrista Krespo correspondió con los que cada dos por tres coreaban su apellido y se metió entre la concurrencia, que le hizo el inevitable pasillo de las estrellas. Si no agotaron entradas aquella noche, poco les faltaría, así que había motivos sobrados para decir “Gracias” y despedirse dejando al personal con la miel en los labios.

Para los bises reservaron “Un beso y nada más”, entonada por Krespo en solitario, antes de pillar carrerilla con “Caricias en tu espalda”, casi en plan punk. Y no podía faltar “Estrella”, una de sus grandes canciones, que también aceleraron a su antojo. “Mi accidente preferido” tal vez rebose de almíbar, pero aquí se podría aplicar esa máxima de que nunca amarga un dulce.

Realmente uno no se acuerda qué pegó más en la época, si la serie o su sintonía de cabecera. En cualquier caso, “Física o química” era un acelerado corte de pop punk que levantaba el ánimo de un plumazo y evocaba distintos periodos vitales a cada espectador. Y siguieron echando mano de nostalgia en “Cada dos minutos”, donde algunos esperaban que saliera Kutxi Romero. No se antojaba probable, la verdad.

Tal vez habría que reformular ese concepto calcado del inglés de “placer culpable”. O te gusta o no te gusta. No queda otra. Sin dejarnos llevar por sectarismos, lo cierto es que fue un conciertazo que apelaría por igual a rockeros, poperos o simplemente fans de la buena música, que al fin y al cabo es la única que de verdad importa. Una pura cuestión de física o química, como cantaron durante la noche.

Alfredo Villaescusa
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