Crónicas

Black Stone Cherry + The Georgia Thunderbolts: Vientos del sur

«Si hablamos de southern-rock, Black Stone Cherry tiene escrito su nombre en mayúsculas. Los de Kentucky han ido haciéndose hueco poco a poco desde su homónimo debut allá por 2006, y aunque la ganancia de adeptos va en alza, gozan todavía de muy poco reconocimiento para la calidad que atesoran»

2 octubre 2022

Sala Mon, Madrid

Texto: Alex Rico. Fotos: Alfonso Dávila

Black Stone Cherry

¿Qué pasará cuando todos los mitos que llevan décadas dando guerra en el escenario decidan dar un paso al lado? ¿Existe relevo generacional? Si hablamos de southern-rock, Black Stone Cherry tiene escrito su nombre en mayúsculas. Los de Kentucky han ido haciéndose hueco poco a poco desde su homónimo debut allá por 2006, y aunque la ganancia de adeptos va en alza, gozan todavía de muy poco reconocimiento para la calidad que atesoran. Una evidencia fue el cambio de última hora en la sala, pasando de La Riviera a un aforo más asequible como el de la Sala Mon. Bajo mi humilde punto de vista, deberían llenar recintos bastante más grandes.

Si en la anterior gira que encabezaron vinieron acompañados de un grupazo de altura como Monster Truck, esta vez los encargados de caldear el ambiente eran The Georgia Thunderbolts. Estamos ante una banda que ejerce sonido de rock clásico atemporal acompañado de cadencia sureña y blues, que nos hace viajar en el tiempo a aquellos añorados 70. Me recordaron a bandas como Blackberry Smoke, y la verdad que dejaron a la audiencia muy satisfecha. Habrá que seguirlos de cerca.

The Georgia Thunderbolts

A las 21:00 de la noche, veinte minutos antes de lo previsto, daba comienzo el concierto con un primer cartucho potente como es “Me and Mary Jane”, adictivo, coreable y valor seguro para demostrar que han venido a meterse al público en el bolsillo. Sin descanso, encienden y dinamitan “Burnin'” y “Again”. Es sorprendente ver lo bien que se ha adaptado el bajista Steve Jewell, quien tenía la ardua tarea de sustituir a Jon Lawhon, que abandonó la banda el año pasado tras casi dos décadas en sus filas. No paró de interactuar con el público de principio a fin, y parece que ha caído en gracia entre los seguidores de la banda.

La rasgada voz de Chris Robertson sigue rayando en plena forma, como pudimos disfrutar en la archiconocida “Blind Man” o “Like I Roll”, que bajaba el pie del acelerador, pero sólo momentáneamente, antes de atacar la juguetona “Cheaper To Drink Alone”, momento que la banda aprovechó para alargarla hasta la saciedad presentando así a cada uno de los miembros del grupo y dejando espacio para que se lucieran en sus respectivos instrumentos.

Black Stone Cherry

Sonaron “Hell & High Water”, “Soulcreek” o la pegadiza “Devil's Queen” para dejar paso al solo de batería del gran John Fred Young, un tipo peculiar en su visceral forma de tocar, que hizo las delicias de los allí presentes. Otro de los que mantiene un ritmo frenético durante todo el concierto es el guitarrista Ben Wells, moviéndose sin parar de un lado a otro del escenario.

Tras “Ringin' In My Head” e “In My Blood” venía la traca final con un puñado de éxitos, comenzando por “White Trash Millionaire”, acompañado del inseparable talk-box de Ben Wells, que le da ese sonido tan característico. Acto seguido, “Blame It On The Boom Boom” hizo que todo el público corease este estribillo que entra a la primera; su añejo primer single “Lonely Train”, y para finalizar, la emotiva “Peace Is Free”, acompañada del portento vocal de TJ Lyle de The Georgia Thunderbolts.

Llámalo rock sureño, llámalo post-grunge, llámalo rock clásico, llámalo como quieras, pero se echan de menos bandas como Black Stone Cherry, Seether o Rival Sons.

Redacción
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