Crónicas
Bunbury en Madrid
«Una de las estrellas más internacionales de nuestra música, en todo su esplendor»
8 diciembre 2017
Wizink Center, Madrid
Texto: Manu Gamarra. Fotos: Alejandro García
Era una espinita que tenía clavada desde hacía mucho tiempo. Y por fin llegó el día de quitársela. Corazón en un puño y pulsaciones a mil revoluciones mientras empezaba a sonar “Supongo” a modo de intro instrumental, con la banda subiendo poco a poco. El último en hacerlo, por supuesto, él. Traje blanco impoluto, palo del micro personalizado con sus iniciales, movimientos a lo Elvis… (Don) Enrique Bunbury.
Detalles como el que cada uno de los focos ubicados sobre el escenario, antes de comenzar la música, tenga una letra de la palabra ‘Expectativas’, te hacen presagiar que el aragonés no prepara sus giras al tuntún. Bunbury lo tiene todo muy cuadriculado… Quizás incluso demasiado. Pero da igual que solo vayas a verle por su pasado en Héroes del Silencio y porque sabes que alguna de esas va a caer, da igual que no te hayas escuchado su último disco… Es otro rollo. Por lo primero, tranquilos; en el setlist de la gira, de momento, hay cuatro temas de Héroes. Ahora bien, si el que cumples es el segundo requisito puede que te encontrases algo perdido al principio: “La ceremonia de la confusión”, “Actitud correcta” y “Cuna de Caín”, todas de ‘Expectativas’, sirvieron para abrir el bolo en un Wizink Center que, si bien no agotó entradas, sí mostró una asistencia de gente bastante considerable; insisto, aunque solo sea por ver al ex líder de Héroes del Silencio, banda que a tanta gente ha marcado. La primera de ellas reflejó a un público todavía un poco frío (los bolsillos todavía se resentían) a pesar del gran solo de saxo, principal factor diferenciador de este disco, pero ya con la adictiva “La actitud correcta” la gente comenzó a encenderse. Le siguieron las típicas palabras del vocalista de un grupo hacia el público en cada concierto, que si siempre es un placer venir a tocar a Madrid y bla bla bla. Para después, antes de encaramarse con “Cuna de Caín” y tratándonos de usted, explicarnos que han sacado un nuevo disco, ‘Expectativas’, y que iban a mezclar algunas de sus canciones con un pequeño recorrido por otros álbumes. Todo muy masticadito.
“Dos clavos a mis alas” en vez de “Porque las cosas cambian”, con solo de guitarra y final que me recordó un poco a Pink Floyd incluidos, fue la única variación con respecto al setlist de Barcelona del pasado 6 de diciembre. Espectáculo de luces y sonido para “El anzuelo”, reforzando los golpes de la batería, seguida de “Parecemos tontos”, y primera aparición con la guitarra de Bunbury en “Los habitantes”, dejando a la gente cantar su última parte. Comentó entonces que a través de las redes dieron la opción de elegir un tema clásico para llevar al directo. En Santander, inicio de gira, salió ganadora “Tesoro”, del penúltimo disco de estudio de Héroes del Silencio ‘El espíritu del vino’ (1993). Para el segundo de Barcelona y Madrid le tocó el turno a “El mar no cesa”, que fue hasta el momento la más vitoreada. Los Héroes siguen tirando mucho…
En “El rescate” vemos a un Bunbury muy pasional, sintiendo la letra, hasta el punto de que abandona su chaqueta ya para el resto del concierto antes de arrancar “Despierta”, nuevamente con coros del público en su final y unos intervalos de tambores bastante curiosos. Su camiseta sin mangas permitió apreciar el tatuaje que tiene en el brazo con el logo de su antiguo grupo. Vuelve a sacar la guitarra para “El hombre delgado que no flaqueará jamás”, que prácticamente empalman con “Hay muy poca gente” (única vez que tocaron dos seguidas en todo el concierto). Precisamente a la guitarra, en esta ocasión a una de las eléctricas que le acompañan sobre el escenario, cede el protagonismo Bunbury en un buen tramo de la majestuosa “Más alto que nosotros solo el cielo”. Continuos vítores de Enrique, Enrique entre tema y tema obligan al zaragozano a agradecer continuamente al público su apoyo y energía, llegando en alguna ocasión a reverenciarse. La mítica “Héroe de leyenda” no terminó de ser acogida como se podría esperar de un clásico de la música española de tal calibre; lo cierto es que a mi tampoco me gustó en exceso: muy lenta y escasa de fuerza con respecto a su versión original.
Un sermón sobre las preguntas que le realizan algunos medios de comunicación sobre temas de actualidad, que a él le importan un comino pero a las responde por mera educación, originó algunos ligeros silbidos. Sin embargo, su reflexión final con “si quieren saber nuestra opinión sobre algo, lo mejor es acudir a nuestras canciones” hizo estallar el ¿antiguo? Palacio de los Deportes en aplausos. De ahí surgió “En bandeja de plata”, que vendría seguida de “Mar adentro”, la favorita de todas las que tiene Héroes del Silencio para Bunbury. Evidentemente, la inercia de la gente hizo subir el tono de la canción unos cuantos puntos, si bien ésta no la encontré tan descuadrada como “Héroe de leyenda”. “De todo el mundo” sirvió a Bunbury para presentar a su banda, Los santos inocentes, y anunciar que la siguiente sería su último tema de la noche. Comienza a sonar “Maldito duende” y no hay ni una sola de las miles de personas presentes en el concierto que no la coree. A la locura colectiva ayuda Enrique, que baja del escenario y se pone de pie sobre la valla que separa el foso de fotógrafos del públicos, haciendo continuos amagos de abalanzarse sobre la gente. Al final no hubo crowdsurfing… eso sí, se le olvidó la letra o no funcionaba el micro en la parte de “las estancias se hacen cortas, pasan rápidas las horas”, y en el camino de bajada del escenario precisamente el micro se debió desacoplar o algo, porque generó un ruido agudo que destrozó más de un tímpano.
Aunque parece que alguno se lo llegó a creer, evidentemente volvieron a la tarima ante los pitos (más que los otra, otra) del respetable. Con sombrero mexicano y pinta de actor de telenovela interpreta “Que tengas suertecita” y “El extranjero”, siendo acompañado, además, por acordeón y banjo. “Infinito” y “Sí” y más reverencias por parte de Enrique, haciendo bailar a casi todo el recinto con esos “dímelo de una vez” entonados por el público prácticamente a capella. El mismo procedimiento repitió con la joyita “Lady blue”, que puso tierna a más de una pareja. Uno que es un poco cotilla… Nuevo ademán de irse, este ya más serio (varios espectadores lo hicieron): “Entendemos que muchos mañana trabajan, tienen hijos… pero para los demás vamos a hacer un poquito más de música”. Ahora sí, finaliza el concierto con “La constante”, una de las canciones que más fuerte han pegado de su último trabajo, pero que a mi me supo algo agridulce. Bunbury vuelve a presentar brevemente a la banda y es el primero en abandonar el escenario, dejando un bonito final instrumental. Final con “Stand by me” de fondo como inmejorable colofón.
Dos horas y cuarto de concierto, veinticuatro temas más la intro, Enrique Bunbury, una de las estrellas más internacionales de nuestra música, en todo su esplendor: miradas al suelo, brazos apuntando al cielo, interacción con el público… sin lugar a dudas era una espina destinada a ser quitada tarde o temprano. Sin demasiados alardes. Veni, vidi, vici.
Setlist:
Supongo
Ceremonia de la confusión
Actitud correcta
Cuna de caín
Dos clavos a mis alas
El anzuelo
Parecemos tontos
Los habitantes
El mar no cesa
El rescate
Despierta
El hombre delgado que no flaqueará jamás
Hay muy poca gente
Más alto que nosotros solo el cielo
Héroe de leyenda
En bandeja de plata
Mar adentro
De todo el mundo
Maldito duende
Que tengas suertecita
El extranjero
Infinito
Sí
Lady blue
La constante
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