Invaders

Beware of the Night

Fighter Records (2022)

Por: Alfredo Villaescusa

9

Ya hemos dicho en otras ocasiones que a veces no hay nada como recurrir a los sabores tradicionales, a la imbatibilidad del cocido madrileño frente a las emulsiones y demás pijotadas gastronómicas de modernos. Pues en la música sucede exactamente lo mismo, uno no puede pasarse la vida entera en busca de la experimentación o la última sensación sonora que realmente suponga un auténtico revulsivo en el panorama. Bajemos el pistón en ese aspecto y acordémonos de las primeras veces que acudíamos a garitos rockeros y metaleros y lo que disfrutábamos al escuchar lo que hoy en día se llamarían clásicos impepinables.

Solo si adaptamos esa ilusionante perspectiva podremos disfrutar de la propuesta de esta interesante banda madrileña que se mueve entre el hard rock y el heavy metal de los ochenta, muy en la línea de los W.A.S.P. de los comienzos o de los propios Dokken, de los que incluso hacen una notable versión de “Into the Fire” a modo de bonus track para la edición digital. Saca la chupa de cuero, elásticos, laca, rímel y prepárate para un festín en el que lo preceptivo es rebañar a fondo.

“Livin’ in the End” marca los parámetros de una sentada y no sería descabellado evocar un trallazo del calibre de “Inside the Electric Circus” de Blackie Lawless y compañía, aunque en coros y melodías tampoco se encuentren muy alejados de los geniales Fifth Angel. “Spin the Roulette” fue el primer adelanto de este lanzamiento y no sorprende en absoluto, pues combina gancho con contundencia en una proporción digna de elogio.

“Redhead Lady” sube la apuesta, y si no acabas agitando la melena al primer minuto, mejor compruébate el pulso, esto en los conciertos tiene que ser una bomba total para dejarse la garganta. De lo mejor del redondo. “Crimson Fate” aminora algo al paso y les hace adentrarse en tesituras más melódicas, un traje que tampoco les sienta nada mal.

“Visions” posee un punteo de esos que despide fuego en un comienzo antes de arremeter con ese ritmo característico del heavy ochentero y luego fundirse en una suerte de instrumental a lo Cacophony, que por supuesto también llama bastante la atención. “Standing in the Twilight” solo podría ser un temazo con ese título, otra pieza en la que sobresale la influencia de Don Dokken, George Lynch y compañía y que vuelve a demostrar que no pierden ni un ápice de actitud al soltar el pie del acelerador.

“Late to Return” sorprende con alardes vocales de Sergio Chamoso y trae a colación a otra banda fundamental en este rollo como Sangre Azul, si no fuera por el uso del inglés, claro. El pasaje acústico de “Ghost Religion” se antoja del mismo modo mayúsculo y supera con nota su habilidad para crear atmósferas de la época de los cardados muy convincentes, con un cantante que además lo borda. Y como guinda del pastel, la ya mentada “Into the Fire”, seguramente de mis preferidas de Dokken, casi nada.

Quizás el nombre la banda, reminiscente al tema que abre ‘The Number of the Beast’ de Iron Maiden, pueda dar lugar a equívocos al pensar que su orientación sea más heavy metal, puesto que en la dicotomía que comentábamos antes el hard rock gana la partida, pero eso en el fondo da igual. Aquí no busques los tres pies al gato ni innovaciones raras, sino fidelidad a esos clásicos que te hicieron agitar la cabellera por primera vez. Lo disfrutarás como un enano. Como cuando te emborrachabas con un sorbo de cerveza.

Alfredo Villaescusa
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