Gilipojazz

¿Dónde está el Jazz?

Metales Preciosos / Universal Music (2022)

Por: Hernán Osuna

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Entre todas las propuestas que afloran en este mundo tan hiperconectado y globalizado en el que muchas veces falta originalidad, es meritorio cuando alguien (persona, banda, institución, empresa, etcétera) decide ir en contra de lo establecido y orientarse a lo genuino, donde el corazón, el sentimiento, vamos, lo que sale de adentro, es lo que prima.

En el campo del arte, sucede que cierto sector del público termina aceptando este tipo de proyectos a largo plazo, porque se identifica con ese carácter auténtico y puro. A juzgar por lo que se vio el pasado 1 de abril en la Sala Copérnico de Madrid, al trío Gilipojazz les está funcionando la premisa de “sé tú mismo”. Le dan a la peña lo que la peña no espera. Y esa sorpresa es la que genera adhesión.

Con '¿Dónde está el jazz?', Ángel Cáceres (bajo, voz) Iker García (guitarra, voces) y Pablo Levin (batería, voces) salen al ruedo –el disco se editó a través del sello Metales Preciosos con apoyo de Universal Music- exhibiendo toda su paleta sonora, sueños de conquista y múltiples recursos. Tienen la creatividad y la locura de Frank Zappa, los grooves de James Brown, la fuerza de Rage Against The Machine, el rock funk de Red Hot Chili Peppers, la adrenalina de Primus, el virtuosismo del rock progresivo de los 70, toques de ska, metal, algo de jazz, merengue y más. Todo ello complementado con un gran sentido del humor que le da un plus a la obra.

A todas luces, al escuchar este material lo primero que te das cuenta es que estos tíos hace rato que vienen tocando juntos. Suenan con la precisión de un reloj suizo. La placa abre con “Tupa Tupa”, en el que la banda pronuncia ambas palabras, las invierte, “¡Patu Patu!”, y luego hace un juego vocal entre hilarante e hipnótico. Después, “9'5 es casi un 10” llega con sus múltiples texturas: ritmos latinos, riffs a lo Rush, bases de bajo y batería a medio camino entre Red Hot Chili Peppers y Primus, y un espíritu que, por lo alocado, recuerda a los The Mars Volta más experimentales.

En “Iker me debe un café” el nivel instrumental de los Gilipojazz se eleva aún más. Su LP entero es toda una caja de sorpresas, y si de fusión de estilos se trata, el trío madrileño puede dar cátedra de cómo hacerlo. Aquí hay algo de los británicos Gentle Giant mezclado con una pizca de Dream Theater, también ciertas reminiscencias al ska, metal y rock clásico. Minutos más tarde arriba la peculiar “Erzuín”, con su interesante fusión de progresivo de los 70, pinceladas de la Mahavishnu Orchestra y un poco de jazz que a Pat Metheny le sentaría bien. La composición es cargada, sumamente compleja desde lo técnico y todo un reto para memorizar.

La sorpresa se da con “Afinación”, sólo 27 segundos a pura caña, entre Rage Against The Machine y un rollo hardcore punk. Más tarde, el octavo tema será “Afinación II”, una humorada y repetición del anterior y, posteriormente, “Afinación III”, de sólo cinco segundos. Por su duración y el épico grito gutural, este último track nos recuerda al grindcore de Napalm Death de “You Suffer” (¡la canción más corta de la historia, solo tres segundos!).

“TITOTITOTO”, la sexta pieza, cuyo vídeo ya supera las sesenta mil reproducciones en YouTube, es el equivalente a una noche desenfrenada; como esas ocasiones en las que piensas: “Vale, mañana me levanto temprano”, pero en realidad terminas tu viernes a puro golpe de chupitos en algún bar de Malasaña. Es el tema más cabrón y más RATM de todo el LP, aunque no todo es caos sonoro: tiene arrebatos de ska, paisajes de fusión y una destreza instrumental encomiable. Sobre el cierre, un riff a lo Black Sabbath termina por hacer combustión.“Metalpatitos” se cuece entre el funk rock, el slap del bajo de Ángel Cáceres en plan Flea/Les Claypool, riffs distorsionados y fragmentos de metal.

“Sonic”, el undécimo track, posee un aire entre juguetón y rockero: hay muchos cortes, cambios de ritmos y pasajes entre guitarra, bajo y batería que suenan con una sincronización envidiable. Se hace muy evidente que, además de horas de estudio y de composición, los Gilipojazz han sudado y sudado en jams maratonianas durante horas. Antes de finalizar, aires latinos se entrecruzan con ritmos hardcore, pequeños guiños al flamenco, fills de batería a lo Ian Paice (Deep Purple) y risas que parecen grabadas en una noche de juerga.

“Sandwich” nos recuerda al frenetismo creativo de Frank Zappa combinado con algo de Liquid Tension Experiment, funk de los 70 y unas guitarras incendiarias a lo Cory Wong. En la mitad, un coro que remite a Genesis da cierto respiro. Repentinamente el tempo baja y la banda se orienta al smooth jazz con soltura y sabiduría.

“Hasta mañana si Dios quiere” tiene un rollo divertido-terrorífico-flamenco-militar en sólo 53 segundos que te hará reír y preguntarte: “Joder, ¿qué coño fue eso?”. El adiós llega con los aires caribeños de “Aguante y paciencia”, una pieza movediza y alegre que incluye un riff a lo Tom Morello (RATM) al pasar.

'¿Dónde está el jazz?'es de todo excepto aburrido. La banda logró un LP que debería llevarlos por fuera de las fronteras españolas y expandirlos al mundo. Algo queda claro en el disco debut: los Gilipojazz no son ningunos gilipollas. El trío madrileño es un grupo maduro que pone alta la vara; inteligente, sumamente versátil, con sentido del humor y elevado dominio técnico. ¡Un brindis por la originalidad!

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Esta entrada fue escrita por Redacción

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