Dinky Dau

Mientras nos quede aliento

Autoeditado (2022)

Por: Sebas Abdala

8.5

Algo más de media hora le lleva a Dinky Dau volver a escena con un disco que podría caratularse como una verdadera lección de rock y calle. Algo más de treinta minutos para dejar el corazón al aire, sin ningún velo que empañe la mirada pura y nítida que van desgranando canción tras canción, acercándose al que lo escucha, haciendo que uno mueva el esqueleto y, además, reflexione por la cercanía de una lírica cargada de intensidad y calle. El adelanto fue “Como un samurai”, un balazo rítmico tan simple como elaborado, con un riff ganchero que se lleva de maravilla con una voz que te empuja y tiene algunos detalles de ese rock con sello estatal, pero que no anunciaba del todo lo inmenso que es este trabajo per-se.

Pues bien, 'Mientras nos quede aliento' abre con una muestra de poder y buena sincronización. “Siente la fuerza” es una reseña autobiográfica de Dinky Dau, que surfea sobre un bajo armónico y con escalas muy interesantes, mientras las guitarras van componiendo un colchón rítmico intenso y continuo. A lo largo de esta catarsis nos encontramos con riffs intensos, peligrosos y afilados, que van marcando un tempo bastante heavy, con una letra elegante y poesía directa y cortante. “Muero sin calma” es una puñalada ligera que corre cuesta abajo a toda velocidad y se mantiene en una línea de intensidad.

Se nota la experiencia y la personalidad de Dinky Dau en cada tramo: los instrumentos se distinguen con claridad, generando un deleite que te conduce en una experiencia múltiple. “Garra y colmillo” es la canción perfecta: comienza un bajo tirando un punteo muy complejo para dejar paso a una batería que cambia el ambiente hacia una habitación de rock progresivo infernal. La banda se emplea a fondo y demuestra sus dotes profesionales en escasos cuatro minutos. Imprescindible para los amantes de la ejecución sin fallos y casi orquestados, con un tramo final que te tira toda la potencia y clase del grupo. Repito: perfecta.

Los matices se sostienen en esta línea y nos vamos derrumbando con ese rock de alta evolución, de lírica profunda y resignación de bares oscuros que no cierran nunca. “Innolvidable” y “Brinda por mí” tienen una carga melancólica (que no triste), reflexivas sin depresiones. Y aquí es donde la experiencia se nota, porque tanto los arreglos, como los coros, sumados a una letra madura, hacen que tanto los cuarentones, como los más jóvenes, alcen su copa para despedir aquellos malos tragos que antes podrían parecer tragedias.

Párrafo aparte para la enjundiosa “Y tu guitarra ya no suena”, pura oscuridad blusera, sucia, taciturna, para ir en viajes hacia el fin de la noche, leyendo Goytisolo, y disimulando las lágrimas por aquel amigo que ya no está con un solo de guitarra que merece ser descrito como antológico y digno de ser enmarcado como uno de los mejores de este año.

En estas épocas donde lo inmediato y lo “influencer” parecen haber socavado la Cultura Rock, mientras la gente hace fotos a la comida, o el autotune es la principal herramienta de quien piensa que hacer poesía es hacer rimar tres palabras mal sonantes y poco eróticas, Dinky Dau entrega un disco grabado con conciencia, con un meritorio esfuerzo en hacer que cada canción sea un himno, una pequeña muesca de lo que no puede ser olvidado. Sin artificios excesivos, estamos ante un disco que tiene heavy, progresivo de alta ejecución y contundencia verbal. Mientras nos quede aliento es pura poesía. Pura Cultura Rock.

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Redacción
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