A River Crossing

Forsaken

Antigony Records (2021)

Por: Alfredo Villaescusa

8

Suele decirse que el post rock es el progresivo del siglo XXI, y aunque en apariencia esta idea pueda tener cierta justificación, la verdad es que tanto la actitud de las bandas como la querencia por ciertos sonidos, hacen que en determinados momentos tal afirmación no se sostenga por ningún sitio. Para empezar, el ansia por la experimentación del género nada tiene que ver con las masturbaciones estériles que se promulgan con frecuencia en clave sinfónica. Y esa melancolía inherente estaría mucho más cercana a The Cure que a cualquier vaca sagrada tipo Yes o Genesis.

Lo de rumiar desesperación acostumbra a ser una constante en este palo, pero en ocasiones las reglas están para romperlas. Eso es precisamente lo que hacen estos suizos en este soberbio segundo álbum que debería llamar de inmediato la atención de los fans de los Anathema más luminosos. ¿Te parece 'Untouchable' una de las cimas de la creación humana y casi te irías a vivir a un monasterio por la paz interior que irradia? Pues espera a escuchar algunas de las piezas de este disco.

Quizás si decimos de primeras que aquí solo hay seis canciones, unos cuantos salgan ya disparados, pero tranquilos, porque eso de la duración a veces es solo un estado mental, como dicen de la edad. “Ashes” te sumerge de un plumazo en una suerte de atmósfera onírica cercana al indie rock con melodías y voces impecables, la contribución femenina es desde luego para saltar lágrimas. El subidón emocional se mantiene con “Hidden”, con un cuidado equilibrio entre pasajes instrumentales y cantados que no se torna pesado ni por asomo. Aquí se disparan ráfagas directas al corazón.

“Torn” revela de nuevo la maestría compositiva de estos helvéticos en otra pieza que recuerda indefectiblemente al grupo liderado por Robert Smith, no sin pasar antes por el tamiz contemporáneo de Mogwai o Explosions In The Sky. Preciosas esas partes que podrían también ser de Pink Floyd. Y si andas ya con el almíbar por las nubes, espera a lo que viene con “Death”, un corte sombrío en el que se cuelan por una rendija retazos de esa luz que nos anima a seguir para delante.

“Spines” bordea el rock alternativo sin perder la esencia post y con instantes muy inspirados a lo Caspian, un mero tentempié antes del colofón de “Tar”, algo que no supone de ningún modo un excesivo desmelene, pues ya hemos dicho que las coordenadas por las que se mueve este trabajo apelan más a lo sentimental que a otra cosa. Olvídate de conceptos como la tralla y demás. No funcionan en este territorio.

Si eres de esos que se pueden pasar meses de bajón o, por el contrario, levitan en una nube de algodón de azúcar cada vez que hablan con la persona que les gusta, enhorabuena, esas son señales de que todavía estás vivo, por lo que también podrías atreverte a experimentar el torrente de sensaciones que propone esta colosal obra. No apta para tipos fríos como el témpano.

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