Satisfacciones y decepciones

Blog: Palabra de Mariskal

26 febrero, 2016 10:25 am Publicado por  Deja tus comentarios

Regreso de Buenos Aires todavía noqueado por la apoteosis Stones que contamos en estas mismas páginas para mayor gloria del movimiento rockero, con estos monstruos dándonos más satisfacción, si cabe, tras cincuenta y pico años de rodar por el planeta; pero me golpea la cruda realidad de lo que ya se venía rumoreando cuando partí: Cierran la We Rock.

Estábamos tan orgullosos de contar con un local como este en el mismo centro de Madrid, donde el rock vivía con dignidad y horario full-time para los nuestros, sin que nos echaran una vez finalizado el show de turno para dar paso al “bailoteo”, que me quedo anonadado pensando que ese templo no volverá a darnos noches memorables tanto de talento emergente como consagrado. Han sido tres años y medio que quedarán en la historia del movimiento en nuestro país como tantos otros locales que por distintas circunstancias “chaparon” -con mención destacada para el inolvidable Canciller- desde que en el 71 abrimos junto con el disc jockey Salvador Arevalillo aquella pionera sala MM. Fue un reducto también de protesta contra la dictadura franquista con nuestro incipiente rock estatal, pegado al metro de Diego de León a semejanza del viejo Marquee del Soho londinense que estaba cerca del metro de Picadilly; fue donde comenzó todo y pasaron por allí todos los que hicieron historia a comienzos de los 60, desde los Rolling hasta Pink Floyd y tantos otros. Lugar mítico cuyo escenario pisaría al cabo del tiempo -en su segunda y más fructífera ubicación de Wardour Street- con dos noches inolvidables, para presentar primero en el 79 a Asfalto y en el 82 a Barón Rojo. Albergaba la maravillosa ilusión de hombre de radio y fan de poner a los nuestros en el concierto internacional de los mejores, en un lugar tan emblemático como templo de vanguardias, con el sello Chapa como estandarte del mejor rock en nuestro idioma en aquellos años. Ese espíritu y muchas emociones es lo que cercenan los que provocan este cierre injustificado, porque el club da negocio a sus propietarios, y la gente, tanto de la capital como de fuera, concurre de forma masiva con la agenda de conciertos cerrada hasta finales de este año. Increíble.

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Foto: Fede Romero / Mauro

Me consta que tanto Txiki (auténtico artífice de la creación de la sala como excelente seguidor nuestro) como Carlos, los dos hombres claves de la última etapa, buscan una alternativa para que el espíritu “We Rock” no muera. Los escucho y aliento a sala repleta con los Ciclonautas dándonos otra noche fantástica de buena marcha en el escenario que silencian… ¡de momento! Reivindico el derecho de seguir disfrutando de nuestras bandas y solistas en lugares como este, al que tanto contribuimos con nuestro apoyo y que también fue baluarte vindicatorio social a finales del 2012, cuando en plena batalla política en defensa de la sanidad pública que algunos indeseables trataban de privatizar, llenamos la sala con Asfalto y el Gran Wyoming, entre otros. Había más gente fuera que dentro al grito de “Las manos que te atienden no se venden” y otras consignas que contribuirían a abortar el plan de políticos corruptos e indeseables, algunos en la cárcel ahora. Inolvidable. Un NO muy grande al cierre de la We Rock y un SÍ del mismo tamaño al derecho a lugares bien acondicionados tanto para los músicos como los espectadores; y a tantas aspiraciones pendientes, como la bajada de ese impuesto revolucionario del 21% de IVA a la cultura que tanto daña a la música en vivo y que con los nuevos tiempos de cambio se empieza a debatir a nivel parlamentario. Tras ganar la larga batalla para que los menores entraran a los conciertos, seguimos peleando sin tregua por nuestros derechos, sumando ahora el deseo de que el luminoso de We Rock no se apague. Así sea.

Mariskal Romero

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Esta entrada fue escrita por Redacción

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