Manowar: 40 años de "Battle Hymns", el disco que hizo temblar los cimientos del mundo
14 agosto, 2022 12:54 pm 1 ComentarioEl mes de agosto de 1982 vio el alumbramiento de un disco que llegaba para hacer temblar los cimientos de la escena de lo que se conocía como heavy metal hasta el momento, nada menos que el primer álbum de Manowar, 'Battle Hymns', que cumple ya cuatro décadas. F. J. Villasante nos lleva a recorrer el camino que llevó a aquel primer paso de los guerreros del true metal.
Hace aproximadamente 40 años, en uno de los primeros números de la revista Heavy Rock (creo que era el número 6, pero no estoy seguro), Joey DeMaio contaba cómo se gestó la formación de Manowar. En la entrevista, Joey contaba cómo, durante la gira de promoción de 'Heaven and Hell' de Black Sabbath, en la que él era el responsable de la pirotecnia, le llamó poderosamente la atención el guitarrista de la banda telonera, Shaking Street. Tanto le impresionó que, después de la actuación, se acercó a él y le vino a decir algo así como: “…tu banda es basura, apesta, pero tu eres increíble. Formemos una banda contigo a la guitarra y conmigo al bajo que haga temblar los cimientos del mundo”. El guitarrista no era otro que Ross Friedman, posteriormente conocido como Ross the Boss, que accedió a la petición de DeMaio es algo que no es necesario aseverar.
La formación se acabaría de conformar con Donnie Hamzik a la batería y un viejo compañero de clase de DeMaio a las cuerdas vocales, Eric Adams. La anécdota curiosa es que Eric Adams en realidad se llamaba Louis Marullo, y un día Ross le dijo que no podía llamarse así, “no funcionaría”, y como quiera que Louis tenía dos hijos llamados Eric y Adam, a Ross se le ocurrió que debería llamarse Eric Adams, y hasta hoy.
La banda recién formada llevó a cabo la grabación de una demo tan potente que les sirvió para conseguir su primer contrato discográfico con Liberty Records, en 1981, lo que les permitió editar su ópera prima ‘Battle Hymns’ el 15 de agosto de 1982. En lo referente al nombre del grupo, según Ross fue idea de John Stillwell, diseñador de instrumentos de Black Sabbath, más conocido como Dawn, quien hizo la sugerencia mientras Joey y Ross estaban planteando nombres en esa línea. Sin embargo, aunque Manowar era un tipo de buque de guerra de armamento pesado que se dejó de fabricar a mediados del siglo XIX, según mexicanosalgritodemanowar, para DeMaio tiene otro significado: “La palabra "Manowar" es la unión de "Man", "of" y "War"; sólo que "of" se puede abreviar como "o". "Man of War" ("¡Hombre de Guerra! ¡Hails!) es una forma de decir "Warrior" (¡Guerrero!).”
La portada del disco, obra del ilustrador norteamericano Gary Rudell, muestra un águila plateada con sombras doradas que está posada sobre la leyenda ‘Battle Hymn’, mientras que en la contraportada tenemos el brazo de un guerrero (que perfectamente podría ser Conan) que sujeta una espada, cuya guarda de la empuñadura está constituida por las alas de un águila.
En lo que a la música respecta, la cara A empezaba con “Death Tone”. Un rugido de motor de moto de gran cilindrada da pie a que la guitarra de Ross entre y, con ella, el bajo y la batería. El principio es así como a trompicones, hasta que de repente se aclara, coincidiendo con la entrada de la voz de Eric Adams. El riff, contundente y guitarrero, marcaba el comienzo de algo que no habíamos visto ni oído nunca, y que afortunadamente venía para quedarse. Heavy metal sin paliativos en una época en que el término todavía no tenía la aceptación global que tiene 40 años después, y del que no pocas bandas, nacionales e internacionales, renegaban. Los agudos de Adams no son todavía lo que llegarían a ser, pero ya nos da una idea de lo que estaría por venir, al igual que el bajo de DeMaio. Buen comienzo.
Riff guitarrero para abrir “Metal Daze”, como no podía ser de otra forma, y gran entrada vocal de Eric Adams, que fuerza un punto más que en el tema inicial. Y es que Eric no entró por el aro a la primera, como recordaba Ross en 2021 en el portal italiano Truemetal: “Sin embargo, al principio tuvimos un pequeño problema con él, porque Joey le dijo que tenía que gritar, pero Eric temía que eso arruinara su voz. Joey le dijo: "Si no gritas, no tendrás una carrera, solo escúchalo". Joey era más o menos su entrenador vocal en el estudio, tengo que admitirlo, realmente logró sacar lo mejor de Eric”.
Compuesta por un riff pesado, que no lento, tiene todos los requisitos de un temazo de heavy: riff potente adornado por guitarreos sin fin de Ross, un lujazo de sección rítmica contundente donde las haya, una voz que parece haber sido diseñada para todo eso, unos buenos coros y un estribillo para corear hasta quedarte afónico. Vamos, todos los elementos necesarios para tener la categoría de himno.
Le seguía “Fast Taker”, que empieza con una poderosa entrada que combina todos los instrumentos, adornada al principio por unos maravillosos platillos de Donnie Hamzik, y que va ganando intensidad de guitarra, bajo y batería, hasta que entra el poderoso riff de guitarra que la gobierna. A partir de ahí caña sin control, Adams se desata, DeMaio empieza a hacer vaciladas impensables con el bajo, Ross frasea, riffea y puntea sin control, y Donnie aporrea como si los parches le hubiesen hecho algo. Todo un temazo en el que hasta el estribillo es original por un tubo, amén de complicadísimo.
Cerraba la cara A “Shell Shock”, con otro comienzo demoledor de esos del tándem “The Boss-Hamzik”, que culmina Adams con un “I don’t know” marca de la casa que nos deja en pleno riff. Un riff curioso y eléctrico donde los haya, en el que Eric puede cantar suave, desgañitarse, hablar, lo que haga falta. Un buen estribillo, en la línea de originalidad que gobierna todas las canciones del disco, y un buen solo de guitarra, algo más largo de lo habitual completan un tema, que si no fue pensado para el lucimiento de Eric Adams, pues les salió sin querer.
“Manowar” abría la cara B. En aquella época no era nada raro que los grupos tuviesen una canción homónima con el nombre de la banda: Black Sabbath, Iron Maiden, Mötorhead, etc. Sin embargo, en esta ocasión, a diferencia de las anteriores, el tema sí habla de la banda, contando entre líneas cómo y dónde se conocieron, y sus intenciones a tiempo cero. Musicalmente, el tema no tiene desperdicio, entra ya directo a la yugular con todos los instrumentos desatados. Luego entra Eric, más suave pero no demasiado, y en esa línea seguimos hasta el estribillo, cantarín pero sin excesos y de gran calidad. En la segunda mitad del tema encontramos un mayor protagonismo de la sección rítmica, hasta el punto de que el solo queda un poco diluido entre tamaña contundencia, pareciendo a veces una concatenación de guitarreos. Ya terminando el tema recuperamos el estribillo y el protagonismo de Adams, quien se curra un gran final.
A continuación tenemos “Dark Avenger”. Un curioso comienzo de bajo da pie al riff probablemente más lento y pesado del disco. Tan lento que si no fuera por la musicalidad de la voz de Eric, parecería que está hablando. Pero “Dark Avenger” guarda un tesoro escondido, y es que mediado el tema la maravillosa voz del llorado Orson Wells se hace con las riendas del tema, contándonos la historia como un abuelo lo haría con su nieto. Una vez que termina el speech de Orson, Eric dice “ya está bien” y aquello se despendola, y de qué manera: el bajo y la batería parece que están echando una carrera, mientras Eric canta de forma increíble y a Ross no le queda más remedio que unirse a la fiesta y marcarse el solo en mitad de semejante descontrol. Y en esto estamos cuando un abrupto final nos deja con ganas de más.
Y llegamos a “William’s Tale”. Seguro que más de uno estará pensando: “Este tío no habla apenas de Joey DeMaio”, y la verdad es que en este primer disco su huella no es tan, tan grande, como lo será en los siguientes. Sin embargo, sí que tiene su momento glorioso que es precisamente “William’s Tale”, una modificación de la obra del compositor italiano Gioachino Rossini, ‘Guillermo Tell’, adaptada por DeMaio con juego de palabras incluido. Se trata de un solo de bajo sobre la famosa melodía del compositor italiano en la que Joey nos demuestra por las claras su técnica y su calidad.
“Battle Hymn” cerraba el disco. Otra obra maestra en un tiempo en el que necesitábamos con desesperación la frescura que trajeron todas las bandas que nacían a nivel discográfico en 1982. Es un tema con tintes épicos, tan bueno que me extraña no haberlo visto utilizado en ninguna película. A ver quién es el guapo que me encuentra uno mejor para una carga de caballería pesada en la edad media, por ejemplo. Eric narra más que canta, un privilegio que le permite su enorme calidad, mediado el tema, en la parte lenta previa a los redobles de Hamzik, el nivel que se marca es enorme. Como el de Ross The Boss un poco después, en el solo, justo antes de la carga final. Luego llega la parte final con los chirridos (“kill”, “kill”) adornados por los coros, la contundencia de bajo y guitarra, y el recital de tamborileo, pura épica, una gozada total.
‘Battle Hymns’ no es un disco que haya pasado a la historia por sus ventas espectaculares, ni por que haya recibido premios, menciones o reconocimientos. Sin embargo, lo que ha significado para el género, y sus subgéneros, particularmente el power metal, no es poca cosa. Un buen ejemplo son las palabras de Vince Neilstein de Metalsucks, hace poco más de un año: “Para empezar, Manowar es obviamente una gran influencia en los power metaleros de guerra con base en Suecia; mierda, Manowar es una gran influencia en casi todas las bandas de power metal que surgieron en los últimos 25 años”. De hecho, no son pocos los periodistas del género que defienden que 'Battle Hymns' es el primer disco de power metal de la historia. Yo no estoy de acuerdo, pero las opiniones hay que respetarlas.
El 26 de noviembre de 2010 Manowar lanzó ‘Battle Hymns MMXI’, una regrabación completa del disco. Como quiera que el gran Orson Wells había fallecido 25 años antes, la regrabación de “Dark Avenger” corrió a cargo del gran Cristopher Lee. El disco supuso también el retorno de Donnie Hamzik a la banda. Hamzik había dejado el grupo durante la gira de ‘Battle Hymns’ por motivos de estrés, siendo sustituido por Scott Columbus.
En definitiva, cuadragésimo aniversario para un gran disco, sin un solo tema de relleno, que supuso el debut discográfico de una banda que en estas cuatro décadas no ha dejado indiferente a nadie, por las razones que sean. Un disco compacto, quizás algo corto para los estándares que manejamos hoy en día, pero que aportó frescura, contundencia e ideas nuevas, en un momento que el género lo necesitaba. Si todavía no lo has oído, te va a dar un ataque de mal rollo cuando descubras el tiempo que has dejado pasar.
F. J. Villasante
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1 comentario
Estupendo resumen hacia los 40 años de uno de los mejores álbumes de los históricos MANOWAR aunque lo mejor vendria en 1987 y 1988.