La Heavy en el Taj Mahal
22 diciembre, 2019 1:39 pm 4 ComentariosLa Heavy llega a la India en 2014, entre las escasas pertenencias que acompañan al Mariskal en ese viaje inesperado que le sitúa en el país que hipnotizó a tantos y tantos rockeros en los sesenta, cuya influencia pervive en estos días. Y, más allá, La Heavy es fotografiada en manos de su hacedor frente a una de las maravillas del mundo, el Taj-Mahal (Agra), esa joya grandiosa y perfecta, fruto de un amor que no extinguió la muerte. Esto que parece banal, no resultó un fácil itinerario, sino un sorteo de escollos, prohibiciones, fuerte control policial y amonestaciones de los vigilantes en la toma de los primeros planos de La Heavy, en un país donde la libre información está cuestionada. Expresamente prohíben la entrada de revistas, libros y material subversivo. Pero La Heavy llegó con su Mariskal Romero y lució en ese espíritu nunca marchito de llegar lejos e informar, de nunca perder la curiosidad.
¿Hay rock en la India? Buena pregunta. A principios del 2016, Coldplay sitúa Bombay en el centro del mapa de las redes sociales al convertirse el videoclip del “Hymn for the weekend” en fenómeno de masas al circular su cantante, Chris Martin, en un taxi tapizado por la plataforma Taxidriver. Esas viejas tapicerías son lienzo para jóvenes artistas que narran historias, héroes de Bollywood, dabbawallas que reparten comida o las miles de bodas para las que se preparan durante toda la vida. Psicodelia en el transporte y un proyecto con discurso a color para favorecer la circulación vial segura en la India. Y sobre esto el Romero puede hablar. En febrero del 2014 aterriza en Delhi, en su noche oscura, donde un taxi le recoge para trasladarle al hotel. Tras una impetuosa salida del parking del aeropuerto, el conductor se dirige a la autopista rumbo al alojamiento que haría descansar los nunca maltrechos huesos de Mariskal tras un largo viaje.
Con la cabeza recostada en el asiento del vehículo, deseando llegar, se sorprende y presta atención a la incorporación a la autopista a la cual han llegado mediante la pertinente vía de sentido único. La calzada está parada, atestada de vehículos, situación no prevista, ni vista desde el carril de incorporación por tratarse de una empinada cuesta arriba. Sin dilación, el chófer marca un giro de 180 grados y cambiando el sentido de la marcha, toma el mismo camino de vuelta en dirección prohibida, para dirigirse a su destino de manera más veloz, que no más segura. “¡No problema! -sonríe el conductor con un español fluctuante teñido de acento- aquí todos lo hacemos”. La perplejidad de Vicente se hace patente.
El idilio del rock con la espiritualidad de la India arranca de los comienzos. The Beatles se encuentran meditando en Bangor (Gales), con el Maharishi Mahed Yogi que los mediatizó, cuando fallece Bryan Epstein, el quinto Beatle, mánager y amigo que los encumbró a la fama. Al año siguiente marchan al ashram (monasterio) de Rishikesh (1968) en el valle de los Santos, del que apenas quedan unas ruinas. Allí se sumieron en sus enseñanzas de meditación trascendental (MT) con indudable influencia en el ‘The White Album’ (1968) y en el mundo occidental. Dieciocho de los temas de este LP fueron escritos en India; dos fueron a parar a ‘Abbey Road’ (1969,) y otros a proyectos individuales al romperse la banda. La técnica de relajación incluía la repetición del mantra, sonido repetitivo al amanecer y al atardecer para trascender los pensamientos y mejorar las personas y la sociedad. Cynthia Lennon dijo en la biografía que escribió sobre John que el ashram “era un lugar precioso, poblado por numerosas flores y arbustos y formado por varias casitas cada una con cinco dormitorios habitadas por docenas de personas de todas las edades, credos y razas.” También relata el momento tan complicado para ella: se estaba fraguando la relación de Lennon con Yoko Ono y John salía todas las mañanas temprano a la oficina de correos a ver si había correspondencia de Ono en tiempos sin mail ni móviles.
Una de las razones de buscar otras vías de inspiración era porque sentían la influencia negativa de las drogas que habían pasado a dominarles, como el LSD, alcohol y las anfetaminas. El Maharishi había prometido liberarles y proporcionarles otras vías de satisfacción mediante la MT. El mismo Lennon dice en su última entrevista radiada 24 horas antes de su asesinato: “Había en mí un lado autodestructivo, suicida, que se está resolviendo bien”.
The Beatles rompen la relación con el Maharishi, que proclamaba el celibato, cuando al enterarse de agresión sexual a Mia Farrow y otras mujeres, reflejada en el tema “Sexy Sadie”de ‘The White Album’. John y Paul mantuvieron una tensa conversación con el Yogi, según algunas fuentes, según Cynthia Lennon no le dieron ninguna oportunidad. De Mia Farrow no existe ninguna declaración pública abordando tan penosa situación. El tema originalmente decía: “Maharishi, what have you done?”.
The Beatles no son los únicos que reciben la hipnótica influencia hindú. Los californianos The Beach Boys pasan a ser furibundos de la MT, tanto que su cantante Mike Love se hace maestro; Mick Jagger con Marianne Faithful acudió al encuentro iniciático de Bangor, aunque se sustrajeron al encanto del gurú, no de las influencias orientales que traería a la banda Brian Jones. Jones toma clases de sitar con Harihar Rao, discípulo de Shankar, e incorpora el instrumento marcando la línea instrumental musical de “Paint It Black” de The Rolling Stones. Incluso lo toca con Jimi Hendrix en “My Little One” en una sesión grabada.
Es Pattie Boyd, la mujer de George Harrison, quien acudió a enseñanzas en el Movimiento de Regeneración Espiritual con técnicas del Yogi, mientras que Harrison asistía a las clases de sitar con Ravi Shankar, el nexo que involucra a la banda en la MT. El sitar marcaría “Norwegian Wood (Te Bird Has Flown)” y otras muchas composiciones posteriores. Tras una primera asistencia de The Beatles a la conferencia de Maharishi en el Hotel Hilton de Londres, tras lo que vendría lo demás, Harrison aseveró: “Necesito un mantra, una contraseña para atravesar al otro mundo. Y como hacemos todo juntos, John y Paul sería positivo que lo hicieran conmigo”.
El disco ‘Shankar Family & Friends’(1974) surge de la locura de George Harrison, que lo produce. Ravi, que parece extraído de las láminas de un cuento oriental, entra en contacto con la música de poniente magnetizando a los occidentales que van en busca de nuevas experiencias. Nació en Benarés (1920), ciudad sagrada llamada ahora Varanasi en su acepción original, donde el Ganges arrastra las almas cuyos cuerpos son cremados a su paso. Esa ciudad, impregnada de Ayurveda; esa filosofía, nacida hace más de 5.000 años en India, basada en restaurar la armonía interior mediante la antigua práctica de lavar y nutrir el cuerpo y el alma, es lugar de peregrinaje incluso para Romero. Y surge en la serranía de El Escorial la fusión o visión de ese vinilo que Mariskal hace circular en su viejo tocata comprado a un militar en la base de Torrejón, con amplificador TEAK, con plato Garard y aguja Shure, una exquisitez de artilugio.
Los temas son todos compuestos y arreglados por Ravi Shankar excepto “I´m Missing You”, adaptado por el mismo Harrison y tomando como base los ragas, a modo de letanías cantadas a Vishnu, la deidad que se reencarna y transmigra, con un ritmo de flauta y, a su vez, la versión como tema pop occidental concebido por Shankar. Es grabado en los estudios A&M en Los Ángeles (Estados Unidos) por Dark Horse Records. En España, lo comercializa Ariola en 1974.
En el tema escuchamos los crótalos marcando la melodía que suena al paso de las mujeres hindúes con su particular forma de caminar, marcando con la punta del dedo gordo del pie el lugar donde depositan posteriormente su delicado pie, definiendo una feminidad diferente, o, simplemente, evitando apoyar el pie sobre una piedra. Ese sonido de los crótalos trae a la memoria de Romero una escapada a la nocturnidad temprana donde, en una esquina, un pequeño templete sin paredes, en un atril elevado de unos dos por dos metros, un par de fervientes rezaban a su deidad con cánticos, sentados sobre una alfombra y bebiendo Chai al que invitaron a Mariskal, compartiendo su noche, su té, sus sonidos y su increíble amabilidad. Esos templos, esos monos adorados, esas palomas, almas huidizas de los seres queridos cercanos, las famélicas vacas sagradas traen a su mente las palabras de Nietzsche que a menudo están en su mesilla de noche: la religión, el opio de los pueblos…
La fotografía de portada tomada por Jan Steward es una imagen de gran familia, de saga, en la Harrison aparece como un amigo más. Mientras la primera cara del álbum es una serie de temas introductorios, más conocidos y ligeros que vinculan al oyente con la sacralidad hindú, la segunda cara es la gran obra de Ravi Shankar.
En la cara B predomina la magia de la humanidad, en un devenir espiritual del que nadie escapa, y que atrapó a figuras como Harrison, Lennon, Jagger y a varias generaciones de jóvenes hasta nuestros días. Es la música para un ballet titulado “Dream, Nightmare & Dawn” (Sueño, pesadilla y amanecer) y, probablemente, es la primera vez que se publica un álbum para ballet antes de que esté escenificado. Y que nunca ha sido subido a las tablas, que se sepa.
En La India existe la tradición de la Nâtja, danzas escenificadas que pueden contar una tradición espiritual, escenas del día a día o mostrar el arte del amor y la delicadeza de una mujer. Existen ocho principales bailes, propios cada uno de una región del país y difundidos por toda la geografía. Mariskal asiste a una representación de esta categoría al aire libre y a la luz de la luna en la ciudad de Khajuraju (Madhya Pradesh), cuyo grupo de monumentos, conocidos como los templos eróticos, son Patrimonio de la Humanidad. Durante el 40 Festival Anual de Danza disfruta de las melodías envolventes, del coro junto a la figura del famoso bailarín, con el que compartiría mesa durante la cena, en una representación del dios Vishnu y su flauta que trae prosperidad a la humanidad, de la sensualidad de las bailarinas y el colorido de la ruta de la seda en ese entorno de santuarios, luna, magia y arte del cuerpo humano. Ravi compondría en clave actual apostando por esta tradición, enraizando su gran obra en los cinco mil años de historia de su tierra natal.
En palabras de Shankar: “Tanto los caracteres como la línea musical son incidentales, lo importante es el espíritu subyacente. Detrás de la primera parte, “Dream” está el ayer, los días dorados que se recuerdan con nostalgia y felicidad, la inocencia infantil. La “Nightmare” es el presente, la lucha, la frustración, la intolerancia, el enfado, la depravación que se vive en el día a día. “Dawn” es aquello que apreciamos en nuestros corazones, en lo que esperamos transformar nuestro presente y sostenernos en los mañanas de nuestro futuro: paz, amor y armonía. Este amanecer puede resultar pretencioso y parece el “escape” a la religión, pero desde el principio de la humanidad el hombre ha vuelto los ojos a lo Invisible, llamándolo con mil nombres y poniéndole mil caras. Cualquier nombre que se use es un único espíritu que fluye por el universo y está en esa sustancia común de nuestro ser que descubrimos como la fuente de paz y armonía dentro de nosotros mismos. Desde todas las partes del globo terráqueo se escuchan noticias de guerra, sufrimiento, hambruna, odio, pero a su vez hay más y más noticias de gente que trabaja conjuntamente para lograr paz y armonía”.
El vinilo es una belleza, entre los dedos se derrama la luz dorada del amanecer en el Ganges, tal es el color de su fotografía, y de los pétalos de las flores, caléndulas y clavelones, que se extienden alfombrando la India y en los collares que adornan a sus visitantes en esa acogida sembrada de sonrisas.
El rock en La India es harina de otro costal pues es minoritario. Registradas en Wikipedia no llegan a una veintena. Sin embargo, son de una fuerza increíble, relativamente nuevas, agrupándose desde el heavy metal al progresivo pasando por el indie rock y el alternativo. Siempre con el espíritu del rock, crítico y contestatario. Incluso, mencionando la censura comentada, Pragaash, un trío de chicas estudiantes, ganó un concurso musical, y desde entonces fueron constantemente atacadas en internet hasta ser criticadas por indecencia por un clérigo musulmán que obligó a clausurar la banda. La esperanza está en que la gente se harte de tanto Bollywood y empiece a encontrar otros ritmos, entre ellos, el rock.
Si en los sesenta The Yardbirds (1965) interpretaron “Heart Full of Soul” remedando el sonido de una cítara, The Kinks, tras una escala en Mumbai, escribieron “See my Friend”, además de las muchas melodías que se han ido comentando de profunda influencia hindú, en nuestro país surgió el rock andaluz con bandas tan potentes sobre las que no vamos a profundizar hoy porque no pararíamos. Nos quedamos con las palabras de Luis Massot, líder y voz de Taifa, que se extasía ante el recuerdo de las melodías orientales, que le llevan una y otra vez a recorrer esos caminos para regresar con un manantial de vida, la inspiración. “Jaisalmer (India), velada en el desierto del Tar, amenizada por un grupo musical folclórico, cuando uno de los músicos que toca el Khartal (dos trozos de madera que hacen de castañuelas) sale de su letargo y empieza a repiquetear "Trakatá trakatá, trakatrakatá...."¡ Tocando en clave de bulerías! ¡Increíble! ¡Delante de mí la prueba de que aquellos gitanos, que emigraron siglos atrás a la península Ibérica, aportaron sus ritmos a algo tan nuestro como es el Flamenco”.
María Gala
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4 comentarios
La Heavy Rock no entiende de idiomas y menos aun de jodidas fronteras. Como siempre el gran Mariskal Romero llevando la cultura rockera de dicha revista a la India y a cualquier parte de este planeta.
Mariskal seguro que habrá cambiado la vida de los hindúes para siempre, al hacerse la foto en el Taj Mahal. La cultura rockera no existía allí, antes de la llegada de la Heavy Rock...
PELOTA AL FINAL LOGRARÁS ENTRAR PARA LLEVAR LOS CAFÉS EN REDACCIÓN JUAN NADIE APESTAS
La Heavy Rock o cómo Mariskal se pegó un viaje a la India y nos lo quiere mostrar...