LA AUTOBIOGRAFÍA DE KEITH RICHARDS

Aquí van algunos de los desfases del guitarrista de los Stones, contados en su próxima autobiografía...

En pocas semanas saldrá a la venta Life, la autobiografía de Keith Richards. Entretanto,
el periódico inglés The Guardian acaba de adelantar algunos detalles mencionados en la biografía sobre la vida de Keith Richards.

Sorprende saber que sus venas son extremadamente finas, tan finas que tanto él como los médicos se las ven crudas para encontrárselas. En el periodo en el que Keith consumía heroína, solía inyectársela directamente en el músculo. A veces incluso en el cachete del culo, lo que describe como una práctica “interesante”, aunque “no políticamente correcta”.

En 1971 estuvo un periodo de su vida viviendo en una mansión Nazi en la villa francesa de Nellcote, con Anita Pallenberg y su primer hijo Marlon. Después los Stones grabarían ahí su disco Exile On Main Street. Durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial, Nellcote era el centro de operación de la Gestapo, y Keith cuenta cómo cuando se mudó a la casa todavía había esvásticas en los radiadores.

Keith siempre ha sido conocido por sus fiestas. En una de ellas, en 1970 con el saxofonista Bobby Keys, casi prende la mansión de Playboy, un lugar que define como “básicamente es un puticlub”.

En una carta que envió a Tony Blair en apoyo a la invasión de Iraq, le escribió “Keep On Rockin’”. Algunas fuentes cercanas a Blair dicen que guarda esta carta como oro en paño.

En relación a las mujeres, desvela que nunca da el primer paso: “No sé cómo hacerlo. Soy de pocas palabras”. Sin embargo, su técnica es crear un aura a su alrededor y esperar que la mujer dé el primer paso. También cuenta en la biografía que le gustan mucho los abrazos. En ocasiones se ha ido a la cama con mujeres solo para que le abracen y le den un beso, nada más, y así sentirse caliente durante la noche.

Algunos de sus coches, como el exclusivo S3 Continental Flying Spur (del que solo se fabricaron 86), tenían que tener de fábrica un compartimento especial a medida para que Keith pudiera esconder sus drogas.

Parte de los medios británicos de finales de los ’60 quisieron ver en los Rolling Stones los instigadores de la moda de consumo de drogas entre los jóvenes. Como parte de ello, en 1967 la policía irrumpió en una casa de Keith en Sussex, donde estaba celebrando una fiesta en la que estaban Mick Jagger, dos miembros de los Beatles y más invitados del Londres de moda. La banda fue a juicio por posesión de drogas. Cuando la policía irrumpió en la mansión, Keith tenía tal viaje de Lsd que confundió a los policías uniformados con enanos guerreros, dándoles la bienvenido con los brazos abiertos.

Tras esto, Keith estaba convencido de que sus teléfonos estaban pinchados. En un viaje a Marruecos le escribió una carta a su madre diciendo: “Perdona que no te llamara antes de salir, pero mis teléfonos no son seguros para hablar”.