¿Sabéis aquello cuando una mentira repetida mil veces se convierte de repente en una verdad absoluta? Pues algo así ha ocurrido históricamente con el pobrecito ‘No Prayer for the Dying’ de Iron Maiden, al que casi por decreto se le ha colgado desde su salida el 1 de octubre de 1990 el injusto sambenito de ser “el peor disco de su etapa clásica”. Un viejo seguidor como David Esquitino defiende un LP (el octavo del grupo) a veces injustamente denostado, precisamente por las razones que os damos en este artículo. Recemos nosotros por los moribundos, ¿no?
Ni tanto ni tan calvo, aunque entonces eran bien melenudos todos ellos, que por supuesto sería cínico y ventajista colocar el ‘No Prayer…’ entre los mejores, o los más populares, de los discos de Iron Maiden. Pero tampoco es tan nefasto ni está tan olvidado ni siquiera debería ser mal considerado, porque ese linchamiento popular es injusto e incorrecto.
Es más, yo lo calificaría más bien de álbum infravalorado, como ocurre tantas veces, e incluso lo tildaría sin rubor de desconocido, al menos entre las nuevas generaciones del grupo. Para los veteranos “metalheads” y “muthas” que precisamente crecieron con Iron Maiden disco a disco, posiblemente fuera una decepción encontrarse un trabajo “así” entonces, es cierto, y más tras el majestuoso ‘Seventh Son of a Seventh Son’, que quizás sea precisamente “el mejor” entre la discografía completa del grupo, aunque esto siempre es difícil de calibrar o de aseverar con regia rotundidad.
Pongámonos en situación para contextualizar
Había que continuar la estela de un gigante como ‘Seventh Son’, empezando por ahí, si os parece poco, además de haber encabezado Donington Park presentándolo en quizás la edición más grande del popular festival británico, en el 88.
El disco abría década, y ya comenzaban los cantos de sirena diciendo que el rock duro y el heavy metal era casi de dinosaurios, y empezaban los primeros brotes (¿verdes?) del rock alternativo y tendencias más crudas, duras y cañeras.
El LP salía un mes después del entonces ya poderosísimo ‘Painkiller’, el trabajo definitivo de sus principales competidores por el trono del heavy metal, unos Judas Priest que se postulaban como los que mejor entraban en la nueva década de la mano de un disco soberbio, ¡y recién editado!
Se acababa de marchar, hastiado y extenuado de girar sin parar, uno de los principales motores creativos del grupo, Adrian Smith, y había entrado un Janick Gers que ya había tocado con Bruce Dickinson en el pasado (muy reciente), además de con Gillan o Gogmagog y con su propio grupo de la NWOBHM, White Spitit, pioneros del movimiento pese a todo.
El propio Bruce Dickinson ya andaba bastante mosca y con la cabeza “a pájaros”, como se suele decir, y bastante cercano a la idea de volar solo, también hastiado de eternas giras y trabajo extenuante con un gigante como Iron Maiden en esa época. Todo ello tras una primera salida tentativa, al menos puesta sobre la mesa, y un primer intento de hacer cosas en solitario. ¿Os suena “Bring Your Daughter to the Slaugter”, posteriormente tema tan importante del disco? Pues es de Dickinson, previa, con Janick Gers y grabada para la banda sonora de la quinta parte de “Pesadilla en Elm Street”.
Por otro lado, la voz de Bruce estaba tocada tras una gira durísima presentando ‘Seventh Son’, y encima él tenía la idea de cantar algo más rockero, e incluso componer en esa onda, tras el exceso a todos los niveles que había sido el disco anterior. Y la banda, encabezada por Harris, y el management estaban en modo “hacer concesiones”, sabiendo que este era un disco de ruptura, o de transición según se mire, y que más valía contentar a un Bruce ya en la rampa de salida, al menos en su cabeza.
Por si acaso, algún mínimo contacto con Blaze Bayley, entonces aún con sus Wolfsbane, ya había existido. Ok, muy pequeño, y casi casual o totalmente puntual, por ahora.
Finalmente, y no es detalle trivial, el presupuesto para este disco era limitado, y se nota en muchos detalles: desde la portada, menos trabajada y terminada “a medias”, a la grabación en un estudio propio de Steve Harris en su “granja” (aún bajo la supervisión de Martin Birch, pero ya justita, que el mítico productor también estaba muy cerca de retirarse o jubilarse). E incluso la propia grabación de un vídeo como “Holy Smoke”, rodado en la citada casa de campo en la campiña inglesa. Que sí, es un vídeo divertido, gamberro, transgresor y desenfadado, pero totalmente casero y casi de banda amateur.
Con estos mimbres nos llegan esos lodos, si me permitís unir refranes para hacer el juego de palabras, pero es que es la banda, y la propia discográfica, la que desde el primer momento otorga a este disco el tratamiento de “álbum menos importante”. Eso tenía que repercutir en el resultado final, y en la consideración de los fans al respecto, cuando la propia promoción del mismo, incluida la posterior gira, también fue menor a todos los niveles.
Dicho todo esto, y sin meternos esta vez demasiado en disquisiciones internas (al menos no más de lo que ya lo hemos hecho) o en contar más intrahistoria, datos y curiosidades relacionadas con el LP, hemos venido aquí no para atacar precisamente a un disco tan diferente y básico como ‘No Prayer for the Dying’, sino a defenderlo. Y a dar la cara por él, cuando ni el propio grupo lo ha respetado en la actual gira “Run For Your Lives”, siendo el único trabajo de su discografía clásica ignorado en el setlist que rememora los años clásicos y más gloriosos del grupo.
Por mera representación, pero sobre todo por reivindicarlo tanto tiempo después, me hubiera encantado que la banda recuperara en esta gira precisamente un “Bring Your Daughter to the Slaughter”, muy popular desde siempre, o un “Tailgunner”, como single más directo (sin ser de los mejores temas en la onda de la historia del grupo), o la propia “No Prayer for the Dying”, quizás el corte más destacado y soberbio del álbum, y posiblemente la que mejor podía haber encajado, teclados incluidos, en el repertorio de esta gira.
No lo hicieron, y al 99’9% no lo van a hacer de cara a la segunda parte del tour que tendremos en 2026, ya que Iron Maiden no cambia setlists en las giras, pero desde aquí les enviamos la sugerencia.
Dicho esto, ¿qué es lo mejor de un disco como ‘No Prayer for the Dying’ y por qué no merece quedar en el ostracismo?, y menos celebrando su 35º aniversario. Pues precisamente su valía viene de ser una pieza diferente, tal vez poco trabajada y quizás terminada un tanto burdamente, pero esto le da una frescura y rudeza que tiene su punto.
También tiene mucha fiereza, autenticidad y un toque crudo que no volveremos a ver en Iron Maiden posiblemente ya hasta los años de Blaze (con algún detalle en ‘Fear of the Dark’, cierto es).
Por otro lado, es el disco cantado por Bruce de manera más pura y agresiva, al menos desde su salvajismo bisoño de ‘The Number of the Beast’ (1982), y eso que insistiré siempre en que su voz no suena nada fresca ni limpia aquí, pero eso le da un encanto sucio, si entendéis lo que quiero decir, que es especial.
Las guitarras también son muy rudas y sucias, sin perder melodiosidad y toque genial cuando tienen que serlo (¡que seguimos hablando de Iron Maiden!) aunque estemos cambiando de década, y las baterías e incluso el bajo (siendo siempre Steve Harris) también son más sencillas y rotundas. Pero lo mejor, como casi siempre, no dejan de ser las canciones.
Vale que hay momentos menores en el disco, que no he escuchado nunca a nadie en un concierto pedir “Fates Warning” o “Run Silent, Run Deep”, ok, y luego hay otros que quizás tenían nuestro cariño antaño, como “Tailgunner”, “Holy Smoke” (que sigue molando, las cosas como son) o “Hooks in You”, pero se han quedado muy atrás en el cancionero de la banda. Eso sí, siendo mucho mejores comparado con temas enrevesados e imposibles de los últimos años del grupo. Sí, soy un viejo seguidor de los que “sin querer queriendo” denosta a los Maiden sin picos en el logo y las probaturas con nombres japoneses de fondo. Lo reconozco sin rubor.
Pero este disco tiene entre sus surcos canciones absolutamente maravillosas como “Public Enema Number One” (atención al juego de palabras en el título), el toque directo de “The Assasin”, el rollazo macabro y de humor negro de “Bring your Daughter…” y sobre todo la majestuosidad de “Mother Russia” (quizás la más cercana a los “Maiden de antes”) y del tema homónimo, un medio tiempo maravilloso con un rollazo sublime y un crescendo a mitad que es de lo mejor de la historia de Iron Maiden.
En fin, solo con cinco temazos, tres temas decentes y dos efectivamente mucho más flojos, el disco merecerá siempre mi pulgar arriba. Eso sí, hay que escucharlo en vinilo y haciendo una mueca de desacuerdo con las reediciones en CD que casi nunca han sonado bien, al menos respecto al original, por razones que no acierto a descifrar ni entender.
Le añadimos una portada macarra y, pese a todo, con encanto (en la original al que coge del cuello era un cura y no un sepulturero, por cierto, detalle que a la compañía no le pareció tan bien)… la última de Derek Riggs, todo sea dicho. También unas letras de los temas más directas, con menos metáforas y cercanas a la época en la que salió. Y finalmente una gira posterior, más sencilla en producción, puesta en escena y tocando con grupos que comenzaban a estar en boga entonces, como Anthrax, pero nada desdeñable, y seguro que nuestra impresión general sobre ‘No Prayer for the Dying’ cambia.
¿Os he convencido? No lo sé, pero al menos con haber logrado despertar el interés de algunos por redescubrir (o descubrir directamente) y recuperar este disco, habré logrado mi cometido y mi intención con este artículo.
¡Nos vemos en Rock Imperium Festival, Resurrection Fest, Lisboa, Knebworth… o donde quiera que veamos o veáis a Iron Maiden en esta próxima gira, porque no lo olvidéis nunca: “Iron Maiden's gonna get you, no matter how far!”
Que no se pierda el legado y que juntos sigamos construyendo el camino. No puedes dejar el rock, y lo sabes… De lunes a jueves en MariskalRock Radio de 18:00 a 19:00, con repetición para los rezagados o nocturnos empedernidos a las 22:00. ¿Nos escuchamos juntos?
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2 respuestas
Cojonudo resumen hacia este buen álbum de los históricos IRON MAIDEN en su 35 aniversario y del cual es todo un placer tenerlo por mi parte desde hace muchos años.
Ser no será el mejor álbum de Maiden, pero el ostracismo que recibe no es ni normal, que sea el único obviado en esta gira.
Creo que mucha gente esperaba un "seventh son of a seventh son la venganza" y se encontró con un cd más directo y simple.
Yo en lo personal es un cd de 7, tienes grandes canciones que en directo seguro que funcionaban muy bien (holy smoke, bring your daughter, tailgunner) una cancion homónima que sólo falla en el sólo de guitarra (estilo pato mareado) para ser un clásico y un par graciosas más el evitable relleno.
En definitiva, un cd disfrutable, mucho más odiado y olvidado de lo que merece.