Ian Anderson (Jethro Tull) carga contra los fans "increíblemente groseros" que gritan en los conciertos

Foto: Will Ireland.

Estar tranquilamente viendo un concierto y tener atrás o al lado a alguien cacareando como en una pescadería probablemente sea una de las sensaciones más molestas para los que de verdad aprecian la música. El líder de Jethro Tull, Ian Anderson, que no se suele morder la lengua a la hora de abordar asuntos polémicos, como las ideas políticas de Roger Waters (Pink Floyd), ha cargado recientemente contra los fans “increíblemente groseros” que gritan durante las actuaciones.

En una conversación para Classic Album Review, Anderson explicaba lo que espera del respetable en sus conciertos: “Quiero liberarme de la sensación de tener que cumplir de algún modo los deseos y las exigencias de otras personas. Y cuanto más exigente es el público, por cierto, menos lo disfruto”.

Anderson continuó señalando que las diferencias culturales pueden dar lugar a comportamientos en los conciertos que no le gustan: “Podría citar Brasil, por ejemplo, donde el público cree que está bien silbar, gritar, abuchear y gritar a pulmón los nombres de las canciones que quieren oír. De hecho, me parece increíblemente grosero, y la verdad es que no disfruto con ello. No me pasa en todos los conciertos que he dado en Brasil, pero me lo encontré un par de veces el año pasado cuando estaba de gira por Brasil, y así son ellos. Hay otros estereotipos nacionales en los que la gente se comporta así. A veces te lo encuentras en Estados Unidos, donde la gente cree que está bien gritar y silbar. No está bien”.

El flautista y vocalista justificaba esto último debido a la concentración necesaria al tocar: “Intento concentrarme en tocar música a veces bastante difícil, y no me gusta que interfieran. Me gusta tener flexibilidad para poder hacerlo. Así que si el público se propone manipularte de alguna manera o influir en tu forma de tocar, eso no es bueno. Para mí es absolutamente suficiente al final de una canción ver sonrisas en las caras y que alguien aplauda en el momento adecuado. Eso significa todo para mí. No quiero que me interrumpan mientras actúo”.

Aunque Anderson insistió en que “no se quejaba”, el rockero también sugirió que sus conciertos deberían enfocarse de forma similar al ballet, la ópera o una “obra dramática de Shakespeare”: “Me gusta un silencio respetuoso y relativo hasta que llegamos al final de una canción. Entonces es el momento de aplaudir. Y puede que a algunas personas les resulte difícil de entender o que no les guste especialmente que yo me sienta así, pero así es como he sido siempre. Y tal y como soy, en las raras ocasiones en las que voy a un concierto, no voy a empezar a silbar, a gritar y a pedir canciones que quiero escuchar. O a abuchear. ¿Qué sentido tiene hacer eso? Más vale abandonar el recinto e irse pronto al bar”.

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