Entrevistas |David Marqués (Stellium)

«El hard rock es la música con la que mejor me llevo, creo que vibramos en la misma frecuencia»

Por: Mauro Nicolás Gamboa

Toda una revolución en la escena del hard rock estatal es lo que encontramos en el intenso, radiante y aguerrido 'Dragón dorado', el flamante primer disco con el que se presenta Stellium, el proyecto liderado por el bajista David Marqués, que cuenta en sus filas con músicos curtidos en mil batallas como el gran Vicente Feijóo (líder de los legendarios Zarpa) y Marcos Sáez a las guitarras, Rémy the Machine a la batería y Miki Muñoz a la voz. Es David Marqués el que se encarga de que conozcamos todos los detalles que han rodeado el nacimiento de la banda y de su álbum a través de las preguntas de Mauro Nicolás Gamboa.

¿Eres consciente de que ‘Dragón Dorado’ es uno de los discos del 2024?

"A decir verdad, en el caso de ser uno de los discos del 2024, no soy nada consciente de ello o, al menos, en el plano en que creo que lo planteas. Supongo que te refieres a que, a un nivel comercial –vamos a decirlo así, entre muchas comillas– funciona y es un álbum que, de algún modo, puede haber impactado de entre todo lo que se ha publicado a lo largo de este año.

Yo te quiero hablar desde la más completa sinceridad, por lo tanto, puedo decir con certeza que nunca me he planteado esa posibilidad porque, entre otras cosas, tampoco estoy al día de todo lo que se ha hecho. Y también pienso que deben de haber montones de grupos editando trabajos de calidad que pueden llegar a ser vistos por la crítica con buenos ojos, con lo cual, hay mucha competencia en este sentido. No pretendo que suene como una falsa modestia, pero cuando de Stellium nace, 'Dragón dorado' no lo hace –en principio– con vistas o con la esperanza de obtener un rendimiento mediático ni material.

Obviamente, para mí –y para el resto del grupo entiendo que igualmente– sería una sorpresa maravillosa que así sucediera y, de repente, se convirtiera en uno de los discos del 2024 y que la gente lo pudiera escuchar una y otra vez sin cansarse, que pudieran adaptar a sus experiencias las letras de las canciones y les acompañaran en sus viajes por la vida; eso me resulta tan lejano y difícil de asimilar…

Por otro lado, soy consciente de que el álbum se ha materializado siempre con la intención, por parte de todos los integrantes, de hacer las canciones lo mejor que sabemos. Evidentemente, el hecho de crear implica tomar una serie de decisiones y la elección siempre conlleva renuncias. Busco decir con esto que no sé si todas las decisiones tomadas han sido siempre las acertadas, por estadística seguramente no, pero sí que han sido cuidadosamente meditadas.

Yo conocía a un pintor, exponente de la abstracción lírica, que decía siempre: “Yo no sé lo que quiero, pero sé lo que no quiero". A nosotros nos ha pasado un poco lo mismo, sabíamos lo que no queríamos, lo cual tampoco garantiza que en lo que queríamos estuviéramos acertados. Hemos recibido críticas de todo tipo, algunas muy positivas, es cierto. Sin embargo, de igual modo, la música es tan subjetiva que nunca sabes exactamente cómo de bueno es el resultado para otras personas que difícilmente verán el disco con los ojos completamente limpios –como es natural–.

Por otro lado, para mi experiencia personal, sí que es el disco de 2024, porque me ha supuesto un objetivo con una serie de retos que he podido ir abordando en una especie de aprendizaje que, en el fondo, necesitaba para poder avanzar. He podido desprenderme de algunas cosas y recoger otras. Pero, sobre todo, lo más gratificante ha sido, sin duda, poder trabajar conjuntamente con los compañeros que se embarcaron en este proyecto sin dudarlo y que, además de musicazos, son personas encantadoras –y espero no haberles dado mucho la vara, sorry (risas)–".

¿Siempre has estado ligado al hard rock o has mamado de otros estilos?

"El hard rock es la música con la que mejor me llevo, creo que vibramos en la misma frecuencia y es el estilo en el que me he movido en los pocos proyectos musicales en los que he participado. También me gusta y escucho otro tipo de música, como blues (Julian Sas, John Lee Hooker, Albert King, Joe Bonamassa, John Mayall, Gary Moore en formato blues, que me encanta), funk con toques de rock o de blues (Richie Kotzen, Philip Sayce, Ana Popovic), algo de música clásica (Malher, Berlioz, Tchaikovsky). Bueno, en realidad no me cierro demasiado a estilos porque no soy muy amigo de las etiquetas, me parecen algo restrictivas y, al fin y al cabo, ¿con qué autoridad etiquetamos algo tan indefinible como la música? Muchas veces me resulta muy difícil concretar en este sentido…

Me interesa la música que explora la expresión interna, que es capaz de exteriorizar algo que verbalmente sería imposible de explicar. Es un fenómeno mágico que se da en las artes; me parece algo único, característico y definitorio. Quizás me estoy yendo por los cerros de Úbeda, pero está bien recordarlo para entender que la mochila de influencias que uno lleva no siempre es homogénea.

Creo que, además, es algo que en el álbum se nota, puesto que, inevitablemente, se incluyen y traslucen referencias diversas. Y, si a ello le sumamos que somos varias personas con nuestras respectivas mochilas aportando nuestra experiencia musical en mayor o menor grado, el resultado puede llegar a ser bastante ecléctico. Me parece algo muy enriquecedor y no soy partidario de negar ese tipo de inserciones musicales que pueden encontrar su grieta en el hard rock y colarse en forma de arreglos, breaks o recursos musicales diversos; al final, ese tipo de azar –por llamarlo de alguna manera– es lo que hace evolucionar la música".

“Dragón dorado” es una canción de lo mejor que he escuchado en lo que va de año. Cuéntame un poco sobre ella, ¿qué significa para ti? ¿Por qué la has elegido para abrir el disco?

"Muchísimas gracias por ese halago, porque significa que hay algo que hemos hecho bien para que te llegue con cierta intensidad, lo cual me satisface enormemente. Es una canción muy directa y yo quería que fuera así porque, claro, el discurso narrativo también lo pedía a gritos. Fue de las primeras canciones que se compusieron para el álbum, quizás la tercera; la primera fue "Tras el horizonte" y la segunda "Con la fuerza del viento", de la que está a punto de salir el videoclip (seguramente a principios de julio).

Bueno, esto va a ser difícil de explicar (risas). Con "Dragón dorado" yo estaba en un momento, vamos a decir incendiario. Veía a mucha gente trabajando duro, haciendo canciones con un nivel y un interés realmente envidiables que quedaba, de algún modo, diluida. Y luego estaba lo que escuchaba por ahí accidentalmente, lo que las grandes masas suelen consumir. Yo pensaba que, bueno, a mí en realidad no me importa demasiado lo que la gente decida escuchar y tampoco lo que me traten de imponer los medios más potentes, pero sí me importa que se invisibilice a quienes crean de manera sincera, con esfuerzo, planteándose problemas y retos, tanto musicales como discursivos. Me molesta que se les aparte de cualquier circuito con cierta envergadura y queden relegados a los márgenes.

La realidad es que me chocaba la situación, porque percibía que en la sociedad actual, quizás, podía haber un mayor porcentaje de empatía y que la gente más joven podía tener un cierto nivel de sensibilidad, pero luego escuchaban con énfasis canciones con letras demasiado vacías y elementales, en mi opinión. Es igualmente respetable, pero de algún modo me parecía una situación irónica y paradójica.

Así que yo quería hacer una canción animando a la gente con inquietudes musicales –o artísticas de algún tipo– a que hiciera lo que le diera la gana, lo que realmente necesitara exteriorizar, sin dar ninguna importancia a los dictámenes actuales, porque la música buena es atemporal.

La manera que decidí para concretar esta idea fue materializando esa necesidad expresiva en un tesoro escondido dentro de uno mismo, un tesoro que, además, era una bestia a la que había que desatar mediante una especie de proceso reflexivo o introspectivo. Era una representación del espíritu creativo y de lo difícil que resulta a veces confiar y abandonarse a él, dar rienda suelta a la imaginación sin verse demasiado condicionado por el entorno. Además, ya sabes que al entorno le suele resultar mucho más fácil la crítica infundada que el esfuerzo por valorar y entender, y tiende a practicar esta crítica con más seguridad que el agua en una cesta.

Un dragón es un elemento que todos conocemos y que relacionamos con una gran fuerza de la naturaleza, una fuerza que permanece intacta incluso cuando duerme; sería un poco como la calma antes de la tormenta, la meditación antes de la acción. Cuando una persona es consciente de lo que quiere hacer y adquiere un compromiso con ello, primero piensa, planea, investiga, se cuestiona todo… pero cuando pasa a la acción esa acción puede volverse incontrolable y catártica, porque los actos sinceros han de ser consecuentes y llevarse con la intensidad que reclaman.

Por lo tanto, esta canción, que trata de representar ese despertar, tenía que ser igualmente incontrolable, directa, sólida, como un dragón cuando despierta. Yo quería que la canción fuera como eso, como una especie de engranaje que ya no puede parar, una maquinaria que avanza sin mirar atrás. Fue por eso por lo que planteé una base rítmica sólida y sin demasiadas florituras, algo más estructural.

De hecho, como anécdota, contaré que justo antes del solo de guitarra, en un principio había un puente que detenía la canción con algunos golpes musicales, era como una especie de silencio que te preparaba para el dinamismo desenfrenado del solo. Pues bien, en las sesiones de estudio ese puente se quitó por sugerencia de Quique Mompó y Vicente Feijóo, que consideraron que era mejor que se presentara el solo de guitarra como un continuo, sin parar, sin silencios. Creo que fue una decisión acertada que a mí no se me habría ocurrido.

En cuanto a lo que me preguntas sobre por qué abrir el disco con "Dragón dorado", tengo que decir que, en un primer momento, no era mi intención. Yo quería abrir el disco con "Stellium", por eso se le hizo una especie de introducción cósmica. Pero Rémy, Vicente y Miki me convencieron de que había que abrir con "Dragón dorado" y, claro, tres contra uno… Me vi en la obligación de aceptar que podía no tener razón (risas), aunque he de decir que sigo pensando que habría estado bien igualmente. He de reconocer que pensé que también tenía sentido porque el disco se llamaba así y podía ser pertinente".

¿Siempre te ha gustado la astronomía? ¿De dónde te viene esa afición o hobby?

"En realidad no soy muy dado a la astronomía. Me encanta mirar las estrellas, eso sí. Muchas veces acudo al mar por la noche para observar el cielo con un poco menos de contaminación lumínica y acompañado del oleaje y del sonido relajante de su vaivén; es uno de mis placeres preferidos. Me gusta hacerlo porque me da la sensación de que así me sitúo frente a ese infinito abrumador del espacio desconocido. Además, es un enfrentamiento que siempre me lleva a grandes preguntas que sé que no van a ser respondidas en un futuro relativamente próximo, lo cual me hace despegarme de preocupaciones diarias que pierden todo su peso al instante.

La gran masa de nada situada frente a mí me suele absorber. De alguna manera, eso proporciona una dosis de realidad, porque uno empieza a percibirse como un punto pensante –o puede que menos que eso– en un espacio totalmente inconcebible. Como dice mi amigo Juan: “Somos un milagro suspendido”, aunque llamarnos milagro me parece demasiado pretencioso y antropocéntrico; somos más como una mota de polvo, o quizás mucho menos.

Por otro lado, y es probable que de ahí vengan las alusiones al cosmos en Stellium, me parece interesante la astrología. Me parece fascinante la importancia que se le ha dado a los astros y a sus respectivas posiciones e influencias a lo largo de las sucesivas civilizaciones que han pasado sobre este planeta. Me interesa porque, de algún modo, se busca una interrelación entre el ser humano y ese gran desconocido. Esto, a mi parecer, resulta un poco más lógico porque nos sitúa como parte activa del infalible y perfecto engranaje de la Naturaleza. Al final, todas las creencias post mortem tienen su origen con el terror de la humanidad a la desaparición absoluta aunque, en última instancia, esa idea me parece que nos hace más exclusivos (risas).

Esto me hace recordar al poeta Francisco Brines, con el que tuve la suerte de compartir amistad, que siempre decía: “Somos un misterio que ocurre entre dos nadas”. Y es una buena definición. Eso que llamamos nada simplemente porque somos incapaces de comprenderlo, me interesa. Carl Segan decía que “somos polvo de estrellas”, y esta frase tan escuchada, además de tener un componente poético, puede que tenga también otro componente más científico, porque quizás a partir de algo insignificante todo empezara a expandirse y fuera el inicio de la materia. Desde luego, aún hay muchas incógnitas por resolver.

La astrología fue usada, al principio de las civilizaciones, aplicada al cultivo, puesto que era la base de la supervivencia –volvemos al terror de la desaparición–. Y, más recientemente, aparentemente despojados ya de esa necesidad, adoptó una base más mística y se convirtió en una herramienta de autoconocimiento bastante compleja. Son cuestiones que, independientemente de que me las crea o no, me cautivan; me parece muy interesante pensar que esa conexión que nos une a nivel químico con los astros puede afectarnos de una manera u otra.

La ciencia y el misticismo, aunque a menudo se ven como opuestos, comparten una conexión profunda en su búsqueda de respuestas a las grandes preguntas de la existencia. Ambos enfoques reflejan nuestro deseo innato de comprender el Universo y nuestro lugar en él. Para mí, esa dualidad entre lo científico y lo místico es una fuente constante de asombro, y lo mejor es que ya sé de antemano que no voy a sacar nada en claro (risas)".

Tus letras demuestran una profundidad digna de destacar. Cuéntame un poco la historia que hay detrás de “Vientos de guerra”.

"Muchas gracias por destacarlo, intento expresar de la mejor manera que sé las cosas que reflexiono y que me parecen lo suficientemente interesantes como para que puedan convertirse en canción.

Hay veces –no ahora en este álbum– que me han dicho que las letras que hago no tienen ningún sentido, incluso en alguna crítica de medios de comunicación. Pero eso no es cierto, porque para mí es importante lo que cuento y trato de escoger las mejores palabras para que se diga con la mayor precisión. Está claro que puede darse el caso de que a alguna gente esas construcciones o lo que se dice – tanto de manera implícita como explícita– no le resuene o no logre alcanzar las conexiones necesarias para atar un discurso lógico. Eso es algo que me preocupa cada vez menos, porque sería imposible escribir pensando en que toda la gente ha de entenderlo a la perfección; entraría en una contradicción porque no pretendo que haya una narrativa demasiado evidente, puesto que hablamos de una canción y no de una novela. Al final, he decidido escribir para mí y ya está.

Creo que una canción ha de acercarse más al lenguaje poético –por así decirlo– que al narrativo, y se puede permitir jugar con la interpretación, con la elipsis, con los dobles sentidos y con todos los recursos y licencias poéticas que uno quiera. Me parece muy interesante nuestra lengua para ello, porque, si bien es cierto que fonéticamente es difícil de complacer, también lo es el hecho de que cuenta con una riqueza abrumadora en cuanto a construcciones que no son completamente concretas. Y, a veces, una expresión que se presenta incorpórea, es lo más que uno puede acercarse para concretar la idea que trata de expresar. También he de decir que en este disco he intentado que las letras no fueran excesivamente volátiles.

La canción de "Vientos de guerra" es una canción que, a mi parecer, es bastante directa. Es un tema de actualidad, pero de una actualidad en estado demasiado permanente. Es una letra descriptiva y cuenta la situación de una niña que, sin decidir nada, ha tenido la desgracia de nacer en una población en guerra. Que el lugar condiciona tu vida no es algo nuevo, sin embargo, parece ser que las personas solamente lo percibimos cuando afecta a nuestro bienestar particular.

Bueno, el texto empieza contando cómo los días resultan interminables y repetitivos, con bombardeos y aroma a muerte, para decir que la vida pasa a desestabilizarse  y todo aquello que nosotros vemos como normal, en nuestro día a día, no lo es tanto para alguien que vive situaciones realmente difíciles. En esos casos, cualquier deseo se desvanece y únicamente puede pensarse en la supervivencia.

Hay un detalle curioso en el estribillo, que dice: “Sobrevivir al huracán de la miseria”, y esa miseria supongo que puede entenderse en sentido amplio y como consecuencia de las situaciones bélicas. Pero si ahora digo que la letra en un primer momento decía “Sobrevivir al huracán de la miseria humana” –que así era– seguramente se altera un poco la percepción.

La miseria de la que habla no es tanto la de la situación en sí misma, sino la miseria que tiene inherente el ser humano, la cual permite que se den estas circunstancias tan desagradables; hay demasiados seres sin escrúpulos. Por eso al final aparece la frase “llora el reverso de tu comodidad”, porque, de algún modo, se trata de hacer partícipe a este primer mundo que vive e incluso se queja de sus propios lujos y, en realidad, permanece inconsciente de las situaciones que se viven en este pequeño planeta porque así las causamos, las normalizamos y de las que somos, en gran parte, responsables o partícipes.

Se trata un poco de invitar a que seamos más conscientes de que, lamentablemente, el valor de comodidad al que estamos demasiado acostumbrados y del que disfrutamos es inversamente proporcional en otros lugares".

“Conversación astral” es la única canción instrumental del disco. ¿Por qué?

"Recuerdo que estaba ya todo el disco compuesto, estaban todas las maquetas preparadas y yo salía de casa pensando en ello. Iba bajando las escaleras tratando de averiguar el mejor orden para que se sucedieran las canciones. En ese momento me di cuenta de que el álbum necesitaba una especie de oasis, como un silencio, una pausa. Pensé que incluir una canción completamente diferente podía hacer esa función y obligar al oyente a pararse, a disfrutar con otros estímulos musicales.

Siempre me han gustado mucho los temas instrumentales de medio minuto, o un minuto, que se incluyen en los discos y que muchas veces son algún arreglo de guitarra o dan la sensación de ser un fragmento improvisado. Es una práctica que creo que cada vez se hace menos, sin embargo, yo estaba empecinado en incluir mi oasis. A la gente le hacía mucha gracia el hecho de que lo llamara así pero… ¡lo había percibido de esa manera en tantos discos! Esos temas son como una teletransportación a otro lugar diferente, se diluye la palabra y hablan los instrumentos. Es como si el disco te obligase a parar y a disfrutar de lo más sensorial, y todo fluye de una manera distinta, quizás con un orden más próximo al caos, porque la música se libera del imperio de la palabra.

La cuestión es que el 18 de agosto se me ocurrió la idea esa y le mandé un whatsapp a Vicente Feijóo para ver qué le parecía. La verdad es que le encantó y, de hecho, el título lo puso él. Recuerdo que me dijo: “Sólo hay guitarra y bajo, así que es como una conversación entre tú y yo. Los dos somos escorpio, la podríamos titular "Conversación astral"”. Pensé que era una buena idea y creo que cumple la función que se buscaba.

La verdad es que mientras hacíamos los arreglos, nos costó mucho resistir la tentación de desarrollar más la canción porque, al escucharla, siempre nos quedábamos con ganas de escuchar más. Pero, al final, conseguimos contenernos y mantener ese minuto y medio que dura. Y así fue como registramos el oasis de Stellium. Es una canción a la que le tengo un cariño especial".

¿Por qué una canción dedicada al Timanfaya?

"En verano de 2023 fui con unos amigos a Lanzarote para lo que nosotros llamamos un retiro espiritual. Solemos hacerlo a finales de agosto, antes de volver a nuestro día a día. La verdad es que me encanta el paisaje árido que hay en toda la isla. Recuerdo que una tarde cogimos un coche que habíamos alquilado y nos fuimos sin rumbo a ver qué nos encontrábamos; queríamos subir a alguna montaña o algo así, porque habíamos visto ya el Parque del Timanfaya en la visita que sólo te dejan hacer en autobús y, a pesar de que nos gustó verlo, teníamos la sensación de que no era lo mismo que plantarse allí físicamente.

Así que paramos en un sitio en medio de una carretera porque vimos que había un par de coches más y nos adentramos en un camino que tampoco parecía ser nada del otro mundo, más allá del paisaje típico de allí que ya de por sí es peculiar. Era ya la caída de la tarde y, de repente, se abrió el camino hacia un paisaje volcánico inmenso. ¡Era maravilloso! Continuamos andando y llegamos a la caldera de un volcán a la que se podía acceder dentro, era la Caldera de los Cuervos, si no recuerdo mal.

Toda la superficie era negra, lava solidificada y roca volcánica dispuesta de una manera muy arisca. Me parecía como estar en otro planeta, pero en realidad era el paisaje violento que había quedado dormido tras las erupciones. Me llamó poderosamente la atención que entre esa ausencia de vida, justo en el centro de la caldera, había unas plantas con flores de color rosa, como geranios –luego vi que eran malvarrosas.– Era curioso ver los signos de vida que empezaban a emerger entre un paisaje de muerte, entre un terreno que, al fin y al cabo, es inestable, porque permanece el volcán dormido. Me resultó muy poética aquella situación y decidí hacer la canción.

En realidad, es un tema que personifica el paraje volcánico. De algún modo, identificaba en ese paisaje algunos comportamientos humanos. Por ejemplo, me recordaba a situaciones de gente que por lo general es tímida –he de decir que yo también lo soy– y aparenta ser tranquila pero en el fondo tiene sentimientos mucho más intensos, una sensibilidad mayor o un carácter implosivo. Eran relaciones que me venían a la cabeza al ver el paisaje con las malvarrosas en el centro del volcán. Me pareció interesante dedicar una canción. Fue la última que escribí para el disco –antes de "Conversación astral"– y, de hecho, estuve valorando titular así el álbum: Timanfaya".

¿Cómo has elegido a los músicos que te acompañan en el disco?

"La verdad es que tengo la suerte de tener amigos que son músicos geniales, así que pude tirar de amistad. Para mí es importante, sobre todo, que haya un ambiente agradable con el que se pueda trabajar fácilmente y que las personas no sean del tipo un problema para cada solución.

Conocí a Rémy the Machine en una audición que hice para buscar baterista en Local 9 –mi anterior grupo– y me pareció un baterista muy completo y con una visión muy amplia. Le gusta mucho el rock sinfónico y de los 70: Phil Collins, Deep Purple, Emerson, Lake & Palmer, etc. Es una música que a mí también me interesa mucho y la verdad es que él a la batería tiene unos arreglos muy peculiares que muchas veces me sorprenden. ¡Es genial!

Por otro lado está Vicente Feijóo. Es un guitarrista enorme y muy, muy expresivo. Para mí es importante que la música exprese emociones y para el rock es importante la guitarra, así que Vicente es una pieza ideal en Stellium. He de decir que me siento muy afortunado de poder tocar con Vicente en este disco y en otras colaboraciones que hemos hecho juntos. Me parece de los mejores guitarristas que ha parido este país. Ya colaboró puntualmente en Local 9 y, más tarde, yo colaboré con él en un proyecto suyo. La verdad es que siente la música muy intensamente y no todos pueden llegar y decir que llevan 500 canciones a sus espaldas; eso define mucho. Tiene un gran espíritu de trabajo y con muy buen gusto para el rock. Además, solía decirme cuando le pasaba las canciones, que estaba muy en sintonía conmigo porque enseguida sabía adoptarlas, hacerlas suyas y montar los arreglos necesarios. Cuando estás trabajando con alguien y esa conexión es evidente resulta como mágico y facilita mucho los procesos.

A Miki ya lo tengo abonado. Lo conozco desde hace un montón de tiempo y es de los pocos cantantes que combinan potencia y melodía, algo que me interesa para hacer el hard rock que me gusta. Trabajó conmigo en Local 9 unos años y también nos hicimos buenos amigos. Te digo ya que encontrar cantante es muy difícil, porque es un elemento muy definitorio dentro de un grupo, que marca mucho la personalidad. Yo, que a lo largo del tiempo me he visto obligado a buscar a muchos cantantes por unas circunstancias u otras, puedo decir ahora aquí que Stellium tiene a uno de los mejores cantantes de las tierras levantinas.

Posteriormente, pensando ya en directos, cogimos a Marcos Sáez, una joven promesa de la guitarra con mucha precisión. Fue una recomendación de Vicente, que trabaja con él, y estoy convencido de que llegará muy lejos. La verdad es que le agradezco que forme parte de nuestro equipo y estoy deseando empezar los ensayos para ver cómo va funcionando todo".

¿Vais a girar próximamente? ¿Te acompañarán los mismos músicos o debes armar la banda para el directo?

"En principio, van a ser los músicos de Stellium, así lo estamos preparando. Estamos ya inmersos en el montaje del repertorio y la planificación. Me gustaría empezar con algunos conciertos de presentación y ver cómo funciona y qué respuesta tiene el público ante Stellium. Ya estamos mirando algunos conciertos de cara a septiembre u octubre que, evidentemente se harán en nuestras tierras, en la Comunidad Valenciana. Sería genial que tuviéramos buena acogida y que podamos pensar en una gira amplia. Aprovecho para decir a la gente a la que le pueda interesar contactar con nosotros para eventos, entrevistas o cualquier tipo de oferta musical, que puede hacerlo a través de rockstellium@gmail.com. Estamos abiertos a valorar las propuestas que nos lleguen".

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extensa entrevista hacia lo nuevo de estos cada vez más grandes STELLIUM y 4 pedazos de temas junto a un videoclip muy currao. Me encanta la portada de su nueva placa de studio.

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