¿Cómo surge la idea para la novela? ¿Hubo varias versiones o surgió todo del tirón?

“Un consejo que se suele dar a los escritores que empiezan es que hay que escribir de aquello que se conoce, y el mundo de los grupos de rock y los locales de ensayo lo conozco bastante bien. La primera idea fue relatar la historia de una banda de rock, y dándole vueltas empezaron a aparecer los personajes, la trama, etc. Fue surgiendo poco a poco, reescribiendo partes, eliminando otras… Ninguna novela se escribe como se lee, de la primera frase a la última, o al menos, no es mi caso”.

¿Qué hay acerca de los personajes tan diferentes que aparecen en la novela? ¿Están basados en personas reales?

“No, son totalmente ficticios. Obviamente, puedo haberme inspirado en rasgos concretos de personas que conozco o de mí mismo, pero nadie de mi entorno va a poder demandarme. Son personajes muy diferentes porque así son los grupos de amigos, y más cuando ya han alcanzado una edad y la vida los ha llevado por distintos derroteros”.

Utilizas el formato tan popular hoy en día de la biografía oral, ¿por qué? ¿No te seducía utilizar un narrador como intermediario?

“Elegí el formato de la biografía oral por dos razones: la primera es que es el formato que más me gusta a la hora de leer una biografía, porque cada uno de los implicados cuenta las cosas sin filtro y se ve mucho mejor el cuadro completo que cuando lo cuenta alguien externo. Libros como ‘Los trapos sucios’ de Mötley Crüe, ‘Por favor, mátame’ o el que se publicó hace unos años sobre Joy Division serían el modelo. La segunda razón es que, como narrador, me apetecía meterme en la piel de diferentes personajes para así poder desarrollar tonos y estilos distintos”.

Creo que eres batería en el grupo Killing Bambies, ¿te han sucedido algunas de las cosas que retratas en el libro?

Afortunadamente no, porque nunca nos hemos separado y vuelto a reunir, pero por supuesto se refleja la experiencia de lo que supone ensayar, preparar un repertorio, un concierto… Pero poco más. Lo que sí compartimos con el grupo de la novela es la pasión por tocar y el escaso nivel de fama”.

Los Ramones cobran una importancia fundamental en la novela, ¿son también un grupo referencia para ti? En caso contrario, ¿cuáles serían?

“Sí, desde luego están en mi top, fue uno de los primeros grupos que comencé a escuchar de joven, junto a The Cult, Guns N’ Roses, Héroes del Silencio o Metallica. Conforme pasan los años vas ampliando la paleta, pero lo que te marca de joven siempre está ahí y te toca de manera especial. No me planteé que los Ramones fueran una referencia tan importante en la novela, pero surgió así, básicamente porque es el típico grupo que todo el mundo versionea cuando empieza a tocar porque se supone que son fáciles, aunque casi nadie reproduce bien su sonido”.

El humor empleado en la novela me ha recordado al de ‘Lo mejor que le puede pasar a un cruasán’ de Pablo Tusset, ¿conoces el libro? ¿Qué te inspiró tantos momentos hilarantes?

“Sí, lo leí en su día y me pareció brillante, pero de esto puede hacer veinte años y no lo tengo muy fresco como para considerarlo una referencia. Me gustan muchos tipos de humor, desde el más blanco hasta el más negro, o el absurdo, que de alguna manera está representado en el personaje de Jesús. Soy muy fan de la comedia en general, tanto en la literatura como en el cine o el teatro, así que como autor siempre me voy hacia ahí, casi sin proponérmelo. Me gustaría escribir un drama a lo Chéjov, pero siempre acabo diciendo chorradas”.

¿Es necesario subrayar en la sociedad actual que hay vida más allá de los cuarenta?

“No lo sé. Sí que es cierto que hay mucha gente que después de alcanzar una determinada edad parece que considere que su vida ya es un hecho pasado, que la diversión o la pasión por hacer determinadas cosas es una fase ya superada, voluntariamente o no. Cuando alguien dice “en mis tiempos” o “en mi época”, siempre me dan ganas de decir “tu época también es la actual, estás vivo todavía”. Creo que se puede ser feliz a los 20, a los 40 o a los 60, todo depende del enfoque que le des”.

Mencionas al final del libro el tema de las giras de despedida de Kiss o Scorpions. ¿Se ha ido ese tema un poco de las manos a nivel general?

“Parece que un poco sí. Yo no tengo problema en que los grupos estén en activo hasta el límite de sus capacidades físicas. Al fin y al cabo, es su forma de vida y su sustento económico, porque no hay que olvidar que esto es un negocio, y supongo que es más cómodo ser estrella del rock que panadero o chapista. Lo que no me parece ético es que se use como reclamo el “esta es la última” cuando se sabe de antemano que no va a ser así”.

Por último, siendo dramaturgo, ¿te animarías a adaptar al teatro ‘Mejor estaríamos muertos’?

“No me lo he planteado, aunque no creo que suceda. Aunque los diálogos estén escritos en formato teatral, no es una novela fácil de adaptar, porque se basa mucho en el discurso de los personajes, su visión de lo que sucede más que en lo que sucede. Creo que cada historia nace en un formato, sea literatura, cine o teatro, por una determinada razón, y a veces es mejor no trasladarla a otro porque va a perder su esencia. Lo que sí me gustaría es convertirla en audiolibro, creo que daría bastante juego con sus diferentes voces narrativas y momentos musicales”.

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Alfredo Villaescusa

Eclecticismo en vena. No hay nadie que no dispare el viernes por la noche, ni hay quien esquive los disparos.

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