Entrevistas |Jorge Martínez (Ilegales) y Ana Curra (Parálisis Permanente, Alaska y los Pegamoides)

«Hay mucha gente que se merece algo más que orinarse en su presencia»

Por: Alfredo Villaescusa

Jorge Martínez y Ana Curra. Foto: Alfredo Villaescusa.

Conseguir juntar a dos leyendas patrias con varias décadas de trayectoria a sus espaldas como Jorge Martínez y Ana Curra no resulta nada habitual, hasta el punto de que ambos no se conocían en persona y nunca habían coincidido hasta el día de esta entrevista. Aprovechando su última visita a Bilbao en la feria del Bime para una conferencia sobre lo que importa y lo que no en el inabarcable mundo de la música, Alfredo Villaescusa reúne a dos figuras fundamentales en nuestro país para entender el punk.

¿Cómo fue vuestro primer contacto con la música?

(Jorge) “Pues el mío fue cuando mi madre me llevó a la modista, que era donde te hacían la ropa y tal. Desde ahí se podía ver el campo de fútbol y siempre había cosas, fútbol, caballos…Pues el hijo de esta señora tenía discos de Elvis Presley. Estamos hablando de 1959. Yo tenía 4 años y oí eso y jo, acojonante… Tenía varios EPs pequeños de esos, no sé si importados o editados aquí. Había un reproductor parecido al que teníamos nosotros, que era como una radio, levantabas la tapa y podías oír discos”.

(Ana) “La música en general vino a los 3 o 4 añitos, a través de mi madre, que me abrió las puertas del piano. Ella me abre la puerta de la magia, como yo siempre digo. Ahí empiezo descifrar el código secreto de los demonios y los dioses a través de la música que se enseña primero en el colegio y luego en el conservatorio. De niña, mi abuelo tenía una tienda de ultramarinos y ahí había una promo que se llamaba Discos Fundador…”.

(J) “Ah, sí, me acuerdo, tengo muchos todavía”.

(A) “Pues yo tengo una gran colección. Iba todos los días con mis hermanos mayores a la tienda a ver si había llegado algo nuevo, qué single había… Algunos venían con dos canciones y muchos con cuatro. Ahí empezamos a escuchar a los Beatles y muchos grupos de los años sesenta. Entonces se me abre otra puerta increíble. Luego ya el primer concierto al que me llevaron mis hermanos fue Wilko Johnson”.

Jorge Martínez. Foto: Alfredo Villaescusa.

¿El mensaje del punk sigue vigente en la actualidad?

(J) “Joder, estaba vigente en tiempos de la cultura grecorromana. Coges cualquier texto, traduces a Catulo, Marcial o Juvenal y ves que es algo muy parecido. El mensaje del punk está impreso en la naturaleza humana. De manera indeleble, es así. Ese mensaje va a existir siempre. Se va a intentar desgastar de alguna manera, asumir por parte de las sucesivas industrias que lo procesan, pero no, va a seguir ahí. Quevedo lo recuperó en el Siglo de Oro, está siempre yendo y viniendo. El espíritu del punk es un superviviente a cualquier catástrofe”.

(A) “Es una de las culturas que cuando nace no viene de ningún sitio, sino del protopunk. Es más que nada un posicionamiento vital. Y sigue aquí, hay gente que lo cambia de nombre y otros lo llaman punk. El punk que surgió entre los años del 77 o 78 al 80 se ha quedado en punk clásico. Estoy totalmente de acuerdo con la postura vital a la que alude Jorge. Lo he dicho un montón de veces, en música clásica he estudiado a cantidad de punks, porque era su forma de transgredir en el momento en el que vivían”.

(J) “En cuanto a la forma musical, tiene mucho que ver con nuestros ancestros y las canciones que se cantaban a la luz de la luna. Ahora se está descubriendo que todos esos puntitos que se ven en las pinturas rupestres tienen que ver con un colocón inducido. No hay grabaciones, pero sí hay testimonios de que se producían por influencia de las drogas”.

Ana Curra. Foto: Alfredo Villaescusa.

‘El acto’ de Parálisis Permanente fue un disco que tocaba temas escabrosos para la época. ¿Tuvisteis algún problema en cuanto a libertad de expresión?

(A) “En absoluto, pero cuidado, tampoco era un disco mayoritario, que ahora después de 40 años parece que lo escuchaba todo el mundo, y no… La verdad es que no éramos tan finos de piel como ahora” (risas).

Jorge, tú parece que buscaste bronca desde el principio con canciones como “Heil Hitler”…

(J) “Hay que saber buscarse enemigos. Una manera de medir a cualquier artista o individuo es por la cantidad de enemigos. Nosotros hemos buscado enemigos desde el primer día, sí, y lo de “Heil Hitler” era porque los hippies se habían convertido en dogmáticos, eran lo contrario a lo que habían planeado en un inicio. Se trataba de provocarles, de hacerles saltar de la silla. Había que informarles de que existía una extrema derecha a la que se pretendía ignorar.

Cuando yo estaba en la facultad, acabábamos a hostias todos los días. Sobre todo desde que Santiago Carrillo dio una conferencia en la Facultad de Derecho de Oviedo, donde se destrozó todo. Tuvimos que destrozar los bancos para defendernos, en fin… Los hippies cerraban los ojos a todo eso, era la paz interior, el porro y la gilipollez. Eran sordos, ciegos, y a veces incluso mudos, hacia todo lo que estuviera lejos de su discurso. Por eso empleamos este tipo de cosas para despertarles un poco.

Ilegales nace a medias entre el círculo universitario y el lumpen, y el medio universitario era incluso más peligroso que el ambiente lumpen. En este último con una navaja podías defenderte con facilidad, pero en la universidad las armas de fuego estaban muy extendidas”.

Esa procedencia de las calles es también muy punk, ¿no?

(J) “Bueno, nosotros no pretendíamos ser punk ni nada, simplemente funcionábamos como espejo reflejando la realidad que se vivía a nuestro alrededor. Tampoco teníamos ningún tipo de rubor en introducirnos en la poesía pura, en el arte por el arte o en el ejercicio muy peligroso de ir hacia las profundidades del yo y extraer cosas de allí. Es algo que no recomiendo a nadie, porque puede que lo que encuentres no te guste mucho”.

Por el contrario, Ana, se comentaba que la gente de Alaska y los Pegamoides, o de la movida madrileña en general, procedía de familias acomodadas. ¿Hasta qué punto eso es verdad?

(A) “Pues había algunos que sí y otros que no. Es la típica historia que muchos cuentan, pero yo he conocido gente de todo pelaje. Me he movido con bandas como Los Canijos de Sevilla, que eran todos proletarios, como se decía entonces. Luego también he tenido amigos como Carlos Berlanga, que era hijo de un cineasta, que no es que estuviera forrao, pero… Yo creo que eso es una gilipollez porque es un momento en el que todos se apuntan a una cosa que les toca vivir, todos quieren hacer algo y estar en la acción, y cada uno viene de donde viene, no sé qué decirte…”.

El hecho además de que tú procedieras de conservatorio chocaría bastante…

(A) “Sí, he estado en tierra de nadie. Es uno de los rollos que he llevado siempre, sobre todo los diez primeros años. Me sentía un poco fronteriza porque la gente con la que yo tocaba no tenía ni puta idea, estaban descubriendo las tres notas del punk, del pop… Por otro lado, yo saqué las oposiciones para ser profesora de conservatorio muy jovencita y allí decían: “Pero esta, ¿cómo viene aquí con esos pelos y esas pintas? Mira en qué grupo está, en Alaska y los Pegamoides, esa no sabe cantar, solo berrea…”. En ese momento había muy poca gente con formación. Yo estuve saliendo durante años como mejor tecladista, lo llamo así en lugar de teclista, en los resúmenes aquellos que se solían hacer en los medios”.

(J) “Vivimos un momento en el que la gente hacía gala de no saber tocar. Se había eclipsado esa aspiración a virtuosismo que había en los años setenta, en donde los músicos de rock eran mejores que los de cualquier otro estilo, tenían unas habilidades técnicas tremendas… Y luego aparecía gente que hacía gala de no saber tocar, a mí eso me parecía un insulto. Creía, y sigo creyendo, que el equilibrio es saber tocar a perfecto tempo, al minisegundo, todas las notas que hacían falta en una canción. Y eso es lo que aplicamos. Y conocer bien en qué frecuencias tiene que ir cada instrumento, cómo tiene que ir construida la canción”.

(A) “La eficacia en un directo consiste en tener una buena construcción, y para eso, si no hay precisión, si no vamos todos a una, no hay nada qué hacer. Cuando llevas mucho tiempo y tienes ya un sentido autocrítico, vas buscando la efectividad. Es cierto lo que dice Jorge, que esa postura de no tengo ni puta idea se ha empleado y se sigue empleando en la actualidad. Yo lo veo en cantidad de chavales que están empezando en el mundo del punk o del trap y siempre van con el mismo discurso, no, si yo no tengo ni puta idea… Y a algunos les conozco y sé que se pasan 24 horas de 24 dale que te pego, les falta un recorrido de aprendizaje, no nacemos sabiendo”.

Ana, imagino que Parálisis Permanente en la época os veríais muy diferentes a grupos como Ilegales o Siniestro Total…

(A) “Bueno, es que yo nunca he sido así. A mí siempre me han interesado todas las músicas y he seguido y escuchado a mucha más gente de mi entorno de lo que la mayoría se puede imaginar. Sí que había por el hecho de ser más joven cierto tipo de arrogancia en ser distinto al otro, pero eso se debe a que era tan difícil conseguir instrumentos, tener dinero para comprarte lo que tú quieres y sonar de una manera determinada… Esto hace que cada grupo tenga un sonido muy distinto. Eso nos hacía diferentes, y era obvio que lo éramos. Te pones a enumerar grupos: Ilegales, Siniestro Total, Nacha Pop, Radio Futura, Décima Víctima, Derribos Arias… No se parecían absolutamente en nada. Esa fue una de las grandes cosas que tuvo esa época”.

(J) “En esto influye los medios técnicos, al igual que en el impresionismo en pintura el hecho de que existieran tubitos para transportar la pintura y pintar en el exterior. En ese momento, los instrumentos que se producen de bajo precio son ajustables, solo con suficientes conocimientos técnicos puedes hacer que suenen y afinen como los instrumentos caros, y algunos grupos sabían manejarse. Había bandas con muy bajo presupuesto que sabían hacer esas cosas, sabían ajustar un crossover, coger los filtros y cambiarlos por antiguos… Te encontrabas con cosas por ahí…”.

Al hilo de ese ansia por sentirse especial de la que hablaba Ana, Ilegales se labraron fama de grupo duro, con el que no convenía meterse en problemas. ¿Fue algo producto de las circunstancias?

(J) “Era una cuestión defensiva. Muchos grupos aguantaban a los gitanos de Punta Umbría, que pegaron a los técnicos de la Orquesta Mondragón. Volvieron a intentar repetir la hazaña, pero yo no voy a dejar que peguen o apuñalen a la gente que trabaja conmigo, cogimos unas barras y les quitamos esa costumbre. Mandamos a mucha gente al hospital, pero era por necesidad. Veníamos también de un medio violento, estaba el Ejército, se monta el grupo justo cuando íbamos a intervenir en África en la Marcha Verde…Ahora la gente se piensa que en los ochenta era todo happy, y ahora somos muy protestones… Y no, joder, se producían de doce a catorce muertos diarios, por yonkis, navajas, por todo. Ese era el caldo de cultivo. Vivir de espaldas a eso, o vivir en una torre de cristal, o de marfil, como Juan Ramón Jiménez, era un imposible”.

¿Hay demasiados ofendiditos hoy en día quizás?

(J) “Hay mucha gente que se merece algo más que orinarse en su presencia, muchísima. Son enemigos que hay que temer. No hay que cambiar de postura para pasar los filtros que se imponen. La finalidad de todo artista, político y gente del mundo intelectual es ampliar las cotas de libertad, incluso a costa de tonterías, de discusiones estúpidas. Cuando se restringe la libertad de expresión, se restringe la libertad de todos los pueblos”.

(A) “Ha habido mucho imbécil por el mundo y siempre lo habrá, lo que pasa es que ahora igual se les ve más, cobran una cierta identidad a través de las redes sociales, dicen lo que uno ha escrito, los otros imbéciles se contagian, todos tenemos derecho a opinar… Bueno, es que me la suda. Lo que tienes que buscar es rodearte bien y cuidarte más de los amigos que de los enemigos, porque los enemigos y los imbéciles van a estar de por vida (risas). Es cierto que vivimos un momento muy extremo, la gente está irritada, la gente está muy sola… Y lo estamos viendo todos los putos días, en manifestaciones…”.

(J) “Se está produciendo un fenómeno previsible. Los colectivos antes oprimidos, como los homosexuales o feministas, son los que más fácilmente se irritan. Un poco lo mismo les está sucediendo a los judíos estos días, que han aprendido muy bien de lo que les ocurrió en Alemania y están dispuestos a un genocidio de un día para otro. Es el mismo fenómeno. Es una cuestión de psicología de masas”.

Por último, ¿qué profesión hubierais elegido de no haberos dedicado a la música?

(J) “Yo estuve en la Facultad de Derecho, aquella violentísima Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo… Probablemente sería abogado, juez o algo así, como mucha gente de mi familia”.

(A) “Yo sería, maga, bruja, chamana o conocedora de toda la filosofía, que me encanta”.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

2 comentarios

  • Juandie dice:

    Extensa entrevista hacia dos nuestros músicos más ilustres de nuestra escena rockera como es Jorge de los históricos ILEGALES y Ana Curra de otros históricos como fueron una de nuestras bandas pioneras de Punk Rock con reminiscencias góticas como fueron PARALISIS PERMANENTE.

  • Escupitòn. dice:

    Créanme compadres,o no.
    Escuché salt of the earth,antes de venir a este mundo.
    Por lo tanto,soy más precoz que ustedes dos.
    No se las tiren tanto.

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