Entrevistas |Ekeko El Perro
«Me represento a mí mismo; no tengo que dejar cosas en el tintero por cuestiones de estilo o formas de pensar»
Por: Jesús Ortega Mingo
El sonido del rock más visceral es lo que nos espera en el nuevo lanzamiento de Ekeko El Perro, nombre bajo el que encontramos el trabajo de Eneko González Ardura, que en este homónimo primer álbum ha plasmado toda la experiencia acumulada en años de trabajo en el rock que han desembocado en un disco plagado de verdad y también de colaboraciones de muchos amigos músicos vascos, andaluces y uruguayos de primer nivel. Jesús Ortega Mingo lanza sus preguntas a Ekeko para que nos abra las puertas a esta nueva etapa de su carrera.
¿Por qué Eneko González Ardura decide adoptar el nombre artístico de Ekeko el Perro? ¿Cuál es el origen de esta elección?
"Los perros son animales muy especiales. Nos entienden y analizan, vigilan y cuidan y, sobre todo, nos dan alegría. Llevamos como 30.000 años con ellos, desde los tiempos de Atapuerca que se sepa, imagínate, entonces ya convivían con el Homo-Antecesor, así que estamos hechos los unos para los otros. En mi caso, son tres décadas de mi vida caminando al lado de uno u otro can, y por eso me identifican con ellos.
El primero con el que tuve suerte de pasar 16 años, Artz, estaba al borde de la muerte cuando se lo robé a gitanos del pueblo. Tendría siete meses y ni podía caminar. Empezó a hacerlo después de tres semanas. Pasábamos juntos las veinticuatro horas del día, los 365 días del año. No conoció correa ni soledad alguna. Ahora hace poco mas de tres meses enterramos a Pedrito, iba a cumplir 17 años y prefirió ir a descansar a la huerta bajo los avellanos, donde están Artz, Beltxi, Migeltxo, Argi y Lur. Lo de Ekeko viene de los tiempos de chaval, que en el cole me llamaban así".
¿Cuáles son las diferencias que observas entre escribir como miembro de una banda y escribir para un proyecto en solitario?
"Casi todo el mundo cuestiona el trabajo del de a lado. No digo que no se deban compartir opiniones, todo lo contrario, pero que sea para eso, para construir, porque si no es una buena forma de meter el palo en la rueda y parar el carro que está en marcha. Por otro lado, no tengo que guardar formas o dejarme cosas en el tintero por cuestiones de estilo o formas de pensar. Esta vez soy yo y me represento a mí mismo".
En “He conocido el cielo” dices: “El Covid y el reggaetón me están tocando la vena”. ¿Crees que este género es un problema?
"No. En todo caso, los personajes que lo llevan al vacío y la apatía. Mira, ya antes de la encerrona del Covid, J. Balvin criticó la deriva “cutre” que estaban tomando los textos de su alrededor, y Arcangel decía hace cuatro días que comía del género musical más pobre existente. Pero tambien hay buenas composiciones y textos por ahí de los noventa de artistas como Tego Calderón cuando cantó a las injusticias y el supremacismo en Puerto Rico, o de Calle 13, que hizo sus incursiones con pura percusión y ponía encima de la mesa los problemas sociales de aquellos barrios.
Aquí mismo, en Euskal Herria, la peña está haciendo cosas muy guapas y cañeras. Lo mezclan con rock, trap y otras movidas. Ahí tenéis a los Chill Mafia, que tienen un descaro que no veas. Me recuerdan a los Tijuana in Blue, o Dupla, que reparten para todo "kiski" sin perder el buen rollo. Luego están esos a los que no entiendo, no sé si se aburren o qué, Tangana, Bunny, Maluma… Parecen entes superiores con esos coches y tetas alrededor de ellos. Dan mucha pena. ¡Para nada me interesan!"
¿Qué tiene de 'Amores perros' este nuevo trabajo de estudio?
"Bastante, porque debía hacerlo, me lo pedía mi cabeza y la chavalería de alrededor. Tenia el petate lleno de estrellitas que dejaba que se apagaran sin más. Además, cada canción se escribe en su momento y no permanece indeleble al tiempo, por lo menos para el que la vomita, si la escribe a pecho abierto.
Además, prometí que publicaría en solitario antes de cumplir medio siglo de andanzas y perreos, que si no, enterraría La Mairu (la vieja guitarra del Gaztetxe) en la huerta junto a mis viejos compinches que descansan bajo los avellanos, los que mencione antes. Además, queda claro que comparto retales de mi vida, los pongo encima de la mesa, pero otros, como los textos por ejemplo en “The Typical American Lifestyle” o “Totems caídos”, creo que inconscientemente pueden ser autocriticas a la deriva que va tomando la vida de uno mismo, o miedo a ello, a dejarte arrastrar por lo soso de la comodidad, por el despiste… ¡Qué aburrimiento!"
En tu reciente entrevista en La Hora Argonauta, mencionaste que este álbum no está dirigido específicamente a alguien en particular. Es un trabajo en el que vertiste todo lo que llevabas dentro. Sin embargo, hay canciones que, en mi humilde opinión, parecen tener nombre y apellidos. Me encantaría que compartieras la historia detrás de "Vacilón".
"Conocí a Enrique G. “Vacilon” en la Plaza de Chueca en los noventa y poco, cuando en Madrid sí había rock and roll. Había "candelabro". Enrique, aun estando bien jodido, siempre bromeaba. A mí no paraba de vacilarme con que si los vascos "p'aquí", los vascos "p'allá"... Le sacaba punta a todo (y provecho también). Montaba el tinglado en cualquier banco. Nunca le faltaba un contenedor para rebuscar ni su litrito de Don Simón, que gustosamente compartía con cualquiera que terciara dos palabras con él.
Un día me dijo que dos de sus antiguos compañeros del taller donde había currado una pila de años se habían cruzado de acera para evitarle. Me lo dijo con tanta tristeza que nunca podré borrar su expresión de la memoria… Qué cabrones… Pero también cuando mencionaba repetidamente a su expareja se le encendían unas lucecitas en los ojos. Me di cuenta entonces que seguía enamorado como un niño. Parecía que al despedirnos volvería a casa, a lo que fue su vida en pareja.
Perdí contacto con él cuando la tía Nena y mi abuelica Carmen vendieron el piso de Chueca para vivir de alquiler en un piso más arriba de Ventas. Lo vendieron porque no podían hacer frente a los gastos que provocaba la gentrificación que ya avanzaba arrasando a la clase obrera de los barrios céntricos, los mas golosos para los especuladores inmobiliarios y sus colegas políticos. Chueca pasó de ser un barrio de ambiente, alternativo y sano, a ser coto de "marichulos" machacas y de bolsillos pudientes. Para cuando volví, ya no estaban ni el barrio ni Enrique. Se había quitado la vida".
En “Que no se parta la noche” mantienes una conversación con un inmigrante que viaja por el mar Mediterráneo y que no llegará a tierra. “Los leones de Essaouira” emerge como una canción popular para esta ciudad marroquí. ¿Qué significa África para ti?
"Es la madre de las madres, la que te mira sin apartar la mirada, la que abre la puerta y camina descalza hasta ti para preguntarte qué coño estás haciendo, a dónde y para qué vas tan aprisa. Son preguntas que cuando estoy cerca de ella me es mucho más fácil contestar… Y respirar. En Cádiz, en Bolonia (Tarifa), hemos vivido en directo situaciones duras con los migrantes que vienen en las pateras, pero nuestros titos, que viven allí más que nadie, ellos han sacado del agua en más de una ocasión a hombres, niños y mujeres que se ahogaban y se han ahogado a veinte metros de la orilla. Te puedes imaginar.
En "Los leones de Essaouira" describo los tremendos y peludos gatos costeros y también a sus buenas gentes. Cuento algunos pasajes vividos allí".
Háblanos de “El camaleón”. ¿Quién fue Lucio Urtubia? ¿Qué ofrece a tu manera de entender la vida y el mundo?
"Lucio es de la tierra y, como buen internacionalista cercano al pensamiento anarquista-humanista de Kropotkin y del filosofo italiano Camilo Berneri, dedicó su vida a dar pal'pelo a los poderosos. Además de trabajar de albañil desde joven, montó junto a otros anarquistas la red de falsificación clandestina que puso en jaque al banco más grande del mundo. Para cuando los atraparon, habían inundado las oficinas del First National City Bank de cheques y nóminas falsos. Los cobraban y el dinero lo repartían para las causas insurgentes de Europa y Latinoamérica.
Lucio Urtubia, "de día un albañil, de noche falsificador”, ha sido verdadero. Por sus manos de albañil llenas de callos pasaban millones, y su amor al prójimo hizo que él y sus compañeras actuaran de manera correcta. Además, como bien se decía, ellos no robaban, expropiaban lo que al pueblo debían aquellos y estos que todavía hoy tienen patente de corsario.
El maqui anarquista Quico Sabate se refugió en su casa cuando lo perseguían los reaccionarios. Hace ahora poco más de cuatro años que murió Lucio, y la puerta de su casa de París sigue abierta, de corazón".
¿Hay alguna canción a la que te cueste volver por el dolor que pueda llegar a producirte?
"La que abre el álbum, “Ida sin retorno”, habla de cuando una relación de convivencia se deteriora de tal modo que ves imposible seguir adelante, que ves que no puedes no ya vivir, sino sobrevivir, y aún con eso no quieres aceptar la realidad. Te aferras al pasado, los sentimientos de culpabilidad por querer abandonarle te castigan mas todavía y el agujero negro donde se encuentra tu amiga, pareja o hermano te arrastra hacia sus adentros.
La canción “He conocido el cielo” transcurre sobre tres paisajes vividos en la gran encerrona del Covid, y lo cierto es que el primero hoy todavía me rasca, no ya por cómo lo viví, no me dejé amedrantar e hice frente a la situación con coherencia, sino por el sufrimiento que he visto alrededor y los efectos que todavía hoy persisten, como es el auto-aislamiento, somnolencia, ansiedad, inmovilidad etc… Todo ello lo consiguieron a base de meter miedo, coaccionar y castigar de forma arbitraria y "fascistoide" mientras ellos, los pastores, la pasaban en sus chalets y fincas de piscina climatizada. Por otro lado, “Vacilón” es un tema que en los ensayos nunca repito".
Nos gustaría conocer cómo se presenta tu horizonte. ¿Hay más conciertos en el futuro cercano o algún proyecto personal en el que estés trabajando?
"Mantener una banda homogénea de seis personas teniendo en cuenta que cada uno tiene un ritmo distinto no es fácil, más cuando esta no es la alternativa real a corto plazo que va a sustituir tu trabajo remunerado, así que en la banda actual es probable que haya cambios para poder ir todos al unísono y seguir presentando el nuevo disco. Hay muchas horas de estudio y local de ensayo. En los conciertos realizados hasta ahora lo hemos pasado muy bien y nos ha valido para conocernos en el escenario. Las virtudes y las carencias se han podido destapar y ahora sé qué es lo que hay que hacer en el futuro.
Por otro lado, estoy trabajando en nuevos temas. He visitado en varias ocasiones al productor Carlos Creator en su Rock Studios de Bilbo, y también escribo en este momento el guion literario y el técnico de la canción “Que no se parta la noche". Será el cuarto videoclip del disco".
Me gustaría darle un cierre divertido a esta entrevista con una pregunta que voy a convertir en recurrente. En la película “Whiplash” (Damien Chazelle, 2014), el personaje que interpreta J.K. Simmons dice: “Si no tienes talento, acabarás tocando en una banda de rock”. ¿Estás de acuerdo?
"Posiblemente sea así, pero siempre será mejor eso que aguantar a un tío como este (el profesor), que como poco denota una sicopatía o padece de frustración galopante, y la verdad es que nunca me ha gustado tener en la banda a un virtuoso destapado. Es como encontrarte con ese conocido que sabes que si te pilla por banda te mete la chapa del siglo y además no se le puede llevar la contraria. Todo en uno. ¡Me quedo con el rock and roll!
Salud y vidorra a todo el equipo y seguidores de La Heavy".
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1 comentario
Buen tema como animado videoclip para lo nuevo de EKEKO EL PERRO.