Crónicas
Shirocco + DelSol
«Exprimiendo la vida»
3 febrero 2018
Sala El Perro de la Parte de Atrás del Coche, Madrid
Texto: Jason Cenador. Fotos: Génesis
Hay vida y mucha al margen de los grandes pabellones, de esos conciertos a los que todos los que rendimos devoción a la música queremos ir pero que también dan cabida a aquellos que solo mueven su trasero del bar de siempre cuando las bandas con más abolengo del mundo despliegan su invencible arsenal en su ciudad, olvidando durante el resto del año una pasión que, tal vez, habrían de ejercitar más para perpetuarla y garantizar que el día de mañana, habrá otros conjuntos con la misma munición en los mismos recintos.
Los valencianos Shirocco visitaban la capital para dar rienda suelta a las canciones de su segundo plástico, ‘La teoría de la transformación’, uno de los plásticos con más clase que el rock alternativo patrio generó el pasado año. Se presentaron el mismo día en que Metallica hacía rugir sus himnos en el Wizink Center ante dos decenas de miles de personas, y lo hicieron en una de las salas imprescindibles del circuito de la buena música en vivo en la capital, El Perro de la Parte de Atrás del Coche.
Habiendo dejado margen a una cena tempranera que amortiguase las bebidas espirituosas de la velada, el conjunto valenciano abrió la veda a las diez de la noche desplegando un rock cargado de melodía, con líneas vocales abiertas y contagiosas que deben su efectividad a la eficaz voz de su vocalista, Jorge Valero, quien también gobierna con tacto las seis cuerdas de su guitarra y sabe muy bien cómo encabezas una banda de rock en directo. A su lado, su hermano Alejandro a la otra guitarra y tras de él, la tercera hermana de la agrupación, Amparo, de descomunal pegada a la batería, y el tío de los tres, Juan Costa, quien aporta un halo de finura y elegancia con un teclado que cierra herméticamente el círculo. Ajeno a la consanguineidad pero tan integrado como un pariente más, David Asensio, el expeditivo bajista. Los cinco tienen a punto un vehículo de electricidad y fluidez musical inefable que avanza como la seda de principio a fin, sin necesidad de forzar la máquina. Solo dejándose llevar e imprimiendo el sentimiento que acompaña a las canciones, el show discurrió con total amenidad, empapándonos de la sideral experiencia de vivir la buena música en vivo, quien sabe si por parte de una banda que a la que el día de mañana se le quedarán pequeños lugares como este.
El repertorio estuvo focalizado en la mentada segunda obra, de la que destacaron piezas como “Eclipse”, sin duda una de las aventajadas que inauguró el show por todo lo alto con un estribillo que logra dejarnos sin aliento a las primeras de cambio; “U.F.O.”, repetida al final del show como cartucho extra e inesperado ante un público ya más numeroso; la magnética “Xibalba”, protagonista de su videoclip; la tornadiza y muy alternativa “Génesis”, dedicada por el vocalista a su pareja ahí presente; o “Amor mutante”, más favorable para balancear el esqueleto. Todas sonaron con limpidez y elegancia, portando la frescura de una banda en la flor de la vida, en el momento de exprimirla como un limón y seguir sacándole el jugo a su creatividad.
“Gracias a la vida por estar aquí”, decía un espontáneo y tímido David cuando algunos contratiempos técnicos aconsejaron que sustituyera su buen hacer en el bajo por un pequeño speech que hiciera liviana la espera a los concurrentes. Su compañero Jorge tenía más descaro a la hora de arengar al personal, pero esa inocente y casi bromista frase del encargado de las cuatro cuerdas vino a cristalizar que la cultura en directo es vida que los que tienen la ventura de poner en práctica comparten con aquellos que nos prestamos a aprovechar la ocasión. Los componentes de Shirocco están llenos de vida y lo logran contagiar sobre un escenario.
El segundo plato de la noche fue el combo madrileño DelSol, cuyo estilo bajaba sensiblemente el pistón de la intensidad de sus predecesores escorándose más hacia un indie rock/pop en el que la electricidad y lo acústico coexiste sin demasiados exabruptos. Con miembros de Laguna en sus filas, el conjunto ofreció un buen show ante una audiencia que ocupaba buena parte del local y que disfrutó de canciones como las que comporta su único EP hasta la fecha, ‘Rocas y luz’.
Se percibió sobre el tablado el buen hacer de sus integrantes pese a lo excesivamente alto de una voz no del todo empastada con una instrumentación, por ende, demasiado baja de volumen, y, sobre todo, el disfrute de aquellos a quienes les mueven sonidos más ligeros y vaporosos. Todo con la buena compañía de unos músicos, los miembros de Shirocco, dispuestos a disfrutar la noche como habían disfrutado su estancia bajo los focos. A disfrutar la vida y hacérnosla disfrutar, en definitiva.
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