Crónicas
Resurrection Fest 2018
«Gracias a su organización y la buena gente del pueblo de Viveiro, que nos recibieron con los brazos abiertos todos y cada uno de los días en los que se celebró el evento, pudimos vivir una experiencia increíble a nivel personal y musical»
Del 11 al 14 de julio de 2018
Viveiro, Lugo
Texto: Javier García Hualde. Fotos: Hughes Vanhoucke
En tiempos en los que los grandes festivales de música se han convertido en ratoneras llenas de gente, con organizaciones pésimas y unos servicios tan caros como deficientes, el Resurrection Fest se sigue presentando como una de las mejores alternativas musicales para los seguidores del metal en España. Siguiendo un modelo similar al de su hermano mayor, el Hellfest francés, el evento congregó a un gran número de seguidores en la localidad gallega de Viveiro.
El Resu de este año contó con varios campings, tanto gratuitos como de pago, una gran oferta gastronómica a precios razonables (sin llegar a ser populares) y, cómo no, con la cercanía del mar, que le amenizó las mañanas a más de un asistente. Los tres sponsors del festival, Monster, Thunderbitch y José Cuervo, desplegaron sus estrategias publicitarias cada uno a su manera y los movimientos de algunas de las marcas no estuvieron exentos de sordidez. Aún con todo, la organización para los fans fue sobresaliente y el ambiente fue distendido y cómodo en todo momento, sin aglomeraciones ni colas excesivas.
La primera jornada vino marcada por la Warm Up Party del festival, que contó con múltiples actuaciones en el segundo escenario del festival, el Ritual Stage. Mi jornada dio comienzo con el concierto de Riot Propaganda. El grupo de rapcore formado de la unión de componentes de Los Chikos del Maíz y Habeas Corpus desencadenó una intensa tralla de temas reivindicativos, incluido un cover de Eskorbuto: "Mucha policía, poca diversión". El buen rollo abundaba, la poca gente que pudo acudir a esta jornada previa al festival estaba rebosante de energía y ansiosa de música. Se sucedieron los primeros circle pits del festival. No fui consciente en aquel momento de que estos círculos de gente corriendo serían una constante en, prácticamente, todos los shows del festival. Otra constante de esta jornada fue el buen sonido del Ritual, que hizo las delicias de todas las almas que allí nos encontrábamos.
Jello Biafra fue el siguiente en actuar. El ex-vocalista de Dead Kennedys se mantiene en buena forma y, al escuchar su voz, juraría que no dista mucho de la de su etapa con la banda de San Francisco. Fans felices y exaltados comenzaron a arremolinarse bajo el escenario mientras la Guantanamo School of Medicine desgranaba su setlist, en el que no faltó la conocidísima "Holiday in Cambodia", que desató la locura colectiva. Esto no fue el final de la noche, ya que Ministry hacía de cabeza de cartel de este calentamiento. Acompañados de un muñeco de una gallina con el logo antinazi, los miembros del grupo de Chicago nos hicieron disfrutar tremendamente con su metal industrial.
Sonaron temas como “Antifa”, “Thieves” o “Just One Fix” en un set que se quedó un tanto corto pero que concordaba con una fiesta de presentación. El final de esta jornada vino marcado por Powerflo, otra banda de carácter reivindicativo formada por miembros de otros grupos como Cypress Hill o Biohazard. Senen Reyes se comunicó con nosotros en un español bastante ágil y nos hizo pasar un buen rato. Como curiosidad, cabe destacar que el grupo sacó una lámpara de una mano haciendo el gesto de los cuernos al escenario. Al día siguiente, pude ver la lámpara en la zona Pandemonium y, tras eso, en los puestos de merchandising. ¿Casualidad? Es posible. Sonaron temas como “Where I Stay” o “Made This Way”.
El jueves, segundo día de festival, ya contaba con todos sus escenarios y dispositivos activados. Sin embargo, la afluencia inicial de gente fue muy reducida hasta la media tarde. Bloodhunter, el grupo de Diva Satánic
a, actuaba a las 3 de la tarde en el segundo escenario. Por desgracia, no llegué a verlo entero, pero me pareció una lástima que no actuaran en un Main Stage que no se inauguró hasta más de una hora después. Con “Let The Storm Come” se producía el primer "wall of death". Los asistentes siguieron realizando varios "circle pits" a lo largo del concierto. Fueron unos 30 minutos donde tocaron canciones del primer y del segundo disco como "Eyes Wide Open", "Embrace The Dark Light", "The Queen Beast" o "Bring Me Horror", que fue la elegida para acabar. Era la primera vez de este grupo en el Resurrection Fest, y actuó con la misma formación a la que estamos acostumbrados a verlos en sus últimos conciertos: Diva Satánica poniendo la voz, Fenris a la guitarra solista, Marcelo Aires ya como batería oficial de la banda, más Éadron al bajo y Guillermo Starless (miembro de Sexplosion) a la guitarra rítmica. Les siguió Against the Waves, cuya actitud entusiasta, pese a salir tan pronto al escenario, resultaba sorprendente. Este era su segundo Resu, ya que también habían participado en la edición de 2013. Su sonido fue brutal, mezclando teclados, guitarreo y guturales en perfecta sincronía. El calor y la hora provocaron, sin embargo, una afluencia de gente más bien pobre, lo cual sería la tónica de las primeras horas de todas las jornadas del festival.
Llegó el momento de estrenar el Main Stage con una emotiva despedida. Dawn of The Maya daba su último concierto tras 12 años de actividad. Todos los asistentes, hasta los que estaban ahí para ver a otras formaciones, les mostraron su infinito respeto y admiración en este gran concierto, que sólo se vio amargado cuando la guitarra de Miguel García se estropeo a mitad de un tema en el que, además, invitaron al escenario al cantante de Tetsuo, banda que había actuado el día anterior. Sin embargo, la formación lo solventó con una tremenda profesionalidad y, tras un emotivo discurso de Igor Martínez, Dawn of The Maya consiguió acabar su concierto y decirnos adiós, aunque todos esperamos que tan sólo sea un “hasta luego”.
The Raven Age tocaba en el segundo escenario y no podía dejar la oportunidad de comprobar qué tal se desenvuelve el hijo de Steve Harris, George, guitarrista de la formación. Su propuesta musical mezcla los sonidos clásicos del heavy metal inglés con todas las corrientes más contemporáneas creando una combinación de lo más curiosa. “Promise Land”, “My Revenge” o “Angle of Disgrace” fueron algunos de los temas que sonaron durante el show. Como punto negativo a destacar, se notaban demasiado los efectos añadidos a la voz del cantante. Nada más acabar, comenzó a tocar Jinjer en el Main Stage. Su cantante es un portento y su voz recuerda a la de Alissa de Arch Enemy, pero con un toque más rasgado y personal. Su set fue corto, pero consiguieron ir calentando cada vez más a una masa de fans que aumentaba minuto a minuto.
Nuestro viaje continua en el Main: los maestros del trash metal Overkill salieron al escenario. Sonaron altos, muy altos, me atrevería a decir que incluso demasiado, hasta un punto un tanto estridente. “Mean, Green, Killing Machine” comenzó el concierto con una audiencia ya muy numerosa. Algunos de los mejores temas fueron “Coma”, “Infectious” o “Fuck You”, que hicieron disfrutar, sobre todo, a los más veteranos, que no veían muy atractivo el cartel que iba a continuación. Los circle pits se repitieron una y otra vez, la fuerza centrífuga generada en el Resu a lo largo de estos cuatros días ha tenido que ser increíble. El cantante de la banda, Bobby Ellsworth, interpeló con nosotros en un spanglish más que curioso y difícil de entender. Eso sí, dejó una cosa bien clara: “Aquí sólo hay una norma: Yo soy el jefe”.
Anti-Flag dio, sin lugar a ninguna duda, el mejor concierto de todo el festival. Su punk reivindicativo nos lo hizo pasar bien, pero eso no es lo mejor que tiene la formación. Lo que realmente les hace grandes es que aman la música, a sus fans y son fieles a sus principios hasta el final. Durante todo el concierto hablaron a favor del respeto a las mujeres y en contra del racismo, la xenofobia y la homofobia. Pero no sólo nos ayudaron a concienciarnos, sino que nos dieron una tremenda paliza jugando con nosotros en todo momento. Cuando no se hacía un circle, nos mandaban levantarnos a todos para después saltar, si no, nos ponían a cantar el estribillo de alguna de sus canciones. Brutal.
Muchos fans se encontraban en la zona esperando ya a Ghost, pero les resultó imposible no rendirse ante la calidad musical y la actitud de los de Pensilvania. Si bien al principio del concierto, mientras sonaba “Cities Burn”, la voz de Justin Sane sonó ahogada, no volvió a dar esa sensación en ningún momento más de su actuación. Llegando ya al final del concierto, el cantante gritó “¡No pasarán!”, haciendo una clara referencia a la defensa republicana de Madrid durante la Guerra Civil. Todo el público le acompañó en la consigna durante un buen rato. Justin llevaba, además, puesta una camiseta en la que se podía leer “FCK NZS”. Después, un cover de The Clash, el clásico “Should I Stay or Should I Go” revolucionó a la audiencia, que bailó y cantó hasta las últimas filas. Para acabar, la formación nos sorprendió sacando al escenario a los ResuKids. Para quién no esté familiarizado con el concepto, ResuKids es un servicio al estilo de los campamentos de verano para que los padres puedan dejar a sus hijos aprendiendo y disfrutando durante los días que dura el festival. Con los niños en el escenario, tocaron “Brademburg Gate”, pero eso no fue todo. Para rematar la canción, el batería bajó su instrumento del escenario para tocar con el público. Jamás había visto a un grupo con tanto desparpajo y atrevimiento, además de amor por sus fans. El setlist completo fue el siguiente:
Cities Burn / The Press Corpse / Fuck Police Brutality / Trouble Follows Me / Turncoat / All of the Poison, All of the Pain / This Machine Kills Fascists / The Criminals / Broken Bones / 1 Trillion Dollars / Sodom, Gomorrah, Washington D.C. (Sheep in Shepherd's Clothing) / American Attraction / This Is the End (For You My Friend) / Die for the Government / Should I Stay or Should I Go (The Clash) / Brandenburg Gate
Mientras esperaba al comienzo de Stone Sour, di una vuelta por el festival para escuchar rápidamente a algunos grupos que tocaban en otros escenarios y, en general, empaparme un poco del ambiente del festival. Me veo obligado a señalar algo que me resultó, como mínimo, bastante irónico. En un festival en el que pones un punto contra las agresiones machistas, en el que toca Anti-Flag y nos deja claro que el respeto hacia la mujer es una obligación, que “no sólo son vuestras hermanas, madres o amigas, son vuestras iguales”, resulta curioso que una de los sponsors pusiera a varias chicas de su marca a correr por el festival botella en mano -botella de la que, por cierto, dieron buena cuenta- para que la gente jugara a un juego en el que regalaban un chupito. El juego consistía en recibir un calambre de una máquina, que, por supuesto, llevaba un hombre. Entiendo que más de uno me podrá tachar de mojigato, pero que a estas alturas las marcas se sigan promocionando usando a las mujeres casi como ganado, sólo para que un montón de tíos a los que les resultan atractivas se acerquen, me parece indigno y más en un festival de estas características. La comunidad rockera es una de las más respetuosas y progresistas del mundo de la música, deberíamos ser un ejemplo para el resto del mundo y de festivales y, de esta manera, no lo estamos consiguiendo.
Stone Sour llegaba al escenario con muchas ganas de seguir la fiesta. Corey Taylor apareció con una camiseta del Resu y, mientras comenzaba el concierto, algún asistente me comentaba que estaba seguro de que el Resurrection Fest 2019 traería a Slipknot como cabeza de cartel. No sé si eso será verdad, pero puedo constatar que Corey Taylor dio un pedazo de espectáculo. Salió con mucha fuerza, casi agresivo al escenario y no dejó de intentar conseguir la atención del público, que comenzó estando algo frío, en todo momento. “Whiplash Pants”, “Rose Red Violent Blue (This Song Is Dumb & So Am I)” o “Fabuless” se fueron sucediendo a lo largo de un concierto lleno de pirotecnia y artificios que le añadieron un extra de espectáculo. Destacó también un genial Josh Rand a la guitarra, “el hombre mejor vestido de toda la banda”, como diría Taylor.
El show de Stone Sour fue similar a los que se han podido ver durante su gira por Europa, sobre todo a nivel de espectáculo. Destaca, al final, la salida de unos muñecos hinchables y de una pirotecnia que, aunque les toca, no les quema. No sé muy bien cómo está hecha pero, durante el Hellfest, Josh Rand también la puso a prueba poniendo su guitarra sobre el chorro ígneo sin que le ocurriera nada. Es algo de lo más curioso. Al acabar el show, Taylor dijo que “nos había pateado el culo un grupo de nerds” y, a continuación, comenzó a sonar “True Survivor”, la canción de David Hasselhoff grabada para la película "Kung-Fury". Si esto no es un show, que venga dios y lo vea.
Hablar del siguiente show implica intentar separar al fan del periodista con todas mis fuerzas. Ghost tocaba en el Main Stage con su espectacular montaje al estilo de una catedral. Era un concierto exclusivo en España. Lo que hiciera aquí el Cardinal Copia sería recordado durante meses y yo no podía estar más nervioso. Comenzaron con un portentoso “Rats” en el que se notó que los nuevos músicos de la formación le añaden un enorme extra de calidad. Sin embargo, la voz de Tobias Forge se notó al límite desde el primer momento del concierto. Es de esperar que pasar de conciertos de una hora a shows espectaculares de aproximadamente dos se note, pero se pudieron apreciar varios gallos provenientes de la garganta del líder de la banda sueca que indicaban que esta gira se le está haciendo bastante cuesta arriba a nivel físico. Sin embargo, el resto de elementos del concierto fueron perfectos. La instrumentación sonó bien, los Nameless Ghouls se mueven mucho más que al principio de la gira, especialmente la teclista, que tiene un carisma espectacular, y el Cardinal Copia realiza unas coreografías que hacen que su nuevo disfraz merezca la pena. Esto último lo noté especialmente durante “Cirice”, donde el líder del grupo se reclinó junto al borde del escenario y extendió la mano, como tratando de llegar a alcanzar la de alguno de los fans. El set estuvo configurado por todos los temazos del último disco junto a los de los anteriores.
No hubo momento para baladas ni respiros, lo cual, desde mi punto de vista, es un acierto, aunque me hubiera encantado poder escuchar “Life Eternal” en directo. “Dance Macabre”, “Miasma” (en la que apareció el Papa Zero tocando el saxo) y “Faith” se unieron a “Rats” como las únicas canciones en sonar del nuevo plástico. Los clásicos, por lo tanto, fueron protagonistas del show: “Ritual”, “From the Pinnacle to the Pit”, “He Is” o la celebradísima “Square Hammer” fueron algunas de las canciones de discos anteriores que sonaron durante el concierto. Para terminar, Copia dio una charla que se hizo un tanto larga antes del bis mientras recogía una rosa que uno de los fans le había tirado al escenario. Después, la banda acabó tocando “Monstrance Clock”, para acabar yéndose del escenario mientras el estribillo, pregrabado, sonaba durante unos minutos más. Esto último lo llevan haciendo desde hace ya varias giras y resulta una manera tan efectiva como interesante de despedirse.
At the Gates salió para rematar la jornada ante menos de un tercio de la gente que había acudido a ver a los cabezas de cartel. Sonaron espectacularmente bien, aunque estuvieron bastante cohibidos en la interacción con el público. No tiene que ser fácil actuar mientras ves un éxodo de gente masivo y a otros tantos, sobre todo al final de la actuación, sentados o incluso dormidos. Los suecos no dudaron en seguir con la tralla e intentar despertarnos con su death metal melódico. Sin embargo, actuar después de los cabezas de cartel tiene su precio y sólo los fans más fieles tuvieron fuerzas para verles totalmente integrados en el concierto.
El viernes la jornada comenzó con la actuación de Virgen en el Main Stage. La asistencia fue muy pobre, pero el cantante aprovechó la ocasión para bajarse del escenario y obligar a la gente a levantarse corriendo de un lado para otro y generando un circle pit por él mismo. El buen rollo se podía notar por todas partes. Uno de los principales problemas del día y una de las razones de que hubiera tan poca gente a la hora de la actuación fue que, apenas un par de horas antes de que comenzara la jornada, el Resurrection Fest anunció un cambio en los horarios, en el que todos los conciertos del escenario principal se adelantaban una hora hasta la actuación de Megadeth. Esta circunstancia también afectó a algunos shows del Ritual. No sé qué pasó exactamente, ya que se alegaron motivos logísticos, pero no puedo evitar pensar que, al menos en parte, fue culpa de los de Mustaine. Entiendo que la organización hizo todo lo posible por no cancelar ninguna actuación, pero, sea quien sea el culpable si es que lo hay, me parece que se faltó el respeto a los fans, de los que muchos no se enteraron de los cambios y no llegaron a ver a sus grupos favoritos, y a las bandas que tocaban antes de Megadeth, que pese a ser más pequeñas, se merecen el mismo respeto y consideración que cualquier cabeza de cartel. Lo peor es que este no fue el único incidente de la jornada, pero más adelante hablaremos de eso.
Una vez acabado Virgen, corrí al Desert Stage para intentar acabar de ver el concierto de Ciconia, que se había solapado con la actuación anterior. Por suerte, pude llegar a ver el último tema, que fue harto divertido. El bajista de la banda decidió hacer una conga que acabó con gran parte de los asistentes bailando en fila. Al final, con la mitad de la banda bajada del escenario, acabaron un concierto que pareció ser muy distendido y agradable. La banda tiró púas y baquetas e incluso bromeó un rato con los que se quedaron a seguir aplaudiéndoles. Muy bien por Ciconia.
No conocía a Rise of the Northstar y resultaron ser una agradable sorpresa. Sabía que eran franceses y me sorprendió ver que contestaron a la organización del festival en Twitter con un vídeo del anime japonés ‘Naruto’. Al verles actuar lo entendí todo. Los disfraces de aire asiático que se ponen para salir al escenario son espectaculares. Muchas de sus canciones, por supuesto, hablan de temas cercanos a los nipones y su cultura. “Demonstrating My Saiya Style” es uno de los temas que más brutales me parecen y, aunque en un principio el sonido estuvo un tanto desajustado, la banda sonó increíblemente bien y se notó lo mucho que agradecieron que tanta gente hubiera ido a verles después de los cambios de hora. Al igual que Anti-Flag, los franceses nos hicieron sentarnos a todos para luego levantarnos y saltar. A esta gente le espera un crecimiento tremendo y muchas más actuaciones en escenarios de grandes festivales y si no, tiempo al tiempo.
A la espera de Megadeth volví a pasearme por el festival con un objetivo claro, ir a ver a Kitai, que actuaba en el stand de Yamaha realizando versiones e invitando a quien quisiera a subirse a tocar con ellos. Los chavales se merecen más, eso desde luego, pero hay que quitarse el sombrero al ver lo bien que sonaban todas las versiones de clásicos que pude escuchar, sobre todo después de estar varias horas sin parar de tocar durante varios días. Espero que la próxima vez que nos encontremos sea escuchando sus canciones en un gran stage y no en una carpa, porque tanto su música como su actitud son brutales.
Llegó el momento de escuchar el último concierto de la gira de Megadeth. Una hora antes de lo previsto, el show comenzó mientras el recinto se llenaba hasta la bandera pese a los cambios de hora. Por más que me pese, hay que reconocer que los de Mustaine lo hacen increíblemente bien aunque tengan, al menos el primero, una actitud pésima (en ocasiones). “Hangar 18” comenzó un concierto que se convirtió en una verdadera locura. Hordas de fans entraban al stage emocionados y expectantes ante una de las actuaciones más anticipadas de todo el festival. Mustaine parecía estar algo flojo de voz al principio y no tenía la mejor de las caras. De hecho, no dejó de sudar ni un sólo segundo del show. Otro que hizo su aparición fue el bueno de Vic Rattlehead, la mascota de la banda y un competidor con Eddie the Head por el título de los personajes más queridos de todo el mundo del metal. Al final, Dave dio las gracias a todo el mundo, incluida la organización, por hacer posible el concierto. Eso sí, en ningún momento pidió disculpas por el tema de los horarios. También afirmó que volverían después de grabar un nuevo disco, esperemos que sea así, pero la próxima sin ninguna complicación. El setlist completo fue el siguiente:
Hangar 18 / The Conjuring / The Threat Is Real / Sweating Bullets / She-Wolf / Take No Prisoners / Tornado of Souls / My Last Words / Dystopia / Symphony of Destruction / Peace Sells / Holy Wars... The Punishment Due
Leprous fue la banda que peor parada salió del festival. Empezaron 10 minutos tarde pero lo solventaron con una retahíla de temazos como “Bonneville” y “Stuck”. La gente disfrutó muchísimo de la prodigiosa voz del cantante, que me recordaba, en algunos momentos, a la de Justin Hawkings, cantante de The Darkness, pero mucho más afinada y precisa. Los noruegos se constituyeron como la transición ideal entre las actuaciones de Megadeth y de Scorpions, pero, cómo no, algo tenía que salir mal. Mientras sonaba el último tema del concierto, ”Mirage”, y a menos de minuto y medio del final, el festival decidió que la banda se había pasado de tiempo y les cortó el sonido. Pude leer, después, que se les había prohibido estrictamente que su actuación excediera las 11 de la noche, pero Scorpions no iba a empezar puntual y un minuto y medio merece la pena a cambio de no disgustar a los fans. Entiendo ambas posturas, tanto la del festival como la de la banda, pero al final, los que salieron perdiendo fueron los fans. Aunque les cortaran el sonido, la banda acabó el tema -que acabó por ser casi inaudible- y se despidió, de muy mal humor, de los fans. Esta clase de detalles son los que alejan a un festival con tantísimo potencial como este de un Hellfest o un Graspop. Espero que en las siguientes ediciones no tengamos que volver a vivir situaciones como esta.
Scorpions salió al escenario con sus componentes llenos de energía y con una presentación audiovisual que dio muchísimo juego durante todo el espectáculo. La banda de Klaus Meine sorprende por la buena forma en la que se encuentra pese a la edad de sus componentes. Mikkey Dee, por su parte, está espectacularmente bien y, cada vez que las cámaras le enfocaban, era imposible no sentir algo de nostalgia de los tiempos en los que tocaba con el desaparecido Lemmy. Los alemanes no abusaron de las baladas, sólo metieron en su setlist dos o tres de las más conocidas pero, por lo demás, casi todas sus canciones fueron de lo más cañeras. El momento más embarazoso del concierto vino cuando, en los efectos visuales de la pantalla, se reflejó una gigantesca bandera de España que acompañaba a la retransmisión del grupo tocando. Sin entrar en temas de política, es un hecho que nuestra bandera no está tan bien aceptada como lo puede estar en otros países y eso provocó una situación un tanto incómoda que todos nos acabamos tomando a risa. Otro de los momentos clave del show fue la versión de “Overkill” que el grupo realizó como homenaje a Lemmy. La canción fue mucho más corta que la original, pero aun así sonó mejor de lo que me esperaba. Después, Mikkey Dee se marcó un solo de batería espectacular aunque un poco largo, que me recordó al del ‘Made In Japan’ de Deep Purple en el 72. Al final, la banda se despidió con “Big City Nights” sólo para volver con “Still Loving You” y “Rock You Like A Hurricane”.
Para casi acabar el día, Paradise Lost dio un conciertazo en el Ritual stage. Lo cierto es que, una vez acaba un cabeza de cartel, el sonido del segundo escenario acaba por sonar excesivamente bajo en comparación y, para grupos como este, no estaría de más colocar un Main Stage 2 en el que poder turnarse. “As I Die” y “Blood and Chaos” fueron algunas de las canciones más celebradas de toda la actuación, en la que, pese al tremendo éxodo de gente tras Scorpions, se quedó más gente que para At the Gates la jornada anterior.
Tampoco decepcionaron los albaceteños Angelus Apatrida, que contaron hasta con un animador vestido de pulpo subido al escenario. Su presentación de ‘Cabaret de la Guillotine’ está siendo todo un éxito y su cercanía con el público, al que hacen sentir que están entre amigos, les ha hecho ganarse el cariño de todos nosotros.
Los circle pits que se formaron durante el concierto fueron épicos hasta decir basta y la banda, que no contaba con Víctor Valera, su batería, se vio obligada a traer a un sustituto. Guillermo estuvo especialmente amable, hablando de que se había perdido a alguna que otra banda que le hubiera gustado ver durante el festival, bromeando con todos las ediciones del Resu que llevaban a las espaldas y hablando sobre lo difícil que era actuar después de “Los Alacranes”. Sus nuevos singles, “Sharpen the Guillotine” y “Downfall of a Nation” suenan brutales en directo. Angelus Apatrida jamás decepciona y, con suerte, seguiremos viéndoles actuar muchas más ediciones del festival.
Llegó la última jornada y todos estábamos al límite de nuestras fuerzas, pero ilusionados por dar todo lo que nos quedara en este fin de festival. El primer grupo al que llegué -tarde- a ver fue a Somas Cure. No pude ver más que el final de los madrileños, pero lo que oí sonó de maravilla. Eso sí, las primeras horas de la última jornada fueron un contraste brutal con las últimas, en las que KISS consiguió un sold out. El recinto estaba bastante poco concurrido, pero aun así los grupos se las apañaron para hacer las delicias de los que allí nos encontrábamos.
Seguimos con Aposento, que, con un calor de mil demonios, se atrevieron a salir al Ritual Stage a darlo todo. Pese al poco movimiento que se generó entre el público y a pesar de que muchos de los asistentes estaban a la espera de que Frank Carter les firmara un autógrafo, la banda dio un gran bolo y aguantó el tipo. Su tremenda tralla deathmetalera logró formar hasta un efímero circle pit. Espero poder volver a verles en mejores circunstancias, porque fueron una de las mejores bandas de apertura con las que me he encontré en todo el festival.
Oceans Ate Alaska precedieron a Tremonti en el Main Stage. Acompañados por dos amplificadores Orange personalizados comenzaron un concierto que sonó tremendamente alto, pero muy bien definido. Las colas de gente para las firmas estaban acabando y comenzó a llegar más público al Main Stage. La banda consiguió animarles con su contundente metalcore en un concierto que se pasó volando. Cabe destacar el tremendo estado de forma en el que estaba su batería, que igual que tocar también podría ser, fácilmente, levantador de peso. En resumen, los ingleses supieron caldear el ambiente perfectamente y,
cuando llegó Tremonti, la gente se metió de lleno en su concierto. El guitarrista de Alter Brigde se las apaña muy bien lejos de Myles Kennedy y lo volvió a demostrar una vez más bajo un calor abrasador pero con una química tremenda tanto con su grupo como con la gente. Como curiosidad, hay que destacar que a la realización se le escapó un plano del setlist durante un par de segundos en las pantallas, aunque, por suerte, era igual que el que han llevado en el resto de conciertos de su gira. El cantante y guitarrista afirmó que volverían a España pronto antes de tocar el último tema de su concierto, “Wish You Well”. Las palmas y los pogos no faltaron en ningún momento y el sonido, una vez más bastante alto, estuvo muy bien definido. Es un gusto poder acudir a un festival en el que se cuida tan bien este aspecto de los conciertos.
Tocaba un último paseo por las diferentes zonas del festival para buscar alguna curiosidad que poder contaros. Según me dirigía hacia la zona de foodtrucks, que, por cierto, tenían una grandísima oferta culinaria a precios más que razonables, reparé en que en el stand de Thunderbitch había una silla para tatuarse. No sé si alguien se hizo alguno o cómo se conseguían, pero mezclar alcohol y tatuajes me parece una idea bastante mala, a no ser que quieras acabar despertándote al estilo de ‘Resacón en Las Vegas’.
Prophets of Rage salieron ante la segunda audiencia más numerosa del festival, sólo siendo superados por KISS. Una marea de puños se formó nada más comenzar a sonar los primeros temas. Su guitarrista, Tom Morello, llevaba una pegatina que rezaba la frase “fuck Trump” en la parte de atrás de su guitarra. “Take the Power Back” y “Heart Afire” nos hicieron bailar y volvernos locos ante lo que estaba siendo un pedazo de espectáculo. El grupo se intentó comunicar en español con bastante éxito para emoción de los fans. “Hail to the Chief” fue la canción que mejor sonó de todo el set y casi de todo el festival, la ecualización fue sublime, especialmente en los bajos. Los juegos de sonido entre la guitarra y la mesa de mezclas con sonidos muy electrónicos tampoco se quedaron atrás. Tom Morello tampoco paró ni un segundo y no dudó en hacer un solo de guitarra con los dientes. La locura llegó hasta las últimas filas, miraras a donde miraras había gente bailando, saltando y pasándolo bien. Si Anti-Flag fue el mejor concierto del festival, Prophets of Rage fue el segundo. Frank Carter, que había estado actuando unas horas antes, también se unió a la banda al final de la actuación, marcándose un potentísimo “Killing in the Name Of” que sonó mientras en las pantallas del festival un enorme cartel enunciaba “Make Spain Great Again”. Al final, uno de los componentes de la banda dio las gracias al público pensando que estaba en Barcelona. Los fans se lo tomaron entre risas e incredulidad, pero todo el mundo estaba tan feliz después del tremendo espectáculo que la metedura de pata se quedó como una anécdota graciosa.
Llegábamos casi al final y Thy Art Is Murder era el grupo encargado de calentar el ambiente una última vez antes de la llegada de KISS. Antes del concierto llegué a ver una conga de gente cerca del Ritual Stage. Estábamos agotados, pero las reservas se dispararon ante la traca final. El concierto comenzó y el escenario se convirtió en una batalla campal en la que se formó más de un pogo de alta intensidad. Como contraposición, el grupo australiano volvió a sacar al escenario a los Resu Kids. La estampa era cuanto menos curiosa, un montón de niños pequeños compartiendo escenario con un grupo de deathcore mientras el público gira y se deja la vida en un éxtasis musical. Esa es la magia de esta clase de festivales, la unión de estilos y generaciones que sólo puede crear el metal. Antes de que el “grupo favorito” del padre del cantante de Thy Art Is Murder actuará ante un lleno absoluto, la banda se marcó un cover de “Du Hast”, que no hizo sino recordarnos a los cabezas de cartel del año anterior.
KISS son un producto comercial más que una banda. Desde que salieron al escenario demostraron estar muy mermados musicalmente, pero siempre conscientes de que lo que hacen es un espectáculo casi televisivo. Todos los componentes del grupo siempre sabían a qué cámara mirar y cómo hacer que el público disfrutara. Sin embargo, la contraparte fue la voz de Stanley, que suena muy deteriorada, “I Was Made For Loving You” sonó especialmente mal y resultó una decepción tremenda. Como curiosidad, había gente en una casa situada en las montañas cercanas al recinto que aprovechó la ocasión para tirar fuegos artificiales, no sé si con motivo del concierto de KISS o por su propia celebración. En cualquier caso, los de Simmons y Stanley no iban a ser menos y sacaron toda su artillería. Desde que bajaron de una plataforma en la primeriza “Deuce” hasta Stanley llegando en tirolina hasta la torre de sonido, pasando por el sangriento solo de bajo de Gene Simmons que, una vez despegó hacia la plataforma de nuevo antes de cantar “God of Thunder”, se tuvo que limpiar la sangre con un pañuelo que tiró al público. Me dio la sensación de que el bueno del bajista casi se atragantó o algo por el estilo, porque según tiró el pañuelo se puso a reír. “Love Gun” con la anteriormente citada tirolina, tuvo hasta pirotecnia al ritmo de la música. En definitiva, el show de KISS es muy divertido, entretiene y vende entradas, pero carece de la calidad musical que podría buscar un fan más purista del grupo. Al final “Cold Gin”, “Detroit Rock City” y “Rock And Roll All Nite” cerró este último concierto de la gira peninsular de la banda. Stanley nos invitó a gritar con él dado que, al acabar la gira, este sería el show “que recordarían”. No sé si será verdad, pero tengo claro que, para bien o para mal, este concierto se quedará en las retinas de todos los que asistimos al menos hasta la próxima vez que vengan, como acabó prometiendo la banda.
Para finalizar el festival, fuimos a ver a Eyehategod, que también acababan su tour. Los de Nueva Orleans se rieron de KISS y se mostraron soberbios y macarras. Eso sí, esa actitud no implicó nada malo, su show se presentó como una alternativa a Alestorm y Exodus para acabar el festival y tenían que jugar el papel de malos. El sonido no fue bueno, los micrófonos llegaron a pitar un par de veces y el concierto se hizo frío, tanto climática como ambientalmente. El cantante, tras anunciar que acababa su tour espetó: “Pero eso os importa una mierda, necesito un abrazo”. En definitiva, una rareza muy gamberra cerró mi experiencia en el festival.
Resurrection Fest 2018 habrá tenido algunos problemas, pero ha sido, sin duda, el mejor festival de toda España en esta edición. Gracias a su organización y la buena gente del pueblo de Viveiro, que nos recibieron con los brazos abiertos todos y cada uno de los días en los que se celebró el evento, pudimos vivir una experiencia increíble a nivel personal y musical. Espero que podamos vivir muchas más ediciones y que el festival siga siendo un ejemplo a nivel de organización, precios, limpieza y ambiente. También hay que felicitar, por último, a todos los asistentes, que se comportaron de manera ejemplar, sin causar ni un solo disturbio ni problema. Nos vemos al año que viene.
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2 comentarios
Muy buena crónica, estoy de acuerdo en casi todo: el súper concierto de Anti Flag, donde me hice unos cuántos quilómetros, y el de Morello y compañía, recordando viejos tiempos; la pobre voz del cantante de Ghost; la casi penita (si no fuera por lo que cobran) que dio Kiss; y, sobre todo, el lamentable suceso de cortarle el sonido al final del concierto de LEPROUS (les quedó el de sus propio monitores y con eso acabaron), y lo pongo en mayúscula porque para mí fue la mejor banda que pasó este año por el Resu. Ya sé que no hacen música para el gusto de todos, sobre todo para los que buscan fiesta y desfase, pero son únicos y extremadamente talentosos, especialmente su líder, Einar. Canela en rama.
Por cierto, Nick (Paradise Lost), para la próxima, antes de tocar, acércate a Viveiro dando un paseo y pide una de pulpo, una de lacón y una jarra de vino. Porque parecía que estabas en un funeral.
Cantante: "Hola, España!"
El público se vuelve loco
Cantante ondea bandera de España
El público abuchea, algunos por rebañeo, otros porque la odian, otros se callan, no sea que les mole y se transformen en Falangeitor.
En fin, que nuestra idiosincrasia es harina de otros costal 😀