Crónicas
Zurbarán Rock con Sonata Arctica, Ronnie Atkins o Vhäldemar: Un constante ascenso
«Zurbarán Rock volvía a Burgos con su potente propuesta de rock y metal en un evento gratuito con gran peso internacional con nombres como los de Ronnie Atkins o Sonata Arctica en su cartel»
12 y 13 de julio
Parque de San Agustín (Burgos)
Texto: Josep Fleitas. Fotos: Hughes Vanhoucke
Burgos se ha convertido en una de las capitales del rock 'n' roll y del metal en una buena amplitud de subgéneros, y todo ello gracias a la pasión y entereza de un buen puñado de fans, que con su confianza e ilusión hacen realidad un sueño que lleva ya siete ediciones de cumplimiento, no sin un esfuerzo que debemos valorar y alabar. A la asociación Metal Castellae nadie le ha regalado nada, y los apoyos que han obtenido se los han trabajado piedra a piedra. Apoyos que también debemos valorar en su justa medida, ya que, sin ellos, nada de lo vivido en esta edición de Zurbarán Rock hubiera sido posible.
Así que, desde estas letras no solo va nuestro agradecimiento por el trato recibido y la profesionalidad una vez más demostrada, sino que también va hacia todos aquellos que, de una forma u otra, hacen posible que este sueño se haga realidad. Un festival que crece tanto como la satisfacción de las bandas y de un público que no para de crecer, expandiéndose a muchas partes de nuestra geografía, e internacionalizarse, poniendo a Burgos en uno de los puntos más álgidos en cuanto a los festivales independientes de Europa se trata. ¡Felicidades!
Viernes 12
Como en ediciones anteriores, el enclave del festival se situaba en una de las arterias principales de la capital castellana y en una de sus plazas más carismáticas, la de San Agustín, lugar en el que más de 10.000 personas nos congregamos para disfrutar de la séptima edición de un festival en el que tanto bandas nacionales como internacionales hicieron que, durante dos días, Burgos se llenase de rockeros y buen rollo.
El festival no ha cambiado de ubicación ni de formato, pero sí ha contado con algunas novedades, como disponer de una pantalla en la parte media de la plaza y un escenario alternativo frente a la catedral de Burgos en el que se propuso un acústico recreado por parte de Skiltron. El festival en sí se divide en dos escenarios, uno de pequeño tamaño (Valdorrock) en el que el primer día iban a dejar su propuesta las formaciones Cheddar e Hijos de Overon, y el principal (Diario de Burgos), escenario que abrieron puntualmente los castellonenses Lèpoka.
Lèpoka
Aún con el sol invadiendo el espacio del festival y apretando en firme sobre él, el metal de hechura céltica del septeto castellonense se tornó en una más que buena propuesta para dar inicio a un festival que acertó con su incorporación y turno, ya que tanto el festivo rango de su música como sus etílicas y socialmente comprometidas letras propusieron un buen pistoletazo de salida.
Con un nuevo álbum en ristre (‘Dios está borracho’) y temas que ofrecían ese folk que se distribuye festivamente por el sonido de gaitas y violines unificados por las fuerzas del hard y el metal, bases que, bien injertadas, predisponen a saltar y secar gargantas como lo hicieron “Brindo por verte”, “Pandemonium”, “¿Dónde vas?”, “A las calles”, que fue cerrada con ese guiño a unos Metallica que el mismo día actuaban en el madrileño Estadio Metropolitano, o los inexcusables “El baile de los caídos”, “Chupito” y “Yo controlo”, himnos que fueron algunos de los momentos más celebrados en el concierto de estos juglares del folk-metal nacional.
Heavy Pettin
En su tour de siete fechas por el país, el denominado "Heavy Pettin Lettin’ Loose in Spain 2024", en referencia al 40º aniversario de la edición de su primer y mítico primer trabajo, el coproducido por Brian May, ‘Lettin’ Loose’, el quinteto escocés, que desde su retorno a la actividad en 2017 sigue en pie y dando zapatilla a esa NWOBHM que les dio bien de mamar pero no tanto como para que no se vieran eclipsados por otras formaciones que acabaron por crecer mucho más que ellos, supo concentrar sus fuerzas a base de riffs pretenciosos y temas pegadizos y bien gestionados, esos que en los ochenta llegaron a grabar en tres discos, cuatro contando con el directo ‘Heart Attack Live’ (1985).
Con la promesa de un nuevo larga duración en directo que está en trámite, en el Zurbarán sorprendieron por la buena puesta en escena y la efectividad que sus clásicos siguen disponiendo, en muy buena parte gracias a su cantante, Steve “Hamie” Hayman, quien desde 1981 defiende el micro en una faceta que actualmente enfatiza el exguitarrista de los Dare de Darren Warton, Richie “St. James” Dew.
Heavy Pettin distribuyeron un setlist basado en sus mejores clásicos, como fueron “Rock Ain’t Dead”, “Shout it Out”, “Sole Survivor”, “Rock Me”, “In and Out of Love” y esa parte más enérgica de “HellIs Beautiful”, “Break It Down” y “Throw Party”. Con mejor sonido que en el Leyendas de 2022 pero con la misma garra e inercia, el retorno de Heavy Pettin a nuestros escenarios es motivo de alegría, la misma que nos darían si se decidieran a editar un nuevo larga duración que diera relevo a ese “pasable” EP ‘4 Play’(2020).
Nightmare
Lo de esta banda francesa es una progresión de lo más extraña, y viéndolo desde el buen sentido, dinámica, ya que desde su fundación en 1979 ha ido pasando del heavy clásico al hard rock, de éste al prog power y seguido al power, al thrash y al death melódico, una carrera en la búsqueda de identidad, de encajar de alguna forma en los estilos de moda o de evolucionar para mantenerse vivos. Sea como sea, es loable que una formación, con sus altos y sus bajos, siga en la brecha tras cuarenta y cinco años de historia.
En esta ocasión, los Nightmare que pudimos ver se alejan de aquellos que me embelesaban con sus detalles de estructura clásica y definiciones melódicas, algo que ahora se ha reconvertido en ese death metal con esencia a lo que a otro nivel realzan bandas como Arch Enemy, sobre todo gracias a la incorporación de la expresiva y comunicativa Barbara Morgore en unas voces entre melódicas y guturales.
Como siempre, hay para todos los gustos, pero a mí no me encajaron. Llamadme raro y lapidadme si queréis.
Ronnie Atkins
Tocaba el turno a todo un luchador, un irreductible y tenaz guerrero al que su lucha contra el cáncer de pulmón no ha hecho desfallecer ni dejar lo que más le gusta hacer, cantar. Tras haber pasado tiempos irregulares en Avantasia, en esta ocasión Ronnie ha demostrado estar en un espectacular estado de forma, tanto o más que la formación que le acompañaba, formada esta por el exbatería de Royal Hunt y Cornestone y ahora en Pretty Maids Allan Sorensen, el bajista de The Poodles y ahora en King Diamond Pontus Edberg, y a las guitarras el actual miembro de CyHra Engel Jan Marcus Sunesson y el también compañero de Ronnie y Allan en Pretty Maids, Chris Laney, quien a la vez ejerció de teclista.
El quinteto fue un torbellino sobre un escenario en el que solo fallaron los efectos pregrabados y los coros, que, aunque Chris y Pontus simulaban ejecutarlos, era demasiado evidente que su faceta era solo de maquillaje, el resto estuvo de excelencia, destacando la buena comunicación, entrega y voz que Ronnie Atkins mantuvo en un setlist repleto de ese hard rock que, recreado en sus tres trabajos en solitario, se balancea entre lo melódico y lo ampuloso.
De él cabe destacar las evoluciones entre el festivo “If You Can Dream (You Can Do It)”, el directo himno de Pretty Maids “We Came to Rock”, la power ballad “Make It Count”, la contundente “Paper Tiger” o “Soul Divine”, balada emotivamente dedicada al abuelo de Atkins; “Real”, pieza apoyada por unos coros tan grandilocuentes como enervantes; la pasional “Unsung Heroes”, o ese remarcable “Trinity”, que da nombre a su tercer y, hasta la fecha, último trabajo en solitario.
Todo sonaba a la perfección, el set estaba especialmente bien conformado, la voz de Ronnie brillaba de una forma muy especial, la banda sonaba de lujo y, para acabar de rematarlo, a “A place In the Night” y a “One Shot” se les unió ese hiriente espectáculo musical llamado “Little Drops of Heaven”, que nos dejó sin aliento.
Tras el clásico de Pretty Maids, llegaron los bises con un triplete de esos himnos de los Maids que pusieron todo patas arriba, elevando no solo el ambiente sino también unos decibelios que debieron escucharse hasta en la catedral.
“Future World”, “Back to Back” y “Rodeo” fueron los arietes que derrumbaron nuestras gargantas y nos mostraron que, como decía al principio de la crónica, Ronnie Atkins dio muestras más que fehacientes de estar en buen estado de forma y salud, además de contar con un estado vocal absolutamente privilegiado. Sin duda, fue lo mejor de la jornada y, a mi entender, el mejor show de todo el festival.
The New Roses
Tras las últimas actuaciones de The New Roses en nuestro país, la incorporación de los germanos por la inesperada caída de las mexicanas The Warning fue un acierto a destacar por parte de la organización, sobre todo tras el espectacular concierto que dieron el pasado año en el Leyendas del Rock. Aquello fue una locura de show que superó en mucho las anteriores cuatro veces que había podido verlos en directo.
Aunque poco o nada tienen que ver musicalmente con The Warning, The New Roses hicieron un concierto repleto de temas que nos hicieron cantar, saltar y bailar desde el minuto uno. Eso sí, aunque ahora el combo se completa como quinteto, la ausencia de Dizzy Presley a las guitarras se deja notar a la hora de impregnar de potencia los himnos más directos de los de Wiesbaden (Frankfurt).
Que Timmy Rough es un gran frontman que sabe meterse al público en el bolsillo desde el primer momento del show está fuera de cualquier duda, y que la banda se emplea en consecuencia es una realidad de lo más irrefutable, pero en esta ocasión, aunque fue un muy buen show, la banda (no Timmy) me dio la impresión de estar algo floja, quizás por el mismo recuerdo del conciertazo que se marcaron en el Leyendas.
Comparaciones a parte, The New Roses propiciaron una gran fiesta en la que el rock 'n' roll repleto de himnos de carretera brilló de una forma muy especial en himnos como el que fuera primer adelanto de su último trabajo, “The Usual Suspects”, que encendió un ambiente que no bajó durante la hora y poco más que tuvieron para deleitarnos con otros himnos como ese directo y tan Scorpions “The Lion in You”, los intensos “It’s A Long Way” y ese “Nothing But Wild” que se reventó al máximo nivel antes de que la balada “Al I Ever Needed” nos diera un poco de respiro y de romántica ambientación, provocada ésta por el efecto de los centenares de luces que desde los móviles iluminaban el repleto espacio de la plaza.
La fiesta continuaba y Timmy no paraba de animar, saltando y provocando el efecto eco en el público gracias a temas como “1st Time For Everything” o esa opulenta versión del mítico “Rockin’ In A Free World” de Neil Young.
Con todo por lo alto, tocaba el turno de agasajar a las damas dedicándoles ese intenso rock 'n' roll que a toda revolución se encuadró en “Gimme Your Love”. El ambiente calentaba la bajada de temperatura (literal) que habíamos sufrido, y para hacerlo más ardiente, Timmy bajó al público para entonar un espectacular “Glory Road”.
El show finalizaba y los últimos cartuchos de éste se quemaron a base de obuses del mayor de los calibres, así “Forever Never Comes”, “Down by the River” y el inevitable “Thirstin” atronaron dando como excelente este nuevo concierto de unos The New Roses que, según me comentó Timmy, están ya componiendo nuevos temas para un álbum que, posiblemente, salga el próximo año.
Dark Embrace
Tanto la hora como el estilo, el retraso en la salida a escena y el frío que reinaba en la madrugada de Burgos, fueron los complementos que hicieron que la plaza quedase a algo menos de la mitad de capacidad de lo que tanto Ronnie Atkins como The New Roses habían llegado a congregar.
Eso no fue motivo de desconsuelo para los gallegos Dark Embrance, que con mucha actitud desplomaron su death metal de estilo vikingo, léase Amon Amarth, o como ellos lo rebautizan, dark heavy metal, impregnaron temas intensos como “Never See the Sun” o “Life and Legacy”, temas tras los que, sintiéndolo mucho, tuve que retirarme, ya que un dolor de garganta tan punzante como tragarse cuchillas de afeitar y el cada vez más incipiente frío hicieron que tuviera que dejar el frontspace para buscar remedio a lo que, aun así, al día siguiente se convirtió en una fuerte afonía que prácticamente llegó a enmudecerme totalmente.
Sábado 13
Acertadamente, el festival da inicio a los conciertos por la tarde. Mientras el viernes estos se inauguraron a las 18:00, el sábado se adelantaban a las 16:30, lo que permitió descansar y hacer turismo por una ciudad con tanta oferta como posibilidades.
Como novedad, frente a la mítica catedral gótica, la asociación Metal Castellae había propuesto un pequeño escenario alternativo (escenario Fundación Círculo Catedral) en el que el multinacional quinteto, reconvertido en cuarteto para la ocasión, Skiltron, iban a ofrecer un concierto en acústico. Un acto que contó con un buen número de feligreses que llenaron la plaza del Rey San Fernando para disfrutar del folk-metal de ámbito melódico que durante una hora dispusieron a todo aquél que quiso acercarse a curiosear y, sobre todo, a disfrutar de la música y el buen ambiente.
MortSubite
El sexteto burgalés MortSubite era el encargado de abrir las puertas a este segundo día del festival, y lo hicieron a base de trallazos repletos de death/metalcore puncionado a dobles voces. Con buenas ganas, y aunque los cantantes le dieron cera a los micros, el resto de la banda estuvieron algo faltos de actitud y comunicación. MortSubite actuaron en el festival por méritos propios, ya que fueron los ganadores del concurso organizado por la asociación Metal Castellae en Las Candelas, derecho que aprovecharon en temas de acción descarnada como lo fueron “Ekpyrosis”, “Vórtice”, “Clepsidra” o “Pigmalion”.
Tuvieron buena respuesta por parte de un público que, a pesar de la poca comunicación recibida, sí acogió bien la propuesta de unos oriundos que, aunque llevan en activo desde el 2010, permítaseme el consejo en positivo, deben pulir más su escenografía e intentar obtener un feedback más cercano con el público.
Temple Balls
Desde Finlandia y con mucha expectación, llegaba el quinteto de incipiente hard rock Temple Balls, una de las bandas que, a priori, más motivación tenían en el ámbito de lo melódico.
Volvíamos al mismo punto que esperaba no fuera sin retorno. Si bien la tecnología está para apoyar y, si se puede, mejorar, llevar los teclados pregrabados en una banda de rock melódico se ve tan extraño como llevar calcetines calzando chanclas. Aún así, la banda fue enfática y muchos de sus temas lograron esa conexión que los torna en dinámicos y festivos, algo que Temple Balls consiguieron gracias a la comunicación y simpatía que el cantante Arde Teronen mantuvo en todo momento, y a la expresividad del resto de la formación, destacando en ello el expresivo bajista Jimi Välikangas, quien me recordó, tanto en imagen como en movimientos al productor del que hasta la fecha es su último álbum, ‘Avalanche’, el también bajista Jona Tee (H.E.A.T).
En lo que a musicalmente se refiere, los temas de ámbito festivo y dinámico fueron las puntas de lanza en las que Temple Balls bañaron su set con efectivas y potentes bases y dosis de guitarra prensadas en himnos como “Stranger”, “Hell and Feeling Fine”, “Dead Weight”, el favorito en 'Avalanche' de Arde, “Prisioner in Time”, o los más comerciales y de efecto directo en la conexión con el público, “Let’s Get I Go”, “Trap”, “Bad Bad Bad” y ese atronador “Thunder from the North”, con los que dieron por buena la actuación de una banda que, repito, por el ámbito musical, deberían corresponder a llevar teclados en directo y no términos enlatados.
Skiltron
Ya habíamos podido verlos durante el acústico que antes mencionaba, y la verdad es que en acústico no me apasionaron, pero hicieron un buen papel ante la catedral. Lo reconozco, no puedo llamarme ni fan ni seguidor de su propuesta, pero sí me sumergí en su directo con mente abierta, aunque el sonido que obtuvieron desde la mesa era excesivamente alto y agudo, lo que hacía que los instrumentos principales para la formación, como la gaita, sonasen chirriantes en el power céltico que este cuarteto plurinacional devengaba.
Con miembros de Italia, Francia, Finlandia y Argentina, Skiltron sí conectaron con la mayoría de un público ávido de power metal de fácil acceso, como lo era el incluido en temas como “As we Die”, “Hate of My Life” o el homónimo a la formación, “Skiltron”, que provocaron una intensa marea de brazos al aire y entonaciones hímnicas.
Vhäldemar
Ya clásicos en la escena power/true en el país y reconocidos extrafronteras, el quinteto de Baracaldo se mostró sólido y directo, saliendo a darlo todo tras la intro del mítico “Fighting the World” de Manowar. Con llamaradas como distinción frente al resto de propuestas y la intensidad que imprimen al estilo, Vhäldemar hicieron valer tanto su capacidad como su ya largo bagaje para envolver a un público que disfrutó tanto con los relevantes himnos de la formación como de las largas y simpáticas charlas y parrafadas que el siempre efusivo vocalista, Carlos Escudero, dejaba ir entre tema y tema, alguna de ellas en plan monologo y contada desde la torre que servía las veces de palco para personas con discapacidad y de soporte a la pantalla central en la que los más rezagados podían ver las deambulaciones de las bandas sin tener que recurrir al efecto hormiguero que se crea cuando uno está demasiado alejado del escenario.
Así, frases como: “Venga, vamos a cantarla todos juntos que esta os la sabéis, si no, cogemos el portante y nos volvemos a casa, a nosotros nos la pela”, “dicen que si queremos tocar más que corte el rollo, así que vamos al tajo” o “esta se la dedico a mi chorba, que no ha venido”, se alargaban, pero proponían unos momentos de simpatía y provocaban risas entre la ejecución de temas potentes y bien aliñados como los reconocidos “Death To the Wizard”, “Old Kings Visions (pt VII)”, “Devil’s Child”, la dedicada a la chorba de Escudero, “Howling At the Moon”, y la final “Energy”.
Buena disposición de guitarras por parte de Pedro J. Monge, unos teclados ambientadores y unas bases aplastantes fueron el motivador alcance con el que Vhäldemar hicieron disfrutar a los seguidores del true más dispuesto. Aun les quedan festivales que recorrer (27 de julio Metalfox Fest, 9 de agosto Leyendas del Rock, 17de agosto Bodega Rock, 24 de agosto Castrillo Metal Frest y 7 de septiembre Festival La Púa) y una sala (21 de septiembre en La Bóveda de Barcelona) para cerrar este ‘Sanctuary of DeathTour 2024’.
Crashdïet
La exbanda de Tobias Forge, líder y cantante de Ghost, que en Crashdïet ejercía de guitarrista haciéndose llamar Mary Goore, era una de las más destacadas motivaciones en el cartel del festival, con el sleaze salvaje de sus éxitos más rotundos, sobre todo los primigenios, esos que entonaba de una forma salvaje y despiadada el malogrado en 2006 Dave Lepard (D.E.P.), a quién tuve el placer de conocer. Como curiosidad, comentar que en 2007 Crashdïet grabó el álbum que estaba preparando con Dave, pero sustituyendo la voz de Lepard por la de Olli Herman, quien tras no entenderse con el resto de la formación dejó esta para, tiempo más tarde, fundar Reckless Love. Estos detalles dan a entender el porqué por algunos fans Crashdïet está considerada una formación de mala fortuna.
Con lo que al concierto respecta, el cuarteto de Estocolmo eligió bien el set con el que motivó a la hora de crear seguimiento, pero a la banda le faltó esa rabia, esa mala leche que recordaba en ellos años atrás. Aún así, hubo rastros de aquella energía que electrizaba los alrededores de sus macarras conciertos, sobre todo con sus hits más reconocidos, como fue el caso de los convincentes y muy disfrutados “Cacaine Cowboys”, “Together Watever”, “It’s A Miracle”, “Breakin’ the Chainz”, “We Die Hard” y “Generation Wild”. A nivel personal, el de Crashdïet fue uno de esos conciertos en los que, sin duda, te lo pasas muy bien, pero del que esperaba aún pasármelo mejor.
Supremacy
Y saltaba la sorpresa del festival, al menos para la gran mayoría que aún no habíamos tenido la fortuna de poder ver en directo a esta banda que utiliza el hard rock melódico y raciones de buen A.O.R. para desvelarse como una de las grandes alternativas en el futuro del estilo, algo que ya demostraron en su más que recomendable álbum que editaron el pasado año 2023, ‘Influence’.
Supremacy se formaron en la capital de Colombia, Bogotá, aunque actualmente algunos de sus miembros se ubican en nuestro país. El cuarteto cuenta en su line up con el cantante brasileño Gus Monsanto, que prestó su voz en los Revolution Renaissance de Timo Tolkki así como en los Adagio de David Readman (sustituto de Andy Deris en los Pink Cream 69 de Dennis Ward) y en los míticos norteamericanos Takara. Con esta carta de presentación y la expresividad y técnica que tanto el virtuoso guitarrista Danny Acosta como el explícito bajista Pauly Saint-Lyonne y el hábil batería Diego Acevedo demostraron en un espacio tan apretado como lo es el escenario Valdorrock, sin duda les hace merecedores de contar con ellos para engalanar el escenario grande en ocasiones venideras.
Supremacy contaron con muy buenos detalles de comunicación, lo que hizo que, aparte de musicalmente, conectasen muy directamente con un público que lo pasamos muy bien disfrutando de temas como “No One Like You” (en el que en su vídeo cuentan con la colaboración de Jsakob samuel de The Poodles), “My Time”, “Mr Big Shot”, en el que, en estudio, el exhacha de Kiss Bruce Kulick prestó un solo, o ese enervante final que el cuarteto firmó con “Sin Paradise” y una buena versión del “Rainbow in the Dark” del siempre añorado R.J. Dio que puso todo del revés. Lo dicho, esperemos que vuelvan al festival con más tiempo y mejor espacio ¡Se lo ganaron a pulso!
Sonata Arctica
Debo ser sincero y reconocer que poca motivación tenía por volver a ver a Sonata Arctica en directo tras las tres últimas actuaciones a las que había podido asistir de ellos en bastante dilatado espacio de tiempo, pero, también debo reconocerlo, en esta ocasión Sonata Arctica, o más bien debo decir Tony Kakko, me sorprendieron muy positivamente, tanto que este concierto me ha hecho retomar las esperanzas de volver a contar con una banda que se deja de planteamientos místicos y va a más a amasar para recrearse técnicamente y proponer energía de manera exponencial, algo que en el Zurbarán tuvimos la fortuna de reencontrarnos.
Eso sí, Tony no ha perdido las disertaciones con las que ya es habitual que nos entretenga entre tema y tema, pero al final esa parte fue la menos importante, ya que la banda se mostró plenamente inyectada en una adrenalina que cubría todo el espacio del parque de San Agustín gracias a un setlist muy equilibrado, una voz y actitud que sorprendió en un Tony casi irreconocible y una banda explosiva y dinámica, sobre todo por parte de las guitarras de Elias Viljanen y los teclados de Henrik Klingenberg, que estuvieron majestuosos en las aplicaciones que los nuevos “Dark Empath” y “California” contenían y, cómo no, en esos hits que todos esperamos sean de lo más explícitos, expeditivos y motivadores, como lo fueron “I Have A Right”, “FullMoon”, “The Cage” y “Don’t Say A Word”.
En el set también hubo tiempo para una parte más emotiva, en la que Kakko comentó: “Esta parte suelo hacerla con mi guitarra acústica entre mis manos, pero alguien me la ha escondido y no la encuentro…”, una simpatía que se trasladó a la emotividad que tanto “Tallulah” como “Replica” sostienen. ¡Así sí!
Daeria
Desde Barcelona llegaba la mayoría de unos Daeria que, al igual que Supremacy, reclamaban a través de su calidad el poder regresar al festival rellenando el espacio del escenario principal con su propuesta.
Tras un éxito que les ha llevado a ser seguidos por gran parte del globo y haber obtenido más de cinco millones de reproducciones en YouTube y de dos millones en Spotify, Daeria iban a dar un concierto repleto de energía y motivación en un escenario en el que el quinteto poco podía hacer para expresarse físicamente, algo que suplieron yendo directamente a degüello empalmando tema tras tema para aprovechar al máximo un tiempo que sirvió para que los muchos seguidores de la banda se explayaran con ella, sobre todo en las ejecuciones que “Alquimista”, “Fénix” y esa soberana que corta cabezas, “Reina de Corazones”, nos propusieron.
Gran concierto, en el que el power metal melódico y sagaz brilló con luz propia. Esperemos que pronto lo haga también por el efecto de los focos del escenario mayor.
Jenner
El final del festival llamaba a la puerta de salida, pero antes quedaba una ultima salva que quemar, la que propusieron las thrashmetaleras serbias Jenner.
Como demandan los cánones más ortodoxos del estilo, Jenner se presentaron en formato de trío para regalarnos un muy buen cierre de festival, y aunque alguna voz crítica envolvía en niebla el punto agudo de la voz de Aleksandra Stamenkovic, quien también apunta las rasgaduras a las seis cuerdas, lo cierto es que Jenner realizaron un buen concierto, en el que supieron comunicar, incluso en buen castellano, con un público que las recibió con los brazos abiertos y las despidió con merecidas ovaciones gracias a su entrega y buena disposición en su set.
Destacaron piezas de artillería pesada como fueron “Prove Them Wrong”, “Factory of Fear”, “The Test of Time”, “Down in the Pit”, cantada con la complicidad de un cantante (no me quedé con su nombre) y de ese final propuesto por “Never Say Die” (nada que ver con el clásico de Black Sabbath) y un más que expeditivo “Laws of the Weak”.
Jenner demostraron que fueron una buena apuesta para cerrar un festival que, año tras año, sigue evolucionando a mejor en todos los aspectos y sentidos, así que, hasta el Zurbarán Rock 2025. ¡Os veo allí!
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1 comentario
Extenso resumen hacia uno de nuestros mejores festivales metaleros como es el ZURBARAN ROCK burgalés y donde todas las bandas dentro de sus respectivos estilos estuvieron brutales.