Crónicas
Ziryab + Silveranto: El arte del rock and roll
«No hubo tiempo para pensar en otra cosa que no fuera disfrutar de una noche plena de talento y música con mayúsculas»
19 mayo 2023
Sala Fun Club, Sevilla
Texto y fotos: Jesús Manuel García Barba
Hacía meses que había oído hablar de Ziryab. Sólo sabía que eran andaluces e imaginaba por su nombre que su estilo iba en una onda a Triana, Medina Azahara, Guadalquivir, etc... No había tenido tiempo de dedicarle una escucha a su disco, ni siquiera a un tema suelto, pero a poco más de una semana de su actuación para presentar su disco 'El arte de vivir' junto a los sevillanos Silveranto hice mis deberes y escuché por primera vez el disco e investigué su trayectoria para no ir a ciegas a presenciarlos en vivo. Me quedó clara una cosa: lo de estos malagueños, sencillamente, no tiene nombre.
Una media hora después de que accediera a la sala, y por decisión de los propios Ziryab, serían ellos los que abrirían la noche.
Por motivos de espacio y logística prescindieron de las programaciones que llevan con intros y ambientaciones previas o posteriores para algunos de sus temas, con lo que el concierto, pensé, pasaría a ser algo más “informal”.
Me cogió de sopetón. No recordaba en ese momento como empieza el disco y tampoco sabía con qué tema comenzarían su directo. “El arte de vivir”, tema que da título a su disco con temas propios, me llegó al pecho con ese ritmo breve del comienzo, donde la voz de Mario Archidona entra casi sin esperarla, haciéndose protagonista de la melodía. Matices, colores, pasión, eso que los cursis llaman “filin”, que no es otra cosa que sentimiento, y que en nuestra tierra lo traducimos a "quejío".
Cobra protagonismo la guitarra flamenca en manos de Mario, punteando por encima de una eléctrica sobre la que su guitarra solista, William McShepard, acaricia melodías de acompañamiento mientras el progresivo atrapa la canción con el aditivo flamenco del cajón (Isaac García), el teclado distorsionado (Daniel Fernández) y el bajo sinuoso (Esteban Somosierra) que va de la mano de una batería acompasada con ritmos entrecortados que parecen interrumpirse, que no es otra cosa que la pericia de Dave Arroyo tras los parches.
Recta final de la canción, y es ahora el teclado el que toma el papel protagonista para darle el testigo de nuevo a la guitarra eléctrica, encontrándose con otro elemento más tan del flamenco como son las palmas, para desembocar juntos en un final pausado que casa perfectamente con el ritmo de inicio.
Creo que podría decir que este primer tema aglutina todo lo que es la música de Ziryab, pero también debo decir que tienen otros ingredientes que, además de hacerlos especiales, hacen que se desmarquen de lo que había escuchado nunca.
Evidentemente, a cualquiera que esté familiarizado con la música a la que se bautizó como Rock Andaluz le vienen a la mente grupos como Triana, a la que ellos homenajean de maravilla y de manera tan personal, Medina Azahara, Alameda o Cai, aunque, en mi opinión, se alejan de esa etiqueta, estando más cerca de crear una propia de la que aún no se ha escrito nada.
Si hay grupos que mezclaron el rock con influencias de flamenco con más o menos acierto de uno o de otro estilo, nadie había mezclado el flamenco puro, como el que canta y domina Mario, con el heavy metal. Sólo Fausto Taranto o Lagartija Nick, como él mismo me comentó, se ha acercado a esa fusión cuando estos últimos unieron su talento junto al de Enrique Morente para crear 'Omega'. Tenían el flamenco, sí, pero no llegaban a tener el heavy metal.
“Canción de abril” me trae a la cabeza a esos tunecinos que también son algo fuera de lo normal, Myrath. En el caso de estos últimos se puede decir que son el máximo exponente en la fusión de heavy metal, música árabe y rock progresivo, y en España faltaba esa banda que se atreviera a hacer lo mismo con el flamenco.
Esa banda ha llegado y lo ha hecho a lo grande. El equilibrio que logran en sus composiciones de estos tres estilos tan distintos entre sí y difíciles de combinar acertadamente no es fruto de la casualidad, lo es principalmente del enorme talento que hay en cada uno de sus músicos cuando lo plasman en directo y sobre todo a la hora de componer.
“Sr. Troncoso” sonó espectacular. Me hubiese encantado que Eduardo Rodríguez Rodway hubiera estado allí, porque seguro que se le hubiese erizado el vello como a mí en más de una ocasión. Logran transmitir la magia de Triana con el máximo respeto, y a su vez consiguen lo que nadie ha hecho hasta ahora, transformarla sin dejar de ser reconocible.
Y es que no es lo mismo versionarla dándole unas leves pinceladas, que fácilmente vienen dadas por el timbre de voz de quién canta o una guitarra eléctrica más presente, haciendo otra versión de rock andaluz, que hacer de una canción de rock andaluz una versión flamenco-metal-progresiva, añadiéndole nuevos sonidos y un final netamente heavy.
“El Duende del cajón” es una nueva clase magistral de flamenco por parte de Mario, y lo puedo decir yo que me crié escuchando en casa a algunos cantaores que seguro él conoce bien.
“Recuerdos de una noche” y “Aroma fresco”, de nuestros universales Triana hacen un paréntesis en ese disco duro de nuestra memoria que muchos tenemos en el sur, para volver con temas propios y tomar la recta final de su actuación.
En “Elixir” me llama la atención el curioso riff de guitarra del comienzo, así como el ritmo de una batería con el que te viene a la cabeza el trote de alguien que va a caballo. La melodía del estribillo es sencillamente maravillosa, como maravilloso es también el tema que viene a continuación, titulado “Evanescencia”, en el que la melodía de guitarra sí que me traen sonidos árabes que se solapan con unas palmas que han sido constantes en casi la totalidad de la actuación.
La voz de Mario Antequera acerca el canto andalusí o incluso sefardita (son innegables sus influencias en nuestra música) a este cóctel sonoro, y en este tema en concreto, un poco más, uniendo esto a través de un puente de piano con el punteo heavy metal de William, sumergiéndose para aparecer a flote de nuevo y acompañar al estribillo por última vez hasta el final de la canción.
Era evidente que el final del concierto iba acercándose, pero sabíamos que aún quedaban un par de temas candidatos a sonar. “Mundo de cristal”, con una letra sobrecogedora sobre el Alzheimer, nos “Abre la puerta” de nuevo como broche de oro para cerrar el pequeño homenaje a aquel triángulo único que se logró crear en Sevilla entre San Pablo - Puerta Carmona - Macarena.
Se marchaban, no quedaba tiempo para casi nada, pero al igual que las propinas en algunos que otros países son obligadas, o casi, aquí los bises, aunque fuera uno, tenía que caer. Y nos faltaba “Ánima”, en cuya letra precisamente dice: “Ya llega el final, y no hay vuelta atrás”.
Un colchón de teclado toma protagonismo sobre una letra que canta-cuenta una historia, la guitarra flamenca en manos de Mario ambienta y orienta al sur nuestros pensamientos, que de repente explotan en un marcado fragmento de la composición de puro heavy metal y progresivo, mientras que el título del tema sobrevuela la melodía suavizándolo con otro "quejío" que nos trae un último envite, en el que el bajo de Esteban y la batería de Dave se hacen presentes paseándonos hasta el final.
¿Heavy metal - flamenco - progresivo? Tal y como decía antes de escribir sobre su concierto, lo de Ziryab no tiene nombre, y si no, que alguien me diga cómo coño se etiqueta esta barbaridad. Colosales...
Llegó el turno de Silveranto, y la verdad es que a mí, personalmente, me vino bien que una banda de sus características fuera quien compartiera escenario esa noche.
No había tiempo para pensar en otra cosa que no fuera disfrutar de una noche plena de talento y música con mayúsculas, y si además a ese talento se une que al menos entre J. Cassani y Kubero (guitarra solista y cantante y guitarrista, respectivamente) tienen más tablas cada uno que el arca de Noé, pues se daban las circunstancias idóneas para que todo fluyera cual balsa de AOVE...
“On the Road”, esta vez sin esa intro que suelen utilizar en plan lejano oeste, era el tema de presentación de Silveranto ante su público, en su ciudad.
Su apuesta musical podrá gustar más o podrá gustar menos, pero es innegable que no te deja indiferente. Y es que juegan sobre caballo ganador. Con unas influencias hard rock que pueden abarcar, sin problema alguno, desde los años 70 a la actualidad, y de las que podemos nombrar unos cuantos como Ted Nugent, Kiss, Thin Lizzy , Hurricane o XYZ.
De esta manera, con una puesta en escena alegre, entretenida y simpática, más que nada por los comentarios de su cantante, Kubero, que siempre pretende (y consigue) que no prestes atención a otra cosa que no sea el escenario, logran crear un ambiente idóneo en el que hasta el más sieso sea capaz de esbozar una sonrisa.
“No Money”, no necesita traducción ni explicar de lo que va, y menos aún “It´s Fuckin Rock & Roll”, que se entiende sobre manera, lo que no se podría entender es ver a Kubero colgarse la guitarra Gibson Les Paul “The Grail” y que no tocara una versión de Ozzy Osbourne, a la que nos tienen acostumbrados, aunque no sea de la época de Zakk Wylde, y que se titula “Crazy Train”.
Hasta llegar aquí, puede resultar fácil percatarse de que por encima del grupo destaca la labor de su guitarrista, J. Cassani, y antes de que este comentario pueda sonar peyorativo para el resto del grupo a cualquiera, lo haré en base a que no estamos ante un guitarra solista más, sino ante un tío que tocando tiene más clase que un colegio, que impregna de su personalidad musical al grupo y que cubre más escenario del que pudieran abarcar tres con sus mismas hechuras.
Tras la versión comentada, venía el turno de una balada, que en grupos del estilo que nos ocupa no pueden faltar. “Tears Have Gone”, cuya melodía y especialmente en su estribillo me recordaba a “Home Sweet Home” de Mötley Crüe, relajaba el ambiente después del tren loco que acababa de arrasar a su paso unos minutos antes.
Pero como esto es rock and roll, hay poco tiempo para la relajación, y para eso llega la movida “The Girl of the Curve”, con su coreable estribillo, con el que alguno incluso puede desfogarse sin temor a ser oído dadas las altas notas que alcanza Kubero con su voz en dichos compases. Y ¡cuidado! Porque, después de la curva... Al contrario de lo que se supone que hay que hacer, aminorar, Silveranto te dice que “Can´t Stop Rock & Roll”, y en estas estamos, declarando que esto no puede parar nunca, cuando nos regalan para finalizar una versión de, como yo les llamo, los Catequistas del Heavy Metal, también conocidos como Judas Priest.
“Living After Midnigth”, título muy apropiado por las horas en las que nos encontrábamos, terminaba por cerrar una actuación en la que consideré que venía como anillo al dedo, por lo que al menos yo percibí en la sala durante toda la noche.
Tuvimos que corearla y agradecer por supuesto a Silveranto el haber logrado rematar una noche que, para mí en concreto, fue inolvidable. ¡Nos vemos en la próxima!
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1 comentario
Cojonuda crónica hacia las curradas actuaciones por parte de ambas bandas hispalenses como son SILVERANTO y ZYRIAB presentando ambas sus respectivos nuevos álbumes ante sus paisanos.