Crónicas

Z! Live Rock Fest 2025 con Dream Theater, Accept, Sepultura o Meshuggah: Zamora, metal y ambición en su décima edición

«Con un cartel más ambicioso y variado, una organización sólida y un recinto que ha sabido adaptarse al crecimiento sin perder el alma cercana y familiar Z! Live Rock Fest celebró por tod lo alto una décima edición realmente memorable»

Del 12 al 14 de junio

IFEZA, Zamora

Texto: Ayar Salazar. Fotos: Hughes Vanhoucke

La décima edición del Z! Live Rock Fest prometía ser memorable desde el anuncio de su cartel, con propuestas de alto calibre como el 40º aniversario de Dream Theater, la gira de despedida de Sepultura o la presencia imponente de Accept, siempre garantía de contundencia. Con estos nombres como reclamo, la expectación creció rápidamente en los meses previos, hasta el punto de que el noventa por ciento de las entradas se agotaron antes del arranque del festival.

Dream Theater

La programación de esta edición se mostró quizás más audaz y diversa que en años anteriores. La inclusión de bandas como Meshuggah en todo lo alto del cartel, propuestas más frescas como Vola u Opensight junto a referentes del metal extremo como Nile, Dark Funeral o Rotting Christ junto a los nacionales Angelus Apatrida, Morphium, Noctem o Saurom, amplió el espectro sonoro del festival, ofreciendo una propuesta más rica y variada que atrajo a públicos con gustos más allá del metal más clásico.

Esta apuesta resultó, en gran medida, un acierto, como lo demuestra la creciente presencia de público joven que comienza a convertir “el Z” en una cita imprescindible. No obstante, también generó cierto debate entre los seguidores más puristas, quienes en algunos casos percibieron un exceso de modernidad —o directamente de “tralla”—, especialmente durante la primera jornada. Polémicas aparte, el Z! Live Rock Fest se viene posicionando año a año como un evento en evolución constante, capaz de equilibrar tradición y novedad, rigor técnico y una organización capaz de superarse en cada edición.

La ciudad de Zamora volvió a rugir en clave metálica en su décimo aniversario, que arrancó el jueves 12 y finalizó el 14 de junio, o mejor dicho la madrugada del domingo 15, para ser exactos. Una ciudad pequeña, sí, pero cargada de historia, encanto y logística ideal para un festival de mediano formato que cada año se vuelve más ambicioso, apostando por los acústicos a mediodía, gastronomía local… el festival crece sin perder su espíritu acogedor y bien organizado ni ese espíritu cercano ofreciendo un recinto de tamaño manejable, con todos los servicios, pero sin los agobios de los festivales mastodónicos.

12 de junio

La jornada inaugural arrancó bajo un cielo amable, sin rastro de las tormentas que en otras ediciones pusieron a prueba la resistencia del festival zamorano. Los madrileños After Lapse tuvieron la difícil tarea de abrir el Z! Live cuando el público apenas comenzaba a llegar al Recinto Ferial IFEZA.

After Lapse

El sexteto, cultor del metal progresivo, tomó el reto con el entusiasmo de quien cumple un sueño. Se notaba que eran los primeros, pero también que estaban felices de estar ahí. Abrir un festival con virtuosismo progresivo influenciado por Dream Theater, Symphony X o Evergrey supone un riesgo, pero ellos lo dieron todo sobre las tablas defendiendo temas de sus dos discos de estudio, ‘Face The Storm’ (2022) y ‘Pathways’ (2024).

El debut en directo del vocalista Erik Rayne, incorporado a la banda apenas dos semanas antes, fue uno de los aspectos más comentados. La primera actuación en el escenario Silver fue prometedora, After Lapse es sin dudas una banda a seguir de cerca.

Una ola de aire fresco: VOLA

A las 17:10 llegó el turno de los daneses VOLA, una banda que lleva años consolidándose con fuerza en la escena europea del metal progresivo. Su sonido moderno, marcado por claras influencias del djent, destaca por una combinación única de riffs contundentes, atmósferas envolventes y una producción sonora meticulosa que quedó patente desde el primer minuto en el Cooper Stage, cuando abrieron con la emocional “We Will Not Disband”. Quizás hubiera sido más acertado programarlos un poco más tarde, ya que su show habría ganado en público y dramatismo con la caída del sol.

El cuarteto está liderado por Asger Mygind (voz y guitarra), que en Zamora sorprendió con un look informal: americana verde, pantalón de chándal y una guitarra blanca de estética clásica, aunque con siete cuerdas. Martin Werner (teclados y programación) se mostró como el artífice de las atmósferas que envuelven la música de VOLA. Nicolai Mogensen se multiplicó sobre el escenario aportando bajo, voces y teclados, mientras que Adam Janzi tras la batería fue un espectáculo en sí mismo, combinando virtuosismo técnico con una presencia hipnótica: torso desnudo y movimientos que se asemejaban a la danza de una cobra, no dejaron indiferente a nadie.

VOLA

Cada miembro de VOLA aporta una precisión técnica impecable y una sensibilidad especial, fusionando riffs potentes, texturas electrónicas y melodías atmosféricas para definir un sonido moderno y distintivo dentro del metal contemporáneo. Mygind domina su voz con maestría, alternando tonos suaves y melancólicos con momentos más enérgicos, sin caer en la agresividad extrema típica de otros subgéneros, algo que dividió un poco al público más veterano, que parecía menos dispuesto a digerir esta propuesta.

Sin embargo, la base de fans más joven quedó encantada con el concierto. Una pequeña pero creciente legión de seguidores coreó a rabiar los temas de sus dos últimas producciones, ‘Witness’ (2021) y ‘Friend of a Phantom’ (2024) que dominaron el setlist.

Así fueron cayendo himnos como “Paper Wolf”, “Inside Your Fur” o “Cannibal” —grabado con Anders Fridén de In Flames como invitado en el disco—. También rescataron “Stray the Skies” de su disco ‘Inmazes’ (2015), los daneses cerraron con broche de oro con “Straight Lines”. Sin duda, quienes asistieron a este show y no conocían a la banda, ya les han tomado la matrícula, algo que en otras latitudes llevan haciéndolo desde hace mucho tiempo.

Hard rock sin complejos

A las 19:30, con el recinto del IFEZA llenándose a buen ritmo, Kissin’ Dynamite encendió los motores en el escenario Silver con toda la energía y descaro que caracteriza a esta banda alemana. Su propuesta de hard rock directo, sin florituras, funcionó gracias a su actitud y estribillos para corear desde el primer minuto.

Kissin’ Dynamite

Abrieron con “Back With a Bang” y, fieles a su promesa, no bajaron el ritmo en ningún momento. El carismático Hannes Braun se mostró cercano y enérgico, dominando el escenario mientras el público respondía con entusiasmo, especialmente en temas como “DNA” y “No One Dies a Virgin”, coreados con entrega.

El setlist fue un repaso efectivo por distintos momentos de su discografía, con paradas destacadas en cortes como “I’ve Got the Fire”, “My Monster” o la más emotiva “You’re Not Alone”, donde la conexión con la audiencia alcanzó uno de sus puntos más altos.

Los guitarristas Ande Braun y Jim Müller ofrecieron riffs y solos de alto octanaje, respaldados con firmeza por Steffen Haile al bajo y Andi Schnitzer tras la batería. Como colofón, “Raise Your Glass” sirvió para brindar con el público y cerrar un concierto redondo, sin artificios ni pretensiones, solo puro hard rock con ganas de pasarlo bien.

La intensidad de Nile

Nile, la banda procedente de Carolina del Sur, se apoderó del escenario Silver y realizó una demostración cruda de brutal de death metal técnico y oscuro, aunque el sonido no estuvo fino del todo. Karl Sanders y Brian Kingsland lideraron un set potente, con George Kollias a la batería y Bradley Parris al bajo, todos desplegando una sincronía impecable.

Nile

Durante su hora de actuación, Nile repasó temas emblemáticos como “Sacrifice Unto Sebek”, “Lashed to the Slave Stick” cerrando con “Black Seeds of Vengeance”, piezas que combinan riffs complejos con atmósferas densas inspiradas en la mitología egipcia. Su propuesta, contundente y sin concesiones, sumergió a su público en un oscuro viaje sonoro para placer de sus seguidores.

Quienes no comulgan con las voces guturales y los blast beat tuvieron tiempo de ir a darse una vuelta por la zona de food trucks o a comprar el merchandising oficial, o simplemente a recargar los vasos con bebidas para aguantar la larga jornada inicial.

Exodus, el regreso de Rob Dukes

Exodus ofreció en el Z! Live Rock Fest un concierto lleno de energía y compromiso con el thrash metal clásico. Con Rob Dukes nuevamente al frente como vocalista tras la reciente salida de Steve “Zetro” Souza, la banda desplegó una actuación potente, apoyada por la destreza de Gary Holt y Lee Altus en las guitarras, Jack Gibson en el bajo y Tom Hunting en la batería. El quinteto repasó un setlist contundente que incluyó clásicos imprescindibles como “Bonded by Blood”, “The Toxic Waltz” y “Blood In, Blood Out”, temas que resonaron con fuerza en el recinto. Dukes se mostró todo el tiempo con mucha energía.

Exodus

Lamentablemente, el sonido no estuvo del todo pulido, afectando en ocasiones la claridad de los riffs y la mezcla general, a pesar de ello la entrega sobre el escenario fue total y palpable en cada miembro.

Exodus demostró con su veteranía para salir airosos, dejando satisfechos a sus seguidores acérrimos. Esperamos verlos en una gira por salas, donde seguramente podrán explayarse con mayor categoría.

Meshuggah: una experiencia hipnótica que no es para todos

La actuación de Meshuggah fue un viaje que creció de menos a más, donde la densidad sonora inicial dejó perplejo a más de uno, los suecos, poco a poco, dieron paso a un clímax de potencia y virtuosismo, pero para eso había que “comprar” el viaje completo y dejarse llevar.

Abrieron con piezas densas y atmosféricas como “Broken Cog” y “Violent Sleep of Reason”, preparando el terreno para que el público se adentrara en su universo de riffs polirrítmicos y estructuras casi matemáticas, alejándose de los temas más veloces que muchos esperaban al principio.

El veterano quinteto liderado por Jens Kidman, con su voz rota y profunda, estuvo siempre acompañado por las guitarras gemelas de Fredrik Thordendal y Mårten Hagström, el bajo contundente de Dick Lövgren y la batería precisa y casi hipnótica del maestro Tomas Haake. Especial mención merece el uso de guitarras de ocho cuerdas, marca de la casa, afinadas en registros súper graves que aportan un peso y profundidad al sonido de la banda.

Meshuggah

Cayeron temas emblemáticos como “Bleed”, “Clockworks” y “Dancers to a Discordant System” y vaya que resonaron con fuerza, haciendo vibrar a los seguidores más acérrimos. La atmósfera visual fue clave, con un juego de luces minimalistas y láseres que enfatizaban la naturaleza hipnótica y casi ritualística del concierto, envolviendo al público en una experiencia casi audiovisual que fue mejorando una vez que caía la noche.

Aunque la propuesta de Meshuggah es a menudo polarizante y funciona mejor en espacios más íntimos, con un público que los conoce y los busca específicamente, su paso por Zamora reafirmó su estatus como pioneros del metal extremo y progresivo, con un sonido adelantado a su tiempo más allá de etiquetas como djent. Meshuggah sigue marcando un estándar de innovación y técnica dentro del metal contemporáneo.

No es un concierto para todos, eso está claro, pero es una experiencia única para quienes se atreven a entrar en su compleja oscuridad. Cerraron con “Demiurge”, tema extraído de su álbum Koloss (2012) dejando al público sumergido en la experiencia que solo Meshuggah sabe crear.

Los 40 años de Dream Theater en formato festival

El cielo de Zamora se alineó —o al menos eso nos gusta pensar— para recibir a uno de los pesos pesados del metal progresivo: Dream Theater, cabeza indiscutible del Z! Live 2025. El quinteto salía a escena como quien pisa terreno sagrado. Y no era para menos, su gira “An Evening With Dream Theater – 40th Anniversary Tour” conmemora cuatro décadas de música compleja, emotiva y deslumbrante. Cuatro décadas de discos que han marcado a generaciones enteras de músicos y oyentes.

Dream Theater

¿El único problema? Que Dream Theater no es exactamente una banda de festival. Ellos están acostumbrados a tocar tres horas en teatro cerrado y con público especializado. Pero en Zamora, con tiempo recortado y una audiencia mixta, lograron igualmente armar un set breve pero sustancioso, que paseó por varias etapas de su trayectoria y nos dejó momentos memorables.

Abrieron con fuerza y novedades: “Night Terror”, el que fue el single de su nuevo disco ‘Parasomnia’ (2025), que promete dar mucha guerra este otoño cuando arranque la gira promocional en salas. El sonido fue nítido y poderoso —el mejor de la jornada— y dejó claro desde el primer minuto que John Petrucci (guitarra) y Jordan Rudess (teclados) siguen formando un tándem imparable, derramando virtuosismo y feeling a partes iguales.

La fiesta siguió con una joya para los fans de siempre: “Strange Déjà Vu” y “Fatal Tragedy”, rescatadas de ese clásico imperecedero llamado ‘Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory’ (1999). Fue aquí donde empezaron a caer lágrimas (emocionales y metafóricas) entre los más devotos.

Dream Theater

“Under a Glass Moon” despertó ovaciones, aunque también fue uno de los momentos más comprometidos para James LaBrie, quien, pese a su carisma y entrega, ya no alcanza los registros más exigentes como en sus mejores años. No es ningún secreto y el público lo sabía previamente y lo entendió. Si bien su voz mostró flaquezas, su papel como frontman sigue siendo sólido y empático.

Entre la nostalgia y el presente, sonaron también “Panic Attack” y “The Enemy Inside” este último de la era Mangini, y la reluciente “Midnight Messiah” que muestra el buen estado creativo de la banda en este 2025. Hubo también lugar para sorpresas como “A Rite of Passage” —que dividió opiniones— y una aplastante “The Dark Eternal Night”, que sacudió a los que aún no se habían entregado del todo.

Uno de los momentos más emotivos llegó con “Peruvian Skies”, rescatada del a veces subestimado ‘Falling into Infinity’ (1997), con guiños inesperados a Pink Floyd y Metallica (“Wish You Were Here” y “Wherever I May Roam”) que hicieron sonreír a todo el recinto. Y como no podía ser de otro modo, cerraron con la dupla explosiva: “As I Am” y el inmortal “Pull Me Under” del ‘Images and Words’ (1992), coreado hasta por quienes no sabían que se sabían la letra.

Dream Theater

El regreso de Mike Portnoy a la batería fue otro de los grandes alicientes. El público lo recibió con una ovación que rozó lo religioso. No solo volvió a ocupar su trono, sino que devolvió al grupo ese groove tan característico que había quedado en pausa. Lo vimos en año pasado en Madrid y hace pocos días en Fuengirola, pero aquí, bajo el cielo zamorano, su presencia tuvo algo de reencuentro familiar. John Myung, por su parte, permaneció en su habitual modo zen, marcando el pulso con precisión quirúrgica.

Dream Theater demostró, una vez más, que son una banda de élite, aunque no necesariamente para todos los públicos. Su propuesta exige atención, paciencia y amor por la complejidad, por eso no faltó quien decidió aprovechar el momento para irse a por una hamburguesa o un arroz zamorano, o simplemente tumbarse en el césped. Y está bien. El metal es eso también: espacio para todos. Pero quien se quedó vivió algo único. Un pedazo de historia tocado en directo, con una banda que —aunque algo más humana que antes— sigue rozando lo sobrehumano cuando se lo propone.

Yo no me lo hubiera perdido por nada del mundo. Y no me lo perdí.

Rotting Christ: Comunión pagana en la madrugada

A la una de la madrugada, muchos ya acusábamos el peso de una jornada intensa en Zamora. Pero bastaron los primeros acordes de los griegos Rotting Christ para espantar el cansancio y sumergirnos en un trance colectivo de oscuridad, épica y potencia ancestral.

Liderados por el carismático Sakis Tolis (voz y guitarra), la banda ofreció un concierto que se sintió más como un ritual que como un simple show. A su lado, su inseparable hermano Themis Tolis marcaba el pulso tribal desde la batería con precisión y energía contenida, mientras la fuerza de Kostas “Spades” Heliotis al bajo y la guitarra afilada de Kostis Foukarakis tejían un muro de sonido denso y ceremonial. Atrás se podía leer “35 years of evil existence”, una frase que engloba e concepto de su carrera musical.

Rotting Christ

Temas como “Apage Satana”, “Fire, God and Fear”, “In Yumen / Xibalba”, o la icónica “The Sign of Evil Existence” conectaron con ese núcleo de fieles que, lejos de flaquear por la hora, parecían entrar en combustión. También sonó “Like Father, Like Son”, otro de esos temas marca de la casa, con riffs envolventes y una intensidad que cala hondo.

Con 35 años de carrera, Rotting Christ no necesita adornos ni artificios. Puede que no tengan la etiqueta de “banda grande” en el sentido comercial, pero se han ganado el respeto de la comunidad metalera a base de autenticidad, constancia y una propuesta musical que no deja indiferente a nadie.

Vita Imana: Cierre por todo lo alto

Cerrando la intensa primera jornada, los madrileños Vita Imana subieron al escenario con una misión clara: mantener la energía en lo más alto y demostrar por qué es una de las bandas más sólidas y personales del metal nacional. Y lo consiguieron con creces a pesar de empezar el show a las 2:00 de la mañana.

Con Mero Mero al frente —cada vez más asentado como vocalista principal desde su incorporación—, la banda desplegó toda su potencia tribal y visceral, mezclando groove, metal moderno y percusiones contundentes. Daniel García (batería) y Miriam Baz (percusión y voz) se encargaron de dar ese pulso tan característico del grupo.

El setlist incluyó momentos de pura furia como "Genesis", "Romper con todo", o "Paranoia", y pasajes más envolventes como "Seis Almas" o ¨El duelo¨, donde la banda mostró su capacidad para crear ambientes intensos. Reseñable la versión demoledora de "Gondwana", uno de sus himnos, dejando claro que Vita Imana están en un momento de madurez creativa y fuerza escénica envidiable.

13 de junio: Folk, thrash, fiesta pirata y heavy teutón

La segunda jornada del festival en Zamora arrancó temprano y no aflojó el ritmo hasta bien entrada la madrugada. Con un cartel variado que abarcó desde el folk metal hasta el heavy clásico y el thrash más agresivo, el público respondió con entusiasmo y energía, consolidando al Z! Live como una cita imprescindible para los amantes del metal de todos los estilos.

Salduie: Danza tribal

Salduie

El segundo día arrancó con la energía ancestral de Salduie, que incendiaron el Silver Stage bajo un sol implacable. Con más de quince años de carrera, estos zaragozanos reivindican el folk metal estatal. Abrieron con “Caraunios”, donde guitarras y tambores se unieron al lamento de la gaita para sellar su rebelión ibérica.

El dúo vocal de Diego Bernia (gutural) y Nem Sebastián (coros épicos) comandó el ritual. “Imbolc” desató un mosh pit (o folk pit) digno de epopeya, mientras “Netón” y “Carus de Sekaiza” bajaron el pulso con melodías folclóricas. El brindis final con “Hidromiel” selló el pacto de hermandad entre banda y público.

Injector: Thrash sin concesiones

A las 17:10, Injector tomó el Silver Stage para demostrar que el thrash español conserva su furia. Los thrashers de Cartagena ofrecieron un set implacable.

Arrancaron con “Path of the Wrathgod”, un torbellino de riffs afilados y doble bombo que dejó clara su herencia Bay Area y europea de los 80. “Resetting Time” y “March to Kill” mantuvieron la velocidad al máximo, con solos frenéticos que encendieron el primer circle pit de la tarde. Cerraron con “Unborn Legions”, un broche de pura nostalgia thrash con coro coreable. Con un sonido potente y preciso, Injector ganó al público veterano y a los nuevos headbangers, reafirmando que el thrash old school sigue vivo, crudo y apasionado.

Injector

Morphium: Furia, groove y desparpajo

Morphium asaltó el Silver Stage. Con una intro tensa y atmosférica que sirvió de prólogo perfecto, la banda dio paso a un vendaval de metal oscuro y contundente, capitaneado por el incansable Alex Bace, que no paró de moverse, saltar, señalar, agitar a las masas y, sí, también de llamar “hijos de puta” al público unas doce veces por tema. Una costumbre que, entre risas incómodas y complicidad festivalera, acabó por formar parte del show.

Los de Girona sonaron sólidos y afilados, con especial protagonismo para el dúo de guitarristas que forman Alfonso “Fons” Jiménez y Carlos “Carl” Azorín, que con sus guitarras de siete cuerdas construyeron muros de distorsión grave y enfermiza. Por debajo, Rubén “Rube” Martínez reforzaba la pegada con un bajo denso, mientras Paco Ruiz aporreaba los parches con precisión.

El público respondió con entusiasmo especialmente en temas como “Parasite”, uno de los más celebrados del set, donde la mezcla entre groove, guturales y melodías sombrías alcanzó su máximo equilibrio. Más adelante, “Black Soul” trajo consigo uno de los momentos más intensos, con riffs demoledores que hicieron temblar el suelo y a más de una columna vertebral. “El lunes no vais a trabajar y os vais directos al fisioterapeuta” arengó el frontman invitando a “romperse” las cervicales.

Morphium

Uno de los puntos álgidos llegó con “Dance of Flies”, donde Bace se lanzó al público siendo uno de los momentos más intensos del show, uno de los grandes highlights de su actuación. El cierre llegó con “You Rather Be Blind”: una canción épica, densa y melódica, que acabó de sellar la conexión con un público ya completamente rendido.

El vocalista, ya en un tono más serio, agradeció a la organización del Z! Live: ”Zamora es un ejemplo, una ciudad de solo cincuenta mil habitantes es capaz albergar este pedazo de festival”, resaltó.

Morphium dejó claro por qué están cada vez más arriba en los carteles, con un show potente y buena puesta en escena. Aunque lo de “hijos de puta” igual podrían dosificarlo para la próxima… o convertirlo oficialmente en su grito de guerra.

Noctem: Misa negra a pleno sol

Cuando Noctem subieron al Silver Stage, el calor era infernal... pero ellos vinieron preparados: corpse paint intacto, actitud blasfema y un arsenal de black death nacional que no se anda con tonterías. Desde el primer riff, quedó claro que estábamos ante una ceremonia: Beleth, con mirada de exorcista y voz de ultratumba, nos metió en su particular aquelarre sin pedir permiso.

Noctem

Sonaron trallazos como “The Black Consecration”, “Sulphur” y algún que otro himno infernal que levantó a más de uno del letargo postbirra. Hubo mosh, hubo cuernos al aire y, sobre todo, hubo una entrega total del grupo, que hizo arder Zamora sin usar fuego (solo doble bombo y malicia).

¿Lo mejor? La paradoja: un concierto negrísimo bajo el cielo más despejado del festival. Noctem dieron una clase magistral de cómo hacer metal extremo sin ser escandinavo. El aquelarre a treinta grados terminó con el vocalista arengando a favor de la creciente escena black metal en España.

Angelus Apatrida: Thrash sin fronteras, sin freno y sin concesiones

Con el sol ya cayendo pero el calor aun apretando, Angelus Apatrida tomaron el escenario como lo que son: los jefes absolutos del thrash metal estatal y uno de los actos más potentes del mundo en su género. No necesitaban presentación, pero por si acaso, desde el primer riff dejaron claro que venían a reventarlo todo. Y lo hicieron.

Guillermo Izquierdo, líder absoluto, vocalista, guitarrista y repartidor de caña a domicilio, se mostró tan afilado como siempre, con esa mezcla de técnica, rabia y carisma que lleva años metiéndose a medio mundo en el bolsillo, aunque en esta ocasión estuvo menos elocuente que otras veces. A su lado, David Álvarez le daba réplica con punteos certeros y riffs, mientras su hermano José Izquierdo al bajo y Víctor Valera a la batería completaban la maquinaria con precisión quirúrgica y potencia de apisonadora.

Angelus Apatrida

El público respondió como se esperaba: a muerte. Wall of death, circle pits, pogos continuos y un puñado de fans de diversas edades partiéndose el cuello, los más maduros pidiendo la jubilación anticipada tras tanto headbanging. El repertorio fue directo a la yugular, sonaron himnos como “Indoctrinate”, “We Stand Alone”, ¨Sharpen the Guillotine¨, “You Are Next” y, por supuesto, la brutal “Give ’Em War”, que convirtió la explanada del Z en una trinchera sudorosa y feliz.

Más allá del músculo, la banda demuestra que tras casi 25 años siguen creciendo, grabando, girando y pateando culos como si acabaran de salir del garaje. Su directo es dinamita: cero florituras, cero pausas, todo actitud.

Al final del show, David Álvarez se tomó un momento para hablar con la prensa. Aún con la adrenalina del concierto corriendo por las venas, se mostró cercano, claro y muy agradecido por el recibimiento del público de Zamora. Destacó lo especial que había sido volver a un festival como el Z! Live, donde el thrash estatal tiene casa y calor. Ese tipo de gestos, más allá de la apisonadora sónica que es la banda en directo, refuerzan por qué Angelus Apatrida sigue siendo un referente, no solo por su música, sino por su actitud y conexión con la escena.

Alestorm, piratas y patitos amarillos sobre Zamora

Cuando los escoceses Alestorm tomaron el escenario Cooper del Z! Live 2025, lo hicieron escoltados por tres patitos amarillos gigantes, como vigías de una invasión pirata en pleno corazón de Zamora. La estética amarilla, el humor desbordante y la energía descontrolada marcaron una auténtica fiesta desde el primer acorde.

Alestorm

El público, muchos disfrazados y en modo cosplay desde primeras horas; había ganas de jarana y el respetable respondió con entusiasmo cada coro y riff. Con Christopher Bowes (voz y keytar) al mando, y su tripulación compuesta por Máté “Bobo” Bodor (guitarra), Gareth Murdock (bajo), Elliot Vernon (teclados) y Peter Alcorn (batería), el show navegó sin pausa entre clásicos como "Keelhauled", "Shipwrecked", "Mexico", "Under Blackened Banners" y "Alestorm", junto a perlas más recientes como "Fannybaws", "Zombies Ate My Pirate Ship" y "Voyage of the Dead Marauder".

La locura continuó con "P.A.R.T.Y." y "Shit Boat (No Fans)", hasta desembocar en una apoteosis colectiva con "Drink" y "Fucked With an Anchor", cantadas a pleno pulmón por toda la explanada.

Con sonido sólido, actitud gamberra y toneladas de buen rollo, cada tema fue una invitación al pogo, al brindis imaginario y a la carcajada compartida. Una fiesta corsaria que convirtió Zamora, por una noche, en el puerto más feliz del metal.

Accept: Truenos teutones sobre Zamora

Como cabeza de cartel del segundo día del Z! Live 2025, Accept ofreció un concierto memorable, con una calidad sonora superior a toda la jornada y una escenografía efectiva que potenció cada riff y golpe de batería. El público español, más tradicional que el resto de países de Europa, sigue recibiendo con cariño a bandas clásicas como los teutones.

Desde el inicio con "The Reckoning" y "Humanoid", la banda no dio tregua. Los clásicos como "Restless and Wild", "London Leatherboys" y "Straight Up Jack" hicieron vibrar especialmente al público más añejo, que coreó con emoción cada palabra, demostrando que los himnos de Accept nunca mueren, sino que se renuevan generación tras generación.

Accept

El tramo central fue una verdadera orgía de riffs con la secuencia "Demon's Night”, “Starlight”, “Losers and Winners”, “Flash Rockin' Man", que mantuvo a la audiencia en éxtasis. Con el sólido apoyo rítmico de Martin Motnik en bajo y Christopher Williams en batería, y la potente voz de Mark Tornillo, Accept funcionó como una máquina perfecta de heavy metal.

Uno de los momentos más destacados llegó con "Metal Heart", donde la banda desplegó toda su maestría técnica y emocional. La introducción, inspirada en la icónica "Für Elise" de Beethoven, reinterpretada en versión metal, con Wolf Hoffmann liderando esta joya musical con una precisión y pasión que dejaron claro por qué es el jefe absoluto de la barraca. Su guitarra, junto a las de Uwe Lulis y Philip Shouse, formaron un trío demoledor, una maquinaria de puro heavy metal.

Accept

No faltaron himnos esenciales como "Princess of the Dawn", "Teutonic Terror" y "Pandemic". El encore fue un broche de oro con "Fast as a Shark", la esperadísima "Balls to the Wall”, que fue coreada por todos los asistentes, y "I'm a Rebel", una pequeña sorpresa final. Los bangers con puños en alto y cánticos a pleno pulmón agradecieron un set tan socorrido, Accept se despidió sellando una noche que reafirmó el estatus legendario de la banda y su vigencia implacable en el metal europeo.

Una actuación que combinó historia, técnica y emoción, conquistando tanto a los fans de siempre como a nuevas generaciones y dejando claro que el heavy metal clásico sigue más vivo que nunca. Accept, los campeones de la segunda jornada.

Saurom: Un viaje épico en Zamora

Saurom llegó al Z! Live 2025 como un galeón cargado de historias, buen humor y emotividad, y ofrecieron una fiesta folk metal con tintes medievales.

La intro con proyecciones de ‘El Principito’ marcó un inicio emotivo que sumergió al público en una travesía entre fantasía y nostalgia. Las visuales acompañaron temas como “Prólogo (El Principito)”, “No seré yo” o “Todo en mi Vida” creando un universo donde metal y leyenda se unieron.

Saurom

Destacó la versión de “La Llorona”, canción tradicional mexicana donde la voz de Miguel A. Franco toca la fibra manteniendo la melancolía de la leyenda pero con la fuerza del metal. Fue un momento que emocionó a los que quedaban aún en el recinto.

No faltaron himnos como “Baobabs”, “El Lazarillo de Tormes”, “El Rey que no sabía mandar” y “Fuego”, que hicieron vibrar a un público entregado, muchos disfrazados, cantando y brindando.

El ambiente, épico y festivo, alcanzó su punto álgido con “La Taberna”, un canto de hermandad, antes de cerrar con un emotivo “Epílogo”. Saurom demostró que su mezcla de folk y metal sigue conquistando, aunque muchos seguidores más marchosos ya guardaban fuerzas para la tercera jornada.

Lujuria: Energía contestataria para cerrar la noche

Los segovianos Lujuria fueron el broche incendiario del Z! en su segunda jornada, cerraron a lo grande con un set potente, canciones emblemáticas y, sobre todo, la entrega total de Óscar Sancho, líder carismático que se adueñó del escenario con su presencia magnética, humor descarado y conexión instantánea con el público.

El repertorio incluyó varios de sus himnos más celebrados de sus casi 35 años sobe los escenarios, empezando con “Únete al escuadrón”, “Escuadrón 69”, “No soy carne de cañón”, “Sin parar de pecar” o “Jeckyl y Ms. Hyde” entre otros grandes clásicos que tiene la banda, Sancho, en modo showman total, recorrió el escenario, repartió bromas entre canciones y dirigió al público en coros y golpes de puño. Su voz rasgada y actitud electrizante demostraron por qué es el alma del grupo.

Lujuria

Con riffs afilados, letras directas y un espectáculo lleno de fuerza, Lujuria demostró que siguen siendo un referente del metal español. Dejaron al público con las ganas intactas, rematando una larga noche (o madrugada ya) con una explosión de metal, carisma y con muchos discursos con crítica social. Un cierre de jornada redondo.

14 de junio: Jornada triunfal con Sepultura por todo lo alto

La tercera y última jornada del Z! Live 2025 arrancó con un ambiente de celebración total. Zamora volvió a vestirse de negro, pero esta vez con el brillo especial de los aniversarios bien cumplidos. Tras dos días intensos, la energía no decayó ni un ápice. Al contrario, el público, curtido pero eufórico, llenó IFEZA con una mezcla de entusiasmo, cerveza fría y camisetas sudadas.

El cartel del sábado ofrecía un menú variado, ideal para todos los paladares metálicos: del hard rock de Lita Ford al black metal de Dark Funeral, del humor absurdo de Nanowar of Steel a la épica de Rhapsody of Fire. Pero todos los caminos del día llevaban a un nombre: Sepultura, el plato fuerte y —como se confirmaría al final de la noche— el absoluto campeón del festival.

Opensight: Espías, pulp y gremlins

La tercera jornada del Z! Live 2025 arrancó con una banda tan peculiar como entrañable: Opensight, una formación colombo-británica que parece salida de una película de espías… si esa película tuviera una banda sonora de rock progresivo, una dirección artística de Tarantino y cameos de los Gremlins.

Vestidos como agentes secretos —trajes negros, camisas rojas y gafas oscuras incluidas—, subieron al escenario Cooper con la actitud de quien sabe que está a punto de desactivar una bomba. Aunque su propuesta no es lo habitual en un festival al aire libre, quizás más apta para una sala a media luz y con butacas de terciopelo rojo, se ganaron al público con humor, carisma y un directo muy cuidado. Días antes ya se les vio en el recinto, regalando pegatinas y departiendo con la gente y la prensa.

Opensight

Durante el concierto se escucharon temas como “Plot Twist,” “Secrecy” y “Thunderball” (con referencias a los gremlins, ¡sí señor!), que fueron acompañados por proyecciones visuales cinematográficas que sumergían al espectador en su universo pulp-rock sin necesidad de gafas 3D.

La banda, liderada por el versátil Iván Amaya (voz y guitarra), junto a Felipe Grüber (guitarra), Pedro Cárdenas (bajo) y Dorian Carbajo (batería), sonó ajustada y precisa, pero por momentos se notó la falta de contundencia. A pesar de ello una pequeña pero ruidosa hinchada los vitoreó a rabiar.

¿Fue raro? Sí. ¿Funcionó? Podríamos decir que sí. Porque en un festival donde conviven el folk épico, el thrash ancestral y el power metal más galáctico, seguramente hay sitio para estos espías musicales con licencia para rockear. No seamos tan puritanos.

Ankhara se marca un doblete

Ankhara, ya se habían metido al público en el bolsillo a mediodía, cuando ofrecieron un set acústico en pleno casco antiguo de Zamora, demostrando que incluso sin distorsión su música conserva alma y fuerza.

Ankhara

Horas después, en el escenario Cooper, la banda madrileña volvió a la carga con su formato eléctrico y todo el arsenal. Aunque el arranque tuvo ciertos baches técnicos. Alberto Marín, guitarra y capitán del barco, lidió con problemas de sonido. Felizmente, la tormenta se disipó rápido y, ya con los niveles estabilizados, el grupo ofreció un concierto potente, honesto y directo, que fue de menos a más hasta estallar en una ovación cerrada.

Al frente, el carismático Pacho Brea no solo desplegó una voz imponente, sino que conquistó al público con bromas sobre su edad y su sobrepeso, derribando cualquier barrera con humor y cercanía. Por su parte, un emocionado Marín afirmó: “Faltábamos solo nosotros en este festival”, frase que el público celebró como un grito de orgullo y reconocimiento.

La gente vibró especialmente con el himno “No mires atrás”, uno de esos momentos en que la energía colectiva estalló en pura rabia y comunión. Cecilio Sánchez-Robles junto a Marín conformaron una sólida línea guitarrera. Además, el grupo anunció que estarían paseando por el recinto tras la actuación, dispuestos a mezclarse entre la gente por si alguien quería invitarles una birra… y me consta que cumplieron con creces.

Ankhara

El repertorio fue un repaso contundente a sus mejores temas, con clásicos como “3:40”, “Demasiado tarde”, “Un paso más”, “Océanos” y “Sueña”, para acabar con un bloque final lleno de fuerza: “Sigo en pie”, “Hasta el fin”, “No mires atrás” y la infaltable “Acordes mágicos”.

En resumen, Ankhara firmó un doblete memorable en Zamora, demostrando que el heavy metal nacional sigue vivo, fuerte, cercano y con voz propia.

Dynazty: Potencia melódica y espectáculo con sonido impecable

Dynazty brindaron un concierto lleno de energía y profesionalidad. Desde “Game of Faces” hasta “Heartless Madness”, la banda sueca demostró que su heavy metal melódico no solo suena bien en disco, sino que brilla en directo, con un sonido claro y potente que destacó entre las mejores actuaciones del día.

Al frente, el carismático vocalista Nils Molin se llevó todos los aplausos gracias a su voz poderosa y versátil, capaz de emocionar y hacer vibrar a la vez. Los guitarristas Rob Love Magnusson y George Egg mostraron un dominio técnico impresionante, alternando riffs afilados con melodías envolventes que marcaron el pulso de la actuación.

Dynazty

El setlist repasó clásicos como “Natural Born Killer”, la emotiva “Yours”, y temas llenos de energía como “Call of the Night” y “Presence of Mind”. El solo de batería fue otro punto fuerte que mantuvo al público enganchado y elevó la intensidad antes de los temas finales.

En “Heartless Madness”, Dynazty invitó al público a un duelo de voces improvisado, dividiendo a la audiencia para ver quién cantaba mejor. Un momento divertido y emocionante que hizo vibrar al recinto y demostró la conexión total entre banda y fans.

Rhapsody of Fire: Épica y fantasía en estado puro para la noche zamorana

Rhapsody of Fire regresó al Z! Live para ofrecer un potente recital de power metal sinfónico que transportó al público a mundos de fantasía y leyendas milenarias. La banda italiana, con una fiel y numerosa fanaticada, demostró por qué sigue siendo un referente del género tras décadas de carrera, a pesar de los cambios de formación y de estar relegado a un segundo plano, el sábado se marcó un conciertazo.

La intro con la voz del gran Cristopher Lee daría inicio al show. El carismático vocalista Giulio Capone lideró el show con una voz poderosa y versátil, mientras que la guitarra de Roberto De Micheli desplegó riffs afilados y solos técnicos que engrandecieron cada tema. Alex Staropoli, alma y mente detrás de los teclados, aportó la atmósfera épica y grandilocuente que define su sonido.

Rhapsody of Fire

El setlist fue un viaje por sus himnos más celebrados y temas recientes, comenzando con la potente “Unholy Warcry” y pasando por joyas como “Rain of Fury”, “I'll Be Your Hero” y “March Swordmaster”. No faltaron clásicos esenciales como “Dawn of Victory” y la épica “Emerald Sword”, que hicieron vibrar a una audiencia entregada y emocionada. Se llegaron a montar circle pits y hasta un wall of death, algo no tan usual en este estilo de música.

Aunque sin grandes escenografías, la energía y la conexión con el público hicieron que la actuación fuera memorable. Los seguidores de Rhapsody of Fire, fieles y apasionados, demostraron que su legado sigue más vivo que nunca.

Al finalizar el concierto, los miembros de la banda ofrecieron una rueda de prensa en la que repasaron su trayectoria y la actualidad de Rhapsody of Fire. Roberto De Micheli y Alex Staropoli aprovecharon para manifestar su rechazo hacia la música creada con inteligencia artificial y las “grabaciones perfectas” de bandas incapaces de defender su música en directo. Para ellos, esa autenticidad y capacidad de resistir en el tiempo es la verdadera grandeza de las bandas clásicas que mantienen viva la escena metalera.

Gotthard, solvencia sobre la tarima

Gotthard subió al escenario para regalarnos un concierto que, sin alardes, dejó buen sabor de boca. Desde el inicio con “AI & I” y “Thunder & Lightning”, los suizos demostraron que saben manejar los tempos del directo con solvencia. Parece que fue anteayer, pero ya han pasado trece años desde que Nic Maeder está al frente, y podemos decir que asumió su rol con naturalidad, aunque la sombra que dejó la pérdida de Steve Lee sigue presente, inevitablemente, en la percepción de parte del público. Aun así, Maeder ofreció entrega y cercanía, respaldado por la solvencia guitarrera de Leo Leoni y Freddy Scherer, y un sonido impecable.

Gotthard

El concierto fue de menos a más, con un repertorio que equilibró bien el material más reciente con los temas clásicos que marcaron época. La versión de “Hush”, popularizada por Deep Purple, fue de las más celebradas, mientras que “Mountain Mama” y “Burning Bridges” demostraron que aún tienen artillería para levantar al público.

El punto más emotivo llegó con “Heaven”, cuya intro fue coreada con entusiasmo, recordando el legado de Lee en un momento cargado de nostalgia. Hubo también espacio para el groove de “Feel What I Feel” y la épica accesible de “Top of the World”.

El cierre con “Lift U Up” sirvió para poner punto final a un show correcto, técnicamente pulido y con algunos destellos emotivos, aunque sin alcanzar momentos gloriosos. Gotthard demuestran que siguen en forma, sobreviviendo con dignidad a una historia difícil de igualar.

Lita Ford: Riffs ochenteros y carisma incombustible

El sol se ponía en Zamora el sábado cuando la legendaria Lita Ford subió al escenario principal del Z! Live para ofrecer una descarga de hard rock con sabor clásico. Con sus icónicas guitarras en forma de rayo y más tarde con la guitarra de doble mástil, actitud rokera al cien por cien y una sonrisa en el rostro que parecía decir “chaval, esto lo llevo haciendo desde antes que tú nacieras”, la ex-Runaways demostró que su lugar en la historia del rock no es casualidad.

Lita Ford

Con clásicos como “Larger Than Life”, “Gotta Let Go” o la siempre celebrada “Kiss Me Deadly”, Lita se aseguró de mantener el pulso firme. Y por supuesto, llegó el momento más coreado de la noche con “Close My Eyes Forever”, ese baladón inmortal que originalmente compartió con Ozzy Osbourne y que aquí defendió con la ayuda del guitarrista Patrick Kennison, provocando suspiros y móviles en alto.

Aunque el apartado vocal mostró ciertas limitaciones, la entrega emocional y la conexión con la audiencia lo compensaron con creces.

Sin necesidad de reinventarse, Lita Ford demostró que sigue siendo una figura icónica capaz de plantar bandera en un festival donde las generaciones se cruzan. No fue una actuación perfecta, pero sí una de esas que justifican por qué el rock necesita a sus pioneras sobre el escenario.

Sepultura: Un adiós con el puño en alto

Cuando se anunció que Sepultura incluía a Zamora en su gira de despedida, "Celebrating Life Through Death", tras 40 años de carrera, muchos supimos que no se trataba de un concierto más. Era una cita con la historia, con nuestras propias raíces musicales, con esa banda que nos voló la cabeza en la adolescencia y nos acompañó durante décadas de riffs afilados, letras combativas y una energía que jamás se apagó y se adaptó a los tiempos, sobreviviendo a los cambios de formación, una formación que venía de un país del llamado “tercer mundo” y que se comía el planeta, plantándoles cara a los más grandes del género.

Hay despedidas y hay rituales. Y lo de Sepultura en Zamora fue sin duda lo segundo: un ritual sonoro de furia, agradecimiento y legado. Un concierto que, para quienes llevamos años con su música tatuada en la piel, fue mucho más que una cita con la historia: fue cumplir un sueño. Verlos en esta gira final, sabiendo que aún quedan paradas, pero que el tiempo apremia, puso un nudo en la garganta desde el primer acorde.

Sepultura

Un seguidor de Sepultura que se precie sabe que cuando suena “Polícia” de la banda brasilera Titãs, es que estamos a pocos minutos del inicio del concierto. Una intro de intros nos atrapó como en un vórtice temporal y nos llevó a un viaje por las atmósferas más icónicas de su discografía. La maquinaria brasilera se puso en marcha con un tridente demoledor que voló nuestras cabezas: “Beneath the Remains”, “Inner Self” y “Desperate Cry”. Tralla pura, violencia organizada, puro thrash carioca en estado de gracia.

El público entró en ebullición inmediata, como si todos supiéramos que estos temas no se iban a volver a escuchar en vivo muchas veces más. Fue brutal la estela de polvo que se levantó en el recinto. Fanáticos de todas las edades cantaban los clásicos de la banda mientras el circle pit marchaba como una maquinaria. Al mismo tiempo, Andreas Kisser agradecía con una sonrisa honesta de quien está viviendo un sueño desde hace 40 años.

Sin dar respiro, llegaron temas de todas sus épocas, un repaso a toda su ya dilatada trayectoria. Intercalaron canciones más “contemporáneas” con los clásicos; así cayeron “Phantom Self” de su penúltima placa, ‘Machine Messiah’ (2017), y de inmediato gracias a los sonidos de berimbau nos transportamos a la era ‘Roots’ con “Attitude”. La gente, con el puño en alto, gritaba: “Can you take it!” al unísono.

“Means to an End” y “Kairos”, ambos de la última época de la banda, sorprendieron por su buena acogida y recordaron que Sepultura nunca se quedó estancado. De hecho, en sus últimos dos o tres discos logró convencer a casi todos los escépticos y callar a casi todas las voces discrepantes.

Sepultura

“Propaganda” fue otro trallazo con unas letras que hace tres décadas ya hablaban de las fake news y la manipulación en los medios de comunicación. ¿Os suena de algo? Continuaron con más zapatilla, “Escape to the Void”, del disco de aquel lejano 1987, ‘Squizophrenia’; luego vino “Kairos” de su época más moderna.

Los fans querían comprobar cómo se desenvolvería el nuevo batería, Greyson Nekrutman (23 años cumplidos un día antes del concierto), quien tuvo que subirse al barco a última hora tras el fichaje de Eloy Casagrande por parte de Slipknot; la respuesta fue simple: respondió como un fenómeno, una bestia joven que puede tocarlo todo.

El setlist incluyó bombas molotov como “Guardians of Earth”, “Choke”, “Dead Embryonic Cells”, “Agony of Defeat” y “Kaiowas”, la instrumental con una base percusiva en la que se subieron al escenario varios músicos y amigos, entre ellos Alberto Marín de Ankhara.

Sorpresivamente, llegó “Orgasmatron” de Motörhead, el mítico cover que los brasileros hicieron suyo. Fue un emotivo homenaje al gran Lemmy Kilmister. Emotiva la postal: Kisser con las manos levantadas saludando al jefe de la barraca.

Sepultura

Un nuevo viaje al jurásico de la banda con “Troops of Doom”, celebradísima por los fans más añejos, luego una nueva trilogía que no dejó indemne a nadie: “Territory” y “Refuse Resist” del exitosísimo ‘Chaos AD’ (1993) y “Arise” del disco del mismo nombre. Más de una lágrima cayó en la mejilla de algún seguidor más veterano.

Andreas Kisser brilló, acompañado de Paulo Xisto y Derrik Green, a quién algunos aún le siguen llamando “el nuevo cantante de Sepultura”, cuando ya lleva la friolera de ¡27 años en la banda!.

El público coreaba cada palabra, cada golpe, cada acento, como si estuviéramos invocando algo más que recuerdos: estábamos celebrando una forma de vida. El solo de batería previo a “Ratamahatta” dejó claro que Nekrutman hoy en día es uno de los mejores bateristas jóvenes del mundo, arrancando aplausos genuinos.

Finalmente, todos sabemos cómo acaban los conciertos de los titanes brasileros. Derrik coge el micro y, tras una pausa, lanza la mítica: "¡Sepultura! ¡Do Brasil! ¡Um, dois, três, quatro!" Y suena la demoledora “Roots”, una despedida con el puño en alto y los dientes apretados.

Sepultura

Al final, la banda sale a saludar y todos quedamos satisfechos de haber hecho historia en la tercera jornada del Z!.

En la rueda de prensa previa, Sepultura mostró su lado más humano. Respondieron con humildad, humor y respeto a todas las preguntas de la prensa, y cuando les preguntamos por la posibilidad de grabar nuevo material con su nuevo batería, revelaron que están trabajando algunos temas nuevos, que podrían incluirse en un próximo disco en vivo. Una forma de inmortalizar este último aliento de la banda y, quizás, dejar abierta una rendija para algo más.

Aunque fueron cautos con sus planes post-gira, dejan la puerta entreabierta para una visita a Portugal en una fecha por anunciar… y quién sabe si no volverán a pisar España (una vez más), aunque sea una última vez. La gira continuará hasta 2026, así que la llama sigue viva, aunque la cuenta atrás haya empezado.

Obrigado, Sepultura. Hasta siempre. Ojalá no sea el final.

Dark Funeral: Fuego negro sobre Zamora

Dark Funeral

A medida que el sol se retiraba y la noche se hacía dueña del recinto, Dark Funeral emergió como una sombra inmensa, envolviendo el Z! Live en un manto de oscuridad solemne y poderosa. El black metal sueco más impasible y afilado encontró su espacio entre luces gélidas, blast beats frenéticos y riffs como cuchillas.

Con una puesta en escena sobria pero demoledora, los de Lord Ahriman ofrecieron un recital intenso y atmosférico, lleno de tramos hipnóticos y estallidos demoníacos. No hubo concesiones ni postureo, solo devoción absoluta por el género más extremo del metal.

El público, aunque más contenido que con otras bandas del día, respondió con respeto y entusiasmo al despliegue de fuerza ritual que se vivió sobre el escenario. Una liturgia oscura y precisa que sirvió como contraste perfecto antes del último giro de guion.

Nanowar of Steel: El desmelene final

Y si Dark Funeral invocó la oscuridad, Nanowar of Steel se encargó de exorcizarla con carcajadas, confeti y metal autoparódico sin complejos. Su show fue exactamente lo que debía ser: una fiesta desenfrenada es lo que trajeron los italianos para cerrar con alegría una edición inolvidable del Z! Live.

Entre trajes imposibles, cambios de idioma, gags absurdos y canciones que satirizan todos los clichés del metal (y del pop, y de la vida en general), el grupo italiano logró lo que pocos: hacer reír y poguear al mismo tiempo.

Desde “Valhallelujah” hasta su oda al kebab o sus delirantes himnos de power épico descarrilado, el público bailó, cantó y se entregó al caos con una sonrisa, momentazo memorable cuando se dividió a la audiencia para hacer el “Wall of love”, similar al Wall of death pero con final feliz, es decir con un abrazo metalero.

Un cierre perfecto, no por solemne, sino por catártico. Porque si algo deja claro Nanowar of Steel es que el metal también puede (y debe) reírse de sí mismo.

Hasta pronto, Zamora

Y así hemos llegado al final de la edición de 2025 del Z!, con un cartel más ambicioso y variado, una organización sólida y un recinto que ha sabido adaptarse al crecimiento sin perder el alma cercana y familiar.

El sonido, en líneas generales, fue impecable, con muchos momentos memorables que quedarán grabados en la memoria colectiva de los asistentes.

No podemos cerrar esta crónica sin agradecer el trato ejemplar que hemos recibido por parte de la organización del festival y del equipo de prensa. Tanto el fotógrafo como quien firma estas líneas, en representación de MariskalRock, hemos podido trabajar con comodidad, respeto y todas las facilidades necesarias para cubrir el evento con profesionalidad y entusiasmo. El Z! Live no solo cuida a su público, también cuida a quienes contamos la historia desde dentro, y eso se nota y se agradece.

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extenso resumen hacia lo que dio de si uno de nuestros mejores festivales metaleros como es el Z LIVE zamorano a través de estas grandes bandas de nuestro pais como de otros paises las cuales estuvieron a la altura en especial la actuación de unos históricos como DREAM THEATER presentando su último álbum junto a sus clásicos dejaron el listón alto en la capital zamorana.

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