Crónicas
WOP Festival en Bilbao con The Last Internationale o Los Estanques: Un imparable acorazado
«Un imparable acorazado como el que nos llegó aquella noche en forma de rock. Que vuelvan cuanto antes.»
12 octubre 2024
Sala Santana 27, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Convertirse en una cita señalada en el panorama local no resulta para nada una sencilla tarea. Sobre todo si hablamos de un contexto con tanta oferta cultural como el actual. Por lo tanto, ante un festival que celebra su decimocuarta edición luchando contra las enfermedades neurodegenerativas de la mano de la música no cabe otra actitud que quitarse el sombrero y rememorar la de grupazos que hemos visto gracias a una iniciativa como esta, con The Hives o Soul Asylum, entre otros nombres destacados.
Este año, sin embargo, faltó una banda con tirón considerable para el WOP Festival celebrado en la bilbaína sala Santana 27, y eso se notó especialmente en la asistencia, que podría haber sido mayor en circunstancias diferentes. Con todo, al final se logró una afluencia más que digna, aunque se hubiera agradecido que los primeros grupos también disfrutaran de un reconocimiento similar.
En un ambiente un tanto íntimo por la escasez de personal rompieron el hielo los locales inspirados por el rock americano Amann & The Wayward Sons, con un estilo que quizás no levante pasiones en nuestro país, pero que siempre agrada toparse. En su breve tiempo sobre las tablas nos dejaron un “My Freedom” que evocaba el ambiente de viejo blues de garito o ese “Under Pouring Rain”, con cierto aire al “Miss You” de The Rolling Stones, que suena desde ya a clásico. Les tocó casi predicar en el desierto, pero fue un más que aceptable entremés.
Y un poco lo mismo podríamos aplicar al siempre vitalista Mikel Rentería & The Walk On Project Band, que tampoco se encontró ingentes multitudes durante su actuación. Pero hay que reconocer que el tipo se lo monta bien en plan Tom Petty, Bob Dylan o Bruce Springsteen, añadiendo toda la épica de este último en sus composiciones. Muy en la línea del bardo de Minnesota podría encuadrarse “Febrero”, mientras que su garra rockera sobresale en piezas como “El coche del viento”. “13 de octubre” puso la nota emotiva antes de incitar al bailoteo con el inicio funk de “Canela en rama”.
Tuvieron el detalle de lanzar magdalenas al respetable y no era extraño escuchar comentarios del estilo: “¿A qué no te esperabas esto en un concierto?”. Pues eso, un agradable tentempié a última hora de la tarde.
A Los Estanques ya les habíamos catado con anterioridad, aunque la primera vez no supimos apreciar realmente su propuesta. No sería hasta la segunda o tercera ocasión cuando les empezamos a pillar el punto a esta chalada formación que mezcla tantas cosas que ni siquiera ellos mismos aciertan a definir. Y luego está el habitual desparpajo del vocalista, teclista y guitarrista Iñigo Bregel, que hace que nunca te aburras, con sus agradecimientos solo a los que aplaudían o sus delirantes descripciones de canciones.
“Mr. Clack” parece un tema psicodélico de los sesenta o setenta, pese a que el frontman lo consideró un “funky soul acelerado”, y no faltó su himno “Soy español, pero tengo un kebab”, cantada por el guitarrista barbudo con vestido femenino. Si su surrealismo no se te va de las manos, siempre son un valor seguro y una de esas bandas que debería verse por lo menos una vez en la vida.
Cuando un grupo consigue compartir cartel con leyendas del calibre de Robert Plant (Led Zeppelin) o The Who debe poseer algo especial para que gente tan relevante en el mundo del rock se fije en ellos. En The Last Internationale confluyen varias tradiciones, por una parte, la del protopunk incendiario de MC5, a los que homenajearon en un primer momento con el pepinazo “Kick Out The Jams”, y por otra, el folk combativo antifascista de Woody Guthrie. Sumemos el ímpetu de Rage Against The Machine y el resultado solo podría ser un cóctel de auténtico lujo.
Fueron de los triunfadores de la última edición del Tsunami Xixón Festival, por lo que nuestras expectativas se hallaban en un punto relativamente alto y no defraudaron en absoluto con una vocalista tan deslumbrante como Delila Paz, que recoge la tradición de divas fundamentales de la envergadura de Patti Smith, Grace Slick o Janis Joplin. Con unos mimbres de tanta categoría no podría errarse el disparo, menos todavía si añadíamos a un guitarrista con el empuje de Edgey Pires.
La carismática frontwoman nos confesó que había estado enferma toda la semana, pero ni siquiera uno lo podría sospechar con un arranque tan convincente en el que brilló el homenaje a MC5 antes mencionado o ese “1984” que les acercaba a otro grupo tan grande en el rollo vintage como Blues Pills. Aquí no se permitían gatos de escayola, pues tanto el hacha como el bajista no pararon ni un momento. Y eso con una sala a medio gas, profesionales como la copa de un pino.
Al contrario que en Gijón, esta vez Delila sí acertó con la ubicación geográfica, por lo que alabó al País Vasco antes de ponerse combativa y pedir “no más guerra” previamente a su reciente sencillo “Masters of War”, que justo se estrenó el día anterior y tiene una atmósfera muy parecida al mítico “Working Class Hero” de John Lennon, una de esas piezas para entonar con puño izquierdo en alto.
Relajaron ánimos con Delila al piano en la homónima “Running For A Dream”, que diría que posee un punto nostálgico a lo Lana del Rey, y siguió en una línea similar con “Soul On Fire”, no muy diferente a lo que podrían hacer nuestros Morgan. Pero la voceras quería todavía mayor implicación, así que ahí bajó entre la concurrencia para ceder el micro a todos con los que se topaba por el camino.
La comunión entre artistas y público estaba tan conseguida que “Wanted Man” se inició al grito de “one, two, three” de un fan. Y el final fue tan salvaje que el guitarrista hasta arrancó con furia las cuerdas de su instrumento, un gesto a la vieja usanza que hacía tiempo que no veíamos sobre las tablas. Coincidió además que era el cumple del hacha, así que le sacaron la tarta y le cantaron la cancioncita de rigor, eso sí, en euskera.
Delila siguió buscando todavía más interacción, así que obligó a los asistentes a hacer un círculo y ponerse de cuclillas antes de saltar con ímpetu. Y a su vuelta al escenario se llevó a unos cuatro o cinco fieles que acompañaron a la banda en su acometida final, en la que enlazaron con un fragmento del popular “Think” de Aretha Franklin.
Tom Morello de Rage Against the Machine presentó esta banda a su compañero, el batería Brad Wilk, y a este le convenció tanto la propuesta que se enroló en el combo durante 2014 y 2015. El guitarrista dijo además que eran “crudos” y “reales”, un choque de realidad que comparaba con la gesta de la tripulación rusa del buque Potemkin que se rebeló contra los oficiales de la armada zarista y preludió un acontecimiento histórico que cambiaría el mundo. Un imparable acorazado como el que nos llegó aquella noche en forma de rock. Que vuelvan cuanto antes.
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1 comentario
Extenso resumen hacia las curradas descargas por parte de estas buenas bandas aqui mencionadas en este festival bilbaino.