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Crónica de Trotsky Vengarán + Doble Fuerza en Bilbao: Unidos por el amor a los Ramones

Es curioso cómo la gente se puede acostumbrar a acomodarse, lo adoptan como modo de vida y ya no hay manera de sacar a nadie de ahí, como si se los hubiera tragado un agujero negro. Esto sucede sobre todo a la hora de valorar la cercanía o lejanía como factor fundamental a la hora de acudir a un concierto. Dicen que la fe mueve montañas, pero tal vez no sea necesario encomendarse al Altísimo, sino simplemente contar con una afición sincera, real y a prueba de bombas.

Ojalá tuviéramos en la mayoría de bolos un público como el latinoamericano, que lejos de tópicos, vive la música en directo como si fuera la última noche de su vida. Da igual el grupo que se trate, mientras tengamos por ahí argentinos o uruguayos animando el cotarro jamás experimentaremos una velada aburrida, sino más bien intensa, con un entusiasmo que dejaría alucinado a cualquier aficionado de a pie. Podría afirmarse que la emoción de un solo fiel equivaldría a la de cuatro o cinco nuestros.

Trotsky Vengarán

Toda una oportunidad única se presentaba en la primera gira por la península de los uruguayos Trotsky Vengarán, banda de culto con más de tres décadas de trayectoria a las espaldas y con un notable predicamento en Sudamérica, como bien atestiguó su directo ‘Una noche de rock en Medalla’. A pesar de que la cita acabó siendo gratis dentro de la programación festiva del barrio bilbaíno de Zorroza, tampoco hubo multitudes abarrotando la sala D8 Sorkuntza Faktoria, pero los que había bien que se la gozaron. “No somos muchos, pero somos sucios”, así definió el frontman de los uruguayos a un entregado respetable que había acudido desde mil y un puntos hasta aquel lugar apartado del centro de la ciudad.

Doble Fuerza

Pocos teloneros habría más apropiados que los veteranos argentinos Doble Fuerza, ahora asentados en el País Vasco y con activos tan importantes como Pepe Bombs (Turbofuckers) a las cuatro cuerdas. El vocalista Huguito Irisarri y sus compañeros se lo curran y consiguen insuflar potencia a un recital trepidante con ecos ramonianos y picos de intensidad del calibre de “Leave Me Alone”, “Sola” o “Almas gemelas”, que podría ser su “I Wanna Be Your Boyfriend”, palabras mayores.

La vez que les vimos de teloneros de Marky Ramone faltaba su bajista, por lo que no reparamos en su contribución a las voces, como en esta ocasión. El bolo fue como un tiro y para cuando nos queríamos dar cuenta ya enfilaban su himno “Pibes de barrio” y “Otra ronda de cerveza”. Prendieron la mecha de verdad estos pioneros del punk en Latinoamérica.

Guillermo Peluffo, al frente de Trotsky Vengarán.

Lo de la distancia siempre ha sido algo relativo, pues algunos lugares se transforman enseguida en un acogedor hogar, pese a que este en realidad se encuentre a miles de kilómetros. Tal cual fue el caso de Trotsky Vengarán, que alucinaron con la cantidad de uruguayos que se acercaron hasta allí, e incluso había banderas de otros países latinoamericanos. Pura hermandad que no entendía de clases, sino de un sentimiento sincero.

Abrieron con la actitud desbordante de “Sueños rotos” y mantuvieron el tirón generado con “Noche alucinante”. La peña no tardó en entonar el nombre del grupo y las primeras filas se transformaron en una suerte de recinto para el pogo, el que quisiera marcha, ahí tenía que ir. Pero los propios músicos también fueron conscientes del lugar especial donde tocaban, el sitio de donde procedían bandas que escuchaban “con 13 o 14 años”, según relataron. Solo faltaba agitar a conciencia esos ingredientes para que el resultado fuera una velada épica.

Hugo Díaz, guitarrista de Trotsky Vengarán.

Ya hemos dicho que los compatriotas uruguayos derrochaban pasión, los peninsulares quizás no fueran tan expresivos, pero me jugaría el cuello a que nadie salió defraudado de allí. Al tratarse de un grupo de culto, no todos estaban al tanto de su carrera, aunque no sería complicado llegar hasta ellos siguiendo la senda del punk argento con Attaque 77 o 2 Minutos a la cabeza.

Sin duda, uno de los puntos álgidos se alcanzó con “Vestida para matar”, con una melodía que encantaría a Joey Ramone y un estribillo para desgañitarse como poco. Y “Mil infiernos” incitaría del mismo modo a elevar las gargantas, con su contagioso ritmo escorado hacia el punk melódico, al igual que “Barrio”, con un rollo muy tipo Bad Religion.

Los uruguayos Trotsky Vengarán dejándose la piel.

Qué grandes resultan esos conciertos en los que no sobra ni un segundo y acontecen a una velocidad que no da ni tiempo para aburrirse. “Tarde de sol” constituía munición de envergadura dentro de su trayectoria, y casi lo mismo podría aplicarse a “192 Manga”, con los Ramones en el espíritu y en cada rincón de la sala. Si esta letra no era para quedarse afónico, entonces ninguna lo era. Maravilla.

“Problemas” desató los pogos cual manotazo en un avispero, uno de esos temas enérgicos que corta casi hasta la respiración, pero el grupo al completo también merecería reivindicarse en “Detrás del arco”, pues su entrega fue impecable, profesionales al máximo que se dejan incluso la piel sin importar la asistencia. Como decía la letra de esta última canción, “esta banda no puede parar”.

Ellos mismos restaron trascendencia a su grandeza y se definieron como “uruguayos humildes”, muy agradecidos por el cariño demostrado por los seguidores a lo largo de los años. Y si había una composición que encarnaba todas las sensaciones que trasmiten en las distancias cortas, esa era “Noche de rock”, himno total para los que todavía conservaran algo de vigor en las cuerdas vocales.

“Historias sin terminar” sirvió para que las primeras filas echaran el resto antes de atreverse con un clásico de los primeros días del rock n’ roll como “Do You Love Me”, grabada por The Contours en 1962, pero que ha conocido tropecientas mil versiones, algunas tan especiales como la de Johnny Thunders & The Heartbreakers. De hecho, fue el último tema que tocó el siempre añorado Walter Lure en su recordada actuación en el festival Rebellion de hace unos años.

Dos grupos en estado de gracia, unidos por el amor a los Ramones, una fragancia que sobrevuela en cada canción y que engrandece todavía más su legado. Cuando ya no quede ningún miembro de los de Forest Hills sobre la tierra para propagar su palabra en directo, ellos seguirán recordando a una de las bandas más auténticas y queridas por la gente. ¡Aguanten!

Alfredo Villaescusa

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