Crónicas

Triángulo de Amor Bizarro en Bilbao: Un experimento consigo mismos

«Habían pasado con nota muy elevada ese reto que se habían propuesto, el experimento consigo mismos funcionó con una precisión de fórmula matemática y certificó que no se les resiste ni siquiera una idea tan arriesgada. A ver cómo nos logran sorprender a la próxima, porque han colocado el listón demasiado alto.»

18 octubre 2024

Sala BBK, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Lo habitual para celebrar un aniversario en el mundillo musical suele consistir en tocar un álbum de cabo a rabo, una propuesta que hemos visto en infinidad de ocasiones y que tampoco está nada mal, pues proporciona a los fieles la oportunidad de escuchar en directo canciones que de otra manera habría sido complicado que rescataran. El componente nostálgico evidentemente siempre está ahí, pero esto tampoco debería ser un inconveniente si se ha anunciado y todo el mundo sabe a lo que va.

Los gallegos Triángulo de Amor Bizarro podrían haber recurrido a algo similar para celebrar sus dos décadas de existencia, al igual que hacen muchos grupos, pero eso no hubiera sido acorde a sus señas de identidad, caracterizadas por una experimentación sin complejos que les ha llevado de un lado a otro de la historia del rock alternativo, sin desdeñar incursiones en el heavy rock onda Black Sabbath o incluso en el dark wave propio de sesiones góticas, entre otros géneros.

Lo único que les faltaba hacer era experimentar consigo mismos y eso lo han conseguido en esta gira gracias a una misteriosa figura encapuchada que sale al inicio del recital y lanza al aire unas cartas con las portadas de los diferentes discos del grupo. El público se encarga de recogerlas y entregarlas al enigmático mensajero que las extiende para que una espectadora saque una de ellas. De esta guisa se seleccionan dos trabajos que se interpretan en su totalidad. Para que luego digan que ya está todo visto.

Por lo tanto, podríamos decir que tuvimos suerte en el bolo bilbaíno de Triángulo de Amor Bizarro en una abarrotada sala BBK en la que nos tocó, en primer lugar, ‘Año santo’, su tercer trabajo, y luego su álbum homónimo con el título al revés de 2020. Nos dio pena que no saliera ‘Salve Discordia’, pero no nos quejamos para nada de lo que el azar decidió para nosotros, pues quedó una noche para el recuerdo con momentos impagables que difícilmente se repetirán en otro concierto.

Para empezar, ese colosal comienzo con “De la monarquía a la criptocracia” con poso ruidista a lo The Jesus & Mary Chain y la voz de Isa elevándose entre la maraña. La vocalista y bajista confesó que ese disco le daba “miedo”, puesto que tenía la friolera de catorce años. Puede que de vez en cuando dudara con algún fragmento determinado, pero en general se desenvolvió con destreza, aunque su compañero Rodrigo tomó el timón en el aspecto vocal en la mayoría de las canciones del trabajo.

Elevaron el ruido a la categoría de arte con los trallazos “Amigos del género humano” y “La malicia de las especies protegidas” antes de relajar un poco el pistón con la hipnótica “El radar al servicio de los magos” o un “Super Castlevania IV” que agradaría hasta a Phil Spector. “El baile de los caídos” nos volvió a sumergir en un agradable bucle sonoro de influencia krautrock con la distorsión taladrando la cabeza y la pieza que daba nombre al disco devino en una especie de chatarrería fantasmagórica que evocaba al Nick Cave de “From Her To Eternity”. Si no aparecieron un par de ángeles pululando por el recinto consolando al personal, poco faltaría.

Isa pidió al respetable que eligiera algo “un poco más de ahora” y pareció que los hados le sonrieron, pues la siguiente obra en interpretar sería su disco homónimo. La industrialoide a lo Esplendor Geométrico “Ruptura” elevó los ánimos con un repertorio que ya por lo menos le sonaba a la mayoría de los asistentes, pues el ambiente en la primera mitad del bolo fue más bien de vacas al pasar el tren, las reacciones de puro entusiasmo se tornaban casi anecdóticas, reservadas a los fans de verdad, como el colega Carlos Benito y cuatro más.

“No eres tú” volvió a ser esa maravilla a la que le dedicaron un álbum entero con variaciones e improvisaciones de la misma canción. Y el himno con aroma a The Cure de “Vigilantes del espejo” posibilitó que se produjera un poco de movimiento, con algún intento de pogo recatado. La punkarra “Canción de la fama” nos voló la cabeza a los aficionados a las guitarras chirriantes con esa frase mantra de “En mis sueños solo puede quedar uno”. Para quedarse afónico.

Su tema dark wave “Fukushima” era otra joya que ganaba enteros en las distancias cortas, al igual que el shoegaze flotante a lo Slowdive de “Asmr para ti”, piel de gallina ante una sentida interpretación por parte de Isa. Y bastante se lució también la cantante y bajista en “Acosadores”, una maravilla que sonó a Los Fresones Rebeldes con un chute de distorsión.

“Calígula 2025” rescató la vertiente más punk, con un Rodrigo desatado demostrando que no tiene rival a la hora de marcarse este tipo de cortes de los que limpian el forro. Son el equivalente a un chupito de whisky o aguardiente, un digestivo que te pone a tono de un plumazo y te proporciona energía para aguantar lo que echen.

“Folía de las apariciones” apeló más a lo sentimental, por algo Isa la calificó como “emocionante”, y en este sentido el colofón llegó con “Cura mi corazón”, otro colchón shoegaze para elevarse hasta la estratosfera por lo menos. Ya muchos podríamos salir del recinto flotando en una nube, pero todavía hubo un par de bises de propina, que engrandecieron la cita, si es que esto era aún posible.

Isa preguntó a Rodrigo cuál quería tocar y este eligió “Barca quemada”, una buena opción para desperezar al sector del público al que quizá el aspecto ruidista se le fuera de las manos. Y para terminar, consultaron al respetable de nuevo, que ofreció diversas alternativas interesantes, antes de decantarse por “Estrella solitaria”, la canción de su último disco que a New Order le hubiera gustado componer.

Habían pasado con nota muy elevada ese reto que se habían propuesto, el experimento consigo mismos funcionó con una precisión de fórmula matemática y certificó que no se les resiste ni siquiera una idea tan arriesgada. A ver cómo nos logran sorprender a la próxima, porque han colocado el listón demasiado alto. Y lo mejor es que aunque todo surgiera producto del azar al final acabaron más Triángulo de Amor Bizarro que nunca.

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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

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