Crónicas
Toundra en Bilbao: A la sombra del doctor Caligari
«Era como un dulce sueño, o mejor dicho, una pesadilla de la que uno no parece despertar nunca. El escapismo definitivo de una época en la que la libertad de expresión se antoja cada día más amenazada.»
14 noviembre 2021
Teatro Arriaga, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
La reinterpretación de obras maestras del séptimo arte es una tendencia a la que pocos deberían objetar. Frente a esa cansina moda de fastidiar películas antiguas simplemente porque los valores imperantes en ese momento no gustaban, he aquí una nueva perspectiva que añade una dimensión desconocida al producto original y no busca erigirse en juez contemporáneo por encima del bien y el mal que pretenda valorar si se transmiten buenos valores a las generaciones venideras. En determinados ámbitos existe un tufo a sacristía insoportable.
La intención de actualizar una piedra angular del cine como ‘El gabinete del doctor Caligari’ de Robert Wiene seguramente figura entre los planes de los madrileños Toundra. Por eso el lanzamiento o banda sonora que dedicaron al respecto merecería considerarse un apartado especial dentro de su trayectoria, del mismo modo que Exquirla, aquel ambicioso proyecto en el que colaboraron con Niño de Elche. Pura vanguardia sonora a años luz de falsos mestizajes que siempre debería reivindicarse.
Una tarde de verdaderos perros parecía tornarse en la coyuntura ideal para olvidarse de la lluvia a mares que caía en el exterior y adentrarse en ese mundo sombrío de figuras retorcidas que proponía el expresionismo alemán. Muchos debieron pensar lo mismo, pues apenas había huecos libres esa tarde en el Teatro Arriaga para ver a una de las bandas más consolidadas del post rock patrio en una faceta muy poco habitual.
Desactivado el factor sorpresa en lo que respectaba al repertorio, Toundra se situaron en una esquina del escenario para interpretar su peculiar visión de ‘El gabinete del doctor Caligari’. Por si la escasa iluminación, compuesta únicamente por una lámpara de escritorio, no fuera ya un suplicio para fotógrafos, los músicos optaron por hacer un círculo como si fueran a jugar una partida de cartas.
Se quedaron en un segundo plano por voluntad propia, quizás para no restar protagonismo a la pantalla que proyectaba el filme, la protagonista absoluta de aquella velada. Y mientras oficiaban el silencio era sepulcral, qué gozada estar en una reserva libre de cotorras, con los aplausos de rigor cada vez que terminaba un acto.
Como muchos ya sabrán, la duración tanto del disco como de la peli está en torno a los setenta minutos, pero en ningún momento se nos hizo pesada, ya que las escenas de tensión ganaban en dramatismo y el acompañamiento musical permitía seguir con mayor facilidad la trama. Desde luego habían elegido una obra hipnótica de múltiples lecturas muy adecuada para su revisión actual.
No en vano el ejercicio arbitrario de la autoridad es uno de los temas principales de todo un referente cinematográfico y hasta musical, que alguien eche un vistazo al videoclip de “Living Dead Girl” de Rob Zombie. Y del desmedido y caprichoso poder de los gobernantes cada vez sabemos más en esta pandemia con restricciones que siempre perjudican a los mismos sectores.
Un concierto de Toundra era algo muy distinto a lo de este evento en el que la música se convertía en lo secundario a favor de la majestuosidad de la gran pantalla. Entre el respetable podría incluso advertirse un ambiente diverso y variopinto que difícilmente se repetiría si ese concierto hubiera tenido lugar en una sala.
El espectáculo fue tan absorbente que resultaba complicado subrayar instantes determinados en los que uno valorara de veras la presencia de los madrileños, aunque puestos a escoger, nos quedaríamos con las escenas en las que aparecía ese sonámbulo que cometía crímenes en nombre del doctor Caligari. Ahí era cuando se disparaba la tensión mientras la banda se esmeraba en el objetivo de conseguir que los asistentes vivieran una experiencia de poner la piel de gallina. Para sibaritas totales.
Confiábamos en que a la finalización del filme y de la música compuesta para la ocasión todavía se estiraran más con alguna que otra pieza de álbumes precedentes, pero ya tenía pinta de que esta cita se trataba de un rollo diferente a los conciertos habituales. Para verles de pie habría que esperar a una gira al uso.
La dificultad para lograr una fotografía decente nos tuvo a veces más centrados en ese propósito que en seguir la trama de una obra que ya conocíamos de sobra, aunque eso no resta ni un ápice de capacidad cautivadora al espectáculo en cuestión. Era como un dulce sueño, o mejor dicho, una pesadilla de la que uno no parece despertar nunca. El escapismo definitivo de una época en la que la libertad de expresión se antoja cada día más amenazada. Casi va a ser mejor quedarse a la sombra del doctor Caligari.
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1 comentario
Digno concierto el que se curraron los cojonudos TOUNDRA en dicho teatro bilbaino llevando como puesta de escena el desarollo de lo que va realmente su último álbum de estudio.