Crónicas
The Night Flight Orchestra + Tragedy en Portugalete (Bizkaia): Paseo íntimo a la luz de la luna
«Quedémonos con lo importante y eso era lo emocionante que se había tornado este paseo íntimo a la luz de la luna, una cita a mesa puesta en la que se cuidó hasta el más mínimo detalle, como si se quisiera impresionar a alguien»
4 febrero 2025
Sala Groove, Portugalete (Bizkaia)
Texto: Alfredo Villaescusa. Fotos: Iñigo Malvido.
La nostalgia es una de las grandes emociones que nunca pasará de moda. Por muchas décadas que transcurran, todavía existirá gente a la que le ponga la piel de gallina los cardados, las hombreras y esas canciones que parecían himnos que se enganchaban a la cabeza y no salían de allí en una larga temporada. Si a ello sumamos todos los recuerdos que evocan ciertas composiciones resulta hasta lógico que abunden los ávidos por revivir dichas sensaciones, aunque no convendría perder de vista la recomendación de Nick Carraway en la inmortal novela ‘El gran Gatsby’ de Francis Scott Fitzgerald de que “no se puede repetir el pasado”.
El nicho que cubrían los suecos The Night Flight Orchestra estuvo muy definido desde el inicio cuando Björn Strid y David Andersson coincidieron durante una gira norteamericana con Soilwork acerca de lo que consideraban clásico. Una definición que podría ser compartida casi por cualquier melómano al abarcar el periodo de los sesenta y setenta hasta llegar al soft rock de los ochenta que encarnaban bandas como Survivor, Journey o REO Speedwagon, entre muchas otras.
Unas coordenadas de vuelo que podrían haber servido para aterrizar incluso en un estadio en décadas pasadas, pero que a comienzos de 2025 tuvieron que buscar un recinto más reducido en su parada bilbaína. A escasas semanas se movió el evento de la Santana 27 a la Groove de Portugalete, mucho más alejada del metro y todo un inconveniente para los que la anterior ubicación les pillaba a tiro de piedra.
Quizás es que estemos mal acostumbrados en la época de la inmediatez y de todo al momento, pero un servidor todavía recuerda aquellos imborrables viajes de considerables kilómetros para ver a un grupo que molaba y entonces nadie se quejaba. Liberémonos de esa mentalidad pija y burguesa que nos obliga a rechazar conciertos cuando no se celebran al lado de casa.
A pesar de que el ambiente andaba concurrido a tope, tampoco podría decirse que los teloneros Tragedy se encontraran un recinto a punto de desbordar ni nada de eso. Conocidos por ser un tributo a Bee Gees y más allá, no cabría esperar demasiada seriedad en una propuesta que por momentos daba vergüenza ajena. El colega Josetxu les definió como unos “Ojete Calor del heavy metal”, y no podríamos estar más de acuerdo.
Porque uno puede rescatar himnos de ABBA del calibre de “Lay All Your Love On Me” o el siempre infalible “Gimme! Gimme! Gimme! (A Man After Midnight)”, pero lo que ya no es de recibo es destrozarlos mediante voces horribles que se iban alternando. Por si la profanación escandinava no resultara suficiente, también metieron mano a la BSO de ‘Grease’, uno de los grandes musicales de la historia del cine, por lo que casi daban ganas de arrancarse los oídos al escuchar despedazado el tema homónimo de Frankie Valli & The Four Seasons o “You’re The One That I Want”. Si hubiera estado ahí Ritchie Blackmore, gran fan de los creadores de “Waterloo”, habría escapado horrorizado.
Menos mal que el talento incuestionable regresó con The Night Flight Orchestra, con una formación de altos vuelos, nunca mejor dicho, con el veterano Sharlee D’Angelo al bajo, un señor que podría ser casi como de la familia, puesto que le llevamos viendo con diferentes bandas desde chaval, o un Björn Strid sublime en la tesitura de vocalista melódico. Aquellos que le conocieron antes por su banda principal Soilwork seguro que todavía están alucinando con su competencia total en un registro diferente. Y el toque de las coristas azafatas les proporciona un punto más en una impactante puesta en escena que sin duda mereció contar con mayor espacio. Hubo miembros como el teclista que apenas se sintieron a nivel visual.
Que los suecos estuvieran apretados como en un vuelo de Ryanair no fue inconveniente para que el sonido fuera una de las principales bazas de la noche desde que despegaran con “Stratus”, de su reciente álbum ‘Give Us The Moon’, con pocos días en la calle, pues salió el pasado 31 de enero. “California Morning” tomó el testigo apelando al rock clásico con ínfulas melódicas en el que se desenvuelven como auténticos maestros.
Björn no tardó en saludar a los fieles, al tiempo que se mostraba sorprendido por un recinto tan reducido, que calificó como “íntimo”, aunque luego admitió que estaba “guay”. Las azafatas sacaron champán solo para ellas (el compi Yorgos Goumas nos dijo que en otras ocasiones servían a la peña) y el frontman ataviado con aire imperial nos preguntó si habíamos traído nuestros “zapatos de baile” antes de “Shooting Velvet”, todo un temón de su material más reciente.
“Divinyls” mantuvo el tono festivo con su leve aproximación al disco, pero “Gemini” de verdad incrementó de un plumazo la temperatura en el interior de la aeronave. Volvemos a insistir en la impresionante labor de Björn a la voz, clavando incluso los falsetes, y revelándose como un fuera de serie en el género. Cualquiera diría que ha mamado de ese rollo desde siempre.
El cantante nos contó además la historia de una azafata que se enamoró de un piloto, pero este resultó ser muy mala persona, así que para recordar tal infortunio ahí estaba “Paloma”, otra maravilla de su nuevo disco. Y subieron un escalón más con la colosal “Satellite”, hard rock melódico en la senda de H.E.A.T, Bon Jovi y demás luminarias de las ochenta. Puro pedigrí aristocrático.
Y en “Transmissions” podían haberse transformado en una suerte de versión moderna de ABBA, no en vano en el disco ‘Aeromantic’ grabaron con la misma batería utilizada durante las sesiones del hit “Super Trouper”. Björn relató cómo aquella gira denominada “Moon Over Europe” era muy especial para la banda, no solo por su primera vez por estos lares, sino porque no estaba el guitarrista David Andersson, fallecido en 2022. En su recuerdo interpretaron la única pieza sosegada de la velada, “Transatlantic Blues”, que cortó algo de dinamismo, aunque se entendió su inclusión por motivos sentimentales. Qué menos.
En el tramo final, el voceras sorprendió entonando a capela el inicio de “Burn For Me”, más combustible enfocado para fundir pistas de baile que pilló a las azafatas ensayando incluso una peculiar coreografía. Si no se te mueve el pie por lo menos con semejante himno, mejor compruébate el pulso.
Sin enterarnos nos plantamos ya con los bises, que comenzaron con una joya de la envergadura de “White Jeans”, muy en la línea de “Stormwind” y otras piezas pretéritas de Europe. Prueba de lo mucho que confían en su último material lo encontramos en “Way To Spend The Night”, que seguro que permanecerá en el repertorio en directo durante una larga temporada.
La guinda la colocaron con la hard rockera “West Ruth Ave”, donde se desató una conga entre la concurrencia. Quizás un servidor sea un antiguo y prefiera el agite capilar a la vieja usanza en vez de esos actos pachangueros tipo Paquito el Chocolatero más de boda casposa que de recital con fuste, pero allá cada cual con su conciencia y dignidad.
Quedémonos con lo importante y eso era lo emocionante que se había tornado este paseo íntimo a la luz de la luna, una cita a mesa puesta en la que se cuidó hasta el más mínimo detalle, como si se quisiera impresionar a alguien. Fue un viaje a lo largo de la historia de la música para disfrute de melómanos y otros pasajeros ocasionales del que desearíamos nunca haber aterrizado. Con esta gente al fin del mundo.
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1 comentario
Pequeño resumen hacia las descargas que se marcaron ambas bandas en Portugalete.