Crónicas

The Meteors en Bilbao: Funcionarios del rock n’ roll

«No negamos que puedan existir servidores públicos que realicen su función con notable esmero y diligencia, pero si de lo que se trata es de buscar pasión, entonces mejor mirar a otro lado. Pudieron brillar mucho más. Su trayectoria lo merecía.»

14 mayo 2023

Sala Mytho, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Hay bandas que viven en base a su nombre, pese a que hayan cambiado de miembros con una frecuencia tal que a veces hasta se torne imposible seguir el rastro. Un solo miembro original condensa toda la leyenda que pudo haber en su día y el resto operan como meros actores secundarios, fundamentales para que el show pueda llevarse a cabo, por supuesto, pero sin esa aura que acompaña a la mayoría de líderes de grupos.

El vocalista y guitarrista P. Paul Fenech lleva de un tiempo a esta parte dirigiendo a los históricos The Meteors, uno de los primeros combos en utilizar el término psychobilly con una trayectoria longeva que se remonta a comienzos de los ochenta. Esto último, en teoría, porque hoy en día el único al frente de la formación desde los inicios es el propio Fenech, que sigue conservando una apariencia aguerrida, y de vez en cuando también cierta desgana, como contaremos posteriormente.

Es curioso, pero la anterior vez en la capital vizcaína el tipo estuvo más comunicativo, y diríamos incluso que se esmeró más sobre las tablas. Tal vez coincidiera en esta ocasión el final de gira peninsular o un cansancio entendible tras casi diez fechas al pie del cañón, pero lo cierto es que el bolo de estas leyendas del psychobilly en la bilbaína sala Mytho fue muy de cumplir, de tocar y pirarse, sin tampoco estirarse demasiado.

Una lástima porque el recinto estaba hasta los topes y desde que The Meteors irrumpieron en escena hubo pogos constantes entre la muchedumbre. Ya de entrada, nos llamó la atención el hecho de que hubiera seguridad en la parte delantera del recinto y que hasta nos pidieran no hacer demasiadas fotos, puesto que los músicos “se rayaban”. Una petición realmente inaudita que casa más con un genio huraño tipo Bob Dylan que con una banda del llamado underground. Seguro que los peones de obra no se preocupan por esas cosas, lo que hay que oír.

Acompañado por un discreto bajo y un batería mexicano, o eso nos pareció entender, Fenech prescindió de presentaciones y se cascó la mayoría de temas del tirón, sin pausa ni para respirar, lo cual tiene su mérito, no cabe duda, aunque una pizca de entusiasmo se hubiera agradecido. Y puestos a pedir, el sonido habría ganado del mismo modo con otra guitarra adicional.

“Fuck Your World” despejaba dudas respecto a su actitud ante la vida y la instrumental “Night of the Werewolf” provocó contoneos entre la concurrencia, aunque sobra decir que el personal ya andaba más que predispuesto al despiporre, no hacía falta espolear lo más mínimo. Podría afirmarse incluso que el público tenía más ganas de concierto que los propios artistas, que oficiaron de manera muy mecánica y lineal.

Con temas frenéticos como “Rawhide” o “Corpse Grinder”, que no llegaban ni a los tres minutos, el recital fue como un tiro, casi un visto y no visto. Cierto es que esa voluntad de ir al grano era encomiable, frente a otros que marean la perdiz sin descanso, aburriendo al respetable y así mismos. En este sentido, es de agradecer que apenas pronunciaran palabra y dejaran en su lugar que la música hablara, como decían Aerosmith.

Lo que ya resultó más que criticable es que mostraran intención de pirarse de allí al de 40 minutos, sin alcanzar esa mínima hora reglamentaria que marca la decencia. Menos mal que al final se terminara alargando la cosa, aunque hubo peña que permaneció un rato en la sala porque no se creía su despedida en falso.

Al igual que la vez anterior que les vimos, echamos en falta piezas de spaghetti western como “Strange Times Are Coming” o “Johnny Remember Me”, no entendemos por qué ignoran esa faceta fronteriza de su repertorio, puesto que añadiría esa versatilidad que en ocasiones se diluye por completo. Suponemos que prefieren ir a piñón fijo, si te gusta, genial, y si no, pues también. Diferentes maneras de entender el espectáculo.

“Graveyard Stomp” no iba a permitir que nadie se aburriera en los últimos momentos de su show. Y lo mismo podríamos decir de “Wreckin’ Crew”, todo un clásico del rollo que desató más pogos que en un bolo punk. “Mutant Rock” era otra pieza frenética para soltar adrenalina y echar el resto. El subidón no se esfumó de un plumazo y por eso mismo muchos no se movieron de su sitio pensando que regresarían a las tablas, a pesar de que se pidieron bises y demás. No estaba en su ánimo esa noche condescender con los fieles.

Por si fuera poco, en el colmo del mal gusto, algunos miembros de la organización impidieron que los fans se llevaran el setlist a modo de recuerdo y se lo guardaron ellos. Qué les habría costado, por favor.

En suma, aquel show fue más bien de funcionarios del rock n’ roll, para llenar el expediente y ya. No negamos que puedan existir servidores públicos que realicen su función con notable esmero y diligencia, pero si de lo que se trata es de buscar pasión, entonces mejor mirar a otro lado. Pudieron brillar mucho más. Su trayectoria lo merecía.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extenso resumen hacia el gran concierto que se marcaron una de las bandas más grandes e históricas del Punk Rock como fueron THE METEORS en la dicha sala bilbaina a través de estos clásicos del mejor Punk Rock combativo. Que nos duren por unos cuantos años más.

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