Crónicas
The House of Love en Bilbao: Reliquias de los ochenta
«Pasarán los años y se recordará la insólita visita de estas reliquias de los ochenta como uno de esos conciertos en los que cualquier melómano que se precie como tal debía de estar.»
30 septiembre 2024
Kafe Antzokia, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Hay determinadas épocas que poseían una escena musical tan vibrante que su legado sigue crepitando muchos años después. Frente a los nombres clásicos de siempre, había otra vertiente más underground a la que solo hincaban el diente los más puestos en el género en cuestión, un aficionado melómano a años luz del oyente ocasional de radiofórmula que se pensaba que podría reducirse una década a tres o cuatro bandas resultonas.
Con los británicos The House of Love sucedía un poco esto último, pues en su momento se les consideró sucesores de ese sonido jangle pop o indie rock que preconizaron bandas tipo The Smiths a finales de los ochenta y que en realidad poco tenía que ver con el rock n’ roll tradicional de la escuela Chuck Berry. En el caso de la formación capitaneada por el vocalista y guitarrista Guy Chadwick, uno podía percibir la influencia de The Velvet Underground, pero también el halo ruidista de The Jesus & Mary Chain, de los que casi eran contemporáneos, al formarse escasos años después que los hermanos Reid.
Una visita a la capital vizcaína de un grupo de este rollo era como un eclipse solar, algo inaudito que vete a saber cuándo se volvería a repetir. Y lo más increíble es que dicha conjunción de los astros sucedía justo un día antes de que los apóstoles del rock gótico The Mission llegaran a la sala Santana 27. Pese a que existieran ciertas similitudes entre ambas propuestas, aseguraríamos que pocos espectadores repitieron en ambas citas, pues el público nada tenía que ver entre una cosa y otra.
Quizás Wayne Hussey y los suyos congregaran algo más de gente, pero los lunes suelen ser duros para moverse a conciertos y demás, por lo que los asistentes no superarían las doscientas personas, algo totalmente injusto por el carácter exclusivo del show, ya lo hemos dicho. Ni siquiera esperábamos que hubiera teloneros, una responsabilidad que recayó en el cantautor de ascendencia germano-canadiense Alex Nicols, que ofició en formato dúo un breve set de piezas folk intimistas haciendo gala de buena voz. Como entremés, no estuvo mal.
No se iban a andar por las ramas The House of Love, que desplegaron artillería considerable en la inicial “Cruel”, ideal para introducirse en su nube psicodélica que lo mismo podría recordar a The Jesus & Mary Chain que a The Stone Roses. El líder Guy Chadwick conservaba todavía un importante rango vocal, a pesar de que en el aspecto físico se notara más el paso del tiempo, sobre todo si uno rememoraba sus típicos fotos de los ochenta.
Pero a nosotros lo que nos interesaba era la música y en ese sentido cumplieron muy sobradamente, llevándonos de un lado a otro con su estilo flotante, interrumpido de vez en cuando con explosiones guitarreras herederas de The Velvet Underground. Imposible no maravillarse ante cortes tan elegantes como “Marble” o “In A Room”, que además iban casi atropellándose unos a otros, sin charlas inútiles ni mierdas.
Un momento cumbre se alcanzó evidentemente con su himno “Shine On”, que incluso hoy en día pone los pelos como escarpias por ese sonido tan cristalino y a la vez cargado de fuerza. Y no menos relevante en su trayectoria se antojaba lo que venía a continuación, “Beatles And Stones”, más reposada, pero sin perder ni un ápice de emoción.
Chadwick rompió su sobriedad inicial para maravillarse por la ciudad, en la que nunca había estado, según nos confesó. No se enredó en largos parlamentos con la audiencia y siguió incrementando el burbujón psicodélico con “Safe” o ese “Feel” cuyo palpitante comienzo a lo The Chameleons fue otro de los picos de la noche. Qué gustazo contemplar a un vocalista que no desmerecía en absoluto respecto a lo que puede escucharse en disco, y encima acompañado por una banda impresionante que clavaba cada nota.
El frontman se reivindicó como compositor en “The Girl With The Loneliest Eyes”, que calificó como “la mejor canción jamás escrita”, y volvió a incrementar la intensidad con un fantástico “Crush Me”, con estribillo hipnótico y atmósfera lánguida que epataría incluso a los fans del rock gótico. “Se Dest”, por otro lado, supuso un punto y aparte en el repertorio, por ese tono blusero de garito y una cadencia que podría valer para hacer un striptease.
El clásico “I Don’t Know Why I Love You” resonó ochentero a más no poder, aunque tampoco se olvidaron de su habitual colchón psicodélico de distorsión. Todo un cierre de altura que dejó el ambiente con ganas de un breve regreso a las tablas, algo que se cumplió además con galones con esa maravilla llamada “Christine”, que casi podría ser de The Jesus & Mary Chain. Siguieron la onda guitarrera en “Destroy The Heart” y bordaron la velada con un “Love In A Car” en el que terminaron arremolinados en torno a la batería con Chadwick rasgando las seis cuerdas y metiendo bien de ruido.
Pasarán los años y se recordará la insólita visita de estas reliquias de los ochenta como uno de esos conciertos en los que cualquier melómano que se precie como tal debía de estar. Nunca es tarde para descubrir a una banda con casi cuatro décadas de trayectoria. Ojalá vuelvan en el futuro. Muy recomendables.
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1 comentario
Pedazo de resumen hacia el gran concierto que se curraron estos músicos veteranos como son THE HOUSE OF LOVE en el mitico Antzokia bilbaino a través de tan conocidos y buenos temas rockeros.