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Crónica de The High Learys en Bilbao: Un fresco de otra época

Hay grupos que retrotraen de inmediato a una época concreta, a un periodo en particular de la historia de la música. No hablamos de una banda, sino de una escena en su conjunto, con sus convenciones en materia de género, pero también con cierto sentido de la estética en algunos casos. Y en otros, el punto de mira no abarcaba únicamente un objetivo aislado, sino varios de ellos, movimientos que funcionan a modo de referencias a la hora de constituir un panorama general.

Con los australianos The High Learys sucede un poco esto último, pues si bien su principal influencia la encontraríamos en el primer periodo de The Beatles en Hamburgo y en otros combos beat de comienzos de los sesenta, tampoco renuncian a picotear en la psicodelia o en el garage rock de la misma época. Toda una línea que saltaba fronteras e iba desde The Monkees o The Dave Clark Five hasta sus compatriotas The Easybeats, que incluso consiguieron un éxito internacional con su recordado “Friday on my Mind” allá por 1966.

A pesar de despuntar con un brillante debut, que contó con los servicios a la producción de Rob Grant (Lenny Kravitz, Tame Impala), una reputación cada vez mayor en la escena y una intensa actividad en directo, la banda se separó en 2017. Pero el vocalista y guitarrista Jamie Turner sintió de nuevo la llamada para recuperar la banda y atreverse con empresas tan ambiciosas como una gira peninsular de hasta ocho fechas.

Temimos que la cita se convirtiera en otro de esos conciertos desiertos de septiembre, pero al final se congregó en el bilbaíno Crazy Horse la suficiente multitud para montar una buena fiesta sin agobiarse demasiado. Había desde luego que aprovechar la ocasión, como cuando uno pesca un pez de tamaño considerable, pues quizás decidan volver a desaparecer por un periodo indeterminado, quién sabe.

Podría decirse de The High Learys son una especie de ortodoxos en lo suyo, pues basta escuchar unas pocas notas para que la mente viaje de inmediato hasta los primeros días de The Beatles y el llamado Merseybeat. Emplearon de primeras artillería poderosa del calibre de “Ain’t No Fire” o la maravillosa revisión que se cascaron del mítico “Poison Ivy” de The Coasters, versionada hasta la saciedad por infinidad de artistas. Y para atreverse con algo como esto último hay que contar con una notable habilidad para las armonías vocales.

El líder Jamie Turner poseía cierto aire a Paul McCartney, pero no se trataba de algo impostado, sino natural, pues en ningún momento se antojaba forzado, los “It’s allright” de “Idolize Your Woman” podrían haber sido hasta pronunciados por el legendario Macca. Y el resto de la banda demostraba una competencia tremenda sobre las tablas, en especial el veterano batería o ese teclista que realmente vivía la experiencia del directo.

Por ese motivo, pudieron realmente lucirse en la instrumental con ecos surferos de “Down Time”, un pequeño paréntesis antes de arrancarse con “I’m A Fool For You”, otro corte impecable que podría haber sido compuesto a inicios de los sesenta, así de grande era la devoción de estos australianos por un peculiar sonido. La precisión era de auténticos expertos, cuidada hasta el más mínimo detalle, con cada punteo o golpe de batería acomodándose a esa estampa predeterminada.

La afición correspondió con tanto entusiasmo a la propuesta de los marsupiales que no tardaron en dedicar a los fieles “You’ve Got What I Need”. Confesaron que era su primera vez en la capital vizcaína, pero visto el recibimiento, seguro que se plantean volver en breve. El personal anduvo tan receptivo que cuando anunciaron una versión de un grupo australiano, que por supuesto se trataba de The Easybeats, la banda de su tierra más grande en este estilo, gritaron “Friday on my Mind”, pero craso error, optaron por “She’s So Fine”, segundo sencillo de su debut que llegó al número uno en las antípodas. Alguno hasta dio vueltas de peonza de la emoción.

Por desgracia, con apenas un disco y varios singles, no se podía esperar un repertorio demasiado extenso, y para cuando nos quisimos dar cuenta, ya estaban por los bises. Quizás fue algo corto, pero impecable de principio a fin. Las propinas no defraudaron con el clásico del blues “I’ve Got My Mojo Working”, aunque llevada a su terreno beat, o el no menos relevante “Walking The Dog” de Rufus Thomas, que un servidor conoció por las adaptaciones de The Rolling Stones o Aerosmith, entre muchos otros.

Pues no hubo más que rascar, pero no cabría reprochar nada al margen de la duración, fue un bolo dinámico, entretenido y con una competencia sublime por parte de los de Perth. Un fresco de otra época para que lo contemplen generaciones venideras y se hagan una pequeña idea de cómo era el mundo antes de que llegaran los móviles y otros objetos alienantes. Un tiempo en el que la música era de verdad y se iba a los conciertos a disfrutar en vez de a posturear. Apunten su nombre, y si pasan por las inmediaciones, no se los pierdan.

Alfredo Villaescusa

Un comentario

  1. Pequeño resumen hacia el currao concierto que se marcaron estos THE HIGH LEARYS a través de estos temas aquí mencionados en tan conocido garito bilbaino.

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