Crónicas

The Courettes en Bilbao: Alma de Phil Spector

«Su alma de Phil Spector sigue brillando como los chorros del oro, casi como si uno se acercara a la vitrina de un museo y echara un vistazo a ese mundo pretérito en blanco y negro de guerra fría.»

3 noviembre 2024

Kafe Antzokia, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

No existen demasiadas bandas que puedan considerarse una especie de parque temático de una época en concreto. Con referencias musicales bien definidas y cuidando aspectos tan triviales en otros contextos como la vestimenta. La fascinación por los grupos de chicas de los sesenta como The Ronettes o The Marvelettes no se limitó a ese abanico tan amplio que va desde The Beatles y The Jesus and Mary Chain hasta Ramones o New York Dolls, sino que incluyó la estética y esas letras que hablaban de romances con pasión de adolescentes.

El dúo brasileño-danés llamado The Courettes tuvo las cosas tan claras desde el principio que adoptó el apellido familiar Couri para bautizar a la banda añadiendo esa terminación tan recurrente en los combos que adoraban. Sumemos a ello el ímpetu garajero de The Sonics o la hipnótica cadencia de The Cramps, así como su homenaje al rock n’ roll clásico.

La formación compuesta por la estilosa Flavia Couri y el batería con pegada Martin Couri ya habían recalado en otras ocasiones en la capital vizcaína con cierto éxito de convocatoria, pues no recordamos que los recintos estuvieran precisamente vacíos. El piso superior del Kafe Antzokia, presentó, por lo tanto,  una afluencia más que digna para que se pudiera montar un jaleo decente.

Sin embargo, el inicio de The Courettes no cabría calificarlo de apabullante, pues la voz de Flavia apenas se escuchaba, por lo menos desde el lateral derecho donde nos encontrábamos, y al volumen en general le faltaban unos cuantos vatios. A pesar de que luego mejorara la cosa, la impresión de que hacía falta más chicha en cuestión de sonido no se nos despegó en todo el concierto.

De esta forma, “You Woo Me” hubo que intuirla, pese a que en condiciones normales pudiera haberse convertido en un arranque bastante respetable. La vocalista y guitarrista Flavia pidió a las chicas que se acercaran a las primeras filas, mientras su esposo batera se reveló una vez más como un maestro de la pegada precisa.

Es impresionante lo que se habrán estudiado ese tramo concreto de la historia de la música de principios de los sesenta. “Want You! Like A Cigarrette” es una maravilla que podría haber producido Phil Spector, aunque por otra parte se llevan su famoso “wall of sound” hasta la época contemporánea.

Bilbao les pilló al final de su gira peninsular, dijeron que habían vendido todos los discos, pero en cuanto a actitud tampoco se les notó tan cansados. La enérgica y elegante frontwoman no dudó en pegar un salto desde el escenario y marcharse hasta el fondo de la sala, por lo que esfuerzos por conectar con la peña sí que los hubo desde su lado. A un servidor el aspecto sónico no le terminaba de convencer, por lo que nos costó meternos en su rollo, a pesar de nuestra sintonía total con su rock garajero de efluvios sesenteros.

El último álbum, ‘The Soul Of… The Fabulous Courettes’, tuvo un protagonismo indisimulado en cortes como “Better Without You”, que si no ponen patas arriba cualquier recinto es que algo se debe estar haciendo rematadamente mal. Intentaron restar negativismo al ambiente dominical pidiendo imaginar que se trataba de un sábado a la noche y a fe que lo consiguieron con munición tan rotunda como “Boom! Dynamite”, que alargaron para que el respetable cantara.

“Misfits & Freaks” podría ser un tema de sus paisanos The Raveonettes, otros obsesionados con los grupos de chicas de los sesenta, como se puede observar en el nombre. Y sin duda uno de los picos de la velada lo alcanzaron con “Hop the Twig”, que funde el universo de The Sonics con el descaro de The Cramps. Flavia se emocionó tanto que hasta se subió a la barra del garito legando una estampa increíble de rock n’ roll a la vieja usanza.

Lástima que con ese subidón generado decidieran abandonar las tablas tras un tiempo no demasiado largo en escena. Por fortuna, atendieron las peticiones de bises y regresaron con “Keep Dancing”, otra de su disco más reciente con ese marcado sabor vintage que bordan con la precisión de un documental. Y para despedirse definitivamente recurrieron a “Shake!”, una bomba sónica con ritmo contagioso que incitaba a mover el esqueleto, como se decía antaño.

Hubiéramos preferido un mayor volumen durante la actuación, aparte de una duración más extensa, pues una hora escasa se nos hizo muy corto, pero esta tendencia de shows breves no es tampoco exclusiva de ellos. Su alma de Phil Spector sigue brillando como los chorros del oro, casi como si uno se acercara a la vitrina de un museo y echara un vistazo a ese mundo pretérito en blanco y negro de guerra fría.

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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

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