Crónicas
Steven Wilson: Sinfonía cósmica
«Steven Wilson volvió a reconfortarnos con esta experiencia audiovisual multimedia, posicionándose como un gran narrador sonoro, que nos incita a reflexionar sobre el ser humano y el mundo en el que vivimos explorando su universo musical»
13 junio 2025
La Riviera, Madrid
Texto: José Luis Martín. Fotos: Henrique Pratas @Henrique_Pratas
Con una gran expectación y las dos fechas españolas agotadas, Steven Wilson puso fin en Madrid a su exitosa gira europea, en la que ha presentado su última obra discográfica, ‘The Overview’, que supone su octavo trabajo en solitario. El músico y productor británico, nominado cinco veces a los premios Grammy con sus distintos proyectos, es un artista solvente, apasionado y con una gran capacidad para reinventarse y mantenerse en la cumbre del rock progresivo, aunque él reniegue de las etiquetas, haciendo gala de una gran creatividad e imprevisibilidad, que puede llegar a ser desconcertante en algunos momentos.
Su show se dividió en dos actos, con un descanso de veinte minutos y dos horas y media de actuación en total. En el primero se interpretaron las dos canciones de su fascinante nuevo álbum, que, en palabras del propio Wilson, es un ambicioso y audaz viaje de 42 minutos de duración, basado en el conocido “efecto perspectiva”, donde la visión de la tierra a través de los ojos de los astronautas en el espacio, puede generar cambios en la percepción de la realidad y una profunda conexión con la humanidad.
El espacio no es siempre acogedor, y a veces escapa a nuestra comprensión, como ocurre también con su propuesta musical. Los temas “Objects Outlive Us”, que se inició con ese grito desgarrador, y “The Overview” se componen de varias piezas que encajan dentro de un universo sonoro muy personal e inclasificable, pero consiguen la complicidad de un público muy respetuoso, que solo interrumpió esa atmósfera silenciosa para ovacionar el final de cada canción.
Hay que resaltar que antes del inicio del concierto en las pantallas se avisaba que estaba prohibido cualquier tipo de grabación o fotografía. Este detalle nos permitió disfrutar con plenitud de una música que exige una mayor atención y concentración, logrando ese ambiente necesario para poder transmitirnos de la forma más fiel su especial visión musical.
Apoyado en unas excelentes y sugerentes proyecciones sobre la inmensidad del universo, que reforzaban la calidad de las composiciones, con un sonido nítido y limpio y unos músicos virtuosos, “mejores que yo”, como nos comentaba Wilson, la atmósfera era impecable para el desarrollo de esta sinfonía cósmica.
La base rítmica contaba con la presencia de todo un referente dentro del prog actual como es el bajista Nick Beggs, al que también hemos visto con Steve Hackett, y que nos deleitó con los sonidos y la paleta sinfónica de su stick; y un batería muy preciso y solvente como Craig Blundell. No menos virtuoso fue el desempeño del guitarrista americano Randy McStine y del experimentado teclista Adam Holzman, que ha trabajado con Miles Davis y Ray Manzarek entre otros.
El segundo acto se abrió con “The Harmony Codex”, que da título a su anterior disco y que nos evoca a Tangerine Dreams o Vangelis, pasando después por el intrincado “Home Invasion” y “Regret # 9”, incluidas en ‘Hand. Cannot. Erase’.
En “What Life Brings” pudimos contemplar la excelencia de unos coros reales, presentes durante toda la noche, en una época en la que los sonidos disparados están a la orden del día, restando credibilidad a muchas formaciones actuales.
Para los que esperaban algún guiño a Porcupine Tree, Wilson recurrió a “Voyage 34”, de claro corte pinfloydiano, y a “Dislocate Day”, con ese sonido inicial de un teléfono que nos transportaba a su época más psicodélica, incluyendo un espectacular solo de bajo de Beggs.
Con “Abandoner” y una extraordinaria “Harmony Korine”, quedando entremedias “Impossible Tightrope”, volvían a los tiempos pretéritos de su debut con ‘Insurgentes’, siendo uno de los momentos más aclamados.
El bajo de Beggs irrumpía en “Vermillioncore”, mientras se iban incorporando el resto de instrumentos, en un corte de inspiración jazzística con un gran crescendo final, que cerró la actuación antes de los bises.
En el añadido nos dejaron un largo y complejo “Ancestral”, con grandes cambios de ritmo, para culminar con un estremecedor y emotivo “The Raven That Refused to Sign”, que por más veces que lo hayamos visto no deja de cautivarnos. Los músicos fueron despedidos con una sonora ovación por parte de un público que salió más que satisfecho de la sala.
Steven Wilson volvió a reconfortarnos con esta experiencia audiovisual multimedia, posicionándose como un gran narrador sonoro, que nos incita a reflexionar sobre el ser humano y el mundo en el que vivimos explorando su universo musical, donde sabe encajar el rock, el pop, la electrónica, atmósferas complejas y hasta el metal, desafiando el orden establecido.
Dejó que cada músico tuviera su momento para el lucimiento y se mostró como un gran director de orquesta, llegando en algún momento hasta a marcar los compases al público a la hora de hacer los coros.
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