Sólstafir + Oranssi Pazuzu + Helga: Apología de lo diferente

Sólstafir

Encabezaba el plantel una de las bandas que más han conseguido aunar expresividad y unicidad en una misma ecuación sonora. O varias, porque son muy diversas las facetas que los islandeses Sólstafir pueden exhibir en apenas hora y media de concierto, todas con la emoción a flor de piel y una organicidad embriagadora como comunes denominadores.

Helga

Las puertas de la sala Copérnico se abrieron muy pronto, a las seis de la tarde, y media hora después ya emergían sobre su escenario los británicos Helga, con una propuesta rompedora y fascinante a partes iguales, ideal para abrir camino hacia un show de Sólstafir. Sumiéndonos desde el principio en una sempiterna atmósfera etérea y misteriosa enfatizada por la fina, sutil y envolvente voz de Helga Gabriel, que parecía emanar de lo más recóndito de la naturaleza en penumbra.

Helga

Su show, repleto de audaces melodías e imprevisibles giros de guion que terminaban ocasionalmente recalando en un profundo black metal con abrumadores arrebatos guturales por parte de la muy gesticulante y teatral vocalista sueca afincada en Reino Unido, nos descubrió una banda de post-rock con espíritu pagano y embriagadores destellos extremos extraordinariamente hipnótica en directo. “Burden”, “Alive Again” o “Skogenmumlar” nos transportaron a otra dimensión en la que evocación y espiritualidad nos alejaban por instantes de las vicisitudes de la cotidianeidad.

Oranssi Pazuzu

En una onda radicalmente diferente, aunque igualmente innovadora y en las antípodas de lo usual, se sitúan Oranssi Pazuzu, cuya estrafalaria y asfixiante mezcolanza de post-metal, música electrónica y cavernario black metal se antoja cuando menos difícil de describir.

Oranssi Pazuzu

Con una vocación avant-garde llevada al extremo y mucho caudal psicodélico, abrumaron a propios y extraños en un show frenético, casi esquizoide, en el que las abrasivas voces guturales de Jun-His, dopadas por un envolvente y casi inverosímil eco que terminaba por gobernar todo el local, se fundían con inenarrables figuras electrónicas descritas por los varios sintetizadores en escena y abrumadoras guitarras empapadas del salvajismo exacerbado de una base rítmica con muchas alternativas.

Mención especial merece la dedicada performance de Ikon, un auténtico torbellino prácticamente poseso por el atronador black metal psicodélico que colapsaba toda vía hacia lo previsible. Tanto cuando reventaba el silencio a guitarrazos como cuando se esmeraba con el teclado y el sintetizador, era pura adrenalina, exprimiendo su físico y dejándose el alma sobre el tablado como si nada más alrededor jamás hubiese existido.

Los finlandeses nos dejaron sin air durante toda una hora al son de piezas como “Bioalkemisti”, “Muuntautuja”, “Valotus”, “Hautatuuli” o “Vasemmankadenhierarkia”, tras las que satisfacción y desconcierto se repartían a proporciones prácticamente iguales entre los asistentes.

Sólstafir

Arribó después el momento estelar de la velada, en el que Sólstafir volverían a conquistarnos con su post-metal siempre profuso en emociones a flor de piel. La larga, genuina, pura y cruda instrumental "78 Days in the Desert", con ciertas reminiscencias al sonido desértico del stoner californiano pasadas por su tamiz nórdico, sirvió de carta de presentación y fue ideal para que Aðalbjörn Tryggvason se acercase con su guitarra a cada flanco del escenario para intimar con un público al que desde el comienzo concibe como un factor clave e indisociable del show. La pieza desembocó en la intro de "Silfur-refur", temazo perfecto para poner los puntos sobre las íes desde su insinuante arranque de nórdica evocación pasando por su certero riff y las siempre apasionadas y efervescentes voces de Aðalbjörn.

Sólstafir

Con tan embriagadora obra de orfebrería sonora, el público estaba ya cautivo en sus redes, y vibró de lo lindo con "Blakkrakki", fabulosa composición de su más reciente disco, 'Hinhelgakvöl', con un magnético riff y toda la esencia de Sólstafir incólume.

Con cercanía, el frontman dio las buenas noches en castellano y presentó a la banda resaltando so procedencia de Islandia, tierra de glaciares y arena negra. Lo segundo es precisamente lo que viene a significar "Svartirsandar", la siguiente en liza, que sonó recia y penetrante, y que presta su título a uno de sus álbumes más emblemáticos. Más tarde, fue "Ljós i stormi" la que, con su arrebatador desgarro, horadó nuestra alma y nos sumió en una melancolía a la que Sólstafir saca brillo como muy pocos.

Sólstafir

"Hún andar", otra fantástica canción de su último álbum, fue la antesala del que siempre es uno de los momentos más esperados y celebrados de sus conciertos, cuando ese estilizado y cadencioso movimiento de platillo inaugura la maravillosa "Fjara", tal vez su himno más absoluto, un penetrante e irresistible ejercicio de melancolía y belleza sonora sin parangón. Cierto es que en temas así cuando más se echa en falta que los islandeses prescindan de teclista en directo, algo difícil de explicar y que a veces relega a ciertos pasajes a una excesiva desnudez sonora, adoleciendo de matices trascendentales en su música.

Sólstafir

El contrapunto a "Fjara" lo puso "Hinhelgakvöl", que, aparte de dar nombre a su último plástico, supone el retorno a la vena más extrema y aplastante de la banda, con devastadores blastbeats y Aðalbjörn rescatando la vertiente más gutural de su voz, sin perder por ello su carácter quejoso y su recubrimiento agudo. Hacía prácticamente dos décadas que Sólstafir no se movía en estudio por estos derroteros sonoros, y siguen siendo irrebatibles también en ellos.

De vuelta a la calma polar, el inicio "Ritual of Fire" nos devolvió precisamente a casi veinte años atrás, cuando la creatividad ya fluía caudalosa en forma de subidas y bajadas de ritmo que escapan por completo de lo establecido. Larga, embriagadora y poderosa, nos dejó completamente embelesados durante más de un cuarto de hora de éxtasis que no hizo sino multiplicarse cuando "Ótta" se confirmó acto seguido como una de sus canciones más increíbles. Conmovedora, deslumbrante y sobrenatural, concluyó con un desgarro que abrió de par en par las compuertas del desahogo. Solo por momentos así, Sólstafir se tienen ganado el Valhala.

Sólstafir

Comentó Aðalbjörn que había estado en Madrid viendo a Metallica meses atrás y que sabía cómo gritaba en público de la ciudad, esforzándose en su español e instándonos a dejarnos la voz después de presentar con afecto y entre bromas a sus compañeros de filas.

Había una más en la recámara, que fue "Goddess of the Ages", tal vez prescindible frente a otras, pero que sirvió para que el frontman de deshiciera de la guitarra y cantase entre el público con un micrófono inalámbrico al tiempo que se tomaba algunas fotos con gente de la audiencia.

De vuelta al escenario, dieron carpetazo al tema y a una noche en la que se volvió a demostrar que lo atípico también puede ser irresistible.

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