Crónicas
Satxa Soriazu (The Megadeth Project) reinterpretando “Rust in Peace” de Megadeth en el festival Jazzez Blai
«Un proyecto realmente bizarro, divertido y con una calidad fuera de toda duda; una auténtica gozada para los sentidos»
20 julio 2024
Festival Jazzez Blai, Deba, Gipuzkoa
Texto y fotos: Urko Ansa
Ocurre que, si existe el talento suficiente y una firme determinación de alterar, reinventar y volcar los esquemas preestablecidos, puede surgir la chispa y desembocar en un universo alternativo de expansión y desarrollo de ideas regadas de libertad. Ahora bien, tiene bemoles que a partir de un punto, en principio, tan lejano como el jazz, se tenga la capacidad de revertir, remodelar y violar un señor disco, sagrado para sus fans, como lo es apoteósico e inmortal ejercicio thrashmetalero 'Rust in Peace' de Megadeth, legendario, violento y técnico donde los haya. Publicado en 1990, el disco es un viaje innovador, trepidante y extremadamente agresivo; un clásico en toda regla y toda una exhibición del Dios de la guitarra Dave Mustaine.
Ahora bien, ¿cómo se enfrenta Satxa Soriazu, pianista que viene del jazz y del mundo clásico, pero que ha mamado heavy metal y thrash metal a mansalva, a tamaña agresión sonora? ¿Cómo diablos se le ocurrió y como pudo llevarlo a cabo? El proceso, por lo visto, ha sido largo, aunque viendo su puesta en escena se desarrolla de una manera totalmente fluida y dinámica. Satxa ha aplicado todos sus conocimientos en materia de jazz a un álbum de una musicalidad de por sí abrumadora.
Contamos, de esta manera, con un formato de cuarteto de jazz que se regocija en los circunloquios instrumentales del disco de Megadeth con total naturalidad. Así, “Holy Wars... The Punishment Due”, alargada casi hasta los nueve minutos, se recrea en la complejidad y el barroquismo propios del tema, inventándose un contexto nuevo adaptado al formato de jazz. Si alguien se pensaba que eso implicaría perder la potencia original del tema, está muy equivocado, como quedó demostrado en el acelerado y apoteósico final.
“Hangar 18” nos envuelve en una bella sinfonía profusa en detalles y excelsa en su ambigüedad. El contrabajo se funde con la batería mientras Satxa se desmelena en su fructífero empeño en dotar a la canción de todas sus claves armónicas imprescindibles, e incluso más allá. De nuevo, una violenta explosión de Satxa seguida de batería y guitarra nos sumerge en un tornado de notas aceleradas para más tarde culminar con un último minuto explosivo. El público heavy, que también lo había, aplaudió y celebró al final como si esto fuera el Resurrection Fest.
El orden de los temas empezó a variar desde entonces, con nada menos que “Tornado of Souls” en tercer lugar, mientras en la carpa empezaba a entrar la lluvia azotada por el viento desde el lateral izquierdo. Toda una señal. El propio comienzo fue delicioso, con unos efectos de guitarra de Alejandro Mingot y algún dispositivo del propio Satxa, que en disco nos recordaban a “Fx” de Black Sabbath y que en directo resultaban aún más originales.
Sobre decir que los temas son más largos que las versiones originales: de esta manera, los cuarenta minutos del original de Mustaine y compañía se alargan otros veinticuatro en el disco de Satxa, en consonancia con el directo. El tema comenzó a coger marcha y nos fliparon con los riffs repetitivos y el apabullante crescendo tan característico. Daban ganas de cantar a pleno pulmón a pesar de que el disco, y obviamente el directo, sean exclusivamente instrumentales.
“Lucretia”, con un desarrollo instrumental largo y elaborado, nos daba una tregua en sus casi diez minutos de duración para abordarnos después con un “Poison Was the Cure” con el contrabajo en primer plano, para estallar después en un estimulante tormento rítmico y decibélico refrendado por un diabólico piano que no cesaba de martillear y juguetear sobre los patrones melódicos originales. El formato jazz dominaba el escenario y el sonido, si bien conociendo el disco (e incluso no haciéndolo) resultara imposible no verse sometido a una electrizante sensación de agitación y euforia controladas.
“Five Magics” clavaba la original aun en este formato, incluidos los dos últimos incendiarios minutos, con esa pequeña pausa que hace el final aún más agresivo. La lluvia volvía a invadir el espacio del público y muy probablemente parte del escenario mientras Satxa bromeaba con las letras y el concepto apocalíptico del disco y sus desasosegantes menciones a guerras nucleares. El propio Satxa cedió el protagonismo a su grupo en este tema, apartándose para que Mingot (guitarra), Kike Arza (contrabajo) y Dani Lizarraga (batería) se recrearan en el universo de Mustaine reinventado para la ocasión.
“Take No Prisoners” gozó de gran presencia del contrabajo y una batería juguetona, muy activa en toda la canción, para encarar la recta final con una exhibición orgiástica rematada por unos efectos de guitarra verdaderamente asombrosos.
Y la despedida final, como no podía ser de otra forma, con “Rust In Peace...Polaris”, tan bella y formal al principio y tan violenta y dañina en su desarrollo posterior, con una batería desatada y ornamentada con muchos platos, por no hablar del de nuevo travieso y apabullante piano, una guitarra bastante marcada y un minuto final de infarto, como debe ser.
Un disco tocado de principio a fin excepto la breve “Dawn Patrol”, que sí tocan alguna vez pero que no cayó esta noche. El aplauso final confirmó el aprobado de la comunidad jazzística y la extrema diversión del público heavy, que haberlo, lo hubo.
Un proyecto realmente bizarro, divertido y con una calidad fuera de toda duda; una auténtica gozada para los sentidos.
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1 comentario
Cojonudo resumen hacia el buen concierto que se marcó esta banda vasca interpretando a su manera uno de los mejores álbumes de los históricos MEGADETH como es el brutal Rust In Pace.