Blog: Juan Destroyer

Para la inmensa mayoría, ir al auditorio Miguel Ríos supone una larga travesía en transporte público; o si te decantas por el coche, tapón a la entrada, caminata desde donde pudiste aparcar y ratonera para salir de allí. Una vez dentro, con el solano (que aun así siempre es mejor que la lluvia y/o una temperatura inusualmente baja), viene el gasto adicional con la ingesta de líquidos, todos pagados a precio de aceite de oliva; y o pasas hambre o pasas por caja de nuevo. Según avanza el concierto y muy especialmente cuando termina, los asistentes se dividen en dos bandos: los que cargaron toda la tarde con algo de abrigo y los que ahora tienen frío.

En definitiva, ir a un gran evento como este y en este lugar supone un cúmulo de esfuerzos en los que a menudo no recalamos, porque es la pasión lo que nos mueve y la música nos lo compensa con creces.

Por eso es de agradecer que, conscientes de que sufrimos antes y después para gozar durante un rato, los artistas no racaneen con la duración del espectáculo. Vale que el descanso se hace demasiado largo, a lo que añado que, en ocasiones, los parones entre canción y canción también lo fueron, pero me quito el sombrero –o la gorra que se me olvidó en casa y que tan bien me hubiera venido en la grada- ante Robe y los suyos, que arrancaron a las 21:45, con el ocaso solar –sí, podrían haber comenzado antes, pero en detrimento del bonito juego de luces y las pantallas laterales- y se retiraron definitivamente casi a la 01:00.

También agradezco y mucho a los grupos que quiten el piloto automático y ensayen temas de quita y pon para que, aunque tengan el esqueleto del repertorio, siempre acudas allí con la emoción de las sorpresas que nos tocarán en suerte.

En el plano Extremoduro, habrá quienes digan que con “Poema sobrecogido” y “Cabezabajo” (cómo disfruté yo esta última) salimos perdiendo, pero las opiniones con como los culos, todo el mundo tiene uno. En mi caso, por ejemplo, aprovecho “Si te vas” para visitar al señor Roca y la cambiaría por casi cualquier otra canción de épocas más transgresivas, pero a la vista en los conciertos está que yo, minoría absoluta.

Paso a destramar algunos detalles del espectáculo, no siempre ordenados cronológicamente ni deteniéndome en cada uno de los temas interpretados, para eso tienes el listado de abajo del todo.

Cabe reseñar que, aunque Robe comience solo ante el peligro al inicio de “Destrozares”, sigue dándole el protagonismo que se merece a un conjunto de músicos tocones –el primero en demostrarlo es David Lerman con unos armónicos naturales de bajo precediendo a “Contra todos”-  y también disfrutones.

Otro hecho destacable es que ‘Se nos lleva el aire’ ha gustado y mucho, se vio venir desde lo primero en sonar del último disco: “Adiós, cielo azul, llegó la tormenta”, que hizo que la peña se viniera arriba.

Esta parte del concierto es calmadita, tanto como para que a “Puntos suspensivos” le suceda “La canción más triste”, que me parece una joya y se presta a que la alarguen para el lucimiento del violinista Carlitos Pérez, pero es más sobrecogedora en recintos cerrados.

En cierto modo, fue ‘La ley innata’ el disco que marcó un punto de inflexión en la trayectoria de Robe, aquel que ya apuntaba muchos de los rasgos que abundan en su carrera solista. En los dos últimos álbumes, el genial artista, pretendidamente o no, ha traído a la palestra ecos que conectan con su pasado musical, de forma que “La realidad” y “A la orilla del río” (qué linda la armonía entre el violín y la guitarra de Woody Amores) ligan como sal y pimienta.

Previamente al descanso, “El poder del arte” es cantada verso a verso por un porcentaje alto del público, y Robe incluye también el colofón “Me encanta el olor a napalm por la mañana” sacado de “Apocalypse Now”; me apunto el preguntarle de dónde viene esa broma.

A la vuelta, Alber Fuentes le da a los tambores de lo lindo antes de que se le unan el resto para “Haz que tiemble el suelo”, uno de los temas en los que Álvaro Rodríguez Barroso, mejor teclista nacional en la última edición del Rockferéndum, salió a pie de escenario con keytar.

Son pequeñas cositas que hacen el concierto más entretenido y curioso, como esa intro de Lerman a “Poema sobrecogido” que creo que hace con un whammy en el bajo, pero estoy demasiado lejos como para que den fe mis ojos.

David es un figura que vale para todo, no solo en calidad de multiinstrumentista, sino también para contonear las posaderas al son de “Mierda de filosofía”. Por cierto que esa y “Yo no soy el dueño de mis emociones” fueron de lo poco que tocaron fundido. La segunda tuvo una tremenda carga dramática acentuada por los agudos imposibles de Lorenzo González.

Se veía venir que en “Esto no está pasando” íbamos a entrar al trapo con cada uno de los “no me jodas”, del mismo modo que “Nada que perder” apunta a clásico imperecedero, quizás no a la altura de “Salir”, pero desde luego con ‘Se nos lleva el aire’ Robe se ha marcado un triple.

Para terminar siguen yendo a lo seguro: “Ama, ama, ama y ensancha el alma” y el habitual paseo triunfal entre vítores de lado a lado del escenario.

Por encima del bien (rock y todas las demás músicas divinas) y del mal (que cada uno agregue aquí los géneros que considere), “Ni santos ni inocentes” va a ser una de las giras más importantes del año en España. Tras vender todas las entradas en Rivas, ya estoy esperando como agua de mayo la fecha o fechas en recinto cerrado para Madrid ciudad.

Listado de temas:

Destrozares
Adiós, cielo azul, llegó la tormenta
Contra todos
Puntos suspensivos
La canción más triste
La realidad
A la orilla del río
Standby
Si te vas…
El hombre pájaro
El poder del arte
---
Haz que tiemble el suelo
Poema sobrecogido
Cabezabajo
Mierda de filosofía
Yo no soy el dueño de mis emociones
Coda feliz
Viajando por el interior
Esto no está pasando
Salir
Nada que perder
Ama, ama, ama y ensancha el alma

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Coordinador General en Mariskal Rock & La Heavy

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