Crónicas

Robe: Matrícula de honor

«Un diez a la banda, un diez a Robe, que demostró estar en plena forma, un diez a los técnicos de iluminación y sonido. En definitiva, un concierto de diez el de Robe en el Navarra Arena de Pamplona-Iruña»

1 junio 2024

Navarra Arena, Pamplona

Texto: Diego M. Roig. Fotos: Iñigo Malvido

El pasado sábado, 1 de junio, Robe volvió a meter a diez mil almas en el Navarra Arena, un recinto que está gozando de muy buena salud en la programación de grandes artistas de rock y que, parece, comienza a ser un referente cultural de esta parte de la península. Al menos, así lo parecía indicar el gran número de autobuses aparcados al inicio y al final del concierto, que habían traído a multitud de seguidores de Robe de fuera de Pamplona-Iruña.

Pasadas las 20:00 se comenzó a llenar el recinto de un público intergeneracional, de familias con hijos mezcladas con jóvenes de distintas edades dispuestos a disfrutar del rock y la magia.

Las camisetas de Extremoduro me recordaron que la primera vez que los escuché me transmitieron cierta delicadeza latente en su música que no encontraba en otras bandas del rock en castellano. Entonces, como rockero adolescente, lo quise despreciar, pero algo me lo impedía. Hoy, despojado de prejuicios y purismos musicales, puedo afirmar que Robe ha elevado al máximo esa delicadeza y calidez, y ha multiplicado, obviamente, su calidad artística. Iban a ser tres horas por delante para defender su obra maestra 'Se nos lleva el aire'.

A las 21:13 se apagaron todas las luces, iluminando tan solo el centro de un escenario limpio y austero. Robe aparece solo en el escenario, en una sobriedad digna de los más grandes, de aquellos que no necesitan artificios para demostrar su arte. Eso sí, creo que es digno de mención destacar el conjunto estético, con un telón que favorecía el juego de luces, muy trabajadas durante todo el show. Un diez para el técnico de iluminación.

Con un sonido perfecto, que se mantuvo durante todo el concierto, sonó “Destrozares”. Tras la que un “Gabon denoi” (en castellano, “buenas noches a todos”), dio paso a “Adiós, cielo azul, llegó la tormenta”, en la que el escenario se tiñó de un azul intenso y se pudo disfrutar de la primera simbiosis perfecta entre la pedazo de banda que acompaña a Robe, que nos dejó momentos maravillosos, como el protagonizado en este tema por el violinista Carlitos Pérez y por el guitarrista Woody Amores.

Y hablando de la genial banda de Robe, la siguiente canción, “Contra todos”, un tema tan necesario de vez en cuando, fue introducido por un fabuloso solo de bajo, adornado de armónicos y acordes bien chulos a cargo de David Lerman.

Un concierto de Robe, con una banda tan bestial, da para pensar que sus canciones, además de estar muy bien escritas y compuestas, están tan genialmente interpretadas, con tanto gusto, que el disfrute es mayúsculo, como ocurrió con “Puntos suspensivos”, donde el final de violín fue apoteósico.

Entre el público de grada pude escuchar un “callarse coño”, de parte de un asistente que quería escuchar con nitidez cada palabra, cada verso de Robe en la introducción a las canciones. He de decir que no era necesario el silencio que se pedía, pues la nitidez y el volumen del sonido fue perfecto y se pudo escuchar cada silaba de los versos, con total nitidez, como aquel “me enervan los que no tienen dudas y aquellos que se aferran a sus ideales sobre los de cualquiera”, que dio paso a “Standby”, con la que se comenzó a caer el Navarra Arena.

Con “no vais a creer lo que me ha pasado (…) esta mañana he sido un pájaro negro”, daba inicio al primer tema de 'Se nos lleva el aire', “El hombre pájaro”. Se iniciaba así el fin de la primera parte, que terminó con la genial “El poder del arte”, un tema largo, una obra de arte, como ya se ha dicho, es ese poder que “bien nos pudiera salvar de una vida inerte, de una vida triste, de una mala suerte”.

Se despedía Robe con un consejo: “Que hagáis lo que queráis, que estamos en un país libre, eso sí, que no os vean”. Quizás esta última apreciación sea porque a lo mejor no estamos en un país tan libre como nos pensamos. Grande, Robe.

Tras el descanso de más de media hora, de 22:25 a 23:00, que la verdad es que se hizo un poco largo, unos sobrecogedores golpes de batería, que desembocaron en un solo fabuloso a cargo de Alber Fuentes, anunciaron el fin del descanso y el comienzo de la segunda parte, inaugurada esta por el intercambio de virtuosismo y disfrute a cargo de los ya mencionados guitarrista, violinista y del teclista Álvaro Rodríguez. Comenzaron “Haz que tiemble el suelo”, y así lo hicieron.

Me sorprendió (para bien, creo) que interpretaran “Prometeo” del 'Agila'. Y es que, con lo vivido hasta este momento del concierto, se notó el contraste con lo anterior, con un sonido más crudo, y cuya comparación con los temas de Robe en solitario es inevitable. Se nota una composición más juvenil, más visceral, como fue todo 'Agila'. Interesante también la nueva aportación al violín en la revisión en directo de este viejo tema.

Tras “Prometeo”, el segundo y cuarto movimiento de 'Mayeútica' iban advirtiendo del final, si bien los silencios entre canciones empezaron a ser algo largos antes de encarar “Esto no está pasando”, un tema desenfadado, con un final macarra que dio paso a uno de los clímax de la noche, la interpretación de “Jesucristo García”, momento en el que el recinto se iluminó de móviles grabando, a pesar de la supuesta prohibición. Fue una revisión de este clásico, con un solo de Robe que quedó genial, paseándose entre todos los músicos de la banda.

Se intuía el final. “Esto se está acabando”, dijo Robe, “hasta siempre, siempre”. Así, tras “Nada que perder”, y en un perfecto euskera, daba comienzo la despedida: “Maitatu, maitatu, eta arima zabaldu”, "Ama, ama, y ensancha el alma", tras la que se despidió, señalando a la banda como los grandes ejecutores de lo escuchado esa noche.

Un final apoteósico, donde no faltó la reivindicación tras la guitarra de Amores, “Stop Genocide”, en clara alusión al genocidio de Israel sobre Palestina.

Un diez a la banda, un diez a Robe, que demostró estar en plena forma, un diez a los técnicos de iluminación y sonido. En definitiva, un concierto de diez el de Robe en el Navarra Arena de Pamplona-Iruña, que los asistentes recordamos como uno de los más bonitos y mejor ejecutados de Robe en solitario.

Etiquetas: , , , , , ,

Categorizado en: , ,

Esta entrada fue escrita por Redacción

3 comentarios

  • Juandie dice:

    Pedazo de resumen hacia otro gran recital del ROBE y sus buenos músicos en tan conocida sala de la ciudad de mis adorados e históricos BARRICADA, interpretando tanto temas de cosecha propia en especial la de su último álbum como algún que otro clásico de los históricos EXTREMODURO.

  • Ximo dice:

    La canción ,que canto del ágila,fue prometo,y no cabezabajo como pones en el artículo jeje
    Me sorprendió la elección de esa canción

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *