Crónicas
Resurrection Fest 2025 (viernes) con Falling In Reverse, Angelus Apatrida o Tesseract: Viernes de resurrección
«La variedad y calidad de las actuaciones hace que la balanza siga inclinándose a favor de seguir disfrutando. A la espera de la última jornada, con Slipknot como gran plato fuerte, las ganas de más música siguen intactas»
27 junio 2025
Resurrection Fest, Viveiro, Lugo
Texto: Ayar Salazar. Fotos: Hughes Vanhoucke
Tercer día de festival y las fuerzas empiezan a flaquear, pero la ilusión sigue intacta. Con un clima que, por suerte, sigue respetando a los asistentes, Viveiro volvió a despertar con camisetas negras y muchas ojeras acumuladas tras dos jornadas intensas entre escenarios (puesdes leer aquí la crónica del primer día y aquí la del segundo). La programación del viernes prometía emociones fuertes y contrastes sonoros: desde la contundencia de Falling In Reverse o Angelus Apatrida, pasando por el viaje progresivo de TesseracT, hasta propuestas más experimentales como Harakiri for the Sky o la psicodelia sureña de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba. Con cinco escenarios a pleno rendimiento, queda claro que a Resurrection Fest nadie ha venido a descansar.
Gritos made in Japan
El tercer día, al menos para nosotros, comenzó en el Main Stage con Broken By The Scream, y sí… hubo gritos, y muchos. Cuatro chicas japonesas ataviadas con uniformes escolares de inspiración británica y faldas algo más cortas de lo habitual tomaron el escenario para ofrecer una explosiva mezcla de idol metal, coreografías milimétricas y vocales extremas que iban desde agudos chirriantes hasta guturales dignos del death metal más salvaje (quizás la comparación con Babymetal sea obligatoria).
Estuvieron acompañadas por una banda de apoyo (guitarra, bajo y batería) cuyos miembros permanecieron en un segundo plano, enmascarados y completamente anónimos, reforzando así el protagonismo de las vocalistas. Un comienzo de jornada tan estridente como divertido… y perfecto para despejar las últimas secuelas de la resaca festivalera.
Oasis acústico
Poco después de las cuatro de la tarde, llegó ese momento inevitable en todo festival: elegir entre el metal extremo o una opción totalmente fuera de guion. Esta vez optamos por el segundo camino y nos acercamos al Desert Stage, donde los bilbaínos Moonshine Wagon ofrecieron su contagioso y desenfadado heavy bluegrass.
Con un sonido que mezcla folk, country, punk y raíces acústicas, pero con actitud cien por cien metalera (no en vano varios de sus miembros provienen de la escena metálica del norte), el cuarteto logró meterse al público en el bolsillo desde el primer acorde. Sin batería, pero con una base rítmica endiablada a base de contrabajo, guitarra, banjo y violín, Goiatz Dutto, cantante y violinista, lo dejó claro desde el principio: “No trajimos batería porque no hace falta”, desatando las primeras carcajadas y aplausos.
Temas alegres, mucho baile, palmas y un buen rollo que contrastaba con el resto de escenarios, convirtiendo su concierto en un pequeño oasis acústico dentro del caos metálico del Resu.
Deviloof, energía a raudales
La siguiente descarga fue mucho más contundente con los japoneses Deviloof, que aterrizaron por primera vez en España para ofrecer su explosiva mezcla de deathcore con toques de grindcore y un fuerte componente visual propio del visual kei más extremo. Con más de diez años de trayectoria, la banda aún no ha alcanzado la popularidad en Europa de compatriotas como Babymetal o MONO, pero su actuación en el Main Stage dejó claro que van por buen camino.
El frontman, entre guturales imposibles y gritos desgarrados, intentó comunicarse con el público en un inglés bastante caótico y difícil de descifrar, pero lo compensó con una actitud incansable y un derroche de energía que mantuvo al respetable en vilo durante todo el set. Pese a las barreras idiomáticas, el concierto fue una grata sorpresa para muchos de los presentes, que respondieron con entusiasmo ante el torbellino sónico y visual que propone Deviloof.
El prog planta cara en el Resu
Los alemanes Unprocessed fueron los encargados de abrir la tanda de metal progresivo que dominaría varias franjas horarias del viernes en el Ritual Stage. Su propuesta, cargada de djent, ritmos polirrítmicos y pasajes técnicos, trajo un soplo de aire moderno y sofisticado al Resu.
Lamentablemente, el vocalista y guitarrista Manuel Gardner Fernandes tuvo que lidiar durante buena parte del set con problemas técnicos en su micro, lo que empañó un poco el arranque. No fueron los únicos en sufrir contratiempos ese día, pero supieron salir adelante con profesionalidad. A pesar de los fallos, el público respondió con interés y curiosidad ante una banda que sigue ganando terreno dentro de la escena progresiva europea gracias a su combinación de virtuosismo instrumental y melodías cargadas de groove.
La elegancia de los suecos Soen
Con su característico sonido melancólico, técnico y progresivo, los suecos Soen ofrecieron uno de los conciertos más refinados y emotivos del día. Su ejecución impecable y su cuidada dinámica los convirtieron en el preámbulo perfecto para TesseracT, que llegaría poco después al Main Stage. Liderados por el carismático vocalista Joel Ekelöf, dueño de una voz cálida y llena de matices, y con el siempre elegante Martin López (ex-Opeth) a la batería, los de Estocolmo presentaron una selección muy equilibrada de temas de sus últimos tres discos, con especial presencia de su más reciente trabajo, ‘Memorial’ (2023).
El público disfrutó de esa mezcla de melodía envolvente y poder rítmico que caracteriza a la banda, dejándose llevar por canciones que ya son fijas en su repertorio como “Unbreakable”, “Lotus” y “Antagonist”. Un concierto lleno de sentimiento, precisión y ese halo de melancolía que convierte cada show de Soen en una experiencia casi catártica.
TesseracT, para paladares exigentes
TesseracT fue, sin duda, una de las propuestas más “de nicho” de la jornada, y eso se notó en el público. A pesar de estar en horario privilegiado, la segunda mitad del prado lucía con bastantes claros, ya que muchos optaron por retirarse a la zona de comida o a otros escenarios más festivos. Pero los que se quedaron, disfrutaron de una actuación impecable, donde la banda británica desplegó todo su arsenal de metal progresivo atmosférico y técnico, muy apreciado en la escena europea pero todavía algo minoritario en otros territorios.
Al frente, como siempre, el expresivo Daniel Tompkins, con su impecable registro vocal y ese aire de frontman controlado pero carismático. A su lado, el bajista Amos Williams, fiel a su tradición de tocar descalzo, aportando groove y presencia escénica. Durante una hora, TesseracT ofreció un viaje sonoro con un repaso a su carrera, siendo el último disco, ‘War of Being’ (2023), el más recurrido.
Un concierto para paladares exigentes, donde la complejidad rítmica, los cambios de dinámica y las atmósferas sonoras propias del djent y el metal progresivo se hicieron presentes en tierras gallegas.
Guerreras del hard rock
Las suecas Crucified Barbara regresaron a los escenarios tras una década de silencio, y su actuación en el Ritual Stage del Resurrection Fest fue solo el segundo gran festival desde su esperada reunión, tras su regreso en el Sweden Rock Festival. Formadas en Estocolmo en 1998, comenzaron como una banda de punk rock, pero pronto evolucionaron hacia un potente hard rock y heavy metal.
Con Mia Coldheart al frente, derrochando carisma y potencia vocal, la banda ofreció una selección concentrada pero efectiva de su carrera, donde no faltaron himnos como "To Kill a Man", "Rock Me Like the Devil" o “My Heart Is Black”, también un homenaje a Motörhead con “Killed by Death”. A pesar del parón de años, la química entre ellas seguía intacta y la respuesta del público fue entusiasta, celebrando el regreso de estas auténticas guerreras del rock.
Producción americana
La actuación de Falling In Reverse era una de las grandes incógnitas del día: su primera vez en España, con todo lo que eso implica para una banda que genera tanta expectación como polémica. Minutos antes de que sonara la primera nota, las pantallas del Main Stage proyectaron un divertido y gamberro video en directo, mostrando el recorrido de la banda desde los camerinos hasta el escenario, con un hilo conductor muy claro: Ronnie Radke enseñando el dedo medio a todo el que se cruzaba por los pasillos. Una declaración de intenciones que dejaba claro el tono del show que se venía.
Ya sobre las tablas, Ronnie acaparó todo el protagonismo, con esa mezcla de arrogancia, carisma y teatralidad que le ha hecho ganarse tantos fans como detractores. La puesta en escena fue digna de una gran producción americana: pantallas sincronizadas, cámaras en el escenario proyectando imágenes en tiempo real, un despliegue de luces láser, humo y pirotecnia.
Musicalmente, su mezcla de metalcore moderno, rap metal (¿trap?) y pop punk funcionó bien entre el público, que coreó hits como “Popular Monster”, “Zombified” y “Watch the World Burn”, este último con todo el arsenal visual a pleno rendimiento. Además, esta gira marca el debut de Daniel “DL” Laskiewicz (ex-Bad Wolves) como bajista y corista, ocupando el lugar de Tyler Burgess, y luciendo con orgullo su sonrisa llena de dientes de oro.
Entre el público, muchas camisetas de la banda… y no pocos padres con niños muy pequeños, quizás atraídos por la curiosidad o por el carácter viral del fenómeno Falling In Reverse. Polémicas aparte, Ronnie y los suyos salieron, provocaron y triunfaron.
“Kinkidelia” en el Desert Stage
No todos en el Resu optaron por ver a Falling In Reverse. Un buen número de asistentes prefirió desplazarse hasta el Desert Stage, donde los sevillanos Derby Motoreta’s Burrito Kachimba ofrecieron su particular viaje sonoro. El césped frente al escenario estaba a rebosar, y el ambiente era de lo más festivo y acogedor, con público de todas las edades listo para dejarse llevar por la kinkidelia, esa mezcla de rock psicodélico, progresivo setentero y espíritu andaluz que caracteriza a la banda.
Con su habitual actitud desenfadada y un directo enérgico, la banda consiguió que el público entrara en trance a base de riffs hipnóticos, grooves densos y esos giros vocales flamencos y callejeros que tanto los definen. Una alternativa perfecta para quienes buscaban algo distinto y con mucho sabor local dentro de la ecléctica oferta del Resurrection Fest.
Introspección y épica
Nos quedamos en el Desert Stage para presenciar la descarga de los austriacos Harakiri for the Sky, uno de los nombres más respetados del post black metal europeo. Como es costumbre en ellos, la puesta en escena fue minimalista y casi fantasmal, con los músicos envueltos en una densa cortina de humo y luces tenues, que apenas dejaban entrever sus siluetas mientras ejecutaban su repertorio cargado de melancolía, agresividad y épica emocional, más de la mitad de los temas salieron de su última placa, ‘Scorched Earth’ (2025).
La banda de Salzburgo desplegó con solvencia un concierto introspectivo y poderoso, que fue recibido con respeto y devoción por los seguidores del género.
Angelus Apatrida triunfó y no es una sorpresa
Los thrashers de Albacete, Angelus Apatrida, tuvieron este año el honor de cerrar el viernes en el Main Stage, una especie de revancha simbólica tras aquel recorte de set que sufrieron en 2022 cuando Bring Me The Horizon ocupó su lugar de cabeza de cartel tras la baja de Korn.
Con más de 25 años de trayectoria, la banda volvió a demostrar por qué son considerados la mejor formación de thrash metal de España y una de las más respetadas de Europa. Al frente, Guillermo Izquierdo, siempre comunicativo y cercano, supo conectar con el público con esa mezcla de carisma y sencillez que tanto les define. A su lado, su hermano José J. Izquierdo al bajo, David G. Álvarez a la guitarra solista con su toque técnico y afilado, y Víctor Valera a la batería, puro músculo y precisión detrás del kit.
El set fue un auténtico repaso a su trayectoria, con el mosh pit trabajando a pleno rendimiento, sobre todo en los himnos imprescindibles como “Sharpen the Guillotine”, “Give ‘Em War” y “You Are Next”, que provocaron circle pits entre un público que respondió con la misma pasión que la banda entrega en cada concierto.
Una actuación cargada de energía, actitud y sobre todo, esa cercanía con su gente que siempre ha sido su sello de identidad.
La tercera jornada del Resurrection Fest cerró dejando claro que es imposible abarcarlo todo. Con cinco escenarios funcionando a pleno rendimiento, hay que elegir y asumir que algunas bandas se quedarán fuera de nuestro radar.
El cansancio empieza a notarse, pero la variedad y calidad de las actuaciones hace que la balanza siga inclinándose a favor de seguir disfrutando. A la espera de la última jornada, con Slipknot como gran plato fuerte, las ganas de más música siguen intactas.
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