Crónica de Primavera Sound 2018 (Sábado 2 de junio)

Quisimos ver a Núria Graham (éxito asegurado) pero decidimos echar un vistazo a los vascos Vulk, una propuesta arriesgada que nos sorprendió gratamente. Por otro lado, es lo habitual cuando visitas de forma asidua el escenario Adidas Originals. No duden en visitar su debut ‘Beat Kamerlanden’. Justo al lado nos dejamos sorprender por la propuesta de Damed Squad (Pitchfork), un trío de L’Ametlla del Vallès que bien podrían ser del neoyorquino Bronx. Soñar es gratis pero tocar en el Primavera es otro nivel.

Ahora tocaba encender la aplicación Strava y caminar hasta Seat (Mórdor para el habituado al festival). Allí estaba Christina Rosenvinge. La belleza, la fuerza, el desgarro…ese conjunto que merece ser visto y disfrutado una vez en la vida. El festival lo sabe y forma parte de su elenco de artistas. El Segell ahora es su casa y los que estábamos allí seguro que llevamos años siguiendo su carrera. Poco se puede decir. Quizás podríamos criticar la hora. El resto merece la pena vivirlo.

Slowdive. Foto: Garbiñe Irízar

Regresamos al Adidas para Nick Hakim. Soul demasiado soft para nuestros viciados oídos. Visitamos el vecino Pitchfork para Rex Orange County. Alex O’Connor está en boca de todos. A mí personalmente me sirvió de calentamiento para encarar a los australianos Rolling Blackouts Coastal Fever. Indie de las antípodas con esa sonrisa permanente. Idílico para un soleado Primavera. Gracias a Adidas Originals.

Desestimamos a la Jane Birkin sinfónica en el Seat. Craso error quizás. Vimos a Lykke Li en el escenario Mango pero nos quedamos con Belly en el Hidden Stage. Tanya Donelly tras su paso por Throwing Muses y The Breeders, nos dejó un vacío existencial que ha durado 23 años. Ahora regresa con Dove (Belly Touring, 2018). Gracias a Donelly y el PS tuvimos nuestro baño de nostalgia y un concierto para enmarcar.

En época de regresos, seguimos con Slowdive en el Primavera with Apple Music. 22 años de ausencia y llevan desde su retorno en 2014 hasta en la sopa. Pero es que nos gusta tanto este plato que lo demás queda como segunda elección. Me gustaron mucho más que en la Sala Apolo (6-3-18). La suma de Rachel Goswell junto a su engrasada máquina de shoegaze es difícil de superar.

Watain. Foto: Paco Amate

Y llegó el momento de colocar las cosas en su sitio. Teníamos el privilegio de ver a Watain en vivo y en directo. El escenario Adidas Originals una vez más corría el riesgo de albergar un concierto que podría haber llenado uno de mayores proporciones. Dieron su concierto como si de una sala de pequeño formato se tratara, pero la acogida del público y el atronador saluda a las tinieblas se conjuraron para abrazar la noche con uno de los shows del día. Los suecos presentaron ‘Trident Wolf Eclipse’ (Century Media, 2018) con brillantez y las chupas cueras inundaron el público por momentos.

Fue difícil afrontar la alegría y despilfarro de Lorde en el Seat. Pasar del underground más oscuro y profundo al mainstream más comercial fue un ejercicio al que ya nos tiene acostumbrados el festival. Es en momentos como estos cuando la resaca emocional cobra, horas después, sentido absoluto. Viendo los bailes y performances de la neozelandesa conocida por ‘Royals’ entendimos que ya no existen límites para los programadores del festival y que cualquier cosa es posible en el cartel del Primavera Sound. Una bocanada de aire fresco supuso poder retomar fuerzas mientras disfrutábamos del set de Ella Marija Lani Yelich-O’Connor. Una chica de 21 años que derrochó juventud, falta de prejuicios y mucha sensibilidad. Fue como estar en el Palau Sant Jordi. Tras ella, nos dirigimos al concierto que más ganas teníamos de ver. Antes pero pudimos ver los bises de Grizzly Bear en el Ray-Ban que nos parecieron un tanto pretenciosos y poco idóneos para nuestra siguiente parada.

Dead Cross. Foto: Garbiñe Irízar

Ahora sí, era momento para el proyecto de Mike Patton y Dave Lombardo. Dead Cross en el Primavera With Apple Music. Un disco de debut y muchas incógnitas tras su tour americano. Han pasado los años. Atrás quedan Slayer y Faith No More. Todo el mundo estaba en Arctic Monkeys. Nosotros pudimos encarar primera fila y a la que el señor Patton cogió el micro, tuvimos que correr a ponernos tapones para no perder el poco oído que nos queda. Las emocionadas primeras filas tomaron perspectiva a medida que el combo escupía parte de su set. Fue histórico. Como aquel concierto de Slayer en el escenario principal, como aquella noche con Nine Inch Nails demostrando que los sonidos más duros tienen cabida y sentido en el PS. Esperamos que regresen en sala pequeña para demostrar que esto no es otro de los miles proyectos que Patton alberga sino una banda al uso con continuidad y futuro.

De inmediato, decidimos acariciar el tramo final del que, a priori, tenía que ser el uno de los mejores conciertos del festival. Arctic Monkeys hicieron el set que ellos querían. No fue un concierto para contentar. Alex Turner y los suyos acaban de sacar ‘Tranquility Base Hotel & Casino’, un disco ‘diferente’ y eso se notó en el listado de canciones. Esta recién estrenada paleta de colores, ha alterado la sonoridad de hits como “R U Mine?”. Además, no sonaron piezas seguras como “Fluorescent Adolescent”. Los tiempos han cambiado y los Monkeys también. Los seguidores, encantados, el resto un poco descontentos.

Arctic Monkeys. Foto: Sergio Albert

Acabamos el festival sin hacer intento alguno de llegar a la parroquia que supone terminar con Dj Coco así que Deerhunter en el Ray-Ban fueron nuestra banda sonora de despedida. En ese escenario hemos visto a The White Stripes, Tori Amos, Sunny Day Real Estate y Refused. Historia de la música contemporánea.

Último día. Otra edición en el bolsillo. Heridas en los pies. El tiempo pone a cada uno en su lugar. Cada reina en su trono. Algo ha cambiado en mi interior.

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