Crónicas

Paul McCartney en Madrid: Una vida al servicio de la música

«He aquí una vida de entrega plena al servicio de la música. Porque es evidente que a estas alturas Paul no lo hace por dinero, sino por pura pasión al arte y a todos los fans que lo adoran. Aquello fue un regalo inmenso. Por favor, que no se jubile nunca.»

9 diciembre 2024

WiZink Center, Madrid

Texto: Alfredo Villaescusa. Fotos: Manu Pasik (Live Nation)

¿Qué necesidad tiene un señor de 82 años de subirse a un escenario cuando podría estar dando de comer a los patos o alguna otra edificante actividad propia de los tipos de tal edad? Lejos de que suene a tópico, los hay que están hechos de otra pasta, procedentes de una época en la que se valoraba el esfuerzo y el sudar de lo lindo en vez de la inacción y el atontamiento de las redes sociales. Quizás en ello resida el secreto de la eterna juventud o la fórmula para lucir aspecto juvenil cuando lo suyo es estar para el arrastre. Seamos serios, ¿a cuántos octogenarios conocemos que estén en condiciones de cascarse un concierto de casi tres horas?

El inmortal Paul McCartney es sin duda una de esas personas entre un millón que parece que haya hecho un pacto con el diablo. O tal vez tenga que ver con ese reposado estilo de vida con yoga y meditación como base de una existencia prolongada y sin demasiados sobresaltos. Ojo, que The Beatles tampoco eran hermanitas de la caridad, comentaban que Bob Dylan les introdujo en las drogas allá por la época del ‘Help!’ y bajo su influjo grabarían obras maestras como ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’ o ese tripi psicodélico musical de ‘Magical Mystery Tour’, entre otras cosas.

Con la gira ‘Got Back’ McCartney lleva como un par de años recorriéndose el globo terráqueo, sin anunciar que probablemente sea su último periplo, si tenemos en cuenta el habitual ciclo vital. No extraña que las entradas para los dos conciertos previstos en Madrid en el WiZink Center prácticamente volaran, pues podría considerarse todo un privilegio asistir a uno de los shows de uno de los grandes compositores del siglo XX.

En nuestro caso, que asistimos al recital del lunes, podríamos afirmar que tuvimos suerte con el repertorio y sin duda se convirtió en uno de los mejores comienzos de semana de nuestras vidas. Con un leve retraso sobre la hora fijada, Sir Paul McCartney sacó a relucir artillería de la gorda con “Can’t Buy Me Love”, un himno de los Fab Four reconocido instantemente por la afición. Y encima con leves variaciones a la mítica versión de estudio. Vamos, que a Paul no le agrada jugar al despiste como Dylan y modificar tanto las canciones que se tornen irreconocibles.

“Junior’s Farm” fue la primera pieza de Wings, no olvidemos que la carrera en solitario de McCartney también está sazonada de éxitos, y le tomó el relevo la blusera “Letting Go”, que ganó muchos enteros en directo y además sorprendió con la presencia de la sección de vientos en una de las gradas. Pensábamos que sería un recital más reposado para un lunes, pero el tono rockero se mantuvo durante gran parte del bolo, con incluso momentos más duros todavía.

“Drive My Car” era otra de las que no necesitaba presentación, anda que no ha aparecido en anuncios y demás, pero para los más entendidos en los de Liverpool estaba ese “Got To Get You Into My Life” donde de nuevo sobresalieron los vientos. Las piezas de su carrera en solitario brillaron especialmente para los que tampoco nos llamaba especialmente ese periodo, en este sentido, fundir “Let Me Roll It” con el “Foxy Lady” de Jimi Hendrix se antojó un detalle de jefazo.

“Getting Better”, otro tema del legendario ‘Sgt. Pepper’s’, podría valer para distinguir a los oyentes ocasionales de The Beatles de los de nivel avanzado, aunque encontrar un ser humano que no haya escuchado ese disco de cabo a rabo probablemente sea complicado. Paul mostró una agilidad inaudita para el cambio de instrumentos, con hasta dos pianos diferentes, en uno de ellos se sentó para la calmada “Let ‘Em In”. Y se puso meloso al recordar que escribió “My Valentine” para su actual esposa. Si abrimos el tarro de esencias amorosas, aquí un “Eight Days A Week” habría sido monumental.

Pese a que todo sea susceptible de mejora y siempre habrá temas que alguien eche en falta del enorme catálogo de The Beatles, lo cierto es que no nos aburrimos ni un momento y hasta se tornó complicado escoger el instante adecuado para realizar las típicas necesidades fisiológicas, menos mal que la ponzoña “Ob-La- Di, Ob-La-Da” nos sirvió para tal menester. Lo siento, nunca la aguantamos, ni de joven ni ahora.

“Maybe I’m Amazed” posee ese aire nostálgico al “With A Little Help From My Friends” y fijo que pocos fieles se imaginaban que caería “I’ve Seen A Face”, donde a los cuatro magníficos se les nota la influencia de Simon & Garfunkel. Pero Paul McCartney es ante todo un contador de historias y por ello evocó la primera canción que grabó con sus compañeros en Liverpool, “In Spite Of All The Danger”, de cuando se llamaban The Quarrymen. Y luego cuando se mudaron a los famosos estudios Abbey Road grabaron su primer sencillo “Love Me Do”, con su inconfundible armónica.

Si algo no ha perdido McCartney a lo largo de los años es su característico sentido del humor, no dudó en amagar lanzarse al público en plan Iggy Pop en sus buenos tiempos. Pero tampoco le vemos en esa tesitura, mucho más apropiado para él era quedarse solo para interpretar la sentida “Blackbird” y legarnos uno de los instantes más emocionantes de la velada con “Here Today”, una canción para su amigo John Lennon. Siempre se habló, quizás demasiado, de los desencuentros entre ambos y no tanto de la admiración mutua que se profesaban. John era el ídolo de Paul y viceversa.

Se nos puso todavía más piel de gallina con la ampulosa “Now and Then”, que en un primer momento no nos convenció, pero que en directo adquirió una dignidad impresionante. Paul acabó incluso con los ojos llorosos, y muchos de nosotros también, no hay que esconderse. Dicho tema adquirirá una nueva perspectiva cada vez que la escuchemos a partir de ahora.

Las penas se las llevó el viento con “Lady Madonna” y posteriormente salieron disparadas a chorro con “Jet”, clásico fundamental de su trayectoria en solitario. Y el cabaret de “Being for the Benefit of Mr. Kite” era un desafío en las distancias cortas del que Paul y su banda acabaron victoriosos, no era nada sencilla la interpretación.

El otro recuerdo de la noche estuvo dedicado al Beatle tranquilo, el gran George Harrison, con un “Something” de emoción desbordante mientras aparecían imágenes del fallecido por la pantalla. “Band On The Run” era otra de las inevitables, al igual que la aproximación al hard rock de “Get Back” o un inmenso “Let It Be” con coros góspel que nos erizó los poros una vez más. Por instantes así merecía estar en el WiZink Center esa noche.

No esperábamos que “Live & Let Die” se convirtiera en un despliegue de fuego y pirotecnia a la altura de Rammstein antes del karaoke colectivo en el que se transformó “Hey Jude”, cuyos na na na parecía que iban a durar hasta el infinito, con Paul pidiendo que lo cantaran primero los chicos, las chicas, etc. Los bises tuvieron un punto reivindicativo con el veterano artista portando la bandera española, la inglesa y la enseña arcoíris de la tolerancia antes de “I’ve Got A Feeling”, que confesó ser “muy especial” para él. La explicación la descubrimos posteriormente cuando observamos cómo tenía McCartney una oportunidad  más de cantar junto a su viejo amigo gracias a la inteligencia artificial y recuperar esas armonías vocales que cambiaron el mundo.

La recta final fue apabullante con la inolvidable “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”, la impepinable “Helter Skelter” y el broche de oro con los últimos minutos del disco ‘Abbey Road’, esto es, “Golden Slumbers”, “Carry That Weight” y “The End”. Tuvimos la intención de abandonar el recinto para no toparnos con la marabunta, pero aquello habría sido flagrante delito con semejantes joyas.

He aquí una vida de entrega plena al servicio de la música. Porque es evidente que a estas alturas Paul no lo hace por dinero, sino por pura pasión al arte y a todos los fans que lo adoran. Aquello fue un regalo inmenso. Por favor, que no se jubile nunca.

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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

2 comentarios

  • Juandie dice:

    Extenso resumen hacia el gran concierto que se curró un veterano como PAUL MCCARTNEY en el mitico Palacio De Los Deportes de Madrid interpretando tanto temas de su carrera en solitario como de THE BEATLES.

  • Ángel dice:

    Yo solo puedo decir que podré decir:
    “Yo estuve allí y pude cantar a coro con Paul”, en mi juventud nunca lo hubiera pensado

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