Cuarta edición de un festival que acertadamente ha cambiado de ubicación, sosteniendo con ello el detalle de incrementar la calidad de un cartel digno de los mejores eventos europeos. Este desplazamiento deja lugar a la deseada y merecida progresión de un festival que en esta edición se ha vuelto a vestir de negro gracias a las pasionales dotes de cinco formaciones que han dejado buena muestra de su oscura calidad a su paso por un escenario que en tan solo tres semanas ha acogido eventos como el neófito Rock The Sun, el Be Prog! My Friend, y el que en estas líneas se describe, una fantástica y oscura Okkult Session.
Iniciados en 2020 como un dueto formado por Javier Fernández (ex Nahemah) y Christopher Baque-Wildman (Asgaroth), en 2022 TodoMal decidieron ampliar su polaridad en los directos para desarrollar la oscura intensidad que sus (hasta ahora) dos elepés contienen: ‘Ultracrepidarian’ (2021) y ‘A Greater Good’ (2023).
TodoMal fueron los encargados de abrir y ambientar la cuarta edición de un akelarre en el que las artes más oscuras fueron las evocadoras de recrear ambientación, emoción y variaciones en los ámbitos más oscuros y densos del rock y el metal.

En este caso, conformados en quinteto, TodoMal nos sumergieron en las profundidades del doom, el space rock y el stoner para hacernos vibrar de manera directa y muy eficaz frente a los pasionales momentos de temas como las atmosféricas “High Time”, “Ultracrepidant” o “Silent Mass”, la intensa y progresiva “Gods Fucking in the Sky”, el monumental “Infero Tristi”, o la brillante “Point of Coalesence” (creo que así lo presentó Christopher), tema adelanto del que, esperemos, en breve sea una nueva motivación en estudio de la formación.
“Antichrist of Love” fue el tema encargado de cerrar un buen inicio de festival que, a pesar de la hora (16:00) y el calor, contó con un buen número de feligreses que no quisimos perdernos ni un momento de una variada y atractiva propuesta.
Sylvaine es una formación tan ambivalente como atractiva, y no solo porque como líder está la cantante y multiinstrumentista noruega con base en Francia Kathrine Sheppard (Alcest, Austere), sino porque la banda sabe conectar con el público a base de empuje y energía, algo que le queda lapidariamente perfecto a una propuesta en la que las combinaciones de black y post metal se injertan en los etéreos paisajes sonoros que el cuarteto plurinacional atesora.

Era la primera vez que Sylvaine se presentaban en Barcelona y, tal y como comentaría la rubia walkiria casi al final del concierto, también este era el último Open Air de su gira europea. Quizás por ello, la entrega sobre las tablas fue demoledora. La voz de Kathrine deambulaba entre los rasgos melosos y los guturales, dejando entre nosotros la imagen de un baluarte digno de disfrutar muy atentamente.
Aunque en algunos momentos los coros eran claramente pregrabados, el conjunto de la actuación fue merecedor de aprobación y elogio, siendo las aplicaciones incrustadas en su última obra, ‘Nova’ (2022), las más aplaudidas, caso de la intro “Nova” y de los apasionados “Fortapt”, “I Close My Eyes” y “Mono No Aware”. Pero no podemos dejar atrás las buenas artes del inicio con “Earthbound”, pieza destacada en su segundo álbum: ‘Wistful’ (2016), y el espléndido final que se representó con la mordacidad de “Morklagt”, tema de su incipiente ‘Atoms Aligned, Coming Undone’ (2018).
El de Sylvaine fue un concierto tan plástico como las poses de yoga que Kathrine imparte como profesora del estilo.

Llegó el turno de Gaahls Wyrd para explorar las más oscuras tinieblas agarrados de la mano del que fuera líder de Gorgoroth: Gaahl, quien enmascarado con pinturas blackmetaleras contribuyó al akelarre con un set en el que, si bien la banda demostró calidad y capacidad, las combinaciones de covers de Gorgoroth, concentradas en “Carving A Giant”, “Exit” y “Prosperity and Beauty”, dejaron bastante frío el ambiente. Sin embargo, las exposiciones de Trelldom con “Hoyt Opp i Dypet’, y de God Seed con “Aldrande Tre” y “Alt Liv”, sí obtuvieron las expresiones que estas negras homilías merecen.
Gaahls Wyrd también entonó, casi susurrando, sus propias composiciones, algo que, junto a los breviarios pregrabados solo apoyaron a la estaticidad de la mayoría de un público que, aun así, sí participó activamente en los momentos que se imprimieron en las lóbregas partes de “Ghost Invited”, “Braiding the Stories”, “Time and Timeless Timeline” y “Carving the Voices”. Un concierto que en otra circunstancia y cartel muy seguramente hubiera tenido mucha más cooperación por parte del público.

Sin lugar a dudas, el concierto que ofrecieron Candlemass dentro del tour de celebración del cuarenta aniversario de su creación fue para enmarcar.
El concierto se nutrió de las ganas y designios de una banda que desde el primer segundo estuvo motivada y dispuesta a darlo todo, una banda que contó con unos feligreses leales y entregados, y con un setlist al que, por ponerle alguna carencia, solo le faltó un homenaje a los paters del género y a su difunto padrino (Black Sabbath y Ozzy), quizás con esa brutal versión del “Sabbath Bloody Sabbath” que han incluido en su generoso nuevo EP ‘Black Star’. Pero no hay pie a la confusión si apunto que Candlemass fueron (y de lejos) lo mejor y más lujurioso del festival.
Tras el concierto que Candlemass ofrecieron en la helénica edición del Rock Hard Festival, donde tras décadas de ausencia retornaba a los escenarios solo para ese concierto el gran Messiah Marcolin, la banda se había predispuesto a dar lo mejor de su doom potente, oscuro, denso y épico, teniendo como guion en su homilía la sagrada biblia de su primer trabajo: ‘Epicus Doomicus Metallicus’, del que desplegaron los necromantes pasajes de cinco de sus seis mágicos momentos, faltando en el set solo el monumental momento que en el álbum “Black Stone Wielder” nos ofrece.
Lo demás fue un compendio de himnos de manos de a la pasión de un incansable, simpático y enervante Johan Längqvist. Quien fuera primer cantante de la formación se convirtió en el máximo sacerdote de una ceremonia cuyos hechizos supieron transportarnos a las cavernosas y pétreas paredes en las que brillaron la densidad de reverenciados himnos como “Bewitched”, “Mirror Mirror”, “Under the Oak”, “Demon’s Gate”, “Crystal Ball”, “A Sorcerer’s Pledge” o el grande finale, esa capilla sixtina del doom más necromante, apodado “Solitude”. Un gran concierto, que nos deja con las ganas de volver a disfrutar de Candlemass en una nueva oportunidad y con más tiempo para disfrutar de la espectacularidad de su incontestable liderato en el mundo del doom más apasionante. Personalmente, espero que su vuelta sea pronta.

Tras el espectacular show de Candlemass, llegaba otro momento de iluminación, el que en las cercanas Fonts de Montjuïc se daba como cierre de las fiestas patronales de la Cuitat Comtal, La Mercè, con un espectacular piromusical que, durante algo más de media hora, pudimos disfrutar desde el diáfano espacio del festival. Un buen extra para el evento.
Los espectaculares fuegos artificiales dieron paso al turno de los británicos My Dying Bride, cuya consabida propuesta está enraizada en la sobriedad de la formación y contrastó en mucho con lo que Candlemass había dispuesto en su turno.
Aunque la esencia de los temas del sexteto de Staffordshire supo condensar esa falta de movilidad con la energía que brotaba de los dos guitarristas, el predicador Aaron Stainthorpe, con su voz, leve, triste y más sumisa que gutural, los sumergía a una parte más melancolía, parte que transmutaba en más aguda cuando los atmosféricos teclados se veían relevados a los lamentos de un violín, ambos sostenidos por Shaun Macgowan.
En otra parte de la balanza, la misma dee los guitarristas, y defendiendo las líneas de bajo, se explayaba la poderosa figura de Lena Abé, quien junto al batería Dan Mullis daba fuelle a la oscura dinámica aposentada en temas como “A Kiss to Remember”, “Like Gods of the Sun”, “From Darkness Skies”, “Feel the Misery” o los dos momentos finales que se elevaron de entre las brasas de lo más aclamado del set, siendo “She is the Dark” y “The Raven and the Rose” las que propusieron el hechizo final a esta cuarta edición de la Okkvlt Session.
Desgraciadamente, My Dying Bride tuvieron delante a unos Candlemass que, repito, hicieron un excelso y motivador concierto que difuminó por contraste la solvencia de una formación que este año celebra el 35º aniversario de su fundación.
Ya espero con ganas el próximo cartel de un festival que, edición tras edición, ha sabido crecer en calidad y espacio. La Carpa del Poble Espanyol se ha mostrado como un lugar perfecto para acoger a un evento que, ¿por qué no?, puede evolucionar y crecer a una propuesta de dos días en los que las artes y pasiones más oscuras y siniestras de nuestra música resuenen entre los muros y colinas de un lugar tan especial como histórico.
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