Crónicas

OCO, The Show: Pasión, dolor, sensualidad y alegría

«OCO, The Show, por su grandiosidad, debería saltar a los centros de cultura y enseñanza de nuestro país y a los mejores escenarios del mundo»

Callao City Lights, Madrid

Texto: María Gala. Fotos: Reestreno de OCO, 25 de octubre de 2024

“Su canto parecía un lamento interminable y su voz un trombón; mientras cantaba, se balanceaba y gemía, como si sufriera un dolor insoportable para su gigantesca humanidad”, así describe Vita Sackville West, escritora del círculo de Bloomsbury, amiga y amante de Virginia Woolf, sus primeras impresiones sobre el flamenco en un patio se Sevilla, mientras investigaba los orígenes de la bisabuela Pepita, gitana que enamoró a un lord inglés.

Chanel Haynes, encantada con el zapateo

Podría ser la descripción del "St. Louis Blues" de Bessie Smith en Nueva Orleans, apoyada en la barra de un bar mientras le roban el dinero logrado con su canto desgarrado. Eso es OCO, una fusión del jazz y el rock con el flamenco, una fusión globalizada de cuatro continentes. El jazz creado por la raza negra traída en esclavitud a las Américas conquistadas y el flamenco, un ritmo nacido de Oriente y llevado en los pies por los gitanos de diferentes pueblos y agitado con nuestras raíces musulmanas. Ambos, con el dolor como marca identitaria, la sensualidad como fuerza motora y la alegría, vínculo inherente a la creación artística y la vivencia del instante. Eso logra OCO gracias al elenco grandioso de artistas a todos los niveles y el mecenazgo del promotor musical Pino Saglioco, fascinado por el embrujo de las historias ancestrales de negros y gitanos.

Estrella Morente cantando desde la platea

Cuando te sientas, no sabes muy bien a qué tipo de espectáculo asistes. Se inician las notas de un tema por todos conocidos, el "Hallelujah" de Cohen interpretado por Estrella Morente, que acude alada al escenario. Un homenaje apócrifo a la generación de los 27 (Hendrix, Janis, Amy, Jim…), que comparecerán a lo largo de las dos horas que dura el show. Si despertaran de su tumba, se sentarían como espectadores celestiales entre el público para deleitarse con la jamsession continua que nos ofrece la noche en el más puro estilo de la improvisación del jazz, en la espontaneidad innata al flamenco, en la genuinidad del rock.

Haynes, actual corista de los Rolling Stones, junto al grupo de voces femeninas del espectáculo

No en vano los músicos anglosajones se entienden a la perfección con los hispanoparlantes y adoran Madrid: “La música es un idioma”, afirma Antonio Carbonell, director musical del proyecto. Y se lo pasan muy bien, fluye al espectador ese espíritu positivo, tanto que dan ganas de subirse al escenario. Espíritu Stones, la idea de OCO nació en Nueva York en una cena con Jagger, bajo los efluvios orientales de "Paint It Black" y una copa de buen vino. Escuchar cómo maridan “Light My Fire” de The Doors con “La leyenda del tiempo” de Camarón es un deleite para los sentidos.

 

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De mis favoritos, el "Voodoo Child" de Hendrix que Carbonell ligó con el mismo ritmo de alegrías, como quien no quiere la cosa, dando paso a "Smells Like Teen Spirit" (Nirvana), sorprendente entre acordes rockeros y cajón flamenco para seguir navegando por "Back to Black" (A. Winehouse) hacia la poderosa voz de Chanel Haynes en "Proud Mary" (Creedence), que la canta al estilo Tina Turner.

La descomunal bailaora Belén López y el cantaor Antonio Carbonell, director musical de OCO

Haynes, propuesta para Grammys, corista estrella de los Stones, intérprete de Tina Turner en el musical de su nombre, lleva tal fuerza en sus actuaciones que no podemos pensar que venga algo mejor según avance el espectáculo. Sin embargo, si sola es única y torbellino, crece y se hacen crecer la amalgama con las otras reinas de la noche, Belén López y Estrella Morente. Las tres destacando sobre diversas imágenes fantásticas en un fondo luminoso, pero sobre todo sobre la Bourbon Street de Nueva Orleans, con sus farolas y balcones afrancesados, cuna del blues.

En ese escenario a nadie le puede sorprender "I Put a Spell on You" (SJ Hawkins) para salir hechizados. Lo logra con ese espíritu blusero Tim Ries, saxofonista de los Stones desde 1999, conocedor de las melodías del mundo, que se integra en este paisaje de flamenco esencial, ritmo que ama. Es delicioso sentir la caricia y el llanto de su saxofón, el careo con Chanel y Belén, la estampa elegante de su pase torero con Morente.

Al fondo, el saxofonista Tim Ries, otro de los músicos en gira de los Stones

Y es Estrella la que nos sorprende con un tango agitanado, "Volver", la romántica "Nostalgia" y "La noche de mi amor", que dedicó por su cumpleaños a Javier Conde, amor de su vida. Además, “rapeó” su agradecimiento por los que apuestan por la música, el arte y la cultura, refiriéndose tanto a los asistentes como a Sagliocco. Para el público, poder oír y ver y casi tocar a Morente así de cerca, por el pasillo de butacas por donde camina, y en Callao, es un lujo. Como lujo es la colaboración de Juana Martín, diseñadora de moda de fama internacional, que cuida y sorprende con la vestimenta de mujeres y hombres.

Hay personas que te roban el alma con su arte. Una de ellas es Belén López, bailaora con los ojos, la boca, el cuerpo y “las veinte baterías que tiene en cada pie”, en palabras de Carbonell, y en las de Mariskal, “son como las manos del llorado John Bonham en los mejores momentos de Led Zeppelin”. A López la sientes bailar, no la ves, es pura pasión en movimiento. Le baila la ropa, el pelo y el pisoteo reiterado de esas piernas finas y fuertes que teclean el suelo, taconeando el sonido del dolor o yéndose por bulerías. No en vano ha sido primera bailarina de la Arena de Verona, anfiteatro donde debutó María Callas y por el que ha pasado lo mejor del rockerío, como Roger Waters, Pearl Jam, Deep Purple y otros.

Estrella con el creador del show: el promotor Pino Sagliocco

Otro es Antonio Carbonell desde su esquina, dirigiendo el cotarro, ideando, fusionando las cadencias flamencas y jazzísticas. Cantaor, profundo conocedor de los ritmos, es el que logra la magia de la concatenación de sonidos que, de forma natural, fluyen de un lado a otro del escenario y los corazones. El cierre no puede ser otro que el de un gran fin de fiesta con "(I Can't Get No) Satisfaction" (Stones) en una gran amalgama del elenco de artistas en el que cada uno ha bordado su papel, profesionales maravillosos, que destierran la idea de que el mundo no puede ser global y bailan en el escenario, se ríen, se tocan y cantan.

Como dijo Jagger, si pierdes tus sueños es muy posible que pierdas tu mente. Gracias a Pino Saglioco, visionario, por su apuesta certera y unos cuernos y un "olé" por OCO, The Show.

¡Merece la pena ir a disfrutarlo y sorprenderse… o sorprender! OCO, desde la Gran Vía madrileña, por su grandiosidad debería saltar a los centros de cultura y enseñanza de nuestro país y a los mejores escenarios del mundo.

Redacción
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