Crónicas
Nashville Pussy + Leather Boys: La explosión del rock and roll
«Una sencillez que aplasta en directo más aún que en sus discos, que no es decir poco de una banda que se debe disfrutar al menos una vez en la vida, aunque si son más… pues mejor»
11 octubre 2024
Sala Acapulco, Gijón
Texto: Igor Álvarez Muñiz. Fotos: Eva Bustamante
Una auténtica explosión de rock 'n' roll. Suena a tópico, sí, pero si los tópicos existen es por algo, y pocas formas más acertadas hay de definir lo que se vivió el pasado viernes, día 11, en la sala Acapulco de Gijón. Nashville Pussy, la banda a la que el mismísimo Lemmy Kilmister otorgó el título de “America's last great rock 'n' roll band”, amenizaban la noche gijonesa para poner punto final a su gira por España de ocho fechas y continuar hacia el resto de Europa.
Si bien es cierto que ya habían tocado este año por aquí, concretamente como parte del Resurrection Fest y en algunas fechas en julio por el resto de la península, había muchas ganas de volver a disfrutar de su show en sala por el norte, y eso se notaba en el público. Al final no dejan de ser uno de esos grupos que ganan con la cercanía, tanto por su estilo como por su sonido.
Abrieron fuego los Leather Boys. La banda asturiana, que se acerca ya a las dos décadas sobre el escenario, tiene tablas de sobra para ofrecer un directo a la altura de las circunstancias. Con un setlist basado principalmente en su último disco, 'Born in the Seventies', sonaron algunos de sus mejores temas, como "Rebirth", "Underground" o su himno al vino, "Aphrodisiac Grape".
La gente entraba en la sala y no dudaba en animarse con los saltos de su cantante, Leather Rose, el bajista lanzándose al público o la verborrea del guitarrista, Leather Sex, que hizo corear a la sala: “Leather Boys, hijos de puta sois”.
Cachondeo y algo de macarrismo para unos músicos deudores del espíritu ochentero, con una base rítmica muy sólida y buenos riffs, dejando hueco para recordar temas con algo de solera como su single "Leather Gunner". Y no podía ser de otra manera, "Fairy Tales From the Underground" no faltó en el repertorio, ya que es el tema que grabaron para su biografía, libro del mismo título que están presentando en sus últimos conciertos.
Además, acertaron repitiendo una versión que han hecho más de una vez en sus directos, el "Ace of Spades" de Motörhead, que no dejó indiferente a nadie, con parte del grupo acabando entre los asistentes. En definitiva, una buena banda para calentar a un público sediento de rock.
Era el turno del grupo principal, y no tardó en salir. Tras algún pequeño ajuste, Nashville Pussy se lanzaban al escenario dispuestos a llenar de guitarreo la sala Acapulco. Es cierto que al principio sonaban demasiado alto, en eso los Leather Boys ganaron, en ocasiones menos es más y, con menor volumen, a la banda natural de la zona se le distinguían muy bien todos los instrumentos, cosa que no se puede decir de los primeros temas de Nashville Pussy. Pero no pasa nada, en la segunda canción, "Piece of Ass", ya tenían al público en el bolsillo.
Encabezados por el inamovible pero magnético Blaine Cartwright, la banda de Atlanta comenzó a soltar temazo tras temazo. A "She’s Got the Drugs" le siguió una impresionante "Come On, Come On" y no tardó en llegar "High as Hell". Su penúltimo disco, "Up the Dosage", se llevó la mayor parte del setlist, con temas como "Pillbilly Blues" o "Everybody's Fault but Mine", aunque hubo un poco de todo. La banda no dudó en tirar de su amplio repertorio. Así sonaron "Hate and Whiskey", "Speed Machine", "Struttin' Cock" con solo de batería incluído, o "Testify", la única del 'Pleased to Eat You'.
La particular voz de Blaine, de esas que o te gustan u las odias, no se diferencia de la del disco, en eso son una banda muy sincera. Lo dicho, ni más ni menos que lo que uno se puede esperar, musicalmente hablando, pero con un directo muy cercano. El propio cantante no se cortaba a la hora de hacer presentaciones, sacando alguna sonrisa con la divertida "You Give Drugs a Bad Name". Pero está claro que el peso no está solamente en él.
Ruyter Suys, guitarrista original de la banda, demostró una vez más que puede sostener ella sola un directo. Y no solo por su calidad musical (sus solos destacan sobre los de otras bandas), sino por el espectáculo que da. Ruyter lo vive y contagia su entusiasmo bajo los focos a todo el público, además de no dudar al compartir su botella de Jack Daniel’s.
Todo ello sin desmerecer al resto de la banda. Su base es muy potente, Dusty Watson es un buen batería, pero Bonnie Buitrago, bajista con lazos en el país y que giró este verano con las gallegas Bala, se mueve muy bien por el mástil, mejor de lo que uno podría esperar en una banda que se decanta por la sencillez instrumental. Una sencillez que aplasta en directo más aún que en sus discos, que no es decir poco.
Nashville Pussy hace lo que tiene que hacer, lo que los convirtió en un grupo de culto ya con sus primeros discos. Una banda que ofrece rock del bueno y diversión macarra, incluyendo el ya clásico show de Blaine, bebiendo cerveza de su propio sombrero, y la cercanía de Ruyter interactuando con el público.
Tras su cierre con "Till the Meat Falls of the Bone", llegaron los bises, con "Rub It to Death" y "Why Why Why" para gozo de los asistentes, que respondieron en todo momento, pero que se desataron con el último tema, el ya clásico "Go Motherfucker, Go".
Sin duda, una banda que se debe disfrutar al menos una vez en la vida, aunque si son más… pues mejor.
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1 comentario
Pequeño resumen hacia el cañero y rockero concierto que se curraon los NASHVILLE PUSSY a través de estos cojonudos temas en la Acapulco gijonesa junto a los LEATHER BOYS los cuales ofrecieron un cañero recital.