La versatilidad suele ser algo que no está bien visto. Quizás el problema esté en que se exigen demasiadas lealtades. Que si a ciertas ideas o partidos políticos, a un estilo determinado, y así podríamos tirarnos hasta el infinito enumerando a todos aquellos que exigen un compromiso que a veces ni siquiera merecen. Si uno se pone a pensar en artistas que se hayan atrevido a experimentar sin importar las consecuencias, probablemente caiga en la cuenta de que no acostumbran a estar demasiado bien considerados entre el público en general.
Al igual que Enrique Bunbury o Carlos Ann, Morti entraría en esta categoría junto a los que fueron sus compañeros en el efímero proyecto de Bushido. Pero aparte de aquel conglomerado de talento, también participó en aventuras tan particulares como las de El Fantástico Hombre Bala o Skizoo, junto a Jorge Escobedo y Antonio Bernardini de Sôber, entre otras cosas. Y por supuesto también nos regaló un par de álbumes en solitario donde desató por completo su potencial creativo.
Por todos los motivos anteriores, un concierto del barcelonés debería estar lleno hasta la bandera, pero ya hemos dicho que en este país lo de picotear aquí y allá no garantiza el aplauso mayoritario. No obstante, muchos seguidores acudieron al D8 Sorkuntza Faktoria atraídos por su etapa en Skizoo, o esa impresión nos dio por lo menos, aunque el entusiasmo tampoco disminuyó cuando se revisitaron otras etapas de su carrera.

Abrieron House of Dawn, proyecto del murciano Jacob Cámara que apuesta por sonoridades de inspiración norteamericana, como el post grunge, el rock alternativo contundente o el rock sureño, entre otros estilos. Estuvieron curiosos como nota pintoresca, pues apostaría a que no existen demasiados combos en la península que apuesten por las mismas influencias que ellos. Cualquier fan de Creed o Alter Bridge adoraría a buen seguro piezas del calibre de “Freedom” o “Learn The Lesson”, porque lo cierto era que clavaban al milímetro esas coordenadas estilísticas, pero sin duda el pico de su actuación lo alcanzaron con la emotiva revisión del “Simple Man” de Lynyrd Skynyrd. Tampoco era un rollo que a un servidor le apasione, pero había que reconocer que en ese campo casi virgen en la península habían abierto una interesante brecha.
En este aspecto, cabe mencionar las tremendas tablas que se les notaban sobre el escenario, algo que seguramente se explique por la procedencia de varios de sus miembros de bandas con sonoridades mucho más extremas, caso de Vendetta FM o Southern, un tatuaje de esta última se podía observar en el vocalista y guitarrista Jacob Cámara. Y no debería tampoco caer en saco roto el esfuerzo de la banda por animar a un público que observó con curiosidad primero su propuesta y luego se implicó más cuando el frontman pegó un salto para meterse entre la concurrencia.
Si puedes evocar sin difícultad parajes desérticos y polvorientos, una vieja mecedora abandonada en un porche y el whisky corre por tus venas, seguramente conectarás de un plumazo con esta propuesta que demuestra versatilidad por parte de músicos experimentados y a la vez les sumerge en una tónica no muy habitual a lo que nos suele ofrecer el panorama patrio. ¿Estás dispuesto a tirar millas y recorrer la travesía?

Condensar toda una trayectoria de varias décadas en un repertorio tiene que ser bastante complicado, pero eso era lo que prometía Morti en la actual gira Intemporal Bifronte. Un par de caras mirándose frente a frente presidían el escenario mientras en el centro el vocalista iba presentando un repaso que se inició con “Soy” de El Fantástico Hombre Bala, un corte lo suficientemente aguerrido como para enganchar al personal.
Los seguidores de Skizoo se llevarían una grata sorpresa con “No todo está perdido”, uno de los grandes cortes del debut del supergrupo. El barcelonés demostró de principio a fin un nivel vocal impecable, clavando todos los registros, y además muy bien compenetrado con la contundente banda que le acompañaba, que de vez en cuando aportaba curiosos giros a algunas composiciones.
A Morti le llamó la atención que la peña estuviera tan seria, “como a punto de explotar”, según dijo, y alertó de que la inteligencia artificial “nos destruirá a todos”. Lejos de resultar pesado, diría que las presentaciones entre tema y tema engrandecieron el espectáculo y al tiempo proporcionaron motivos de reflexión en una época muy poco dada a ello. No sería la primera vez en la que uno se topa con grupos que ni siquiera se dignan a decir cómo se llaman, brillante estrategia de promoción.

La travesía siguió con una “canción freudiana” como “Sueño contigo”, muy para relajar ánimos, aunque la interpretación vocal fue de cátedra. Siempre pensamos que Morti era uno de los grandes cantantes de este país junto a Enrique Bunbury y en directo no perdía ni un ápice de intensidad, con un matiz además muy expresivo. Se notaba que el tipo vivía de verdad lo que cantaba y no se limitaba a oficiar como un vulgar funcionario.
“Arriésgate” de Skizoo poseía un rollo cercano a El Último de la Fila, pero su predicamento entre el personal todavía conseguía elevar las gargantas, un hecho que Morti aprovechó al final pidiendo al público repetir a capela el estribillo. De hecho, quizás abusó un tanto de este recurso a lo largo del show, aunque suponemos que le agradaría recibir ese cariño por parte del respetable.

“No os dejéis engatusar por ciertos cantos de sirenas”, advirtió antes precisamente de “Sirenas” de InMune. Giró de un plumazo el timón con “Solo estás tú” de Skizoo, un corte donde brilló la contundencia aportada por su banda, considerarla de mero acompañamiento se tornaría una auténtica injusticia.
El carismático frontman nos confesó que llevaba como dos décadas sin interpretar “Grita el corazón”. Que la balanza del repertorio estaba demasiado inclinada hacia su periodo en Skizoo era un hecho evidente, aunque por las conversaciones que escuchamos seguramente eso era lo que esperaba la mayoría de asistentes. Todo un lujazo nos pareció que recuperara “Desmejorado” de Bushido, un tema que Enrique Bunbury escribió para el coloso Raphael, otro grande de los escenarios que deberían poner por las nubes hasta rockeros y metaleros, a un servidor nunca se le cayeron los anillos por reconocerlo.

Lamentamos que en esta ocasión no tocara “Magenta” o algo más de Bushido, pero bueno, sintetizar varias décadas no se tornaba sencillo. “Habrá que olvidar” de Skizoo contó de nuevo al final con el estribillo a capela por parte de la multitud y se desataron con un soberbio “Caes, caes, caes” de InMune que fue de lo mejor del concierto.
“Algún día” de Skizoo tal vez se la podía haber ahorrado, o haber metido “Dame aire”, que nos pareció la ausencia más destacada de la noche. “Parece que en este país te tengas que morir para que te valoren”, dijo en alusión a los recientes fallecimientos de Jorge Ilegal y Robe antes de optar por celebrar la vida en “Ilumíname” de InMune. Y decidió poner el broche a la sesión con “Renuncia al sol” de Skizoo, pieza fundamental en su carrera, aparte de un brillante epílogo.
Es habitual que algunos artistas hagan este tipo de giras retrospectivas cuando tienen intención de dejar los bártulos durante una temporada o despedirse definitivamente del mundo de la música. Mucho me temo que esta vez no se trata de ninguno de los dos casos, pues apuesto a que seguiremos viendo al barcelonés en el futuro en otros interesantes proyectos. A modo de ejemplaridad, ahí queda el testimonio y monumento a una trayectoria intachable. Para que tomen apuntes las nuevas generaciones.
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