Crónicas

Marky Ramone’s Blitzkrieg en Vitoria: Un mundo maravilloso

«¿Os imagináis un universo en el que no volvieran a sonar nunca más “Beat On The Brat”, “Judy Is A Punk”, “I Wanna Be Sedated” y tantas otras? Pues sería una mierda como un piano. Por fortuna, Marky Ramone y sus acompañantes impiden que ese legado quede en el olvido. Vivimos en un mundo maravilloso.»

25 abril 2024

Sala Helldorado, Vitoria

Texto: Alfredo Villaescusa. Fotos: Iñigo Malvido

Holden Caulfield, el recordado protagonista de ‘El guardián entre el centeno’ de J. D. Salinger, nos dejaba muchas frases emblemáticas que ponen piel de gallina solo evocar, pero sin duda una de las más relevantes era aquella que decía lo siguiente: “Hay cosas que no deberían cambiar, cosas que uno debería poder meter en una de esas vitrinas de cristal y dejarlas allí tranquilas”. Una reflexión que rememoraba esa época de la infancia donde todo parecía mucho más sencillo y todavía sonaban a chino los quebraderos de cabeza de la adolescencia.

Uno de esos objetos que habría que preservar por los siglos de los siglos es la música de los Ramones, que con la desaparición física de la mayoría de los integrantes de la mítica banda se ha tornado complicado escuchar en directo. Por suerte, todavía nos queda un superviviente como Marky Ramone, que ocupó su puesto de batería con los de Forest Hills en el disco ‘Road To Ruin’ de 1978 y se convirtió en el aporreador que más tiempo ha permanecido junto a Joey y Johnny. Mencionaría además la profunda injusticia de que en la mayoría de las ocasiones se excluya su nombre del emblemático logo del grupo, en beneficio de Tommy, que fue componente original, de acuerdo, pero Marky estuvo más tiempo.

Por los motivos expuestos anteriormente habría sido imperdonable faltar a esa monumental gira de 24 conciertos que en estos momentos se está marcando por nuestro país esta leyenda vida de la música. Acudimos a la no menos legendaria sala Helldorado de Vitoria, punta de lanza del rock n’ roll y el punk en la capital alavesa. Y el ambiente fue el típico de las grandes ocasiones, con entradas agotadas y un público un tanto envejecido pero que reverdecería canas con un repertorio tan colosal.

Porque lo más importante en aquel concierto de Marky Ramone’s Blitzkrieg no eran los artistas en sí mismos, sino las canciones de los Ramones, rendir homenaje a esos tipos inadaptados que llegaron a ser tan queridos por la gente. Resulta toda una paradoja que un combo cuya marca se ha explotado tanto a nivel comercial en realidad fuera un grupo como pocos en contra del postureo, según revelaba su peculiar atuendo con chupas de cuero y pantalones vaqueros desgastados a punto de caerse.

Con el personal un tanto frío, en nuestra opinión, el festín sónico comenzó con “Do You Wanna Dance”, el clásico de Bobby Freeman que tan acertadamente llevaron a su terreno los de Queens. Si con eso no se te altera la sangre, mejor compruébate el pulso. “Havana Affair” y “Teenage Lobotomy” también servían más que de sobra para calentar la garganta, pero el personal no despertaría por completo hasta que llegó “Beat On The Brat”, donde ya se empezaron a escuchar coros y a montar la gresca que unos temones de esa altura merecían.

La banda actual de Marky era impepinable en las distancias cortas, con Pela (La Excavadora) asumiendo las labores del micro con mucha solvencia, sin sustituir a Joey, porque eso era imposible, sino aportando su propio estilo y personalidad a piezas que no necesitaban presentación alguna. Y sus compis argentinos parecían tan salvajes como el difunto Dee Dee, por lo que no faltaba nada en esta receta maestra. Desde el fondo, el jefe a las baquetas oficiaba cual autómata, sin errar ni una bala, con una tranquilidad pasmosa, que suponemos vendrá de las décadas que se ha pasado interpretando esas gloriosas canciones.

Del catálogo escogido para la ocasión es que no habría quitado ni un corte, como mucho, la versión de “What A Wonderful World”, que nunca nos convenció demasiado. Pero nos dejamos las cuerdas vocales gritando la letra de “We’re A Happy Family” o “I Just Have Something To Do”, de nuestras preferidas de Ramones, y más desde que viéramos aquel vídeo en el que interpretan ese tema encima de un coche y luego se les va sumando gente por el camino. Maravilla.

“I Wanna Be Well” tampoco es para caerse del sitio, pero viene bien para recuperar algo de aliento antes de “Rockaway Beach”, que esa sí era una joya con Marky bordando los redobles y golpes de batería tantas veces escuchados en casa y en garitos. “One, Two, Three, Four” y justo seguido “Gimme Gimme Shock Treatment”, casi nada. “Let’s Dance” fue del mismo modo inolvidable, con el guitarrista pegando un salto como si fuera Johnny Ramone, y “Surfin’ Bird” provocó bailoteos desenfrenados en el recinto, con Pela al final sentado encima de un monitor a escasos centímetros de la peña.

A Joey y compañía muchos les conocían por los cortes rápidos, pero otros más reposados eran auténticas maravillas, caso del inmortal “I Wanna Be Your Boyfriend”, donde Pela cogió de la mano a una chica rubia de las primeras filas. Mención especial para ese grupo de féminas de la esquina que se pasaron el concierto dándolo todo cantando las canciones. Cualquiera querría ser su novio, ya lo decían los Ramones.

“I Believe In Miracles” y “The KKK Took My Baby Away” provocaron un considerable griterío entre la afición. Todo un pico importante se alcanzó con el himno “I Wanna Be Sedated”, “Suzy Is A Headbanger” y “Oh Oh I Love Her So”, pero el ritmo no aflojaba tampoco un ápice con “She’s The One”. Era uno de esos conciertos en los que si parpadeabas, ya te perdías una parte importante del show.

Rescataron del mismo modo la revisión surfera de “California Sun” y no podría obviarse “I Don’t Wanna Walk Around You”, “Pinhead, con el recordado grito de guerra de “Gabba Gabba Hey”, o ese “Cretin Hop” que se transforma en otra arma fundamental en directo. Para despedirse, nada mejor que la autoafirmativa y apisonadora “R.A.M.O.N.E.S”. Para no olvidar.

Obviamente habría bises, pero no dos o tres temas, sino una importante tacada de piezas que se inició con “I Don’t Wanna Grow Up” en memoria de Kokillo Gramone y de los propios Ramones. “You’re Gonna Kill That Girl” quizás no resultaba tan esperada, pero se trataba de otra delicatesen de la primera época. “Rock N’ High School” tenía que sonar en esta noche irrepetible, al igual que “Listen To My Heart”, la ya mentada “What A Wonderful World” o el broche definitivo de “Blitzkrieg Bop”. Vaya sudada.

¿Os imagináis un universo en el que no volvieran a sonar nunca más “Beat On The Brat”, “Judy Is A Punk”, “I Wanna Be Sedated” y tantas otras? Pues sería una mierda como un piano. Por fortuna, Marky Ramone y sus acompañantes impiden que ese legado quede en el olvido. Vivimos en un mundo maravilloso.

Alfredo Villaescusa
Etiquetas: , , , , , , ,

Categorizado en: , ,

Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Pedazo de resumen hacia el gran concierto que ofrecieron la banda de MARKY RAMONE y sus buenos músicos a través de estos clásicos de los históricos RAMONES en esta extensa gira ibérica y en la que en Helldorado vitoriana lo bordaron. Las mejores de las suertes para esta noche en su concierto salmantino.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *