Crónicas

Maná: Fuego sagrado e inmortal

«La conexión con el público es plena, y ese rock originario de Jalisco que interpretan cautiva y corrobora por qué continúan llenando inmensos recintos por todo el mundo; ir a ver a Maná es garantía de satisfacción absoluta»

26 junio 2025

Movistar Arena, Madrid

Texto: Mauro Nicolás Gamboa. Fotos: Henrique Pratas @henrique_pratas

Maná volvió a Madrid. Arranco por el final para entender el principio. Mi buen amigo Israel (quien vela por la seguridad de artistas y fans en los conciertos en la actualidad) me contó al concluir el show, mientras intercambiábamos impresiones, que había visto por primera vez al combo mexicano en 1995, en Las Ventas, en el marco del ciclo JASP (Joven, Aunque Sobradamente Preparado) y que treinta años después, seguían con la misma pasión, contundencia y fuerza. Opinión que comparto plenamente.

Maná

Previamente al show estelar de la velada, llegaban los argentinos Airbag, a quienes pudimos ver en directo el año pasado en el marco de la gira Vibra Mahou camino al Mad Cool y los cuales han anunciado shows para los próximos meses dentro de nuestras fronteras. Para corroborar su potencia sobre las tablas, la banda de los hermanos Sardelli disparó titánicamente piezas como “Intoxicarme”, “Cae el sol” con fragmento incluido del clásico “Sultans of Swing” de Dire Straits, y su himno “Colombiana”. Gran ovación al concluir su certero set.

Airbag

El 26 de junio de 2025 pasará a la historia por cómo Maná hizo latir al unísono a miles de almas congregadas en el Movistar Arena bajo un océano sonoro y sagrado, las cuales habían agotado todas las entradas. La vigencia del combo mexicano es plena, y corroboraron su unión imperecedera con “el corazón de España”, tal como ellos mismos se refirieron a la capital durante el show.

Una enorme pantalla led con el logo de Maná, el cual contiene una catrina con dos rosas rojas en sus ojos y un sombrero de mariachi, preside el stage y no permite ver frontalmente los instrumentos, custodiando el imponente escenario. Comienza a sonar “Could You Be Loved” de Bob Marley & The Wailers y se va bajando paulatinamente las luces del recinto. El respetable ruge, encienden sus móviles, agitan banderas de diferentes países del orbe y comienza a tocar la banda tapatía “Hechicera” mientras lentamente van subiendo la gigantesca pantalla led y el estruendo es apoteósico cuando los fans ven a sus ídolos. Todo listo y preparado para una jornada nocturna que marcó a fuego lento y sagrado las pieles de los presentes.

Maná

El frontman, Fer Olvera, el guitarrista Sergio Vallín y el bajista Juan Calleros se posicionan directamente sobre el escenario, el resto, incluido el batería Alex González, se ubica sobre tarimas sin decorados, como si estuvieran tocando en el salón de casa o en una sesión intima preparando un disco. Esa es la sensación que transmiten: familiaridad, crudeza y entrega plena. Son energía absoluta. Durante las más de dos horas del recital, supieron morder acertadamente y su directo es una prueba de que saben alimentar espíritus.

Las necesidades emocionales y sónicas de sus seguidores van siendo subsanadas con “Eres mi religión”, “Te lloré un rio” dedicada una exnovia, con anécdota incluida contada por Fer de cómo esa chica se fue con un chico al que decían Piolín, desatando las risas del público por la explicación curiosa y cómica de la rola. Durante “Eres mi religión” inflan un gigantesco elefante en uno de los laterales del escenario y el cantante manifiesta que “este animal representa el amor a una comunidad”.

En “Corazón espinado” cuentan con la presencia del líder de Airbag, Pato Sardelli, que hace un solo prendiendo fuego su guitarra, llevándose grandes vítores. No llega, aún, a lo realizado por la leyenda Carlos Santana (quien nos visitará próximamente en el ciclo Noches del Botánico) en la grabación original de la misma, pero va por buen camino.

Maná

La conexión del público es plena con el grupo, y ese rock originario de Jalisco que interpretan en su directo cautiva y corrobora por qué continúan llenando inmensos recintos por todo el mundo. Ir a ver a Maná es una garantía de satisfacción absoluta, y una persona que está a mi lado con camiseta de Iron Maiden, me indica: “Deja de tomar notas y disfruta”.

El potente karaoke, junto al sonido pulcro y la contundencia del combo, certifica que la banda mexicana es un cuadro artístico histórico que aún se está pintando. En su lienzo hay una amplitud de colores y texturas impactantes.

Van disparando acertadamente con grandes canciones y llega uno de los momentos más celebrado de la velada. Se queda solamente sobre las tablas Alex González. Con su armadura en forma de batería ejecuta un solo cual héroe eterno de los tambores. Espectacular ovación al concluir su larga muestra de virtuosismo tras los parches y los platos.

Maná

En un stage más pequeño, reducido e ideado solo para los cuatro jinetes que guían al caballo de fuego llamado Maná, ubicado en las espaldas de las consolas de sonido y luces, los músicos tocan un set, con invitada del publico incluida como espectadora privilegiada, que incluye “Te solté la rienda” de José Alfredo Jiménez y “Bendita tu luz” entre otras. Al finalizar, cruzan todo el recinto por uno de los laterales chocando las palmas del soberano y emprenden la recta final del combativo directo.

Antes de concluir, quiero agradecer a todo el equipo de Live Nation por su trabajo, profesionalidad y gran ayuda en todo momento, en especial a Raquel Osuna. Chapó.

Las últimas caricias transformadas en canciones inmortales del grupo oriundo de Jalisco, la tierra del tequila, son sublimes. Montan luces, cuerdas y recrean un espacio como si estuvieran mirando el mar de frente para interpretar su himno “En el muelle de San Blas”.

Maná

La banda agradece por el cariño permanente, por las muestras de afecto. Fer se toma una caña, celebra que España es uno de los cinco países más felices de mundo, y cómo la gente tiene una vida social muy activa con el chascarrillo incluido de: “¿Cuándo trabajan, wey?”.

Agradecen a todos los llegados de distintas partes del mundo al concierto y tocan “Labios compartidos” y “Rayando el sol” para cerrar una noche de fuego bajo un mar de confetis, mientras saludan a todo el respetable durante largos minutos al ritmo de “Angry” de The Rolling Stones.

Maná pasó por Madrid con su rock mexicano y rubricó su unión eterna con la ciudad.

Redacción
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