Crónicas
Mägo de Oz (Diabulus in Opera II): Los amos del Metalverso
«El 'Diabulus in Opera II' volvió a posicionar a Mägo de Oz en el escalafón que corresponde a una banda cuyo pasado imperial no eclipsa a un presente de gloria»
26 abril 2025
Palacio de Vistalegre, Madrid
Texto: Jason Cenador. Fotos: Marta G. Paniego
Se respiraba el frenesí de las grandes noches. El Palacio Vistalegre lucía espectacular, con un lleno absoluto que rubrica la vigencia de Mägo de Oz y recompensa su espléndido estado de forma, echando de paso por tierra los discursos de los agoreros. No, no son los Mägo de Oz de hace diez años ni los de hace veinte, pero son tan reales y lúcidos como los de aquellas épocas. La presente etapa refleja la enésima juventud dorada de un grupo crucial para la escena del metal estatal (e internacional), una joya que en sus diversas formas y etapas sigue brillando al tiempo que preserva su esencia. El 'Diabulus in Opera II' se saldó con entradas agotadas y una actuación colosal enriquecida con estupendo criterio por la orquesta. Una experiencia que difícilmente se puede comparar con el Real Madrid - Barça que coincidió con ella, incluso si se es forofo del arte da bola.
Final con todos los invitados. Foto: Mägo de Oz
Con puntualidad, las luces se apagaron y el coro, con un punto bucólico e infantil, nos trasladó al País de Nunca Jamás. O de Siempre se Puede. Se posó entonces la luz sobre Txus Di Fellatio, en pie tras su batería, y la férrea, dinámica, severa y brillante "Alicia en el Metalverso" nos dejó enseguida sin aliento, con esas guitarras pesadas, esas melodías sinuosas y la volcánica aportación de Diva Satánica a las guturales. Rafa Blas se reivindicó desde el minuto uno como el mejor vocalista que Mägo de Oz podría tener en 2025, con un vozarrón elástico y descomunal, y el trío de guitarristas formado por Jorge Salán, IX Valieri y Víctor de Andrés exprimió su virtuosismo como si de un G3 a la española se tratase.
Enseguida cayó el primer gran clásico de la noche, nada menos que "Molinos de viento", celebradísima y muy coreada, al igual que una majestuosa "Satania" (en su versión de 'Finisterra Opera Rock'), cuya épica reforzó de maravilla la orquesta, y en la que Tete Novoa (Saratoga) se batió con Rafa Blas en un duelo de titanes del micrófono del que ambos salieron ganadores. El siguiente invitado de la velada fue Isra Ramos para prestar su garganta, al igual que en la original, a la increíble "Luna de sangre", probablemente una de las mejores canciones de toda la historia de Mägo de Oz, que en directo fue formidable.
Un necesario mensaje ecologista de Rafa Blas y un recuerdo para las víctimas de la dana en Valencia precedió una sorprendente "La venganza de Gaia", en cuya disfrutona faceta instrumental se sacó el máximo partido al nutrido elenco de músicos en escena. También fue increíble "Diabulus in Musica", con una Xana Lavey cautivándonos con su preciosa voz. La vocalista de Celtian se dirigió al respetable para presentar a la flautista Queralt Moreno (Leyendärian), que ya había girado previamente con la banda, y nos preguntó si éramos felices, aseverarnos que, si se nos borra "esa preciosa sonrisa" de nuestra cara, ahí estará Mago de Oz para ponerla de nuevo. Acometieron entonces "Te traeré el horizonte".
Txus Di Fellatio descendió de su batería para dirigirse al respetable subrayando que el show se estaba grabando para un posterior DVD y bromeando sobre si alguien seguía teniendo un aparato para reproducirlos. No podía sino dedicar unas palabras a su hija, a quien va dedicada la siguiente en liza, la preciosa "Por si un día te pierdes", balada en clave celta que nos erizó el vello.
Del más reciente disco de la banda de la brujita, 'Alicia en el Metalverso ', terminaríamos echando muy en falta canciones como "El sombrerero loco" o "Seremos huracán", que habrían servido para reivindicar con más ahínco una placa clave en su actual devenir y esperemos sean recuperadas para futuras citas. Lo merecen.
Rafa Blas introdujo a Diva Satánica (Bloodhunter) y al genial guitarrista Manuel Seoane, del que dijo que siempre será parte de Mägo de Oz, para proseguir después con "La cantiga de las brujas", sucedida por un fulgurante solo de guitarra de Jorge Salán inaugurado con "Para Elisa" y culminado con la guitarra en llamas sobre el suelo del escenario.
La magia siguió inundando cada centímetro del Palacio Vistalegre al son de una increíble "Gaia", melódicamente siempre fastuosa y con un Rafa Blas desbordante, que terminó de rodillas en el suelo tras exprimir con extrema finura y desgarro su prodigiosa garganta. Nos presentó luego a Charly López (Bon Vivant), quien ya girase con la banda en el pasado, pero esta vez no sería para cantar, sino para anonadarnos con sus tremendas y para muchos desconocidas dotes como violinista. Su imponente movimiento de arco y cuerdas fue la antesala de "Desde mi cielo", quizás la balada más conmovedora y reluciente de Mägo de Oz, a la que la orquesta no hizo sino barnizarla para alumbrar un momento exquisito que arrulló nuestros corazones.
"Txus, hace muchos años, en su locura quiso hacer una canción muy larga con partes de musical de Broadway junto con el folk metal típico de Mägo de Oz. Esta canción dura más de veintitantos minutos, y por su complejidad Mägo nunca la hizo en directo. Con esta banda y esta formación, sí la vamos a hacer", explicó Rafa Blas para abrir el telón a la exuberante y asombrosamente cambiante "Atlantis", inaugurada con demora por la atención de la Cruz Roja a un asistente, facilitada desde el escenario por el propio vocalista, en una demostración de cercanía y empatía. Francis Sarabia y Silver fueron los vocalistas invitados para el corte, ante el que el frontman también reivindicó a Toni Mengiano, ausente en esta ocasión. Xana Lavey y Tete también contribuyeron a un tema con partes de góspel, bailarinas en escena y todo tipo de apasionantes giros de guion.
Aludió Rafa Blas a "un sitio de lujuria, sexo y drogas" donde todo el mundo puede hacer lo que quiera" para darnos la bienvenida a "Aquelarre", que sonó absolutamente colosal, con Víctor de Andrés clavando el solo y Xana demostrando que la suya es una de las voces más versátiles y bonitas del país.
El siguiente invitado, dijo Rafa Blas, fue una parte importantísima en aquella época de 'Gaia' y 'Gaia II', una de las más gloriosas, añado yo, de la alucinante historia de Mägo de Oz. Presentó a Pedro Díaz, "Peri", actualmente en Nurcry, quien prestó su pericia a las cuatro cuerdas en la emocionante "El paseo de los tristes", en una de cuyas partes patinó Rafa con la letra. Errare humanum est.
Xana volvió a ejercer de frontwoman para presentar al batería Nelson ----, otrora batería de Débler, que se sentó tras los tambores en una versión del "Jolene" de Dolly Parton cantada por Alba Moreno y la propia Xana Lavey en clave de country rock. Tras ella, Rafa dio la bienvenida a escena a Carlos Escobedo (Sôber), de quien reconoció ser fan "desde muy chiquitito". Este se dirigió a la audiencia recordando a Kiskilla, Fernando Ponce de León y Big Simon, antes de "Y serás canción", la maravillosa composición dedicada en su día al desaparecido productor. Contó con Manu Reyes (Sôber) a la batería, Niko del Hierro (Saratoga) al bajo y Pablo García (Warcry) a la guitarra, y hasta Txus Di Fellatio cantó con presencia algunas de sus líneas.
Con el escenario de nuevo en penumbra, las antorchas del barco pirata en el que estaba ambientado se encendieron y el espíritu corsario se apoderó de todo el lugar al albur de la épica "Bandera negra", con las bailarinas de Irish Treble nuevamente en escena describiendo una lograda coreografía, Charly López esta vez al micrófono y Seoane de nuevo a las seis cuerdas. Pero el más pirata de la banda es, sin duda, Víctor de Andrés, que cantó junto al público la típica alegoría corsaria "La vida pirata, la vida mejor y reivindicó, de paso, la música en directo.
No podía faltar el último single de los madrileños, "El vals de las almas rotas", con brujas danzando en escena, Queralt Moreno de nuevo a la flauta mientras Diego Palacio se ocupaba de la gaita. La gente traía los deberes hechos y en buena proporción se la sabía de arriba abajo, con lo que fue ideal para poner a punto las gargantas para el broche final que pusieron "La costa del silencio" y "Fiesta pagana", celebradísima bajo un diluvio de confeti. Entre medias, Moha habló con el público con su entrañable llaneza y saludó a su familia, pidiéndonos además una foto de familia con todos los involucrados en escena.
Esa familiaridad, esa terrenalidad que conjugan con su aura estelar, sigue haciendo de Mägo de Oz una banda que, pese a sus detractores, es querida por cientos de miles a un lado y otro del Atlántico.
El 'Diabulus in Opera II' volvió a posicionarlos en el escalafón que corresponde a una banda cuyo pasado imperial no eclipsa a un presente de gloria.
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