Crónicas
M Clan + Ilegales en Madrid: Con amor a quien se ofenda
«Dos bandas diferentes que colgaron el cartel de entradas agotadas en el Botánico y así pusieron en entredicho esa gran memez que se repite desde ciertos medios de que el rock ya no interesa a nadie y es algo poco menos que marginal. Pues oigan, ahí no cabía un alfiler.»
28 junio 2023
Real Jardín Botánico Alfonso XIII, Madrid
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Nunca nos cansaremos de repetir lo necesario que es pegar un puñetazo en la mesa y así conseguir que tal vez despierten esas almas borregas que siguen a la multitud sin cuestionarse lo más mínimo. En teoría, uno puede decir lo que quiera, pero luego notamos cómo dependiendo del mensaje se permite o no la difusión de ideas. Recientemente, nos decía Bunbury con más razón que un santo que “la libertad no es tal si tenemos que expresarnos dentro del discurso de valores dominante”. Diga usted algo, pero ya veremos si nos conviene darle o quitarle voz. Benditos principios.
Menos mal que todavía nos quedan bandas como Ilegales, sin pelos en la lengua y con la vocación hacer siempre su santa voluntad, moleste a alguien o no, todo un bálsamo frente a esa multitud de moscas revoloteando intentando agradar a cualquier costa. Unos auténticos todoterrenos capaces de lidiar cualquier contratiempo, desde problemas técnicos a peleas desencadenadas durante el show.
El concierto de Jorge y los suyos en el Jardín Botánico fue una de esas ocasiones en las que hubo que tirar de oficio y mostrar galones de veteranos ya desde el mismo comienzo cuando la guitarra del líder no funcionaba adecuadamente. “¡Es la tercera vez que pasa esto!”, dijo con enfado y cierta autoridad y no tardaron en responderle desde el público: “¡Jorge, eres un punki!”.
Sacaron munición contundente de nuevo cuño como “Tantas veces me he jugado el corazón que lo he perdido” o “Si no luchas, te matas”, que a estas alturas se reciben como clásicos. Por la cantidad de camisetas pululando por ahí, diríamos que había más gente por M Clan que por ellos, pero no escaseaban tampoco los grupillos de fieles atentos a las enseñanzas de un gurú de la provocación como Jorge Ilegal.
La rabia de “Chicos pálidos para la máquina” nos sigue poniendo la piel de gallina, en especial algunas estrofas, como aquella que dice: “Si no hay odio, no hay rock n’ roll”. Para tatuárselo. “Todo lo que digáis que somos” es otro manifiesto inapelable que debería caer como un ladrillo sobre esos ridículos censores en redes sociales y partidos políticos. Quién nos iba a decir que la libertad de expresión iba a estar tan en entredicho en pleno siglo XXI.
Pero Ilegales siempre fue un grupo de contrastes, pues se mueven sin problemas desde la exquisitez post punk de “Enamorados de Varsovia” al grito de la clase obrera “El norte está lleno de frío”. Y con el atrevimiento que les caracteriza incluso intentaron el tecno punk “Juventud, Egolatría”, pero esa noche los artilugios parecían haberse confabulado en su contra, por lo que la tuvieron que parar hacia la mitad.
La compensación ante tamaño contratiempo fue toda una joya para los seguidores, “Princesa equivocada”, la primera vez que la escuchamos en directo, pelos de punta ante esta declaración macarra de amor, si se hubieran arrancado a continuación con “Regreso al sexo químicamente puro” habría sido ya glorioso. Y “con amor a quien ofenda” “Eres una puta” terminó de poner los puntos sobre las íes. Desde luego, hay que tener una vida triste para dedicarse a perseguir canciones con afán inquisitorial.
Jorge nos contó que “Soy un macarra” nació como reacción frente al álbum ‘Mediterraneo’ de Serrat, que “tenía canciones buenas”, pero también ripios que no eran del agrado del líder de Ilegales, por lo que se hacía necesaria una respuesta punk. Y en esa línea de envalentonamiento dedicaron a cierta sustancia “Dextroanfetamina”, el sumun del macarrismo para terminar de ofender a los susceptibles.
Regresaron a petición del respetable para una última estocada compuesta por el himno “Tiempos nuevos, tiempos salvajes”, la abrasiva “Caramelos podridos” o ese urgente “Problema sexual” que finiquitó un bolo a un nivel trepidante en el que la banda armada se sobrepuso a unos cuantos inconvenientes. Grandes.
Después de semejante descarga, lo de M Clan bien podría parecer un premio de consolación, pero no lo fue en absoluto, también por las desmedidas tablas que poseen Carlos Tarque y compañía, que además se encuentran en un momento pletórico en lo que respecta a actuaciones en directo. Vale que quizás no arriesgan mucho y hay piezas que tienen que sonar sí o sí, pero eso no debería quitar mérito alguno a una de las bandas más importantes de nuestro rock.
El comienzo con “Grupos americanos”, “Calle sin luz” o “Para no ver el final” pudo atrapar a cualquier fan del rock, al igual que la maestría de Tarque encima del escenario, capaz de moverse de un lado a otro incluso aunque se le esté cayendo un auricular, como sucedió en alguna ocasión. Ya lo hemos repetido anteriormente, decir que es uno de los mejores vocalistas patrios no es ninguna exageración.
Tiraron de un repertorio muy equilibrado, con grandes éxitos como su radiada “Llamando a la tierra”, pero sin descuidar cortes más genuinos como “Perdido en la ciudad” o “Volando alto”, esta última sí que no la esperábamos. Tarque nos contó que le recordaba a aquella lejana época en la que tocaban en la sala Siroco, histórico recinto de la capital con aforo aproximado para 200 personas. Los murcianos sí que se han elevado alto desde entonces.
“Roto por dentro” quizás espante a los aguerridos, aunque posea cierto rollo Rod Stewart o The Faces, mientras que “Usar y tirar” evoca a los mejores Black Crowes. “Miedo” fue una de las más coreadas por la parroquia, hay que admitirlo, pese a que a nosotros nos llamara mucho más la electricidad desbocada de “Las calles están ardiendo”, donde incluso bordearon el hard rock.
“Quédate a dormir” alguno dirá que es una moñada, pero también fue otra de las más celebradas por la multitud, y además la bordaron intercalando “Escuela de calor” de Radio Futura. Los bises iban a estar claros con la inevitable “Maggie despierta”, donde Tarque hasta se sumergió entre el personal y homenajeó a un artista desaparecido del calibre de Manolo Tena cantando un trozo de “Sangre española” y luego precisamente animó a plantarse “ante la intolerancia y el nuevo fascismo”.
“Carolina” volvió a elevar las gargantas como nunca y “Concierto salvaje” puso el broche a una noche con pocas pegas en el aspecto musical y diría que lo mismo se podría aplicar a un repertorio donde hubo de todo, piezas rockeras para los aficionados de los primeros discos, éxitos para que se deje la piel el público mayoritario y hasta un colofón que reivindica la música en directo sin cortapisas, ese sector tan maltratado durante la pandemia.
Dos bandas diferentes que colgaron el cartel de entradas agotadas en el Botánico y así pusieron en entredicho esa gran memez que se repite desde ciertos medios de que el rock ya no interesa a nadie y es algo poco menos que marginal. Pues oigan, ahí no cabía un alfiler. Con amor a quien se ofenda, como decía Jorge de Ilegales.
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1 comentario
Extenso resumen hacia los cojonudos recitales que se marcaron tanto los asturianos ILEGALES como los murcianos M-CLAN en la rockera ciudad de Madrid a través de estos clásicos de nuestro Rock y con lleno absoluto.